Princesa Bibliófila – Volumen 1 – Acto 5: Y entonces había dos

Traducido por Yousei

Editado por Sakuya


Mi expresión se había mantenido miserable todo ese tiempo y su alteza dio una risa perpleja.

—Yo mismo estaba agonizando sobre cómo podía capturar a estos nobles, quienes solo se interesaban por las apariencias externas y estaban muy ocupados con peleas por el poder político como para pensar en nada más como para aceptarte, —dijo con una enorme sonrisa en su rostro que (perdón por decirlo) no daba indicación de que se sintiera abatido para nada.

—Después de todo, ustedes los Bernsteins están contentos con su estatus debilitado, como siempre, y son completamente indiferentes a las familias ambiciosas que los miran en menos. ¿Cómo se suponía que repentinamente cambiara la opinión de la gente? Pero, entonces, demostraste tu valor por tu cuenta. Ni siquiera hubo necesidad de que me entrometiera con algún plan.

¿De qué está hablando…?

Su alteza también inclinó su cabeza un poco. —Acabamos de hablar de eso, ¿no? Los callaste a todos, la nobleza de la corte, a los oficiales de gobierno, a las damas de la alta sociedad, todo con tu propio poder. E incluso fuiste más allá. Elevaste tu reputación como la Princesa Bibliófila entre los ciudadanos de Sauslind. Ahora eres conocida como una princesa que ve el futuro, por tu habilidad para evitar la guerra y producir moda y también como una noble afectuosa y perspicaz que se preocupa por la vida de la gente común.

…Su alteza, ¿de quién estás hablando? Afectuosa, ¿yo? ¿La mujer a la que se referían como el “Fantasma de la Biblioteca”? Y ¿perspicaz? ¿Te refieres a mi interés en la cocina por glotona?

Debe haber algún error aquí, pensé, alejándome de él.

Su alteza se limitaba a sonreír y reducía el espacio entre nosotros. —Nunca soñé que solidificarías tu posición por tu cuenta. Eso me hace feliz, Eli. Quiero decir, tú también querías estar a mi lado.

—¡¿Perdón…?! —Se escaparon mis verdaderos sentimientos. Entré en pánico, ruborizada, pero la cegadora sonrisa del príncipe se acercaba, y entonces me di cuenta. —Su alteza—. Miré de vuelta a sus ojos azules firmemente, preparada para que nuestras cabezas chocaran si él se atrevía a avanzar más—. Por favor pare de confundir las cosas.

—…Tsk. —Pude escuchar que chasqueó su lengua, incluso si evitaba sus ojos. Había algo diferente en él hoy. Sentí que estaba viendo un nuevo lado suyo.

Una vez que lo pensé nuevamente, me di cuenta de que había algo fuera de lugar. Ciertamente había sugerido un par de cosas y logrado otras, pero para que se supiera a tal escala, y para que se volviera exagerado como para que la gente confundiera estos eventos como mis logros personales. Requería mucha manipulación de la información. Este asunto con el Conde Casull fue un buen ejemplo. También quedaba claro por el rumbo de nuestra conversación quién sería la única persona que se beneficiaría de instigarlo.

Su alteza pasó su mano por su brillante cabello dorado, soltando un suave suspiro. —Muy bien, debo admitir que moví los hilos para mejorar tu reputación un poco. Pero incluso sin mi ayuda, podías obtener la aprobación de la gente. ¿O acaso dudas de ello?

Perdí el equilibrio cuando me miró directamente. —Su alteza… ¿Por qué llegaría a esos extremos?

El nombre “Cerebro de Sauslind” aún pesaba sobre mí. ¿Acaso el príncipe había aceptado aquellas condiciones tan problemáticas sólo para obtener ese nombre? Sintiéndome deprimida, bajé la mirada, pero su alteza puso una mano sobre mi mejilla y levantó mi rostro. Sus dedos presionaron firmemente sobre mí, su mirada era intensa.

—Eli, ya te lo dije, ¿no? No te quería por el nombre oculto de los Bernstein.

Vi mis ojos reflejados en los sus suyos, que parecían temblar cabilantes.

El príncipe suspiró, aunque fue suave, al parecer se llevó toda mi ansiedad. —Una vez más… ya sé que no lo recuerdas.

Mi corazón se llenó de duda, pero el príncipe amablemente me sonrió mientras explicaba que nosotros nos habíamos conocido antes, hace casi 10 años atrás.

♦ ♦ ♦

El príncipe había sido criado con especial cuidado al ser el heredero de Sauslind, y gracias a que era naturalmente talentoso, era la imagen de un preadolescente consentido y dominante. Un día, él estaba en la librería real de mal humor, así que comenzó a ventilar su ira con los libros, los pateó, y los usó como blanco para practicar.

Yousei
:D… Eli mátalo, mátalo ahora, maldito mocoso rico, sabes cuánto cuesta tener libros a papel D:<?!!!

—¡Eli! No te enfades conmigo otra vez. ¡Esa vez me regañaste bastante!

