La propuesta del Héroe – Volumen 3 – Capítulo 10: La pelota y la señal de un comienzo

Traducido por Army

Editado por Tsunai


Los vítores y aplausos resonaron en el salón con entusiasmo. El baile comenzó en cuanto el Rey y la Reina hicieron su entrada.

Me quedé inmóvil, observando desde detrás de las cortinas.

Un baile no comienza con el baile en sí. En esta ocasión, no solo damos la bienvenida al príncipe de Albatro y su esposa, sino que también se anuncia el compromiso entre la y el príncipe Rufus.

A medida que los invitados se reunían en el salón, la familia real y el grupo del héroe, en calidad de invitados de honor, hicieron su entrada en orden. De cualquier manera, su presencia fue anunciada con solemnidad.

Los primeros en entrar fueron sus Majestades, el Rey y la Reina, quienes tomaron asiento en sus tronos. Luego, el príncipe heredero y la princesa heredera de Albatro —Lautrich y Mariage— entraron con los brazos entrelazados. El estallido de aplausos, especialmente de los hombres, no era sorprendente: muchos aún eran fervientes admiradores de Mariage, quien había sido considerada la princesa más hermosa del reino antes de su matrimonio.

Les siguieron Louise, mi maestra, escoltada por Rufus. Su vestido verde brillante le sentaba de maravilla. Fue la primera vez que vi a Rufus vestido con ropa formal y su chaqueta verde oscuro, combinada con el color del vestido de la princesa, creaba una imagen armoniosa y elegante.

Acostumbrado a verlo con su túnica de mago, el cambio era impactante. Su atuendo de príncipe de Elysium irradiaba una distinción que capturaba todas las miradas. No era solo su papel como mago del grupo del héroe lo que despertaba vítores y murmullos entre los asistentes, sino también su linaje real. Por supuesto, su porte junto a mi princesa realzaba aún más su presencia.

Después de la entrada de la Princesa y Rufus, llegó el turno de Tiana, escoltada por Alfred. Sin duda, Tiana habría preferido ser acompañada por Greed, pero las cosas no siempre resultan como uno desea. Por protocolo, si un miembro de la realeza no tiene cónyuge ni prometido, debe ser acompañado por otro de su mismo rango. En esta ocasión, Alfred, cuya edad resultaba idónea, fue elegido su acompañante. No importaba cuán obstinada fuera, la etiqueta debía prevalecer.

Tal vez por eso, Tiana parecía un poco insatisfecha, aunque se comportaba con corrección mientras era escoltada por Alfred.

─Ahora que toda la realeza ha hecho su entrada, ¡es el turno del grupo del héroe!

En un principio, se mostraron reacios a asistir al baile. Al parecer, hasta ahora habían rechazado todos estos eventos pomposos. Durante el desfile de los héroes y las audiencias con la familia real, se les había permitido vestir como quisieran, incluso portar armas. Sin embargo, en un baile, se les exigía llevar ropa formal y lo más problemático para ellos, acudir desarmados. Por esta razón, se negaron repetidamente, sin importar cuántas veces se les insistiera.

No obstante, cuando su majestad el Rey les pidió que se reunieran en Schwarze, donde habían estado alojados por tanto tiempo, no pudieron negarse. Aceptaron asistir con una sola condición: poder conservar sus armas.

El permiso fue concedido y lo único que les restaba era conseguir ropa adecuada para la ocasión. En un principio, insistieron en que no la necesitaban, pues pensaban asistir con sus atuendos habituales. Pero eso, por supuesto, no era una opción.

—¿¡Un baile es un evento en el que puedes vestir tu ropa de todos los días!? ¿O, mejor dicho, personas tan destacadas como ellas realmente asistirían con sus atuendos habituales?

Con eso en mente, nosotras… (la princesa y el cuerpo de sirvientas), entusiasmadas, logramos persuadirlos para que vistieran trajes y vestidos formales.

Por cierto, Greed también insistió en llevar su camisa de siempre. Sin embargo, cuando le pedí que reconsiderara, cambió de opinión… aunque solo a cambio de bailar conmigo.

