Traducido por Dea
Editado por Freyna
Artisea asintió. No había otra razón por la que Miraila pudiera estar de tan mal humor.
Lawrence tenía ya 22 años.
Incluso el hijo más mimado, a esa edad, querría alejarse de su madre y tener más libertad.
Eso era mucho más cierto para alguien criado, como Lawrence, para ser egocéntrico y egoísta en todo.
—¿Dijo a dónde iba?
En ese momento, Sophie se dio cuenta de que la atención de Miraila se había desviado hacia otro tema, así que siguió peinando a Artisea.
Miraila solo suspiró ante la pregunta de Artisea.
Artisea entonces consoló a Miraila con sus palabras, como solía hacerlo.
—Lawrence tiene muchos amigos, y muchas cosas que hacer… así que no se puede evitar.
—Sí. Lo sé. Tu hermano es un hombre maravilloso, así que mucha gente está detrás de él —Miraila se lamentó—. Espero que no esté cautivado por alguna zorra.
—No te preocupes. Mi hermano es un hombre inteligente.
—Pero el problema con las mujeres es diferente. Por muy bueno que sea un hombre, si una mujer decide seducirlo, acabará sucumbiendo a ella. Porque el deseo sexual es un instinto masculino.
Miraila solía decir eso todo el tiempo. Artisea siempre se preguntó si sus palabras tenían algo de sabiduría o solo eran prejuicios basados en su propia experiencia.
De todos modos, Artisea sabía lo que debía responder. Miraila quería oír algo que la reconfortara.
—¿Cómo podría mi hermano hacer eso? Madre lo ha criado con mucha dedicación. Él no es ese tipo de persona.
Cuando Artisea era mucho más joven, solía prestarle atención a las palabras de Miraila. Pero ahora, sabía que ella solo se preocupaba por sus propios intereses.
Miraila asintió a sus palabras.
—Eso es cierto, tu hermano es diferente a los otros hombres. Aun así, estoy preocupada por él. Después de todo, cuando un hombre se enamora de una mujer, se olvida de su madre. Tú no lo harás, ¿verdad?
—Por supuesto que no, Madre. Siempre estaré a tu lado —respondió Artisea amablemente y Miraila sonrió con satisfacción.
—Eso es evidente. Eres mi hija.
Mientras hablaban de ello, Sophie terminó de rizar todo el cabello de Artisea.
Sophie tenía una buena técnica para hacer peinados, pero exageró y sus rizos terminaron siendo demasiado cortos.
Miraila lucía satisfecha con el peinado.
—Ten un buen día. Recuerda donar algo de dinero e intenta refrescarte. Siempre debes prestar atención al templo.
—Sí, madre —continuó Artisea de forma obediente.
Cuando Artisea tenía 15 años tuvo la idea de crear una red de información, por lo que sugirió donar a los templos y distribuir dinero a los sacerdotes. También comprar criadas y sirvientes del palacio imperial.
Miraila ya había intentado varias veces hacer cosas similares.
Sin embargo, fracasó en cada ocasión, porque en comparación con la cantidad de dinero que gastó, no obtuvo muy buenos resultados.
Al final, lo consiguió tras poner en práctica las palabras de Artisea.
Aun así, Miraila actuaba como si ella lo hubiera planeado todo ella misma y que Artisea solo era la encargada de los recados.
De todos modos, Artisea no se alteró. En un mes, como mucho, todo cambiaría.
No quería discutir ni ser golpeada por un asunto tan trivial, así que actuó como antes, como si no supiera nada.
—Mi señorita, ¿está bien?
Una vez que Miraila se fue, Sophie le preguntó con preocupación. Artisea asintió con la cabeza.
—No es nada nuevo, ¿verdad?
—Sí… pero aún así…
—Ponme mi vestido.
—Oh, sí. —. Sophie se apresuró
Artisea no llevaba corsé.
Cuando era una niña, Miraila la obligaba a llevar un pequeño corsé para que se viera un poco mejor.
Sin embargo, cuando el cuerpo de Artisea comenzó a lucir como el de una mujer adulta, le impidió llevar ropa ajustada, diciendo que haría que los hombres tuvieran pensamientos sucios.
Sophie le puso un polisón [1] y la vistió con un vestido a rayas de color verde oscuro.
