Traducido por Dea
Editado por Freyna
El semblante de Cedric cambió.
Dejó su taza de té y miró con enfado a Artisea.
—¿Quieres sembrar en mí ideas conspirativas?
—Estoy hablando sobre la sucesión, ¿cómo puede ser eso una conspiración? Su Majestad no ha escogido aún al príncipe heredero —contestó con calma—. Si el gran duque Roygar tiene derecho a ella, Su Excelencia también. Tu madre era la hermana mayor del gran duque Roygar, una auténtica princesa del imperio, y Su Excelencia es el nieto del difunto emperador, nacido de un matrimonio legítimo.
Cedric golpeó la mesa y se levantó abruptamente de su asiento.
—No puedo seguir escuchándote hablar de esto.
—Su Excelencia.
Él se volteó y se fue deprisa.
Alice, que los observaba desde lejos, corrió hacia Artisea sorprendida.
—Mi señorita, ¿está usted bien?
—¿Por qué lo dices?
—Bueno… se fue muy molesto.
—Eso era lo que yo esperaba.
Artisea sirvió en silencio más té en su taza y lo bebió. Por el contrario, ella hubiera estado decepcionada si él no hubiese mostrado su rechazo.
La posición de príncipe heredero no era algo de lo que se podía hablar a la ligera. Y mucho menos sobre una supuesta “conspiración”.
Con tan solo mencionarlo, incluso si él tenía derecho a suceder el trono, podía provocar que fuese tratado como un conspirador.
Cedric sabía eso mejor que nadie. Debido a que sus padres fueron incriminados y asesinados por conspiración.
Además, Artisea era media hermana de Lawrence. Más bien, hubiese sido extraño si él no dudaba de sus intenciones.
Necesitará tiempo para pensarlo.
Cedric se adentró en la política después de la caída de Roygar y luego de que Lawrence se convirtió en el príncipe heredero.
Sin embargo, mientras Roygar seguía en el enfrentamiento por el trono, él siempre se mantuvo alejado de todo asunto relacionado con eso.
¿El hijo ilegítimo del emperador o el legítimo descendiente de la hermana del emperador? ¿Favoritismo o linaje?
Solo ese hecho había causado que la confrontación se intensificara, pero nadie había considerado al sobrino del emperador como su sucesor.
Cedric nunca había mostrado la ambición del gran duque Roygar.
Todos pensaban que él odiaba el poder y la política, y que solo quería proteger el Gran Ducado de Evron.
Incluso cuando comenzó a enfrentarse a Lawrence. Lo hizo para sobrevivir, no por interés en el poder político.
Pero, ¿el propio Cedric había pensado alguna vez en ello?
Artisea creía que no. No, estaba segura de que no lo había hecho.
Llevaba casi veinte años observando a Cedric. Artisea había sido cautelosa con él incluso antes de que destacara.
No podía decir que lo comprendía, ni que simpatizaba con él. Pero ella lo conocía mejor que nadie.
Era un hombre de fuertes convicciones. Cuando alguien tiene que dar un paso adelante para enfrentarse a situaciones adversas, él era el primero en hacerlo.
Tomar una decisión antes de que la balanza se incline podría ser un comienzo mucho mejor.
Darle un empujón a Cedric no sería una tarea difícil.
Incluso sacando a relucir una de las tragedias que el enfrentamiento por el poder entre ambos provocaría, Cedric se sentiría responsable.
Hasta ahora, era probable que él hubiese ignorado el problema, pensando vagamente que Lawrence o Roygar podrían hacerlo bien.
Sin embargo, cuando él descubriera que ese no sería el caso, sentiría la necesidad de enfrentarse a ellos.
Pero Artisea decidió no hacerlo.
Ella consideraba a Cedric su maestro.
Por lo tanto, una ayudante cercana debía esforzarse por cumplir la voluntad de su maestro. Estaba fuera de discusión la opción de influir en sus acciones y pensamientos.
Por supuesto, primero debía convertirse en su ayudante.
La primera decisión debía tomarla Cedric.
El tiempo era un recurso valioso, pero también lo era el preocupante proceso de pensamiento y resolución.