Ya mencioné que no asistiría al baile, ¿verdad? Incluso los vizcondes del reino no estaban en la lista de invitados. Como hija de un vizconde, mi presencia allí sería inapropiada, puesto que mis propios padres ni siquiera habían sido invitados. Me señalarían como “la hija del vizconde Milford”, y luego… nada más. Aun así, algún día tendría la oportunidad de bailar, así que acepté el trato.

De esta manera, el Héroe y su grupo accedieron a participar en el baile con vestimenta adecuada. Sin embargo, desafortunadamente, solo Rufus se negó a aceptar.

—Solo los adultos pueden asistir al baile, ¿verdad? Entonces, “yo” no puedo participar. Ni siquiera sé bailar porque soy un elfo.

Dices eso, pero en realidad eres mayor que todos los demás, ¿verdad? ¡Además, deja de usar yo en primera persona! Y eso de que no sabes bailar… ¿¡no es una mentira!?

Tsunai
En japonés, boku es un pronombre personal en primera persona que significa "yo". Es comúnmente utilizado por hombres y tiene una connotación educada, aunque menos formal que watashi. Se asocia con una personalidad amable, reservada o juvenil.)

—Aunque practicara, no soy lo suficientemente alto para bailar. Soy así de bajo.

Dicho de esa manera, no pudimos refutarlo completamente. Tenía razón: si Rufus bailaba, su pareja sería más alta que él. Y para un hombre, eso podía ser un poco incómodo.

Por esa razón, tuvimos que rendirnos y dejar de insistir en que Rufus participara en el baile. Fue una lástima.

De cualquier modo, sin Rufus, la cantidad de hombres y mujeres era equilibrada, así que no hubo inconvenientes.

Los nombres del grupo del Héroe fueron anunciados en voz alta, elevando la expectativa de los invitados. Esta vez, también estaban presentes nobles de tierras lejanas y diplomáticos de otros reinos que no pudieron asistir en el momento de su regreso victorioso. Para muchos, era la primera vez que los veían en persona.

Los primeros en hacer su entrada fueron Renas y Millie, quien se acurrucó a su lado. Millie tenía el cabello corto y rasgos faciales marcados, por lo que los encajes y volantes no le favorecían. Por eso, los artesanos le confeccionaron un vestido con un diseño sencillo y atrevido. ¡Un modelo de un solo hombro! Además, en un rojo brillante que combinaba con su cabello. ¡Resaltaba muchísimo!

Por otro lado, Renas… Oh, llevaba un traje formal blanco. El color parecía sagrado, pero al estar junto al vestido de Millie, creaba un contraste exquisito. Su corbata era de un tono verde jade, a juego con su cabello, pero también combinaba con el color de los ojos de Millie.

La persona que diseñó los vestidos también preparó la ropa formal de Greed y los demás. Sin duda, había pensado en cada detalle.

Después de Renas y Millie, aparecieron Greed y Farah. Greed, a quien no le gustaba que la gente lo tocara, entró junto a Farah sin ningún problema.

El vestido de Farah era azul. Al igual que Millie, los encajes no le favorecían, así que su vestido también tenía un corte simple y atrevido. El diseño dejaba sus hombros al descubierto y en lugar de mangas, un delicado encaje cubría la parte superior de sus brazos. Le quedaba perfecto. Su porte desprendía una elegancia madura.

Yo, en cambio… No me sentía segura con mi pecho, así que era un diseño que jamás podría usar. Solo pensarlo me dan ganas de llorar.

Sin embargo, justo después de su entrada, las exclamaciones no se debieron solo al vestido de Farah. Se escucharon voces femeninas llenas de admiración, especialmente al ver a Greed.

¡Eso es porque cuando miré a Greed…!

Volví mis ojos hacia él, quien caminaba junto a Farah.

—Hoy, Greed luce completamente diferente a lo habitual. Incluso su cabello rubio pálido, que normalmente lleva recogido de forma descuidada, hoy está perfectamente arreglado y sujeto con una elegante cinta. Su atuendo formal es azul, en un tono más oscuro que el vestido de Farah, con bordes finamente bordados en hilo dorado. Una corbata blanca completa su impecable apariencia. Se siente como si fuera un príncipe sacado de un cuento de hadas.

¡Oye, van a empezar a sangrarles la nariz! ¡Lo puedo ver!

