Mi hermana, la heroína – Capítulo 19.5

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki

Corregido por Maru


Este es un capítulo extra desde el punto de vista de Mishuli, así que está escrito en tercera persona.

♦ ♦ ♦

Sus ojos sonreían, párpados ligeramente cerrados y cejas ligeramente fruncidas para señalar que no estaba enojada. Los ojos que me miraron de esta forma, parecían algo oscuros.

Todas las personas que conozco me miran con esos ojos

♦ ♦ ♦

Una chica solitaria estaba sentada inmóvil en un carruaje. Tenía tres años, y su cabello dorado parecía un haz de los mejores hilos dorados con los ojos más azules.

El carruaje que llevaba a esta joven del Palacio Real avanzaba con suavidad. No había nada particularmente mal con el manejo, pero eso era desde la perspectiva de un adulto que estaba acostumbrado a los carruajes.

Si lo pensabas, una niña de tres años tendría que estar emocionada y haciendo ruido dentro del carruaje. Eso o se pondrían molestos con el lugar. Después de un tiempo, se cansarían y se dormirían.

Eso era lo normal.

Sin embargo, esta chica a penas se había movido de su lugar desde que se sentó. Estaba inmóvil.

Sus ojos que parecían vidrio estaban abiertos y quietos, mirando hacia adelante en silencio. En general, parecía una muñeca realista.

Pero la chica no lucía quieta por ser tranquila, sino que era como si le hubieran sacado la vida de su cuerpo.

—Fu…

El duque Noir estaba sentado frente a ella, suspirando suavemente para que no lo notara.

Podría ser el resultado de conveniencias políticas y expectativas, pero esta chica sería su hija a partir de ahora. Había intentado hablar con ella varias veces en el camino, pero sin contar la mirada que le dio cuando se conocieron, no tuvo otra reacción.

Eventualmente, el duque Noir ya no pudo soportar el silencio y sucumbió.

—Mishuli.

Esta niña había nacido de la hermana fallecida del rey. Lo único que tuvo fue un nombre y un cuarto pequeño escondido en lo profundo del Palacio.

Ni siquiera le dieron un nombre de familia que confirmara sus raíces. Y considerando que había sido criada en secreto, escondida de los ojos de los demás, no era sorprendente que fuera una niña tranquila. Es lo que el duque pensaba, pero lamentaba la forma en que ella aceptaba su realidad.

Una vez más miró a la chica que se convertiría en su hija.

Sus miradas deberían estar conectadas, pero él no estaba seguro de que lo estuvieran registrando.

El duque Noir estaba sorprendido por esos ojos sin vida que parecían mirar a la nada. Una vez más, su corazón se llenó con resignación.

Bueno, sólo tenía tres años. Probablemente necesitaba más tiempo.

—Fuu….

Pensando esto, suspiró una vez más y giró su mirada hacia la pequeña ventana mostrando el exterior.

Su corazón se volvió aún más pesado cuando se preguntó cómo su hija, quien era muy poco femenina, reaccionaría a esta niña parecida a una muñeca.

Suspiró una vez más intentando remover aunque fuera un poco de su ansiedad.

♦ ♦ ♦

—Fuu.

Mishuli escuchó el tercer suspiro.

Aunque no tenía el vocabulario necesario para expresar qué significaba resignación, entendía el sentimiento. Aún sabiéndolo, no sintió nada dentro suyo que la empujara a involucrarse con el adulto frente a ella.

Pero recordaba sus ojos cuando se conocieron por primera vez.

—A partir de ahora serás Mishuli Noir.

Fueron las palabras más amables y cálidas que alguna vez había escuchado. Aunque tuviera tres años, Mishuli tenía una habilidad casi instintiva para determinar que este hombre que llegó a buscarla era una buena persona.

Mishuli se llenó con esperanza al escucharlo, pero entonces lo miró y sintió una gran decepción.

—Ven conmigo. Seremos familia a partir de ahora.

La sonrisa en el rostro del duque Noir mientras extendía su mano no era una de pura amabilidad.

En esa sonrisa con la esquina de su boca elevada, los ojos sonrientes, párpados ligeramente cerrados, las cejas estaban entrecerradas levemente para demostrara que no estaba enojado.

Los ojos que la miraban se veían ligeramente oscuros.

Ese color, aunque estuviera haciendo una sonrisa gentil, era algo a lo que Mishuli era muy sensible.

Era el mismo color que tenía cada persona que Mishuli había conocido en su corta vida.

Ella sentía el color ‘Esta pobre niña’, y no tomó su mano.

Mishuli inspeccionó en silencio al adulto frente a ella con ojos claros y sin emoción.

Sintió dos emociones venir de él cuando desvió la mirada hacia el exterior.

Resignación e impaciencia. No sabía porqué sentía esas cosas, pero tenía la suficiente experiencia para poder imaginarlo.

Aún así, una niña de tres años había leído las emociones del adulto precisamente.

La habilidad de observar surgió mientras crecía.

