Marietta – Capítulo 13: Bailando contigo

Traducido por Kaori

Editado por Narumi

Corregido por Aurora Blue


—¡Anunciando al Gran General Belvant Fargus y, representando al Reino de Stellaus, la Princesa Marietta Stellaus!

En este punto, todos los presentes sabían de las hazañas del héroe de Oltaire: Sir Belvant Fargus, además del alto perfil de la joven del país vecino conocida como “la joya de la nación de Stellaus”, Marietta Stellaus.

Al ingresar, Marietta pudo darse cuenta de la magnificencia de la nación de Oltaire. En el enorme salón se congregaba un gran número nobles, todas personas desconocidas para ella. Puesto que Stellaus era un reino pequeño, en cada evento que asistía podía reconocer a la misma gente y eso la hacía sentirse segura.  Aquí, sin embargo, los ojos que la escrutaban y la evaluaban sin reparo, hicieron que tensara su agarre sobre el brazo del General. Aunque no se dejó intimidar, se urgió con gracia e instó a su acompañante a avanzar.

—¿Vamos, Sir Belvant?

Belvant se sorprendió por el aplomo de la muchacha. Hubiera esperado que vacilara bajo la presión del escrutinio, pero la joven dama se enfrentó al mar de desconocidos con una sonrisa brillante mientras sostenía la mirada de cada persona a la que saludaba.

Había sido instruida desde su juventud en las distintas etiquetas sociales, y esa formación brillaba en su sonrisa cautivadora y presencia digna..

—¿Es la princesa Marietta de Stellaus? —preguntó un Lord a otro que estaba a su lado—. Había oído los rumores, pero realmente es una hermosa dama.

—Ciertamente es la “joya viviente de Stellaus”, ¿no?

Parecía que había ganado bastante fama como el precioso tesoro de la familia real, pero al verla en persona, demostró que no solo estar a la altura de los rumores. Más bien, había superado las expectativas de todos.

El rostro sonriente de Marietta recorrió la habitación, concediendo un homenaje generoso a aquellos que cruzaban miradas  con ella. Aquellos nobles cautivados por su majestuoso resplandor e incomparable belleza, soltaron un suspiro de admiración al tiempo que reflexionaban:

Sobre esos pequeños y nobles hombros descansa todo el Reino de Stellaus. ¡Ella es mucho más que una simple cara hermosa!

Impresionado por la fuerza de su corazón, Belvant hinchó orgulloso su pecho mientras escoltaba a su prometida. Por supuesto, se aseguró de lanzar miradas amenazantes a todos los varones que posaban su ojos en la princesa, con la intención de suprimir cualquier pensamiento con intenciones impuras dirigido a ella.

Las fiestas en la alta sociedad son, por regla, la oportunidad que los nobles aprovechan para socializar y, como norma, la habilidad en el baile es indispensable en este tipo de eventos. Como Belvant provenía de una familia noble inferior recibió formación en diversas disciplinas aristocráticas, entre ellas, el baile. Pero como el hombre rara vez encontraba una mujer dispuesta a practicar con él, sus habilidad en esta área eran bastante precarias.

La velada daría inicio con el rey y la reina inaugurando el baile, seguidos de la pareja homenajeada. Los novios tendrían que ejecutar su danza bajo el escrutinio de toda la aristocracia oltarina, quienes no solo repararían en su desempeño, sino también, se sentirán con derecho a juzgarlos. Aquel tipo de eventos, se convertía siempre en un campo de batalla, aunque de carácter muy distinto al acostumbrado por el General Belvant.

—Marietta, ¿bailamos?.

—¡Sí!

La muchacha cogió la mano que le ofrecían, y los dos se dirigieron a la pista de baile dispuestos a librar aquella batalla.

En el momento en que la palma de Belvant se posó en su espalda, Marietta dejó de prestar atención a los inquisitivos ojos a su alrededor. Su rostro se sonrojó, su mirada brillante no pudo ver a nada más que no fuera su prometido.