Como yo, las damas nobles y sus hijas estaban hipnotizadas. Por supuesto, Tiana también. De hecho, parece que Alfred, quien estaba a su lado, ha desaparecido completamente de su campo de visión.

Entonces, mientras observaba el salón desde la antecámara, Greed me vio. En su rostro, normalmente inexpresivo, apareció una sonrisa. Pero no era la sonrisa falsa que le había mostrado a Tiana, sino una verdadera y sincera.

—¡Kyaaaa!

Los gritos emocionados que resonaron cerca seguramente provenían de las jóvenes nobles que se interponían entre Greed y yo. Debieron pensar que su sonrisa iba dirigida a ellas.

Pero esa sonrisa era para mí, ¿verdad?

Sintiendo una mezcla de felicidad y vergüenza, mis mejillas se encendieron.

¡Sonreír en tu versión Príncipe es injusto, Greed!

Tiana, al notar la dirección de la mirada de Greed, me descubrió. Su expresión se congeló de inmediato. Desde el rabillo del ojo, vi cómo su rostro se endurecía.

Ignorando el peligro inminente, le respondí con un pequeño saludo a Greed. Y, para mi desgracia, él sonrió aún más.

Como dije…, ¡eso es injusto!

Distraída por su sonrisa arrolladora, no me di cuenta de que Tiana me estaba mirando con una expresión llena de indignación.

Tras el anuncio oficial del compromiso entre la Princesa y Rufus, el baile comenzó con las palabras de apertura y el primer baile del Rey y la Reina.

La orquesta del castillo entonó una melodía ligera, mientras hombres y mujeres vestidos con coloridos atuendos se unían a la danza en el salón. En el centro, la Princesa y Rufus bailaban juntos, sonriéndose el uno al otro con felicidad. Un poco más alejados, Renas y Millie también danzaban. Se notaban de inmediato, destacaban demasiado.

Desde mi posición entre las cortinas, los observaba atentamente.

Como la sirvienta A de la princesa, debía permanecer en la antecámara para asistirla cuando necesitara un descanso. Sin embargo, en realidad, no tenía mucho que hacer. Este espacio era exclusivamente para la princesa, por lo que nadie más vendría aquí.

Tenía mucho tiempo libre.

Lo único que podía hacer ahora era sentarme en silencio y esperar… o, bueno, echar un vistazo al baile.

Eso es completamente natural, ¿verdad?

Aparté mis ojos de las dos parejas que bailaban y busqué a la otra pareja que aún no se había unido a la pista: Greed y Farah.

Me tomó un momento encontrarlos, probablemente porque estaban rodeados de gente. Parecía que habían decidido quedarse en el borde del salón para no estorbar a los bailarines.

Por la distancia entre sus cabezas, parecía que ambos sostenían copas de vino en sus manos. ¿Acaso con esto expresaban su intención de no bailar?

Aun así, constantemente se les acercaban personas que querían invitarlos a bailar o entablar conversación. Farah simplemente sonreía con cortesía, mientras que Greed rechazaba todas las invitaciones, sacudiendo la cabeza sin expresión alguna.

La princesa Tiana, que hasta hacía unos momentos bailaba de mala gana con un noble de Schwarze, abandonó a su pareja en cuanto terminó la canción y se dirigió directamente hacia Greed.

Pensé, con cierto pesar, que él aceptaría bailar con ella… pero no.

Greed negó con la cabeza y le dijo algo a Tiana.

Sin embargo, ella no parecía dispuesta a rendirse. Pude ver cómo la boca de Greed se movía mientras respondía…

Me pregunto de qué estarán hablando.

—Pido disculpas, pero solo soy un aldeano y como me dedico a las artes marciales, no puedo bailar.

—¿¡Ehhh!?

Una voz repentina detrás de mí me hizo saltar del susto.

Me giré rápidamente y allí estaba Rufus…

—¿Eh? ¿Eh?

Rufus me sonrió con diversión al ver mi expresión de desconcierto.

—Eso es lo que Greed le dijo a la princesa Tiana. El espíritu me lo dijo.

—¿Eh?

Varias preguntas pasaron por mi mente al mismo tiempo: ¿Por qué Rufus está aquí? ¿Cómo supo que estaba tan interesada en la respuesta de Greed?