—Esa pobre niña…

Incluso ella no sabía dónde había escuchado esas palabras por primera vez porque las estuvo escuchando incluso antes de ser autoconsciente, aunque fueran susurradas.

Mishuli fue criada dentro del Palacio Real, oculta. Así que Mishuli tuvo interacción con pocas personas. Cuando empezó a caminar, los únicos lugares a los que le permitieron ir fue su pequeño cuarto y un pequeño jardín al que estaba conectado.

El jardín estaba rodeado por troncos gruesos que bloqueaban la vista de los forasteros, pero también actuaba como una barrera para mantener a Mishuli adentro.

Las personas que veía diariamente eran una mujer que servía como niñera y nodriza, además del Caballero que hacía guardia en su puerta. Nadie más.

Era esa nodriza quien repetía “Esa pobre niña” como si fuera un hábito. No lo decía con malicia, sino con lástima y compasión desde el fondo de su corazón. Parecía que más tarde había notado el impacto negativo en la educación de la niña, porque en algún punto había dejado de decirlo.

Pero Mishuli lo recordaba perfectamente.

Recordaba las palabras susurradas y la expresión de la nodriza.

Los ojos sonreían pero estaban ligeramente cerrados, sus cejas fruncidas lo suficiente para no lucir enojada. La mirada sobre ella era ligeramente oscura.

—Esa pobre niña…

El color de la lástima y la simpatía.

“Esa pobre niña”.

El significado de esas palabras permanecieron en el corazón de Mishuli y evitaron que se encariñara con su nodriza. Pero Mishuli tenía esperanza que este color desapareciera en algún día. Que un día la persona que la criaba la miraría con una sonrisa de pura alegría y la aceptaría por completo.

Tenía ese pequeño sueño.

Así, Mishuli continuó mirando esos ojos cada día, buscando por el cambio en el color. ¿Qué sentía la nodriza además de “Esa pobre niña”? Intentó con fuerza detectar otra emoción de ella.

Hasta el final, cuando cumplió tres años, ese color nunca dejó a la nodriza.

♦ ♦ ♦

—Aquí estamos. La chica esperando fuera será tu hermana mayor.

Mishuli no respondió mientras la dirigían hacia la puerta.

Caminaría si se lo pedían, lo seguiría si la guiaba. Era obediente a las órdenes, pero nunca reaccionaba a nada espontáneo. Era parecida a una muñeca andante y bastante inquietante.

El duque Noir tenía una expresión compleja, pero pareció rendirse. Desvió la mirada de Mishuli y llamó la puerta.

—Christina, estamos entrando.

—Hazlo, Padre.

Tan pronto como llegó la respuesta, un sirviente que estaba de pie a un lado abrió la puerta. Mishuli lo siguió dentro del cuarto.

Mientras entraba, sus ojos eran claros, su expresión dura y sin moverse como la de una muñeca. Tenía un sentimiento parecido a la derrota en su pecho.

¿Conocería a otra persona que la miraba como “Esa pobre niña”?

Mishuli no tenía idea que este encuentro cambiaría su destino. Así que no tenía ninguna expectativa cuando vio a esta niña que se convertiría en su hermana mayor.

Lo primero que sintió al entrar fue un leve escozor en su piel.

No fue porque hubiera un horno en la habitación o algo. Era un calor emocional lo que le hizo sentir un calor fantasma.

Y la fuente de este calor era la joven en el centro del cuarto. Había una sola niña de pie orgullosa en el centro, y el intenso calor provenía de ella.

—Hola Padre, ¿cómo estás hoy? Debo mencionar, que estoy bastante enojada contigo.

La mirada llena de calor pasó a Mishuli y se enfocó en el duque Noir que estaba de pie a su lado.

Tenía tanta intensidad en esos ojos que el duque no pudo evitar dar un paso atrás por la sorpresa.

—¿Q-Qué sucede, Christina?

—Hah. No te hagas el tonto conmigo—. La joven llamada Christina miró a su padre y resopló—. Qué impresionante, repentinamente traes a una huérfana contigo. Ah, espera. Tú, padre, eres el jefe de la Casa Noir. Eso ya es bastante impresionante. No puede evitarse entonces, sí, no se puede.

—C-Christina…

El duque Noir se estremeció ante sus palabras llenas de furia.

—¿Por qué estás de mal humor…? Podría ser que hayas malentendido algo…

—Hmph. ¡Como si hubiera algo para malentender! ¡Estoy enojada, Padre! ¡Bueno para nada!

—¡¿Bueno para nada…?!

No detuvo sus ataques abrumadores, calientes y celosos desde el momento en que su padre entró. Ni siquiera pudo explicarse. Mishuli nunca había visto algo tan atroz ni implacable antes.

¿Qué era esa crueldad?

Mishuli fue dejada de lado, sorprendida por experimentar tanta pasión por primera vez. Entonces la mirada de Christina se giró hacia ella.

—Y, ¿esta es la chica que tú-? ¿Qué?

