La Tierra está en línea – Capítulo 114: ¿Alicia en el País de las Maravillas?

Traducido por Shisai

Editado por Meli


Tang Mo se aferró con fuerza al cuerpo de la gran lombriz para evitar caer. Mientras excavaban, la tierra que arrojaban humedeció su cabello, cara y ropa.

Detrás de él, podía oír el ruido de los bichos al cavar, pero no eran tan rápidos como las lombrices. Entonces, decenas de escupitajos les fueron arrojados. Cubrió su cuerpo en la espalda de la lombriz de tierra, minimizando el área de su exposición.

A pesar de que lograron evitar gran parte del veneno negro, sisearon de dolor cuando una cantidad de este los golpeó. Las grandes lombrices aceleraron su excavación y aunque los bichos repitieron el ataque no pudieron alcanzarlas.

Al cabo de media hora, despistaron a los bichos por completo, pero no se detuvieron. Tang Mo las escuchó sisear, sin poder entenderlas:

—Es, tan terrible, terrible.

—Ay, el veneno de los bichos duele…

Cinco minutos después, Tang Mo comenzó a preocuparse, las lombrices cada vez iban más profundo y le costaba respirar. Observó a su alrededor y sostuvo su sombrilla, en busca de una salida. Sin embargo, estas parecieron percatarse de su incomodidad, se detuvieron y le miraron con extrañeza. Se comunicaron durante un rato antes de dar media vuelta y continuar excavando.

Un minuto más tarde, estaban por encima del suelo, en la Pradera de los Espíritus.

Descendió del lomo de la lombriz y pisó el suelo ennegrecido. Las dos lombrices de tierra enterraron sus cuerpos en el suelo, mostrando solo sus feas cabezas, apoyadas una en la otra, el sol brillaba sobre ellas, reflejando un tenue resplandor rosado.

Los ojos de Tang Mo se entrecerraron.

—Me está mirando.

—¡Me ve a mí!

—¡Es obvio que me está mirando a mí!

El hombre contempló el resplandor rosa y reflexionó. Cuando lo salvaron, no tuvo oportunidad de pensarlo, pero ahora recordaba cuando salvó a una lombriz de tierra.

Primero, en la instancia de «Mata a Bill», donde la liberó del líder del circo. Luego, en la Noche Sorpresa del Circo Extraño, él y Fu Wenduo la rescataron y evitaron que fuera diseccionada. Esa vez, obtuvo una recompensa: La buena voluntad de la lombriz.

Extendió la mano con cuidado para tocar a una de las lombrices, esta se arqueó para frotarse contra su mano con deleite. La otra lombriz también se acercó, compitiendo por la atención.

En la instancia del circo, no prestó atención a la recompensa, pero ahora lo entendía. Aunque esas dos lombrices no eran a las que había salvado, tenía su buena voluntad; eso debía significar el halo rosado sobre sus cabezas. Después de todo, resultó que era útil en el momento adecuado.

Sin las lombrices, habría tenido que usar la habilidad 【Un hombre rápido】 para escapar y con eso habría perdido veinte minutos de vida.

Luego de un rato, Tang Mo decidió continuar en dirección al sol. Acababa de dar un paso cuando algo tiró de su ropa. Miró hacia atrás y vio que una gran lombriz de tierra le mordía las mangas, la otra se unió.

—Ven a casa con nosotros.

—¡Sí, lo llevaré a casa!

Trató de liberarse y la ropa se rasgó, siguió intentando sin tener éxito, por lo que optó por seguir a las lombrices. Sabía que no le harían daño y sin una misión aún asignada, no tenía nada que perder.

Al ritmo de Tang Mo, avanzaron los tres por la pradera, de vez en cuando, las dos grandes lombrices paraban para lamerle la cara. Él contuvo el impulso de alejarlas con su pequeña sombrilla.

Al cabo de media hora, se detuvo. Las dos lombrices le miraron sin comprender y el joven sonrió. Se inclinó y acercó una oreja al suelo. Un minuto después, la tierra tembló, igual que cuando todos huían del fuego que quemaba la pradera.

Las lombrices se refugiaron en el suelo y escaparon, olvidando a Tang Mo, para cuando se percataron y regresaron a buscarlo, él ya no estaba. Aturdidas y desconsoladas, lloraron mientras se hundían en la tierra, desapareciendo de la pradera.

Treinta segundos más tarde, una nube de polvo cubrió el horizonte. Cientos de monstruos corrían de todas direcciones.

Tang Mo los observaba, desde su escondite, detrás de un árbol muerto. Hace un momento, cuando se detuvo una voz clara se escuchó en su cabeza:

¡Ding, dong! Desencadenada la primera misión secundaria: «Encontrar al lindo señor Conejo y agarrarle la cola».

Por eso abandonó a las lombrices, no sabía dónde estaba el señor conejo, pero estaba seguro que no estaría con ellas. Lo más probable era que se encontrara entre los monstruos de la torre negra de la pradera.

Tang Mo contuvo la respiración todo lo que pudo mientras bajaba su sentido de la existencia para pasar desapercibido. Cada que un monstruo se acercaba, apretaba la pequeña sombrilla, observaba a cada uno, sin perderles el rastro. Entonces, se fijó en una figura.

En medio de los monstruos de la torre negra, había un conejo blanco que vestía ropas finas y corría con rapidez. Era la mitad de alto que un humano y llevaba un pequeño aro de metal en la oreja. Justo cuando se acercó a donde se escondía, giró con brusquedad y corrió.

Antes de que Tang Mo pudiera reaccionar, vio como el señor conejo se alejaba hacia una pequeña colina, en dirección opuesta a los monstruos de la torre.

Un, dos, tres…, contó los segundos hasta que el conejo blanco estuvo a punto de desaparecer de su campo de visión, tras la colina.

—Ni hablar —susurró y corrió tras el señor conejo.

Gracias a su velocidad, los monstruos reaccionaron tarde a su presencia.

—¿Es una persona subterránea?

—¡Agarren a la persona subterránea!

Tang Mo los ignoró, pero el conejo volvió la cabeza y lo vio corriendo locamente hacia él, perseguido por cientos de monstruos. Una vez que llegó a la colina, se impulsó con sus patas traseras y se metió en un pequeño agujero.

Tang Mo abrió los ojos, asombrado, levantó la pequeña sombrilla, leyó el hechizo y la balanceó para hacer más grande la pequeña madriguera de conejo. Entró y un último rayo de luz salió de detrás de él, iluminando al conejo blanco que corría delante. Estiró la mano y una cuerda de goma salió disparada, atándose alrededor del pequeño conejo, tiró de ella y el conejo voló hacia atrás.

—¡Ji, ji! —gritó aterrorizado el conejo. Intentó desatarse, pero no lo logró, impotente, observó al joven que lo sujetaba por la cola.

En ese momento, Tang Mo descubrió que no había nada bajo su pie y que estaba en caída libre. Sobresaltado, miró a su alrededor, al tiempo que la sujeción de la cuerda se acababa; observó como el señor conejo corría por el aire mientras sacaba un reloj de bolsillo y lo abría para ver la hora.

—¿Alicia en el País de las Maravillas? —Tang Mo expresó lo que pensaba,

—¡Ji. ji! —exclamó el enojado conejo.

Tang Mo hizo todo lo posible por atrapar al conejo pero fue inútil, su cuerpo continuó cayendo. Entonces, una voz fuerte e infantil sonó en su mente:

La primera misión secundaria: «Encontrar al lindo señor conejo y agarrarle la cola» ha sido completada.

Una vez terminada la frase, se impactó contra el suelo. Aun con su mejorada fuerza física, el dolor del aterrizaje lo hizo gemir. Apretó los dientes y se levantó con una mano.

Observó a su alrededor.

Era un lugar oscuro, pero no parecía ser una cueva. Estaba vacío, el único objeto estaba bajo sus pies. Era un luminoso reloj azul. Él estaba parado sobre el número 6, a su lado, brillaban el 5, 4, 3… y 1…

Levantó la cabeza y dio medio paso atrás cuando vio algo frente a él. Con la mano derecha apretó su pequeña sombrilla, listo para atacar. Sintió que su espalda chocaba contra un muro invisible. En silencio esperó.

¡No se había dado cuenta de la otra presencia!

Una enorme sombra blanca salió de la oscuridad. Medía dos metros de altura y su cuerpo era voluminoso. Era una enorme muñeca matrioska rusa, con mirada hostil, recorrió el cuerpo de Tang Mo. Sonrió insidiosamente y una voz masculina ronca sonó:

—¡He, he, he, bienvenido al Reloj de la Verdad del señor conejo!

♦ ♦ ♦

La autora tiene algo que decir:

Mo Tang: Siento que siempre tengo una identidad extraña. Por ejemplo, Caperucita Roja y Alicia. Recuerdo que soy un hombre [Cara fría].

Viejo Fu: Bueno, eres un hombre que dice: «transformación de chica mágica». [Risa]

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