Traducido por Devany
Editado por Freyna
Se encontraban desayunando juntos como de costumbre. Lawrence sentado en la cabecera de la mesa y Miraila a lado de ella. A pesar de la presencia de los sirvientes, Miraila atendía personalmente a Lawrence. Le hablaba con voz dulce mientras untaba mantequilla en el pan o cortaba el pescado para él.
—Hizo un poco de calor anoche, ¿dormiste bien?
—Sí.
—A medida que oscurece la temperatura desciende, pero nada más vuelve a salir el sol, el aire se calienta. Si no tienes apetito, solo dímelo. Hablaré con el chef para que prepare tu comida favorita, sopa de melón de invierno.
—Sí, está bien. —Con un movimiento elegante, Lawrence se metió un pedazo del pescado en la boca.
Desde que era una niña, Artisea envidiaba las atenciones de Miraila hacia su hermano. Constantemente preguntándose porque ella no recibía el mismo afecto o cariño de su parte. Esa fue una de las razones por las que, queriendo acercarse a ambos, se sentaba lo más cerca posible entre ellos.
Llegó al punto en que, en ausencia de su madre, cuidó y consintió a Lawrence como esta lo haría, pensando que era su deber. Si bien siempre supo que no lo era, prefirió convencerse a sí misma de hacerlo.
Lawrence era alguien de valor, que podría llegar a convertirse en emperador. Él también sería quien haría de Miraila una persona honorable y distinguida en el futuro. Con todo eso de por medio, era obvio que sería adorado. Artisea en cambio no se podía comparar con él.
Pero ahora ese sentimiento había cambiado, ya ni siquiera albergaba interés alguno por ellos. Durante su tortura, sus persistentes sentimientos por Lawrence se habían extinguido. Su apego a Miraila se perdió mucho antes de eso. Sabía que su existencia no era más que como un tumor para ella, recordándole a cada momento al difunto Marqués Rosan.
Artisea terminó el desayuno, comiendo únicamente un trozo de pan y ensalada. No tenía mucho apetito. Además, quería salir rápidamente para comprobar la situación actual.
El salmón meunière [1], que había sido preparado como plato principal para el desayuno, ni siquiera se colocó delante de ella. Mientras se limpiaba la boca y se ponía de pie, Miraila dijo abruptamente.
—Tu hermano aún no ha terminado la mitad de su comida, pero ¿ya te estás levantando?
Sólo entonces Miraila se dio cuenta de que Artisea no estaba sentada a su lado como de costumbre, sino que estaba sentada en un asiento distante. Sus hermosos ojos marrones se redondearon. En el pasado, Artisea se habría disculpado, pero no ahora.
—No tengo mucho apetito. Además, siempre me dijiste que tenía que perder algo de peso. —contestó con calma.
En su infancia, antes de los diez años, era regordeta. Miraila siempre le dijo que estaba muy gorda y que comía demasiado. Que debía comer poco como los pájaros para mantener su figura. Debido a eso, durante ese tiempo Artisea desarrolló un desorden alimenticio. Si no comiera nada, sólo tendría huesos, así que Miraila no debería decirle que pierda peso.
Aún si aquella afirmación era cierta, Miraila se enfadó por su insolencia.
—Pero debes mantener tus modales en la mesa…
—Hoy me gustaría visitar el templo fuera de la ciudad. ¿Está bien, hermano? —preguntó a Lawrence, estaba segura de que su madre no se lo permitiría, pero Lawrence era otra cosa. Nunca se preocupó por ella como un hermano mayor, a él lo único que le importaba era que tan útil podía ser Artisea. Preguntarle directamente a él evitaría los reproches de Miraila.
Miraila estaba a punto de explotar, pero se detuvo cuando Lawrence abrió lentamente la boca.
—Está bien, puedes irte.
—Gracias, hermano. —respondió Artisea, haciendo que Miraila se replanteara las palabras que diría.
Pasados unos segundos, Miraila habló animadamente
—¿Cómo puedes ser tan considerado? Incluso piensas en tu hermana…
Artisea tenía muchas cosas que hacer como para preocuparse por eso, así que salió ignorando al par anterior. Cuando estuvo afuera, Alice, una criada cercana a ella, se aproximó a su lado con rapidez.
—Mi señora, ¿no comió bien otra vez? ¿Por qué salió tan pronto? Normalmente usted…
—Alicia. —la cortó sorprendida de verla. Pudo sentir la nostalgia evadiéndola, Alicia había sido su primera criada personal. Era una persona perspicaz y leal a ella, debido a eso terminó siendo envenenada en lugar de Artisea.
Inconscientemente la miró durante varios segundos, recordando aquel incidente.
—¿Pasa algo malo, mi señora?
—No es nada. —sin saber que decir, giró el rostro y continuó su camino.
En ese entonces, tratando de agradecer la fidelidad de la chica, Artisea había tratado de proteger a todos sus miembros familiares por el resto de sus vidas. Sin embargo, ¿Qué pasó con la familia de Alice después de que fue encarcelada? No sólo con la familia de Alice, sino también con las otras familias de los que murieron por Artisea.
Artisea había diseñado una estructura para asegurar que se siguiera dando apoyo financiero sin importar lo que le sucediera. También se encargaba de ocultar el dinero y su relación con eso, en caso de que algo malo sucediera. Considerando que estaba siendo más cuidadosa después de haber eliminado a todos sus enemigos políticos, probablemente había sospechado de Lawrence mucho antes de ser falsamente acusada.
—Mi señora, ¿se está riendo?
—¿Me reí?
—Sí. De esta manera. —Alice se rió, imitando su expresión. Artisea ni siquiera mostró una leve sonrisa y se dio la vuelta. Aunque se acababan de reencontrar luego de 20 años, su personalidad no le permitía alegrarse y abrazar a la chica tan fácilmente.
