Traducido por Herijo
Editado por Freyna
Cedric se retiró después de tomar una taza de té con el emperador y fue al palacio de la marquesa Rosan según lo planeado.
El mayordomo quedó extremadamente sorprendido por la visita del Gran Duque Evron.
Y quedó aún más sorprendido al descubrir que la persona que había venido a visitar no era Lawrence ni Miraila, sino a Artisea.
—La señorita salió.
—¿A dónde fue?
El mayordomo se puso nervioso ante su pregunta.
Cedric finalmente se dio cuenta de lo mal que estaba la posición de Artisea en esta casa.
Artisea era la única heredera de la marquesa Rosan, por lo que sucedería al título en dos años.
Pero aun así, el mayordomo ni siquiera sabía a donde había ido.
El mayordomo le suplicó repetidamente que esperara un momento antes de acercarse a las doncellas.
Cedric se quedó en el vestíbulo y esperó.
Estaba enojado. Esto era inconcebible en el Gran Ducado Evron. Cedric había perdido trágicamente a sus padres durante su infancia, pero sus vasallos lo cuidaban como si fuera su propio hijo o nieto.
Incluso el día que regresó del funeral, su casa seguía siendo su hogar.
El día que se sintió oprimido por el emperador, el día que pensó que no podía hacer nada, incluso el día que simplemente quería rendirse y buscar consuelo con su corazón roto, su casa seguía siendo su hogar.
Era un lugar donde podía descansar en paz y sentirse protegido.
Su mayordomo y los sirvientes no eran solo empleados para él.
Cedric los consideraba su familia, ocupaban el lugar de sus difuntos padres. Cuidaban de Cedric como si fuera su propio hijo, nieto, o incluso su hermano.
Mientras Cedric esperaba de pie, el mayordomo de la marquesa Rosan entró en pánico y no sabía qué más hacer.
Las doncellas de confianza de Artisea no revelarían fácilmente a dónde había ido.
Al final, Cedric tuvo que esperar casi una hora antes de recibir una respuesta.
—Perdóneme, Su gracia. Me informaron que la señorita Artisea ha ido al baile en la finca del conde Enda. Si espera un poco más, me aseguraré de que regrese de inmediato.
—¿Tienes una posición superior a la de la señorita Artisea en esta casa?
—¿Perdón?
El mayordomo parpadeó. Cedric habló fríamente.
—Hasta donde sé, la señorita Artisea es la sucesora del marquesado Rosan. ¿tu, como mayordomo, puedes decirle cuándo venir y cuándo ir?
—Oh, no.
El mayordomo inclinó rápidamente la cabeza e inventó una excusa.
—Quería decirle que el joven maestro Lawrence pronto regresaría, que Su gracia podría conversar con él. Mientras tanto, él escoltaría a la señorita Artisea de regreso…
La excusa hizo que Cedric se enfadara aún más.
—Debe de haber sido un error por mi parte.
—¿Eh?
—Pensé que estaba hablando con el mayordomo de la marquesa Rosan, pero parece que eres el mayordomo del señor Lawrence.
Cuando Cedric lo dijo, el rostro del mayordomo se puso pálido.
El mayordomo lo había olvidado porque nadie se lo había señalado, pero el verdadero amo del marquesado Rosan era realmente Artisea.
Aunque era uno de los secuaces de Miraila, era cierto que, como mayordomo de la marquesa Rosan, había dicho cosas que no debería haber dicho.
—Me disculpo.
El mayordomo se inclinó cortésmente.
Entre los nobles obsesionados con la etiqueta y las formalidades de la alta sociedad, había aquellos que seguían aferrados a ellas, sin importar quién tuviera el poder real.
Además, Cedric odiaba a Miraila.
El mayordomo se sintió acorralado. Y pensó que la única salida de esta situación era disculparse.
Nunca imaginó que Cedric defendería a Artisea. Ni siquiera entendía por qué había venido a verla.
Artisea había tenido algunas ideas buenas últimamente, ganándose los elogios de Miraila.
Sin embargo, en la mente del mayordomo, Artisea era simplemente el saco de boxeo de Miraila.