¡Me alegro tanto de poder bailar con el maravilloso Sir Belvant! He sido muy bendecida. Este hombre se convertirá en mi marido. ¡Este caballero poderoso y galante será todo mío! ¡Te amo, Belvant!

Sin poder ocultar del todo el deseo de monopolizar al General, los delgados dedos de Marietta estrecharon con fuerza la mano del hombre que amaba, quien no había apartado su mirada de sus brillantes ojos, y había estado atento a sus labios de pétalos de rosa mientras ella murmuraba extasiada su nombre.

Una sonrisa complacida apareció en los labios de Belvant.

Esta chica… No, esta mujer, realmente me gusta.

El hombre conocido como “El invencible General”, “El Caballero más malvado del reino”; el hombre rudo que desde muy joven aspiraba a convertirse en un caballero sobresaliente, sintió sus emociones aflorar.

Este gatito de oro, esta criatura extraordinaria, encantadora, que parece lo bastante frágil como para romperse si soy demasiado áspero con ella, está por completo a mi merced y me mira con sus ojos azules despejados por el miedo.

Sintió que su pecho se apretaba en una dulzura casi dolorosa.

La cuidaré con mi vida, me aseguraré de que sea feliz, así que, por favor, Dioses de Oltaire, permitan que permanezca conmigo para siempre.

Belvant puso más presión en su agarre sobre Marietta, lo que provocó que ella se apretara contra él. Sin embargo, ya que la primera melodía comenzó poco después, la muchacha tuvo que separarse para que pudieran comenzar su baile. Debido a la poca coordinación del General, les hizo difícil ajustar el largo de sus pasos; haciendo creer a los presentes, que en cualquier momento sus enormes pies aplastarían los de su acompañante…

Bueno, esto va a ser un poco compli… 

Las reflexiones de Marietta fueron cortadas cuando repente se sintió suspendida en el aire. Su prometido la tenía a varios centímetros del suelo, con su musculoso brazo rodeándole la cintura. Entonces, la hizo girar en círculos mientras él dirigía el baile.

Todo el peso del cuerpo de la joven era sostenido por el General, dando la sensación de que fuera tan ligera como una pluma, reforzando la imagen de Hada del bosque que tenían todos de ella. Aquella hermosa danza, del hada joven con el intrépido “León negro” parecía haber surgido directamente de un sueño. Todos los presentes se sentían fascinados.

Incapaz de contener su alegría, Marietta soltó una risa tintineante.

—¡Je, je, je! Sir Belvant, ¡qué divertido!

—¿Te gusta?.

—¡Es como si estuviera volando! ¡Es una sensación maravillosa!

—Si estás tan fascinada, supongo que te mantendré en el aire tanto como quieras.

Girando con ella repetidas veces Marietta le regaló una sonrisa radiante que hizo que, incluso los brillantes diamantes de Oltaire alrededor de su cuello vieran opacado su brillo.

Al presenciar la felicidad que aquel simple acto provocaba en la inocente joven, Belvant sintió como lo embargaba el cariño por ella.Su rostro se torno tierno y dulce.

Al ser testigo de esto, los asistentes al baile se sintieron demasiado asombrados..

—¡Hey, mira allí! El diablo, ¿está sonriendo ? ¡¿Ese General?! —comentó uno de los presentes.

—¿El “Dios Feroz” está sonriendo…? ¡¿Es este el fin del mundo?! —exclamó otro.

—No, espera, cálmate —intervino un tercero—. Estamos seguros de que es el verdadero General Fargus. Porque, este Belvant sonriente es…

Un hombre escandalosamente hermoso.

