No quiero ser amada – Capítulo 30: Hubo un tiempo…

Traducido por Maru

Editado por Sharon


Rihannan miró a los pájaros que se agolpaban en el cielo, con sus chirridos eran muy distintos. Podía ver un nido encima de un gran árbol cercano, y a la madre alimentaba ansiosamente a sus hijos.

—Sois tan grandes como yo… niños, crecéis rápido —susurró Rihannan.

Ella pasó por su nido de pájaros hace algún tiempo y los observó de forma regular. Luego, hace una semana, la madre puso sus huevos mientras el padre los cuidó con tierno cuidado.

Entonces, un día, Rihannan escuchó los suaves sonidos del nido. Habían salido del cascarón. Ahora habían crecido.

Rihannan se quedó quieta desde su lugar y observó a los pájaros con intensidad. En el pasado, la madre pájaro se disponía a cazar comida mientras que el pájaro padre, posado en un árbol cercano, observaba a Rihannan, con los ojos brillantes y vigilantes.

Sonrió, encontrando sus acciones divertidas. Actualmente, el padre y la madre estaban ocupados alimentando a sus hijos hambrientos. Tomaban turnos alternativos, uno alimentando y otro vigilando.

Mientras observaba a los polluelos tragar los gusanos con su pico rojo, Rihannan inconscientemente se acarició el vientre.

Hubo un tiempo… un tiempo en que se imaginó a sí misma sosteniendo a un bebé precioso entre sus brazos… Imaginó alimentar y amar a ese dulce bebé. Ella mecería a ese niño, lo calmaría, cantaría canciones de cuna… y susurraría dulces maravillas.

Pero… su hijo se fue sin previo aviso, sin despedidas. Rihannan se arrepintió. Si ella hubiera sabido…

—¡Señorita Rihannan!

Rihannan se dio la vuelta.

Mary corría hacia ella. Parecía cansada y sin aliento.

—Señorita, vine a recogerla —dijo Mary.

—Lo siento. Llego tarde, ¿no?

Mary sacudió la cabeza.

—Está bien. ¿Qué pasó en el palacio?

—La princesa decidió jugar un juego.

—Oh, Dios. ¿Es Kiritte? ¿Por qué de la nada…?

El Kiritte era un deporte para todas las edades y para hombres y mujeres por igual. Mary sabía lo violento que podía volverse cuando los jugadores se dejaban llevar. A menudo conducía a múltiples lesiones.

Rihannan sonrió.

—Posiblemente. La princesa estaba decidida a unirse, pero las damas la detuvieron.

Mary suspiró.

—Eso es un alivio.

—¿Por qué? —preguntó con curiosidad.

—No quisiera que esa chica fastidiosa saliera lastimada, aunque darle un poco de sentido a los golpes probablemente le haría bien —siseó, agitando la mano—. De todos modos, señorita, parece que no ha estado enferma últimamente.

Rihannan tuvo fiebre poco después de llegar a Crichton. No sabía si era enfermedad por el dolor en su corazón o el alivio repentino de escapar de las garras de su pasado. Incluso tuvo problemas para comer adecuadamente combinado con su fiebre.

Su tío decidió que necesitaba visitar al médico real para recibir tratamiento. Después de recuperarse un poco, Dimitri la agarró de la mano y la llevó afuera con el objetivo de mejorar su fuerza física.

No puedo dejarte sola así. Estás demasiado débil en este momento. Como primo, este es mi deber —le dijo.

Obligada a caminar bajo el cuidado y atención de Dimitri, y salir a ver cazar a sus primos y jugar a Kiritte, su salud se recuperó lentamente.

Poco a poco… comenzó su curación. Tomó tiempo, al punto de sentirse como una eternidad: el dolor, la caída, la ruptura… Pero Rihannan aguantó. Se dio a sí misma la atención que se había retrasado mucho.

Ella estaba sanando.

Rihannan sonrió radiante.

—Todo es gracias a Dimi. Ya no necesito arrodillarme ante los demás. Soy capaz de soportar con mis propias fuerzas.

—Sí, es un poco bárbaro aquí en Crichton —dijo Mary—. Bueno… no, pero es un poco más salvaje que Arundell.

Rihannan se rio de las palabras de Mary.

Mary, a diferencia de Rihannan, no había estado expuesta a los nativos de Crichton desde la infancia. Sufrió un choque cultural extremo, sorprendida por el estilo de vida algo rudo de Crichton.

Por ejemplo, cuando se realizaba una competencia de caza, la de Arundell era más adecuada y controlada. Lanzarían algunos ciervos a un coto de caza controlado y les dispararían con flechas, pero aquí en Crichton, cada vez que salían a cazar, iban a las montañas profundas.

Cada vez que salían estaba muerta de miedo. Mary una vez vio al tío de Rihannan y a Dimitri arrojar un oso sangriento frente a la puerta con espuma en la boca.

—Entonces, señorita —tosió Mary—. ¿Le gustaría volver a Arundell?

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