Su alteza no necesita ponerse nervioso. Si ya aprendió, eso es suficiente para mí. Oh, por dios, ¿por qué estás sudando frío? No es necesario ser tan dramático.

—De todas formas…

En ese entonces, una chica más joven que su alteza lo abofeteó.

Bueno, eso ciertamente requiere un poco de coraje, pero que irrespetuosa, pensé.

Esa chica poseía una intensidad que incluso su alteza estaba sin palabras mientras ella lo regañaba. —¡Discúlpese con los libros! —De alguna manera, él se las había arreglado para recuperar la compostura, pero en el momento en el que intentó rebatir, ella dijo—: No importa quien sea o de donde viene. Estos libros son de nuestros ancestros, de gente que ya no puede hablarnos más. ¿Acaso no le enseñaron que es inapropiado cometer una injusticia contra aquellos que no tienen voz?

—E-estas siendo muy dramática. Son solo libros. —dijo el joven príncipe.

Después de una pausa, la chica preguntó—: ¿Cuántos años tienes?

—¿Qué? T-tengo doce.

—Estos libros que estás golpeando son libros de historia, escritos hace cientos o más años, y siguen siendo impresos. Ante estos volúmenes ancestrales, tus meros doce años no te hacen más que un infante en pañales, un polluelo recién nacido que aún no ha salido de su cascarón. ¡Ahora discúlpate con tus ancestros!

Aquellas palabras venían de una niña más joven que él, sobrecogió a su alteza. Su orgullo, inflado por años de alabanzas infundadas sobre su ingenio e inteligencia, se derrumbó, y expresó remordimiento por sus acciones y se disculpó.

Se interesó en la chica después de eso y comenzó a visitar la biblioteca real para escucharla hablar de libros. El contenido que ella compartía de los volúmenes que leía, difería completamente de lo que su instructor le enseñaba. No había pasado mucho tiempo cuando el corazón del muchacho comenzó a saltar de alegría, no por los libros, pero por la chica que hablaba de ellos. Es por eso que después de revisar sus antecedentes, fue a consultar a su padre y al primer ministro, con el deseo de tener a la chica a su lado.

—Mi padre y el primer ministro comenzaron a entrar en pánico repentinamente —compartió el príncipe, mirando a la distancia por alguna razón.

Debo preguntar.

—¿Ella era una persona importante? ¿La princesa de otro reino que de alguna manera se coló a nuestro país?

—Eli —el príncipe me miró con calidez por alguna razón—. Estoy hablando de nuestro pasado juntos.

Parpadeó sorprendida.

Oh… ¿No me digas que esa chica era yo?

El príncipe soltó un profundo suspiro. Sus ojos azules carecían de su habitual intensidad. —No puedo creer que compartimos tanto y, aun así, no lo recuerdas… Bueno, no. Debo haber dejado una terrible impresión, por lo que probablemente es una bendición que no lo recuerdes.

Por favor, su alteza, no te sientas mal. Después de todo, tenía la memoria de un pez dorado cuando era en relación a las personas.

Su alteza masajeaba sus sienes, como si intentara alisar la arruga entre sus cejas, y continuó con la historia.

Esa fue la primera vez que escuché sobre el nombre oculto de Sauslind asociado a los Bernsteins (y por extensión, yo). Luego fue advertido por su majestad y el primer ministro que sería difícil atraerme a la familia real, dado que a los Bernsteins no les importaba el poder. Es más, por nuestro nombre oculto, ellos le advirtieron que no hiciera ninguna demanda que pudiera molestar a nuestra familia.

El príncipe ignoró sus advertencias y se acercó a mi padre, el marqués. Pero al día siguiente, de repente tuve que regresar a nuestro territorio donde mi abuelo se había encerrado.

—Oh por dios.…

Eso era suficiente para hacerme recordar. Ahora recordaba que después de que mi padre perdió a mi madre, se deprimió tanto que ignoró los libros completamente y se negó a que mi hermano o yo nos alejarnos de su lado. Es por eso que tengo memorias de pasar mi juventud en la capital antes de ser enviada de vuelta a nuestro territorio junto con mi hermano cuando tenía nueve. No volví a pisar la capital hasta mi debut social cuando cumplí catorce.

El príncipe sonrió amargamente, aunque no estaba segura por qué. —De verdad desearía golpear a mi yo más joven en la nuca por haber sido tan estúpido en ese entonces.

Perdón, su alteza, pero estoy segura de que eso es físicamente imposible.

—Bueno, de cualquier manera, apelé al marqués y a tu abuelo solo para ser rechazado numerosas veces. ¡Para la época en la que finalmente hiciste tu debut social, te habías vuelto terriblemente linda, pero no me recordabas, y eras tan densa cuando los hombres intentaban acercarse a ti!

Me está asustando su alteza. Por favor, cálmense. Además, tú también has oído los dichos, “la belleza está en los ojos que la ven” y “el amor es ciego”, ¿no? No es que disfrute denigrarme, y yo se que suena terriblemente irrespetuoso para el príncipe, pero aun pienso que estaba exagerando.

Sintiéndome aún más inquieta que hace un momento, me alejé una vez más, pero el príncipe me capturó nuevamente con sus firmes ojos azules.

