Traducido por Shisai
Editado por Shiro
El hombre en la cama abrió los ojos aturdido y, después de un minuto, sus ojos se aclararon. Xia Qian’an estaba acostado en la cama y miró a su alrededor. Sabiendo que no era su propia habitación, se levantó lentamente. Siguiendo los recuerdos del huésped original, recogió la ropa en la cabecera de la cama y se la puso pacientemente.
Xia Qian’an, el hijo ilegítimo de una familia moderna y rica, sufría de ansiedad social. A pesar de esto, había tenido una buena vida. No esperaba pasar a la antigüedad y en particular, al cuerpo del hijo de un príncipe.
Este era su tercer día de haber transmigrado, y finalmente recibió algunos recuerdos del propietario original del cuerpo que poseía. Originalmente llamado Xia Qian’an, éste era cobarde y tenía una hermana de la misma madre, pero ni a la primera ni a la segunda les gustaba.
El dueño original tenía quince años, pero no había mujeres a su alrededor. Sólo caer en la cuenta de esto, lo hacía muy feliz. En lo que respectaba a su condición, no tener a nadie a su alrededor era lo mejor.
Después de vestirse, Xia Qian’an llamó a Chunyu, una sirvienta.
Al escuchar la voz del séptimo Joven Maestro, Chunyu abrió la puerta y sostuvo los artículos de tocador en la mano. Después de que éste terminó de lavarse, ella se acercó para ayudarlo a atar su cabello.
Pero apenas ésta se acercó, el cuerpo de él obviamente se puso rígido, y mostrando una fuerte sensación de rechazo. Aunque logró reaccionar rápidamente, y mantuvo la expresión de su rostro en blanco. Después de unos minutos, se levantó de inmediato y guardó silencio para mantenerse alejado de ella.
A partir de mañana, se peinaría solo. De todos modos, casi había aprendido cómo hacerlo él mismo. Aunque no podía compararse con la artesanía de Chunyu, se encontraba en su propio patio. No necesitaba ser tan particular.
Después de lavarse, Xia Qian’an la siguió al patio principal para el desayuno.
Él no había sido favorecido, por lo que vivía en el patio más remoto del palacio real. Sólo le habían asignado cuatro sirvientes, y era quien recibía el peor trato en las comidas de todos los príncipes. Pero ahora, según como él lo veía, era bueno poder llenar su estómago.
—No tienen que esperarme si no les he dado ninguna orden —su tono era plano, y su rostro se mantenía inexpresivo.
—Sí, séptimo Joven Maestro. —Las cuatro personas dijeron respetuosamente al unísono, y los ojos de Chunyu brillaron con un rastro de duda, sintiendo que el séptimo joven maestro se comportaba un poco diferente. ¿Era una ilusión?
Pocas personas llegaron a su patio. Después de que se les dijo que se fueran, Xia Qian’an comenzó a familiarizarse con el medio ambiente. Aunque era parte de la familia real, el lugar más remoto del palacio era un patio. La mejor habitación del lugar era la suya, y la pequeña habitación lateral era su estudio.
No había demasiadas decoraciones en la habitación, parecía vacía, pero a él no le importó en absoluto. Caminó hacia la puerta del patio. Después de salir, salió al Patio de Bambú Verde. Mirando desde la puerta, pudo ver algunos sirvientes.
Xia Qian’an se puso un poco pálido y se volvió rápidamente.
Entró en el estudio y se dirigió hacia la pequeña estantería, entonces cuando miró a su alrededor, encontró un antiguo guqin.
Sus ojos se iluminaron cuando vio el instrumento, ¡pero estaba un poco alto!
—An Jiu… —Xia Qian’an susurró, recordando que había un guardia sombra que lo seguía, pero el huésped original rara vez le pedía que saliera.
Justo cuando dejó de hablar, de repente apareció un hombre de negro.
—Maestro. —An Jiu se arrodilló sobre una rodilla, cabeza gacha, de manera respetuosa.