—Voy a salir un momento al Templo.
—Sí, mi señora.
—Alice, ven. —le hizo un gesto para que se acercara. Alice se inclinó y acercó su oído a los labios de Artisea, recibiendo en susurro sus siguientes instrucciones.
Cuando Alice se enderezó, dijo:
—Así que, ve a la cocina y prepara una lonchera con sándwiches rellenos de mucha carne.
—Oh, mi señora. ¿Finalmente ha decidido dejar de hacer dieta?
—Creo que necesito fortalecer mi cuerpo.
—Tiene razón. Necesita comer más.
—Es incómodo comer sola. Así que prepara y empaca al menos 5 porciones más. Además, prepara un juego de té para el picnic.
—Bien. —repuso Alice confundida. Nunca había dudado de las decisiones de su señora, así que decidió no preguntar.
—No tengo mucho tiempo, así que no te tardes. Sophie me vestirá.
—Como usted diga, mi señora. —Dando por terminada la plática, se retiró rápidamente del lugar.
Después de verla irse, Artisea se dirigió lentamente hacia su habitación. Después del desayuno, siempre se cambiaba a su vestido de tarde. Debido a eso no se sorprendió de encontrar a Sophie esperándola frente a su tocador.
—¿Qué vestido desea usar hoy?
—Beige… no, mejor verde. —contestó, pensando que sería molesto si el vestido se ensuciara.
Artisea no tenía mucha ropa. A diferencia de Miraila que tenía cuatro camerinos llenos de ropa, ella poseía un tocador medio vacío. Cuando Miraila se vestía necesitaba alrededor de 20 criadas para ayudarla a arreglarse, en cambio, Artisea sólo tenía a Sophie para servirle.
Con sólo decir “verde”, Sophie supo de qué vestido estaba hablando y corrió rápidamente al armario. Sin embargo, hacía mucho tiempo que no llevaba vestidos formales. A Miraila no le gustaba salir con ella, además no le agradaba la idea de que Artisea tuviera contacto con otros. Siempre le recordaba cuán vergonzoso era que su horrible hija saliera a la calle.
Artisea nunca creyó completamente en sus palabras. Después de todo, la perspectiva de Miraila estaba cegada, para ella, Artisea no era más que una prueba de su traición al emperador, era normal que no quisiera que la gente la viera. Sin embargo, gracias a eso seguía siendo difícil para ella mirarse directamente al espejo y apreciar su rostro.
Sophie acomodó el vestido de Artisea y luego la sentó frente al tocador. Cuando hubo traído el cepillo le preguntó a la chica su preferencia, aunque sabía que no era algo que le importara a su señora.
—¿Cómo le gustaría que la peinara hoy?
Como respuesta, Artisea suspiró profundamente y dijo algo que nunca había dicho a lo largo de su vida.
—Algo bonito.
—Oh Dios. —soltó sorprendida, con una sonrisa llena de complicidad. —Bueno, supongo que ya estás en esa edad.
—¿Qué edad?
—Quieres verte bonita y salir con chicos guapos.
—No digas tonterías. Iré al templo.
—Podrías encontrarte con alguien en el templo. Tal vez sea un caballero encantador o bien parecido.
—¿Quién me pondría en sus ojos?
Esta era la primera vez que se expresaba de esta manera. No descartaba que la belleza era importante, si analizaba los asuntos que trataría el día de hoy, sería bueno estar guapa. Sin embargo, realmente no era significativo para ella. Porque su valor como persona no radica en la apariencia, sino en lo que sería capaz de hacer.
Sabía que no podía ni debía tener ese tipo de relación con la persona que iba a conocer hoy. Aun así, parecía como si realmente quisiera verse bonita.
Sophie peló los ojos y sonrió con picardía:
—¿No es eso lo que esperas?
—Sophie…
—No te preocupes. Me aseguraré de que cualquier hombre que la vea quedé flechado por usted —dijo la chica alegremente, mientras le alisaba el pelo a Artisea—: Mi señora, puede convertirse en la belleza número uno de la alta sociedad porque ya es hermosa por sí sola. Sólo necesita ganar un poco de peso y mejorar sus hábitos de sueño.
—Tonterías.
—Sabes que eres la hija de Miraila, conocida como la joya de la alta sociedad, pero… siendo honesta, considerando su edad, yo creo que la nueva joya eres… ¡Jesús!— A una velocidad alarmante, Sophie cerró la boca mientras miraba la puerta sorprendida. Miraila estaba parada en la entrada, lo que significaba que Lawrence ya había terminado de comer.
Miraila miró alrededor del tocador y, cuando vió que se estaba peinando a Artisea, habló desdeñosamente:
—No tienes intención de seducir a los hombres con esa cara fea y ese aspecto lamentable. ¿Verdad?
Sophie no dijo nada, y en cambio, se concentró en continuar con su tarea.
—Voy al templo. ¿De qué me serviría seducir a un sacerdote, madre? —contestó con calma Artisea.
—Entonces, ¿por qué te riza el cabello? Solo te hará lucir como una anciana —soltó con indiferencia. A través del espejo, Artisea observó como Miraila se dejaba caer en el sofá con desgana.
—¿No dijo mi hermano que iba a salir hoy?
—Ya se ha ido. —soltó Miraila, con un suspiro lastimero.
[1] La técnica culinaria se refiere a una forma de fritura en mantequilla de un pescado (bien sea entero, cortado en trozos, o en rodajas) que ha sido previamente enharinado, a esta preparación se le suele denominar “a la meunière” (‘à la meunière’ o en castellano a la molinera)