Traducido por Yonile
Editado por YukiroSaori
Morga le entregó a Ishakan la poción que acababa de probar en el brasero. Como la princesa no estaba en condiciones de beberla sola, Ishakan se la echó en la boca, luego la besó, goteándola poco a poco en la suya. El cuerpo inerte de ella se tensó ligeramente. Cuando se separó, abrió sus labios para asegurarse de que la había tragado.
Sin dudarlo, se mordió el dedo, rompiendo la piel para que brotara la sangre. Deslizó su dedo sangrante en la pequeña boca de la princesa, frotó su sangre en la lengua de ella y la obligó a tragarla.
Los ojos entrecerrados de la princesa revolotearon. Morga avivó el brasero y despidió espesas nubes de humo. Leah negó con la cabeza, tratando de quitarse el dedo de la boca, e incluso lo mordió con fuerza, pero Ishakan no cedió. En cambio, lo empujó más profundo. Las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos.
—¡Ahhh! —Su grito atravesó la noche. Su pequeño cuerpo se estremeció, casi convulsionándose. Ishakan la abrazó con fuerza mientras ella se retorcía por el dolor insoportable, mordiéndolo y arañando frenéticamente.
—¡Duele, duele, duele demasiado…! —Ella lloró desesperadamente, sollozando mientras suplicaba—: Ahh, mátame, solo mátame…
Pero las manos que sostenían su cuerpo se mantuvieron firmes e Ishakan deslizó otro dedo en su boca para evitar que se mordiera la lengua.
—No, Leah. —Sintió dolor, pero no era dolor físico. Sus mordiscos y arañazos eran como cosquillas para él—. Te dejaré hacer lo que quieras, pero eso no.
Trató de calmarla, mimándola más. Él frotó su rostro contra su mejilla manchada de lágrimas, susurrando.
—No digas esas cosas…
Ishakan parecía frágil mientras sostenía a la princesa en sus brazos y seguía susurrándole. Los ojos de Morga temblaron mientras miraba, y bajó la cabeza.
Morga sabía que este apego no era superficial, pero los sentimientos de Ishakan eran mucho más intensos de lo que había imaginado. Entre los kurkanos, se decía que la tribu de los lobos entregaba todo su corazón a la hora de elegir pareja. Pero Morga no esperaba que Ishakan actuara de esa manera.
El rey de los Kurkan nunca ha sido derrotado, pensó Morga. Pero podría estar llegando a conocer el sentimiento debido a la princesa.
♦ ♦ ♦
Encaramado en la copa de un árbol, Haban miraba a lo lejos. Podía ver una nube de polvo de un gran grupo al galope. Entrecerrando los ojos mientras los observaba cuidadosamente, Haban habló con Genin, sentado debajo de él.
—Genin, ¿recuerdas la primera vez que conociste a Ishakan?
—Por supuesto que lo recuerdo.
Haban de la tribu de los gatos y Genin de la tribu de los lobos habían sido seleccionados como escoltas del antiguo rey de los Kurkan. Mientras trabajaban junto a él, tenían que observar sus malas acciones. Finalmente, no pudieron soportarlo y huyeron, pero rápidamente fueron capturados y encarcelados. Ishakan había aparecido justo cuando se les había ordenado que eligieran entre la lealtad o la muerte.
—Nunca había visto un ser tan poderoso y hermoso.
—También peligroso —dijo Haban.
Genin asintió. Aunque Ishakan a menudo fumaba tabaco para reprimirlo, tenía un instinto salvaje y desenfrenado que no podía ocultar.
—Pero es diferente cuando está con la princesa —dijo. Cuando estaba con Leah, Ishakan siempre estaba tranquilo, como si estuviera en el lugar más tranquilo.
—Creo que la princesa es la compañera perfecta. —Los labios de Haban se curvaron mientras miraba al grupo galopando cada vez más cerca. Ante cientos de caballeros, no mostró miedo. A pesar de la evidente ventaja numérica, sus ojos brillaban. Luchar y matar eran esenciales para los kurkans.
—El príncipe heredero está a la cabeza —dijo Genin, observando atentamente al grupo que se acercaba—. Ese tipo ha atormentado demasiado a la princesa. No podemos dejar que se la lleve.
Ante sus palabras, Haban centró su mirada en el príncipe que encabezaba a los caballeros. Mientras lo observaba cargar hacia adelante, Haban sonrió maliciosamente.
—Deberíamos tratarla adecuadamente. Ahora es nuestra.
—Tienes razón. —Midiendo la distancia para confirmar que Blain estaba a su alcance, Genin levantó su arco—. Ella ya no es la princesa de Estia.
Lentamente, tiró de la cuerda del arco. Los músculos de sus brazos se tensaron cuando apuntó y lanzó su flecha en el momento adecuado. Mientras la flecha se alejaba, ella habló, su rostro inexpresivo.
—Ella será la reina de los Kurkans.