Aunque estaba preparado, la repentina aparición de éste todavía lo asustó. Gritó y retrocedió medio paso.
A pesar de que la voz se mantuvo baja, An Jiu la escuchó con total claridad, y sabiendo que su Maestro se había asustado por su culpa, su cabeza se hundió aún más—. Debo morir por mis crímenes. Por favor, castígueme.
—No, está bien. Levántate tú primero. —Xia Qian’an se quedó quieto, calmando su respiración.
—Sí, señor. —An Jiu respondió respetuosamente y se puso de pie, la cabeza aún ligeramente baja.
Después de que éste se puso de pie, Xia Qian’an se dio cuenta de que era una cabeza más alto que él, lo que le permitía ver fácilmente su rostro, el cual era frío e inexpresivo, pero había deferencia en sus ojos.
An Jiu se paró frente a su nuevo Maestro y lo dejó mirar. Sí, el día después de que Xia Qian’an había cruzado, él sabía que la persona frente a él no era ya la misma. An Jiu había estado siguiendo a su Maestro desde que tenía diez años. Éste era un poco cobarde y tenía un complejo de inferioridad que se veía en sus ojos. En cambio a este joven no le gustaba el contacto con los demás y disfrutaba de estar solo. Su temperamento era similar al de otros príncipes de la mansión.
En resumen, An Jiu sabía que la persona frente a él no era su antiguo Maestro. Aunque su cuerpo lo era, la esencia no. Sin embargo, no tenía idea de cómo. En cualquier caso, él sólo era el guardia sombra que lo servía, lo cual no cambiaría.
—Er… Ayúdame a bajar a ese guqin —Xia Qian’an dijo lo más calmado que pudo, pero su voz resultó más aguda de lo que deseaba, por lo que trató de mantener su tono estable.
—Si, señor. —An Jiu se acercó y bajó el guqin en la pared.
Él lo miró agarrar el guqin fácilmente, sin expresión alguna en su rostro.
¿Estaría bien? ¿No era demasiado pesado? Aunque él era mucho más alto.
—Maestro. —An Jiu sostuvo el instrumento con cuidado y respeto. Lo que quería decra: «Maestro, ¿adónde va el guqin?», pero Xia Qian’an lo entendió como: «Maestro, he bajado el guqin, ¿quiere tomarlo usted mismo?».
Las ondas cerebrales del amo y el sirviente no estaban en sincronía, por lo que Xia Qian’an tomó el guqin, pero no esperaba que fuera tan pesado. Tropezó hacia adelante. Afortunadamente, An Jiu se movió rápidamente. Tomando el intrumento con una mano y levantando a su Maestro con la otra para evitar que se cayera.
—Uh… duele…
Xia Qian’an se topó con el pecho del otro, quien era de constitución amplia, y se golpeó la nariz, por lo que ahora estaba un poco adolorida. Incluso su cabeza estaba un poco mareada. No era bueno no lidiar con las lesiones.
—Maestro, este subordinado…
An Jiu quería arrodillarse, pero el joven estaba mareado y, con la cabeza palpitante, usó las manos para agarrar la ropa del hombre que tenía delante.
—Ugh… No te muevas. Me estás mareando —La voz de Xia Qian’an mostró que se encontraba un poco incómodo. Cuando el otro escuchó las palabras, dejó de moverse, sus ojos llenos de culpa. An Jiu tenía el guqin en su mano derecha, y su mano izquierda evitaba que su Maestro cayera.
Un minuto después, Xia Qian’an se calmó y se dio cuenta de que todavía estaba en los brazos del guardia. Sus orejas se enrojecieron ligeramente, por lo que se levantó rápidamente, buscando colocar distancia entre ellos.
—Sólo pon el guqin sobre la mesa…
An Jiu lo miró, luego rápidamente inclinó la cabeza y dijo respetuosamente:
—Sí, maestro.
Después de eso, regresó a las sombras. Un guardia sombra debía permanecer en las sombras. Sólo cuando su Maestro ordenara algo saldrían.