—Le informaré a la señorita Artisea sobre esto.
Como no era su propia casa, Cedric dijo estas palabras y dejó el marquesado Rosan.
—Solo quiero heredar completamente el título y ser independiente… Por favor, manténgase formalmente casado conmigo durante solo dos años y protéjame, Su gracia.—Eso es lo que Artisea le había dicho.
Cedric parecía entender lo que ella quería decir con “protéjame”.
♦ ♦ ♦
Artisea, que asistió al baile en la finca del conde Enda, se mantuvo apartada como si fuera un adorno.
Un baile como este, celebrado al mediodía, no era un lugar para disfrutar.
Era un lugar donde jóvenes hombres y mujeres socializaban de manera saludable bajo la supervisión de adultos.
Por supuesto, esto se hacía con el objetivo final de que pudieran encontrar un buen esposo o esposa.
Sin embargo, la mayoría de los matrimonios aún eran decididos por los jefes de las familias, teniendo en cuenta el estatus y la riqueza de ambas familias.
Pero los encuentros entre jóvenes enérgicos no eran algo que pudiera evitarse.
Por eso, los padres preferían que estos encuentros se llevaran a cabo en un entorno controlado y supervisado.
Gracias a esto, los jóvenes nobles en edad de casarse podían tomar sus propias decisiones, aunque sus decisiones no tuvieran mucho peso.
Además de construir relaciones sociales entre personas del mismo sexo y compartir momentos emocionantes con el sexo opuesto, podían experimentar eventos sociales.
Además, a través de estos encuentros, podían determinar si una familia podría llevar al caos, si había una familia con la cual se debía establecer una conexión a toda costa, o si una familia debía ser ignorada, todo según corresponda.
Artisea era una de las chicas menos populares en este tipo de baile.
Considerando su posición como sucesora del marquesado Rosan, debería haber sido el centro de atención en estas reuniones sociales.
Pero Artisea era la hija de Miraila. Aquellos que despreciaban u odiaban a Miraila naturalmente la evitaban.
Y aquellos aduladores que se aferraban a Miraila ignoraban y maltrataban a Artisea de la misma manera en que lo hacía Miraila. Porque si trataban bien a Artisea, temían que Miraila se enfadara con ellos.
Y a esta edad, la apariencia es poder.
Artisea pensó mientras tomaba un vaso de jugo de albaricoque de la mesa y daba un sorbo.
Después de todo, eran chicos y chicas menores de 20 años.
Pocos de ellos podrían notar la enorme riqueza del marquesado Rosan detrás de Artisea.
E incluso aquellos que lo hicieran, aún pensarían que una apariencia hermosa y una personalidad dulce tenían un valor mayor que la riqueza.
Ciertamente, una personalidad dulce vale mucho más.
Artisea pensó así.
Incluso si alguien poseía diez veces la riqueza de la marquesa Rosan, no podría compararse con el buen corazón de Licia.
Artisea desearía tener un corazón al menos la mitad de noble que el de Licia, incluso si tuviera que renunciar a toda la riqueza.
—Hola, señorita Artisea.
Artisea quería que el tiempo pasara rápido para irse, preferiblemente en silencio y sin intercambiar saludos con nadie.
Sin embargo, no era extraño que las cosas no fueran como ella quería.
Fue la hermosa señorita Atiyah quien la saludó.
—¿Por qué se ve tan deprimida? Llegó temprano, pero aún no ha bailado ni una sola canción.
—Alguien tiene que quedarse quieta para decorar las paredes.
—Oh, vaya. Lamento escuchar eso. Todos los hombres que han venido a este baile son descorteses y crueles. No puedo creer que no le hayan invitado a bailar con ellos, ni siquiera una sola canción.
Mientras decía esto, Atiyah bajó sus largas pestañas.
—Sin embargo, también es culpable. Esta es la cuarta vez que usa el mismo vestido, ¿cómo podrían los verdaderos caballeros saber si han bailado contigo hoy o si eso sucedió en el último baile?
Los jóvenes a su alrededor rieron mientras sus hombros se sacudían.