Finalmente, Sophie la sentó en una silla y puso sus manos en el cabello de Artisea.
Luego, mientras le masajeaba el cuero cabelludo, extendió los rizos que había hecho anteriormente para conseguir un peinado perfecto.
Los rizos se extendieron hasta el nivel adecuado.
Su cabello era de un color bonito, así que lucía hermosa con su peinado.
Artisea se miró torpemente en el espejo y jugueteó con las puntas de su cabello.
—¿Qué opinas? No tienes que preocuparte, para cuando vuelvas ya tendrás el cabello suelto. En cualquier caso, solo con rociar un poco de agua se quitará —respondió con alegría.
Artisea no sabía cómo reaccionar.
Nunca le había prestado atención a su apariencia.
Sin embargo, era la primera vez que una sirvienta se saltaba el código de vestimenta, con la intención de hacerla lucir bonita.
Cuando estaba satisfecha, le daba una moneda de plata a las criadas como una muestra de agradecimiento por su trabajo.
¿Está bien que me vea bonita en primer lugar?
Artisea siempre había tenido una ansiedad obsesiva por saber si estaba bien que hiciera algo por sí misma.
Tengo que alejarme de mi madre lo más pronto posible.
Tomó una firme decisión.
—¿No le gusta? —preguntó Sophie con una mirada ansiosa.
Artisea sacudió su cabeza, abrió el cajón de la cómoda, sacó una moneda de plata y se la dio a Sophie.
—Al contrario, hoy has hecho un gran trabajo.
—¡Vaya! ¡Muchísimas gracias!
Sophie aceptó la moneda con ambas manos e inclinó la cabeza.
En ese momento, se escuchó el sonido de la puerta abriéndose.
Alice entró después de terminar lo que Artisea le había pedido, y se sorprendió al verla.
—¡Mi señorita, usted se ve hermosa hoy!
Sophie hizo disimuladamente el signo de la victoria detrás de Artisea.
Artisea se dio cuenta y fijó su mirada en ella. Sophie tarareó y se encogió de hombros.
Alice, que estaba más animada que Sophie, dijo con alegría:
—¡Te ves realmente bonita! Sería genial si siempre estuvieras así.
—Eres buena con las palabras. No conseguirás nada con halagos. ¿Hiciste todo lo que te pedí?
—Sí, también empaqué bien las loncheras y las puse en el carruaje.
—Buen trabajo.
Artisea también le dio a Alice una moneda de plata.
Finalmente, Sophie le dio un pequeño sombrero decorado con un par de flores.
Artisea tomó su paraguas beige que tenía una línea verde en el extremo para estar a juego con el vestido y salió con Alice.
El cambio del futuro acababa de empezar.
♦ ♦ ♦
En ese momento, el gran duque Cedric estaba en un cuartel fuera de la capital.
La madre de Cedric era la hermana del emperador, por lo que él era su sobrino.
Poco después de la muerte del emperador anterior y de la asunción al trono del actual soberano, los padres de Cedric fueron acusados falsamente de conspiración y fueron asesinados.
Durante esa época, casi toda la familia imperial murió, a excepción de los hijos del emperador actual.
Aún así, Cedric, que era un bebé, y Roygar, que tenía 12 años, sobrevivieron a la purga política [2].
El emperador tuvo tres hijos con la emperatriz, además de Lawrence con Miraila.
Sin embargo, todos ellos murieron antes de cumplir 10 años debido a alguna enfermedad o accidente.
Se corrió el rumor de que el emperador fue maldecido por matar a un familiar cercano.
Incluso hubo rumores de que el fantasma de la difunta emperatriz viuda rondaba las tumbas del gran duque y la gran duquesa Evron, derramando lágrimas de sangre.
El emperador capturó y ejecutó a todas las personas que difundieron tales rumores.
Pero su personalidad violenta fue disminuyendo a medida que envejecía. Además, las sucesivas muertes de sus hijos dejaron una fuerte impresión en él.
Eventualmente, el emperador le devolvió a la familia Evron su posición original.
Cedric estaba decepcionado con el poder. Entonces, a pesar de que su familia fue restituida, él se mantuvo protegiendo en silencio el Gran Ducado de Evron sin intención de entrar en la política.
Pero cuando la reputación de Cedric aumentó, el emperador lo convocó a la fuerza al norte y puso bajo su mando al Ejército Imperial del Oeste para que restaurara el orden en la región occidental, que estaba plagada de monstruos.
En el oeste, habían oleadas de monstruos.
Eso significaba que los monstruos, que habían aumentado gradualmente en número a lo largo de los años, estaban atacando el hábitat de los humanos.
Cuando la situación se agravó, más de la mitad de las llanuras occidentales fueron devastadas por los ataques de monstruos y la comida escaseaba como en tiempos de hambruna, e incluso se difundieron rumores sobre la práctica del canibalismo. El tráfico de personas también se volvió común.
La gente ordinaria perdió sus hogares y comenzó a vagar por los alrededores. Las industrias, incluida la agricultura, fueron destruidas.
Sin embargo, el Imperio de Crates, que había perdido sus cimientos, ni siquiera podía intervenir en la región occidental.
Cedric tuvo que empezar por reconstruir el Ejército del Oeste.
Luego, después de una larga expedición, conquistaron una amplia zona fuera de las fronteras y establecieron un fuerte.
Durante un tiempo, no tuvieron que pelear con la creciente población de monstruos. Fue una gran victoria.
A pesar de ello, el emperador todavía no había dado su aprobación a la ceremonia de regreso triunfal.
Por ese motivo, Cedric se quedó durante dos meses en unos barracones fuera de la ciudad.
—Ahora no es el momento de ser obstinados —Su teniente, Freyl, se lamentó.
—Nos disolvemos. La ceremonia no es importante. Basta con que usted, Su Excelencia, entre primero, se incline ante el emperador y diga: “El ejército está bien, todo ha sido posible gracias a Su Majestad”.
—Freyl.
—Entonces Su Majestad nos agradecerá por nuestro trabajo duro, nos ofrecerá algunos beneficios y un banquete. Eso es lo que todo el mundo hace, ¿no es así?
—Estos soldados que sufrieron por un año sin reponer sus tropas y sin suministros merecen recibir tal honor —declaró Cedric con certeza.
No le sería difícil entrar y hacerle una reverencia al emperador.
Pero no sería justo.
—No hay necesidad de una gran ceremonia, pero debemos entrar a la capital de forma oficial. Las recompensas por el servicio en batalla no pueden basarse solo en el dinero —Cedric lucía muy serio—. Y no podemos disolvernos, Freyl. Aunque hayamos logrado una gran victoria, al cabo de unos años, volverá a ocurrir lo mismo. ¿Qué crees que pasará?
—En ese caso, Su Majestad tendrá que actuar con calma y reunirse con el gran duque Evron.
—Si el occidente se derrumba, todo el imperio estará en peligro.
Aún así, Cedric no pudo evitar suspirar ligeramente.
—Sé a lo que te refieres, Freyl. No podemos quedarnos para siempre.
—Entonces, ¿qué es lo que harás?
—He pensado en pedirle al arzobispo que interceda como mediador.
Freyl mostró una expresión dudosa.
El emperador no estaba en buenos términos con el templo.
—Bueno, ¿funcionará eso?
—Tengo que intentarlo. De cualquier forma, estaba planeando ir al templo porque tuve un sueño perturbador.
—¿Un sueño?
—Sí —afirmó Cedric.
En su sueño, apareció una mujer que nunca había visto.
Era una mujer de cabello rubio platino, que lloraba incesantemente sin decir una palabra, tanto que su cara estaba empapada de lágrimas.
En cierto modo, aquello incluso podría considerarse una pesadilla.
Pero en lugar de sentir miedo, por alguna razón sintió pena por ella. Se sentía desesperado y asfixiado, como si le apretaran el pecho.
Fue un sueño que le dejó un sabor amargo en muchos sentidos.
[1] Armazón o almohadilla que se ata a la cintura y se coloca sobre la zona lumbar debajo de una falda larga para ahuecarla por detrás y en ocasiones servir de apoyo al vuelo trasero de la falda formando un amontonamiento y pequeña cola.
[2] Se define como el aislamiento social de un grupo de personas de ideología contraria al régimen. La purga puede ir acompañada de procedimientos más drásticos como el encarcelamiento o la eliminación física.
