Ochenta y Seis – Volumen 1 – Epílogo 2: Reinicio

Traducido por Lucy

Editado por Lugiia


Él y los otros cuatro oficiales se mantuvieron en perfecta fila, observando cómo el militar de la República salía de la vitrina y saludaba al presidente de la Federación. Todos eran jóvenes, todavía en la adolescencia, pero llevaban sus nuevos uniformes azul acero con una familiaridad y madurez que superaban sus años. Mirando el uniforme negro y el cabello plateado, un poco teñido de rojo, de la esbelta chica Alba, su vice-capitán susurró con suspicacia:

—Oye… ¿Estás seguro de que es ella? Es un poco… diferente de lo que me imaginaba.

—Eso solo significa que ha pasado por muchas cosas. Igual que nosotros.

Su camarada se limitó a murmurar: “No es broma”, con una sonrisa, dirigiendo una mirada curiosa hacia ella. Hacía tiempo que se había puesto el uniforme de la Federación, pero aún no se había acostumbrado del todo. Verse a sí mismo y a los demás con ellos puestos le resultaba antinatural. Sin romper su ordenada fila, los otros tres comenzaron a susurrar también.

—¿Cómo se llama ahora, Reina Sangrienta? Eso es bastante espeluznante. No le pega nada.

—Oye, ¿crees que nos reconocerá enseguida?

—Hmm… Supongo que estaría bien que lo hiciera, pero será bastante divertido si no lo hace.

Mientras hablaban, la chica parecía haber terminado sus asuntos con el presidente, quien le hizo un gesto para que se enfrentara a ellos. Los tres se callaron de inmediato y sus rostros adoptaron expresiones neutras y despreocupadas, seguro fruto de su formación en el ejército de la Federación. O quizá incluso eso formaba parte de la broma que planeaban gastarle.

Juntaron sus pies y saludaron al presidente y a la chica que se convertiría en su oficial al mando por segunda vez. La chica les devolvió el saludo de una manera algo diferente a la habitual en la Federación y abrió la boca para hablar, con la mirada un poco rígida y severa.

—Coronel Vladilena Milizé, de las Fuerzas Armadas de la República. Un placer conocerlos.

Oooh, no nos reconoce.

El grupo intercambió miradas divertidas, como niños cuya broma hubiera tenido éxito. Entonces, abrió la boca para hablar como capitán en su nombre.

—No es la primera vez que nos encontramos. Aunque supongo que es la primera vez que nos encontramos cara a cara.

Sonrió, observando cómo los ojos de ella se abrían de par en par en señal de sorpresa y asombro.

—Ha pasado mucho tiempo, Controlador Uno.

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