Y si después de ese proceso él llegaba a la conclusión de que Artisea no era necesaria, entonces ella haría otra cosa.
—Mi señorita, coma algo. Lo único que comió hoy al despertarse fue una pequeña porción de ensalada.
—Ah, lo lamento. Me olvidé.
Artisea por fin tomó una pequeña porción de sándwich y se la llevó a la boca. Luego le ofreció a Alice. De todos modos, había tantos que no podía comerlos todo ella sola.
—Mi señorita, ¿se va a ir a casa ahora?
—Esperemos un poco más.
—¿Por qué? El gran duque Evron ya se ha ido.
—Bueno, solo esperemos. No tenemos prisa por llegar temprano a casa.
—Eso es cierto —suspiró Alice.
Sin embargo, no hubo necesidad de esperar más.
Después de una hora, uno de los caballeros que la había ayudado a arreglar el carruaje llegó al gazebo.
—Soy Benjamín Corner, del Ejército del Oeste —se presentó con un saludo militar—- He venido por orden de Su Excelencia, el gran duque Evron, para escoltarla a la casa del Marquesado Rosan, señorita.
Antes, él se había mostrado enfadado con ella, pero luego enviaba a aquel hombre para ser su escolta, dejando abierta una posibilidad.
Si realmente estuviera molesto con Artisea porque consideraba que sus palabras eran inaceptables, no habría mandado a nadie para escoltarla.
Ahora esperaba con ansias su próximo encuentro con él.
—Gracias por su amabilidad. También me gustaría que transmitiera mi agradecimiento por separado a Su Excelencia —expresó con amabilidad. Alice puso rápidamente todo en la canasta de mimbre y en la caja.
Benjamín la ayudó a llevar la pesada caja que contenía el juego de té.
Artisea los siguió, caminando lentamente por el hermoso sendero del templo, llevando su paraguas.
♦ ♦ ♦
Cuando estaba de camino al Marquesado Rosan, el sol se estaba ocultando.
Cuando la mansión comenzó a verse a la distancia, el camino se encontró bloqueado. La Guardia Imperial estaba en alerta y levantaron las manos cuando el carruaje se acercó.
El cochero estaba acostumbrado a eso, así que detuvo el carruaje con calma.
Benjamín llamó apresuradamente a la puerta del carruaje. Artisea abrió la cortina de la ventana del carruaje y se asomó.
—¿Qué ocurre?
—Ah, perdone que la moleste. Parece haber una inspección. Voy a ver qué es lo que pasa y…
Fue entonces cuando uno de los Caballeros de la Guardia Imperial se acercó a él y le preguntó:
—¿No es ese el uniforme del Ejército del Oeste? ¿Qué hace un caballero del Ejército del Oeste aquí?
—¡Ah! ¡Soy Benjamín Corner, Caballero del Cuarto Cuerpo del Ejército del Oeste! Estoy escoltando a la señorita a su casa por órdenes de Su Excelencia, el gran duque Evron —alegó Benjamín con voz tensa.
Uno podría pensar que los Caballeros del Ejército del Oeste, los del Ejército Central y los de la Guardia Imperial poseían el mismo estatus, pero en realidad, había notables diferencias entre ellos.
Los miembros de la Guardia Imperial no solo tenían acceso al Palacio Imperial, sino que también podían reunirse con el emperador en cualquier momento y empuñar un arma cerca de él. Recibían un trato similar al de un conde.
El emperador no era tonto. No seleccionaba a los caballeros que le custodiaban por su estatus o linaje, sino que los elegía personalmente entre los caballeros de élite del Ejército Central.
Incluso las personas normales podían convertirse en caballeros solo por sus logros militares.
En un imperio que era constantemente amenazado por monstruos y piratas, el camino estaba abierto para aquellos con las habilidades necesarias.
De hecho, la Guardia Imperial era también la posición más alta a la que una persona ordinaria podía llegar.
—¿Su Excelencia el gran duque Evron? —inquirió sorprendido.
Al oír la voz, Artisea abrió la puerta del carruaje y el Caballero de la Guardia Imperial se acercó al carruaje.