—Lo digo en serio, además no eres consciente de ti misma. Hubo una vez un embajador de otro país que intentó persuadirte para que regresaras con él a su país, pero no te diste cuenta. ¡¿No sabes cuánto enloquecía de la preocupación…?! Por favor, se un poco más consciente del hecho que tu apariencia capta el interés de las personas.

—Um… estás intentando decirme que, y no estoy segura de creerte, yo, el fantasma de la biblioteca, ¿soy de hecho muy popular?

Sus ojos azules, llenos de emoción, se oscurecieron. Sentí un temblor atravesarme. —Eli, ya seas el fantasma de la biblioteca o tan densa como esos libros que adoras leer, mis sentimientos por ti no cambiarán. Pero, tal vez, debo ir al grano. Por casi diez años de espera. Finalmente he logrado atraparte. Después de todo eso, no importa lo que pase ahora, no te dejaré ir, ¿bien?

Me sonrojé completamente e intenté escapar, pero como mi mano había sido capturada por él, solo podía arquearme hacia atrás. Su explicación era tan franca y cándida que, incluso alguien tan densa como yo, entendía ahora que era yo lo que él realmente quería, no el nombre oculto de los Bernsteins. Y, aun así…

—P-pero, su alteza, no he pasado por el entrenamiento de princesa consorte.

Me miró estupefacto, su rostro reflejaba no creer lo que acababa de oír. Bajo su respiración, él murmuró, —Nunca esperé que te preocuparas por ese tipo de cosa.

Deberías hablar un poco más despacio si quieres que te escuche, su alteza.

—No has sido entrenada —él asintió—, pero es porque ya pasaste el examen. Por lo que se decidió que no necesitabas el entrenamiento.

¿Perdón, qué…?

—Cuando te volviste mi prometida, atendiste a una fiesta de té con mi madre y las damas de la corte quienes te interrogaron, ¿recuerdas? Ahí fue donde confirmaron tu conocimiento, educación, modales y… bueno dejando de lado las habilidades sociales… no encontraron nada malo con tu apariencia o tu disposición.

—N-nunca supe nada de esto…

—Sí, es porque no deje nada —y luego añadió—. Pensé que escaparías si lo hacía.

Me di cuenta de que su encantadora sonrisa era en realidad la sonrisa de un demonio. Y a medida que se acercaba, yo buscaba una forma de escapar.

—No soy lo que se considera hábil para desenvolverse en la alta sociedad, —dije. Esa era una habilidad indispensable para una reina.

Aparte, su alteza, por favor deje de besar mi mano. Cuando lo haces, mi corazón late tan fuerte que creo que se va a salir de mi pecho.

—Mi madre no es buena en diplomacia.

¿Perdón?

—Ella no es buena con la cultura, los valores, o los lenguajes de otros países, ese tipo de cosas. Cada vez que invitados de honor vienen de visita, siempre te llama para que te quedes en el palacio, ¿no? Es porque eres extremadamente eficiente en esas áreas.

Ahora que lo menciona, pensé, recordando. Pasaba con tanta frecuencia que creí que solo era mi rol como la prometida del príncipe heredero. El lenguaje extranjero es un área natural de estudio si quieres leer libros en su idioma nativo. Hay traducciones, por su puesto, pero la escritura en el lenguaje original lleva algunas sutilezas en las frases que te dan un matiz propio consistente con su cultura.

—Oye, Eli. —Su alteza respiró profundamente y, con una sonrisa cálida estampada en su cara, gentilmente dijo—: Puede que te exijan ser perfecta por tu elevado estatus, pero solo eres una persona. Los humanos tenemos fortalezas y debilidades. Afortunadamente, tú y yo tenemos personas que nos ayudan a compensar estas falencias. Pero más allá de eso, quiero que estés a mi lado desde ahora. ¿Deseas lo mismo?

Mi corazón latió más ferozmente que antes.

Los ojos azules del príncipe, claros como el cielo despejado, me capturaron y me atrajeron. Era como si todo el dolor que había llevado conmigo hasta esta mañana se disipara. Tan desesperadamente había querido estar a su lado, pero estaba segura de que era imposible. Había sido insoportable y solitario, más allá de mi capacidad para afrontarlo.

—¿De verdad puedo… quedarme a tu lado? —pregunté.

El príncipe Christopher brillaba felizmente. —Eli. Elianna. La única persona que he querido y siempre desearé que esté a mi lado, eres tú.

Sentía como si estuviera flotando en el aire, mi corazón golpeaba fuertemente, una sonrisa natural se formó en mi rostro. —Por primera vez me doy cuenta de que hay un mundo allá afuera que no puedo entender solo con los libros.

El príncipe se rio y puso su mano en mi mejilla. Aquellos ojos azules se acercaron hasta que se inclinó. Y justo antes de alcanzar mis labios, susurró con una voz llena de afecto, —Mi dulce y amada Princesa Bibliófila.

3 respuestas a “Princesa Bibliófila – Volumen 1 – Acto 5: Y entonces había dos”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido