La Tierra está en línea – Capítulo 117: Retroceder y avanzar

Traducido por Shisai

Editado por Meli


Tang Mo bajó la cabeza y analizó sus respuestas. ¡Tenía que haber algo mal!

Confinado en un cuadrado de un metro, se recostó contra la pared invisible.

El televisor y la lámpara, la mesa y el arco largo. Entre estos dos pares de objetos, una de las verdades que encontró estaba equivocada.

Empezó a las 6 en punto y era el jugador 6. El conejo negro estaba en el 12 y era el jugador 0.

El reloj de la verdad anunció:

El jugador 0 ha avanzado una casilla y el jugador 6 ha retrocedido una.

Para avanzar, debía moverse en el sentido contrario a las agujas del reloj.

—Todos los elementos se limitan a una verdad común entre solo dos objetos, en otras palabras, hay una sola verdad —Tang Mo susurró para sí.

Al retroceder, se dió cuenta que la verdad de cuatro de los seis objetos era errónea y solo la verdad de dos objetos era correcta. Entre ellos, tenía más dudas sobre el búho y el plato de sopa.

Quizá la relación que había encontrado no era la única verdad.

Bajó la cabeza, con expresión pensativa e insegura.

Al final, dio un largo suspiro.

—La verdad está determinada por la torre negra…

Las verdades individuales que encontró no estaban equivocadas, pero podrían ser diferentes de la verdad reconocida por la torre negra.

Si ese era el caso…

Tang Mo miró con frialdad al conejo negro. Este zumbaba de placer porque la distancia se había acortado. Agitaba su fuerte cuerpo con excitación, tarareando una canción desconocida. Era igual a muchos monstruos de la torre negra, a los que les gustaba cantar canciones desafinadas y deseaban comerse a los jugadores. Parecía estúpido y se dejaba provocar con facilidad, pero había avanzado y él retrocedido.

Tal vez el monstruo comprendía mejor el juego del reloj de la verdad y sabía cómo pasarlo porque usaba la lógica de la torre negra.

Tang Mo no podía subestimar a su oponente, se metió las manos en los bolsillos y frotó la moneda de oro del rey que llevaba. No la usaría hasta que fuera necesario.

Cinco minutos antes de que apareciera la siguiente ronda de objetos, la matrioska lo vio sentado en el suelo y su boca se crispó. Resopló con desdén y se giró para mirar en otra dirección.

—¿En qué te has equivocado? —preguntó el ex bibliotecario.

—Estúpido humano, ¿crees que te lo voy a decir? —se mofó.

Se contemplaron en silencio.

Cinco minutos pasaron y dieciséis rayos azules parpadearon en el centro del reloj de la verdad.

Tang Mo se sobresaltó, luego sonrió. El riesgo iba acompañado de oportunidades. Cuantos más elementos hubiera, más casillas podría avanzar si lograba eliminar los elementos correctos.

La hora es 0:20. 

Lugar: el reloj de la verdad. 

Han aparecido dieciséis objetos ricos en verdad.

Después de un minuto, los jugadores 0 y 6, por favor, eliminen las verdades.

El largo segundero comenzó a moverse de nuevo.

Tang Mo levantó la vista y descubrió el éxtasis en que se encontraba el conejo negro.

¿Algo le resultará familiar?, pensó, frunció el ceño y dirigió su atención a los objetos.

Los elementos esta vez no eran tan simples. Uno en particular llamó la atención del joven, era vino de plátano. Como el que se usó para tratar a la chica de pelo corto que estaba al borde de la muerte.

La presencia de este sugería que los objetos del mundo de la torre negra también podían aparecer en el reloj de la verdad. Por lo tanto, era aún más improbable que descubriera la verdad separada detrás de ellos.

Tang Mo se concentró trece objetos que sí conocía y descubrió la verdad separada entre varios pares.

Finalmente, miró el vino de plátano y los otros objetos extraños: un ratón gris con un pequeño cuerno en la cabeza, una piedra azul transparente con una gota de agua roja suspendida en el centro y un peluche que parecía tener mucho pelo.

Un minuto después, el segundero se detuvo en la posición doce y la pared azul descendió lentamente hacia la cabeza del ratoncito gris. Cada participante comenzó a dar sus conclusiones.

Cuando Tang Mo daba una respuesta, los dos objetos que mencionaba brillaban en azul, mostrando que habían sido seleccionados. Terminó con doce elementos y su visión se dirigió hacia los restantes.

La pared azul se levantó, la expresión del conejo negro era sombría. Tang Mo encarnó una ceja al verlo y esperó la respuesta del reloj de la verdad.

Las manecillas del reloj se movieron al mismo tiempo. La que estaba bajo los pies de Tang Mo se movió hacia la izquierda, había retrocedido dos casillas. En el otro lado del reloj, el minutero situado a los pies del conejo negro se movió cuatro veces.

—¿Tienes que retroceder cuatro casillas? —se jactó Tang Mo.

—¡Cállate! —rugió el conejo.

El jugador 0 ha desencadenado una falacia gris de nivel tres y el jugador 6 ha desencadenado una falacia gris de nivel tres. El jugador 0 ha retrocedido cuatro casillas y el jugador 6 ha retrocedido dos casillas.

Una débil fuerza de succión apareció a los pies de ambos jugadores. Tang Mo sintió que su cuerpo se hacía más pesado y su ropa era jalado hacia abajo.

En el suelo, un pequeño punto se agrandó al tiempo que la fuerza de succión incrementaba, hasta que se convirtió en un vórtice con medio metro de diámetro.

Tang Mo se acercó al borde del cuadrado y sujetó la pared invisible con las manos, estabilizando su cuerpo.

El conejo negro con su forma cilíndrica, no podía estabilizarse y solo saltaba para evitar caer.

La fuerza de succión se hizo mayor, a Tang Mo el cuero cabelludo le dolió, fue como si le arrancaran el pelo de raíz.

Tres minutos pasaron y el vórtice desapareció. Tang Mo se subió los pantalones, su ropa interior permaneció en su sitio, pero estaba agradecido de que Fu Wensheng y Fu Wenduo, no estuviesen allí y lo vieran así. El conejo negro yacía en el suelo con expresión cansada.

—Ah, ¿por qué estamos tan cerca? —mencionó Tang Mo y sonrió—. ¿Parece que hemos vuelto a nuestro punto original?

Estaba en la casilla treinta y tres mientras que el conejo negro estaba en la tercera.

♦ ♦ ♦

La autora tiene algo que decir:

Mo Tang: [Subirse los pantalones sin expresión]

Viejo Fu: [¡Exijo que ataquemos juntos la torre!]

2 respuestas a “La Tierra está en línea – Capítulo 117: Retroceder y avanzar”

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