Ese hombre de mediana edad llamado Henry Kishore era uno de los seis comandantes de la Guardia Imperial. Además, era uno de los hombres de confianza del emperador. No había nada malo en estar cerca de él.
—Hola, sir Kishore.
—¿De dónde viene tan tarde, señorita Artisea? —la cuestionó con una expresión severa.
—Volvía del templo, pero tuve un percance.
Había sido un cercano ayudante del emperador desde la época del nacimiento de Artisea. Y a menudo iba al Marquesado Rosan para visitar a Miraila por orden del emperador.
Así que a veces actuaba como un tío protector con Artisea.
—Ya veo. Pero, ¿por qué estás con un soldado del Ejército del Oeste?
—El gran duque Evron me ayudó a reparar el carruaje cuando quedé varada en medio del camino. Se sorprendió de que estuviera sin escolta, así que le pidió a sir Corner que me acompañara a casa.
Artisea se ruborizó intencionalmente.
El emperador confiaba en Kishore porque era un hombre honesto y desinteresado.
Además, era una figura no partidista, leal al emperador y ajena a las familias nobles.
Mielle era un año más joven que Artisea. Por ese motivo, Kishore era amable con ella.
Era la persona perfecta para hacer que su encuentro con Cedric llegara ese día a los oídos del emperador en un tono natural y favorable.
Encontrarse con Kishore no fue algo que ella planeó, pero Artisea pensó que era lo mejor que le podía ocurrir.
—Has crecido, ya no eres una niña. Te has convertido en toda una mujer, Artisea —declaró con una sonrisa cálida en su rostro.
Artisea se sonrojó nuevamente, pero esta vez no estaba actuando. Incluso sus orejas se pusieron rojas y su temperatura corporal aumentó.
—Oh, no es momento de hablar de esto. Te acompañaré a casa.
—Bueno, entonces me iré ahora.
—Me has acompañado hasta aquí. Si lo deseas, puedes venir con nosotros y tomar una taza de té antes de irte.
—No. El gran duque me dio la orden de escoltarla a casa a salvo. Pero a partir de ahora, lo más seguro es que el Caballero de la Guardia Imperial lo haga. Ya he cumplido con mi deber, así que volveré.
—Muy bien, gracias —le dijo Artisea con una sonrisa.
Kishore le dio una palmada en el hombro y lo felicitó:
—Buen trabajo.
Benjamín se puso rígido, se despidió de Kishore con un saludo militar y se fue deprisa, como si estuviera huyendo.
Artisea se rió internamente. Aunque Benjamín era respetuoso y cortés, debía de haberse sentido bastante nervioso. Después de todo, era un joven Caballero del Ejército del Oeste, que se había encontrado con un Comandante de la Guardia Imperial.
Kishore cerró la puerta del carruaje y Artisea dijo por la ventana:
—Ah, hoy recibí una vela de oración luego de rezarle a la estatua el Hijo de Dios en el templo y me gustaría dársela a la señorita Mielle.
—Gracias por su consideración —respondió Kishore con sinceridad.
—Espero que algún día, cuando su salud mejore, podamos ir de picnic.
—Mielle se alegrará cuando se lo diga.
—Sir Kishore, usted también vendrá con nosotras —Artisea le informó con una sonrisa, y Kishore se cubrió el rostro con las palmas de sus manos.
—Esa niña, me ha estado molestando últimamente…
Era una chica de 17 años, así que no era de extrañar. Le gustara o no su padre, no querría estar con él toda la vida.
Artisea soltó una pequeña risa.
—Estoy segura de que no es su intención. Por cierto, si estás aquí, eso significa que Su Majestad el emperador también está en el Marquesado Rosan, ¿no?
—Así es.
Artisea respiró profundamente.
No podía recordar todos los detalles de los eventos que iban a ocurrir. Sin embargo, recordaba la fecha de la primera visita del emperador, después de que ella cumpliera 18 años.
Porque ese día ocurrió “algo” que le permitió a Artisea darse cuenta de cómo podía ayudar a Lawrence.