Xia Qian’an se frotó las sienes, pero aún se sentía un poco mareado. Justo ahora, se golpeó la cabeza otra vez, y estaba hinchada. Después de un tiempo, se sentó en el sofá bajo al lado del escritorio, enderezó el instrumento, tomó la tela blanca al lado y lentamente limpió un poco de polvo de la superficie.
El huésped original no había tocado el guqin en algunos días. Xia Qian’an tocó las cuerdas a voluntad y pensó en ello. Parecía no poder encontrar ninguna pieza musical en la memoria del original, por lo que tocó una que ya conocía.
Aunque Xia Qian’an era un hijo ilegítimo, al final seguía siendo rico y noble en términos de identidad. Su familia no era dura con él. Además, no hubo mucho revuelo debido a su desorden. Siendo parte de la familia, comenzó a aprender todo tipo de habilidades desde la infancia. Tocar el guqin era una de ellas.
Al cabo de un rato dejó de tocar, puso el guqin en su lugar y fue a la estantería a buscar algunos libros. Los caracteres de esta dinastía eran similares a los de los tiempos modernos, por lo que básicamente podría entenderlos.
—Séptimo joven maestro, es hora de comer —El sonido de la voz de Dongjì Xue se escuchó desde afuera.
Xia Qian’an era una persona que no podía evitar perder el contacto con el mundo exterior que una vez que ingresaba a su propio mundo, por lo que no escuchó nada y permaneció sentado leyendo en su escritorio.
—Séptimo joven maestro… —La persona al otro lado de la puerta permaneció en silencio por decenas de segundos, luego la voz volvió a sonar, esta vez con algunas dudas en su tono. Recordó que el séptimo joven maestro había estado en el estudio hacía un rato.
—Maestro. —An Jiu llamó desde las sombras, dándose cuenta de que no debía haber escuchado, salió sin permiso.
Xia Qian’an seguía sin escuchar nada y continuó leyendo felizmente.
—Maestro…
El joven seguía sin escuchar.
An Jiu se rascó la cabeza, su Maestro no respondía, y tras dudar un momento extendió la mano para retirar el libro de sus manos.
El libro que sostenía se había ido, por lo que Xia Qian’an parpadeó. Cuando volvió a sus sentidos, vio a guardia sombra arrodillado frente a él.
—¿Qué pasa? —le preguntó.
—Maestro…
—Séptimo joven maestro, es hora de comer. —La voz de Dongjì Xue se volvió a escuchar.
—Ya veo —dijo una vez escuchó el llamado, su respuesta un poco más fuerte—. Está bien, si esto sucede de nuevo… Sólo toma lo que tengo en mi mano… Sólo quítamelo. —Xia Qian’an se sintió un poco culpable. Parecía que debería prestar más atención a los problemas que podría tener aquí.
—Sí, señor.
—An Jiu, no tienes que arrodillarte cada vez que apareces.
—Maestro, la ceremonia no debe ser abandonada. —Inclinó la cabeza y dijo, su tono firme y sin altibajos.
—Pero es muy problemático. No, no tienes que arrodillarte en este Patio de Bambú Verde. —No estaba acostumbrado al hecho de que cada vez que aparecía, se arrodillara para hablar con él.
An Jiu le transmitía una sensación diferente a la de otras personas. Cuando ambos estaban cerca el uno del otro, no sentía repulsión hacia éste.
—Maestro, esto no es…
—An Jiu, debes obedecer —ordenó Xia Qian’an, inexpresivo.
—Si, señor. —No sentía que su Maestro estuviera enojado, pero aún debía escucharlo. Las palabras de su amo no podían ser refutadas.
Después de alcanzar su objetivo, Xia Qian’an fue a almorzar inmutable, pero con un gran placer en su corazón. An Jiu lo seguía acompañando escondido en las sombras.
Me encantó y Jiu a pesar de ser un guardia sombra no fue al emperador a informar sino que simplemente lo acepto