Matrimonio depredador – Capítulo 55: Prometida de Byun Gyeongbaek de Oberd

Traducido por Yonile

Editado por Meli


La forma más fácil de manejar a Byun Gyeongbaek era capitalizar sus debilidades; la acción de los kurkan en la casa de subastas lo había puesto en desventaja. La libertad de los kurkan, era algo que a este le ofendía y Leah sabía que si no intervenía, él iniciaría maniobras militares.

Siempre lo trató con indiferencia, por lo tanto, el hombre actuaba con cautela, luego de terminar su conversación con él, la condesa Melissa, que había estado observando desde la distancia, se acercó.

—Creo que las cosas se desarrollarán como desea —Suspiró—. ¡Princesa! ¿Por qué sigue haciendo cosas tan peligrosas? Byun Gyeongbaek debe estar volviéndose loco. —Se rió—. ¿Cómo se atreve a desafiar a la princesa? Sin embargo, estoy preocupada. Fue valiente, pero no conocemos los límites de su ambición, o lo que podría hacer para lograrlo…

—Está bien —aseguró Leah—. Él no puede tenerlo todo.

Él había mordido el anzuelo, para cuando descubriera la verdad, los planes de Leah estarían demasiado avanzados para detenerlos.

—¿Le gustaría dar un paseo, condesa?

—Sería un placer, princesa.

Se dirigieron al jardín y Leah eligió caminos menos frecuentados para poder pasear sin ser escuchada.

—Quiero decirte algo. —Los ojos de la mujer se abrieron como platos. Lea se rió—. No te preocupes, todo estará bien.

La condesa miró el cuello de Leah, oculto por el vestido. Por fortuna, solo ella vio las aterradoras marcas en el cuerpo de la princesa.

—Princesa…

—Sí, condesa.

—Sabe que lo que sea que me pida, lo haré sin dudarlo…

Estaba preocupada por el honor de Leah y lo que le sucedería. Ella ya sospechaba algo, pero sus dudas aumentaron con las noticias del conde Valtein, quien vio a Leah e Ishakan juntos en la subasta.

—He oído… He oído que hay gitanos que venden pócimas para engañar… Se dice que al consumirlas, lo que te rodea se vuelve borroso, como en un sueño. Si necesita uno… lo compraré antes de que se vaya.

Leah entendió. Si ella hubiera perdido su virginidad con Ishakan, podría hacer que Byun Gyeongbaek bebiera una poción durante su primera noche juntos y engañarlo; rociar unas gotas de sangre animal para manchar la cama. Él nunca se daría cuenta.

A pesar de su estatus noble, la condesa no traicionaría a Leah. Estaba dispuesta a ayudarla a mentirle a la familia real y a Byun Gyeongbaek.

—Creo en la princesa —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Confío en sus decisiones, pero, por favor, comparta sus cargas conmigo para que pueda ayudar a llevar el peso.

La condesa conocía a Leah mejor que nadie y sabía que era alguien que resolvía todo por su cuenta, sin arriesgar a nadie más. Sin embargo, no había manera de que esta le contara que sus planes conducían a su muerte.

—Gracias —musitó, agradecida por la oferta—. Cuando llegue el momento, pediré tu ayuda.

El día de las negociaciones había llegado. El cielo de la mañana estaba despejado. Tres representantes de las partes estarían presentes.

Por Estia: Leah, el conde Valtein y el ministro de hacienda Laurent, que no dejaba de temblar, los kurkan le asustaban. Llegaron primero y esperaron, rígidos como estatuas. Las puertas se abrieron y Leah se puso de pie para saludarlos:

—Doy la bienvenida al rey de los kurkan.

—Que la luz caiga sobre Estia. —Ishakan sonrió—. Ha pasado mucho tiempo, princesa.

Ella sintió que un hormigueo le recorría el cuerpo. Trató de mantener una expresión serena, pero la mirada acusadora del conde Valtein, le hizo saber que había fallado. Lo ignoró y se centró en los kurkan: Genin, Haban e Ishakan. Le tranquilizaba ver rostros familiares.

Aunque su vida cambió desde su llegada, no había sido para mal; además, sabía que el tratado de paz con ellos, estaba asegurado.

Ishakan se sentó a lado de Leah.

—Me siento honrado de conversar con la princesa. Solo he escuchado rumores —mintió para mantener la cortesía y formalidad.

—Exagera —respondió Leah—. Es un honor para mí que podamos tener esta discusión.

—¿Entonces, qué te parece? —Su pregunta ambigua la hizo dudar, él negó con la cabeza—. Me refiero al inicio de nuestra conversación.

—Es un comienzo excelente. —Suspiró Leah.

—Gracias por su hospitalidad, princesa. —Ishakan sonrió, complacido.

El conde Valtein y el ministro Laurent se miraron perplejos.

—Primero, quiero que lea esto. —Leah le entregó la agenda de las negociaciones.

—Mi comprensión de su idioma es pobre —Dejó los papeles a un lado—. Puedes explicármelo en su lugar, ¿por favor?

Él quería terminar pronto para tener tiempo de conversar con ella de otras cosas.

—Estia ha preparado varias concesiones —explicó Leah—. Entregaremos a los kurkan bajo nuestra custodia, son treinta personas que hemos rescatado de la esclavitud. Prestaremos una parte del territorio occidental a los kurkanos por un período de tiempo indefinido, incluidas las ganancias obtenidas de las cosechas en esa región…

Ella explicó los términos. Ishakan sonrió, se recostó en su silla con los brazos cruzados.

—¿Eso es todo?

Era una buena oferta, pero él no temía a la guerra, lo único que podría considerar era que le entregaran todo el país. Después de todo, Estia era un país sin poder.

—¿Sabes que soy la prometida de Byun Gyeongbaek de Oberde? —Leah dejó los documentos y lo miró.

—Ciertamente. —Entrecerró los ojos—. Y cuando se case contigo, él tendrá derecho a suceder en el trono.

La habitación se sumergió en un silencio mortal.

—Podría tener éxito —asintió Leah.

—¿Me estás diciendo que vas a hacer de Byun Gyeongbaek el rey de Estia? —Su voz contenía una amenaza.

—Si no firmas el tratado de paz, sí. Podría suceder.

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