Sus músculos bien definidos eran visibles aun cuando estaban escondidos bajo su traje negro formal; su pelo sedoso, de un tono rojizo, estaba peinado con pulcritud, sus ojos azules brillaban resplandecientes y sus labios gruesos y sexy se curvaban en una sonrisa afectuosa. Cualquiera que lo viera por primera vez, sería encandilado y pensaría que está en presencia de un héroe, el arquetipo de alguna de las novelas románticas que las jovencitas aman leer. Sin embargo, no era una exageración todos los halagos anteriores y muchos más podían aplicarse. El hombre se veía realmente encantador.

—¡¿Es verdad?! ¿Es ese general Fargus? ¡Es un caballero tan maravilloso! —chilló una joven noble.

—Cómo podría no haberlo notado… —Estuvo de acuerdo otra—. El general Fargus es tan… fascinante.

Muchas de las damas presentes, en especial aquellas con preferencia por los hombres guapos y varoniles, le miraban hechizadas.

A pesar de haber sido reconocido por sus logros en este mismo salón muchas veces, nunca antes había parecido tan atractivo para el sexo opuesto como lo hizo en ese momento.

—El rostro de Lady Marietta… ¡¿Qué?!

Entre los muchos ojos críticos que contemplaban bailar a la amorosa pareja, Sierra, la fiel sirvienta, se tambaleó de la impresión. Convencida aún de que el mal estado físico de su princesa se debía a su mala salud, sin tener idea de que la causa verdadera era la enfermedad llamada amor había decidido vigilar a su ama desde un rincón en el salón de actos.

Esa expresión es la misma que usó cuando se enamoró de Lyortas, el héroe de “El caballero de plata y la princesa cautiva”. Su expresión es la misma de alguien lista para entregar su todo; de alguien locamente enamorada… ¡No puede ser! ¿Entonces, no le disgustaba el General? ¡Espera! Si ese es el caso, su comportamiento hasta ahora… ¡Veamos…! 

La mente de Sierra estaba en caos.

—¡Hola, señorita doncella! Gracias de nuevo por ayudar el otro día.

Adlan, quien estaba encargado de la seguridad esa noche, reconoció a Sierra, le dio un saludo amistoso y volvió su atención hacia la feliz pareja en la pista de baile.

—Al verlos así, esos dos hacen una hermosa pareja, ¿no? Al principio, me preguntaba cómo funcionaría, pero se están llevando bastante bien. Ahh —suspiró—, el encanto de ambos unido a su buen estado de ánimo conseguirá que todos los presentes seamos absorbidos en su mundo feliz… ¿Eh? —su mirada volvió a Sierra y al ver su semblante serio preguntó—: ¿Algo va mal?

—¿Su relación, parece buena?

—¡Definitivamente!. Belvant ha perdido por completo la cabeza por la encantadora princesa. Ese tipo es fácil de malentender debido a su apariencia, pero, le aseguro, es un chico serio y simpático. Parece que tu princesa ha podido ver a través de ello, ¿eh? Es una mujer bastante sensata para no haberse dejado llevar por las apariencias.

—Eso es correcto. La princesa es una dama magnífica. Ciertamente tiene ojos que pueden ver a través de la verdad… A diferencia de mi yo inexperto —murmuró con la cabeza gacha—. ¿Cuánto tiempo, crees que ha sido así? —preguntó.

La situación es algo sospechosa, pensó la doncella. Pero, ¿ya es demasiado tarde? ¿Se enamoró por completo del General?

—¿Desde cuando? ¿Te refieres a los sentimientos de la princesa Marietta, o a los de Belvant?

—La princesa.

—Es una buena pregunta. Pero eso, ¿no estaría bien preguntarle a la princesa? Después de todo, a las chicas les encanta ese tipo de conversaciones, ¿no?

—Sí. Sería lo mejor.

Todavía confundida, Sierra soltó un suspiro.

7 respuestas a “Marietta – Capítulo 13: Bailando contigo”

    1. São uns lindos, e essas mulheres que perceberam seu encanto só agora ñ tem chance contra nossa prota lokita🤣 obrigada pelo seu trabalho duro Reino de Kovel 😘

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