Artisea mostró una sonrisa.
Antes, solía estar tan insegura de su apariencia y se avergonzaba tanto de su ropa vieja que ni siquiera podía levantar la cabeza cuando escuchaba estas palabras.
Pero ahora que lo pensaba, se preguntaba si Atiyah estaba en posición de decir eso.
No importaba cuán hermosa fuera la flor del baile, Artisea era la heredera de Rosan.
El conde y la condesa Atiyah eran demasiado insignificantes como para ignorarla. No estaban ni cerca de Miraila.
Artisea dijo con una sonrisa burlona.
—¿No sería un desperdicio si usara un vestido valorado en cientos de miles de monedas de oro con mi cara? Especialmente ese vestido… Según puedo ver, es un vestido de terciopelo bordado del Reino del Sur Eon, ¿verdad? Un vestido tan precioso debe ser usado por una bella dama como usted, eso sería lo más gratificante para el diseñador que trabajó en él.
—Oh, así que tiene buen ojo.
—Pero ¿está bien eso?
—¿Qué?
—El terciopelo bordado de Eon es tan caro que usar ese tejido sin restricciones para hacer un vestido tan espléndido costaría más de diez mil monedas de oro solo en material. Y parece que este es el cuarto vestido de este tipo que ha usado, así que el conde Atiyah debe haber invertido casi la mitad de los ingresos anuales de su condado solo en los vestidos de la señorita Atiyah.
—¿De qué está hablando?
—Ah, el conde y la condesa Atiyah le quieren tanto que no le han contado nada, ¿verdad? La mina de mármol, la principal fuente de ingresos del condado, probablemente cerrará en uno o dos años debido a su baja rentabilidad. Incluso ahora, sus ingresos deben haber caído drásticamente. Sé que están al borde de la bancarrota.
La cara de Atiyah se volvió azul.
—Bueno, es demasiado dinero para gastar de esa manera, pero no es mucho si es una gran inversión para el futuro de la familia. La señorita Atiyah, es hermosa, así que estoy segura de que definitivamente puede cumplir las expectativas de sus padres.—dijo Artisea con una sonrisa.
—¡¿Está diciendo que mis padres están pensando en venderme?!—gritó Atiyah en voz alta, olvidando las miradas de las personas.
Al mismo tiempo, hubo un pequeño revuelo en la entrada, aparentemente debido a la llegada de un nuevo invitado.
Todos miraron en esa dirección.
Cedric guardó la espada larga que llevaba y se la entregó a un sirviente.
La gente incluso dejó de susurrar y solo se escuchaba el sonido de la música en el silencioso salón.
—Su gracia, ¿qué le trae a este lugar de repente?—, dijo la condesa Enda, inclinándose educadamente.
Cedric Evron era un hombre que encendía los corazones de innumerables chicas con su apariencia atractiva y su actitud viril, pero nunca había tenido una pareja de baile.
No asistía a bailes ni fiestas en absoluto, a menos que fuera un baile en el Palacio Imperial al que estuviera obligado a asistir.
Pero había aparecido aquí, en una reunión social de jóvenes.
—Necesito encontrarme con alguien, y me dijeron que esa persona está aquí. Lamento venir sin invitación. ¿Puedo entrar?—preguntó.
—Por supuesto, no hay lugar en la alta sociedad del Imperio Crates al que Su gracia no pueda entrar—dijo la condesa Enda.
A pesar de la compleja y crítica situación política en la que se encontraba, Cedric era uno de los mejores candidatos para esposo.
Era joven y ya había heredado el título de gran duque. También era rico y un héroe militar por méritos propios.
Cedric Evron podría ser un creador de reyes. Si optara por prestar juramento de lealtad a Lawrence o Roygar, el escenario actual para la sucesión al trono podría cambiar por completo.
—¿A quién ha venido a ver?
—No puede ser una mujer, ¿verdad?
Tales preguntas pasaron por la mente de los presentes.
Pero Cedric parecía completamente ajeno a ello, cruzó el salón y se dirigió directamente hacia Artisea.