Pero lo que más me inquietaba era…

Si realmente no sabe bailar… ¿por qué me pidió que bailara con él como compensación?

¿Significa esto que tendré que enseñarle a bailar…? Eh, ¿desde lo más básico?

Rufus frunció levemente el ceño, como si pudiera leer mis pensamientos, y respondió con total calma:

—Bueno, eso es mentira.

—¿Qué?

—Greed puede bailar. Millie y Renas, que son del mismo pueblo, también están bailando, ¿verdad? —respondió Rufus con calma—. Esa fue solo su manera de rechazar la invitación. Al decir que no sabe bailar, Tiana no tuvo más remedio que darse por vencida. Mira, ya se rindió y se fue.

Siguiendo su indicación, volví a mirar hacia Greed y efectivamente, Tiana se alejaba con una expresión claramente molesta.

Parecía que Lautrich la había llamado por alguna razón, pues ella se dirigía en su dirección. A su lado probablemente estaba el hijo de uno de los duques de Schwarze, así que quizás intentaba presentárselo.

Aliviada, volví mi atención a Rufus.

—¿Por qué está aquí, Rufus?

—Antes de ir a la biblioteca del castillo, quería ver qué estaban haciendo todos —respondió con tranquilidad.

Pero entonces, su sonrisa adquirió un matiz significativo.

—Y escuché que finalmente sentiste ganas de responder a los sentimientos de Greed. Así que, gracias.

Desvié la mirada sin poder evitarlo.

¿¡P-Por qué… no, cómo supo eso!?

Aún boquiabierta de sorpresa, un recuerdo de ayer me golpeó como un rayo.

Hablando de eso… les dije a los espíritus que no se lo dijeran a Greed, ¡pero nunca mencioné que no podían decírselo a nadie más!

Después de un breve momento de abatimiento, reuní el coraje suficiente para preguntar con nerviosismo:

—Además de Rufus … también Renas …

—Sí, él lo sabe —asintió Rufus con naturalidad—. De hecho, ahora mismo está charlando animadamente con Millie mientras bailan.

—¿¡Qué!?

—No se lo hemos dicho a Greed, así que no te preocupes.

—¿¡Cómo se supone que eso me haga sentir mejor!?

Mis gritos resonaron en la antecámara, mezclándose con la alegre música que se filtraba desde el salón.

—¡Espíritus cotillas!

Incluso después de que Rufus se marchara rumbo a la biblioteca, la vergüenza me invadió de tal manera que terminé sujetándome la cabeza, gimiendo en agonía.

¡Todos lo saben excepto Greed! ¡Me quiero morir de la vergüenza!

¿¡No tengo privacidad…!?

No. Esto no podía seguir así.

No importaba cuánto me gustara Greed, ¡esto era inaceptable! ¡Este problema debía resolverse!

Apretando los puños con determinación, me preparé mentalmente para tomar cartas en el asunto…

Pero, en ese instante, la cortina de la antecámara se abrió de golpe y alguien entró.

Me giré con asombro…

Y allí, justo frente a mí, estaba…

—¿¡Greed!?

—Aria.

Greed, en su versión Príncipe, me sonreía.

Con su sonrisa devastadora, mi reciente conversación con Rufus y mis pensamientos girando en mi cabeza, estaba al borde de la explosión.

Sin embargo, logré recuperar la compostura. Si perdía la calma, Greed sospecharía y, sobre todo…

¡Estoy aquí para trabajar, no para espiarlos ni para morir de vergüenza!

Sí…, esto es trabajo.

Reuniendo toda la delicadeza que había cultivado como sirvienta durante los últimos seis años, logré ocultar mi confusión y le pregunté con fingida indiferencia:

—¿Sucede algo? Si estás cansado, ¿puedo ofrecerte algo de beber?

La antecámara estaba equipada con todo lo necesario para un descanso: desde maquillaje, toallas húmedas hasta bebidas y bocadillos ligeros.

—No, no necesito un trago.

Greed negó con la cabeza y sin previo aviso, se acercó más a mí. Luego, con una sonrisa…

—La promesa, Aria.

—¿Eh?

—¿Bailarías conmigo?

—¿Ah…?

Me quedé boquiabierta.

¿¡E-En un lugar como este!?

 

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