La chica furiosa se detuvo a mitad de la oración tan pronto como Mishuli entró en su línea de visión. Sus ojos se abrieron, como si permitieran que el vapor que acumuló en su interior se dispersara.

¿Qué había sucedido? La respuesta vino al mismo tiempo que Mishuli pensaba esto.

—A-Ado…

Las primeras dos sílabas salieron con su voz temblando; Mishuli ahora comprendía la razón de sus actos.

Sus hombros se desplomaron y miró al suelo.

Se había sorprendido al principio, pero al final era lo mismo. Esta persona la miraría con esos ojos que decían “Esa pobre niña” también…

—¡Adorable!

Una palabra completamente diferente de la que Mishuli estaba esperando hizo eco en el cuarto.

—¿Huh?

Elevó su voz sin pensarlo. Probablemente la había escuchado mal.

Adorable. Nadie la había llamado así antes.

Sin saber lo que significaba, sólo pudo quedarse de pie confundida.

—¿A-Adorable?

—¡Sí, adorable!

Sólo dijo una sola palabra, pero era la primera que Mishuli dijo desde que llegó. El duque Noir la miró sorprendido, pero Mishuli no lo notó. Necesitaba saber el significado de la palabra ‘adorable’.

Miró directamente a Christina para descubrir la emoción detrás de esas palabras y tembló.

—Tú, ¿cuál es tu nombre…? ¡Ah! ¡Eres Mishuli!

Mishuli se preguntaba cómo esta niña había sabido su nombre antes de que pudiera decirlo, pero se sentía atraída por sus ojos negros.

No había ni una pizca del color que Mishuli odiaba allí. El color evocaba “adorable” y no “esa pobre niña”. Los ojos de Christina eran tan oscuros que debían estar absorbiendo toda la luz. Aún así, de alguna forma estaban llenos de un color misterioso que brillaba con fuerza.

La chica con unos ojos del color que Mishuli nunca había visto extendió su mano.

—¡Woah! ¡Wow! ¡Qué hermosos ojos azules! Tu cabello es de un color brillante y dorado… Uhh, ¿puedo tocarlo?

—S-Sí…

—¡¿En serio?! Bueno, lo tocaré entonces.

Estaba tan abrumada que sólo pudo asentir. La chica parecía feliz mientras extendía sus manos para tocar el cabello de Mishuli.

Christina palmeó su cabeza gentilmente como si tocara un tesoro y dejó escapar un suspiro de admiración.

—Es tan suave y mullido… Y lindo.

—Christina… No sé a qué te refieres, pero ¿ya no estás enojada conmigo?

—¿Hmm? Oh, sí.

El duque le preguntó cautelosamente ya que Christina parecía de buen humor. Ella sonreía de oreja a oreja mientras palmeaba la cabeza de Mishuli. Le asintió a su padre cálidamente.

—Ya no me importa.

—¡¿No te importa?! ¿Aunque parecías tan enojada hace un momento?

—Sí. Pero no importa, Padre. Estás molestando, así que quédate en silencio. Intento disfrutar la adorabilidad de esta niña, es la única información que entra en mi cerebro.

—Hey.

Mishuli interrumpió la conversación que esos dos tenían. No lo sabía aún, pero era grosero interrumpir a dos personas hablando.

Aunque probablemente fue lo mejor, ya que el duque Noir parecía estar recibiendo más y más daño con la conversación.

Mishuli no podía leer esas sutilezas aún, sólo quería preguntar algo.

—¿Qué color es ese? —preguntó mientras señalaba los ojos de Christina.

Era un color que nunca había visto antes.

Lo que había querido preguntar era ‘¿qué es eso que brilla en esos ojos negros? ¿Qué emoción es?’ Había preguntado con las palabras limitadas que tenía.

Christina reaccionó con una risa despreocupada a la pregunta de Mishuli.

—Negro. Mi cabello es del mismo color también. Es un color común y aburrido.

—No, no lo es.

No era la respuesta que había esperado, pero no estaba de acuerdo con el desprecio de Christina. Extendió la mano lentamente y tocó el cabello que era del mismo color que sus ojos. Sus sentimientos sinceros, pensamientos que venían desde el fondo de su corazón, salieron de sus labios.

—Es tan lindo.

—¿Oh?

Parecía que no había esperado esto. La boca de Christina se abrió un poco por la sorpresa, pero cambió rápidamente para formar una dulce sonrisa.

—¡Dices las cosa más adorables, Mishuli!

La mano que palmeó su cabeza gentilmente le daban cosquillas, pero sus palabras le hicieron sentir cosquillas en su corazón.

Se sentía excesivamente feliz.

El duque Noir decidió hace unos momentos que no iba a interrumpirlas. Y ahora, viendo la escena frente a él, se dio cuenta que sus miedos no tenían fundamento.

En ningún lugar estaba la chica enojada que odiaba a otros niños, o la muñeca sin expresión.

—Fu, fu.

—Ehehe.

Lo que el duque vio era a dos hermanas sonriéndose entre sí.

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