Traducido por Shiro
Editado por Meli
Era una canción muy intensa, una conversación tardía. Para Ou Zi Nan, el amor de su padre fue como una montaña que lo oprimía e inmovilizaba. Temía decepcionarlo, por lo que se llevó al límite, pero su timidez lo puso en un aprieto del que nunca pudo salir. Era imposible que una persona que tocaba dieciocho instrumentos no tuviese talento musical.
No fue hasta que su padre falleció que la bruma que lo había cegado por fin se disipó, encendiendo en él un coraje sin precedentes. Así fue como vertió en la canción todo el amor que había sofocado, las emociones que había reprimido y su dolorosa impotencia. Todas las contradicciones, luchas, anhelos y reticencias de Ou Zi Nan fueron liberadas con el canto de Zhou Yun Sheng.
De manera inconsciente, muchas personas rompieron a llorar, y Zhou Yun Sheng, influenciado por las emociones residuales de Ou Zi Nan, se sintió abrumado y perdió la voz, sin poder continuar.
La melodía de piano también se interrumpió, y Zhou Yun Sheng se cubrió el rostro con las manos para ocultar su angustia. En ese momento, el rostro envejecido de Ou Yi Bai apareció en la pantalla LED gigante. Este sostenía una cámara de video con la que se apuntaba a sí mismo y a la que se dirigió débilmente:
—Mi hijo dijo que cantará una canción que escribió especialmente para mí. Lo estoy esperando con ansias.
Entonces, giró la cámara y la apuntó hacia al apuesto joven sentado frente al piano. El mobiliario indicaba que parecían estar en la villa de la familia Ou.
El joven estaba muy nervioso. Se desabrochó los dos botones superiores de la camisa, tosió y articuló:
—Esta canción se llama «Because Of You». Papá, muchas de las cosas que siempre he querido decir, las puse en esta canción. Escucha atentamente.
Ou Yi Bai prometió hacerlo, y aunque ya no estaba en la imagen, su voz evidenciaba el deleite y satisfacción que lo embargaban.
En la audiencia, los fanáticos de Lin Si Qing miraban boquiabiertos, sus corazones llenos de vergüenza. La evidencia que Lin Si Qing había presentado en el tribunal, la había subido a su blog. Allí, todas las partituras de «Because Of You» tenían fecha, lo cual indicaba que la había compuesto después de la muerte de su mentor.
Pero en el video, mientras Ou Yi Bai todavía vivía, Ou Zi Nan había escrito la canción y la estaba interpretando para él. Era obvio, quien plagió la canción. Las partituras con fecha que Lin Si Qing presentó se convertirían en la evidencia férrea de sus propias mentiras.
El ritmo era igual, el canto también, y la forma en la que no pudo continuar a media canción era una vívida representación de lo que acababa de suceder. Ou Zi Nan apoyó la frente contra el piano, y grandes gotas de lágrimas cayeron sobre las teclas blancas y negras. El dolor y la desesperación que sintió al no poder salvar a su padre eran flagrantes.
Ou Yi Bai levantó la colcha y, tambaleante, fue hasta su hijo. Se agachó y agarró con fuerza la mano del joven, al tiempo que le decía:
—Zi Nan, esta canción es genial. Es la mejor canción que he escuchado en mi vida. —Hizo una pausa y añadió—: Hay algo que siempre he querido decirte.
—¿Qué cosa? —El joven se volteó a mirarlo, su nariz y ojos de un color rojo brillante. Se veía frágil, pero también muy lindo.
El hombre se rio entre dientes y pasó una mano por el cabello de su hijo, aseverando lentamente:
—Zi Nan, nunca me has defraudado. Al contrario, siempre has sido mi orgullo. Eres el orgullo de tu padre.
Por estas palabras, Ou Zi Nan había esperado más de diez años. Con incredulidad, parpadeó y, mientras aún estaba conmocionado, Ou Yi Bai lo tomó en sus brazos como si fuese un bebé pequeño y le acarició la espalda. Gradualmente, las palmaditas se fueron haciendo débiles, hasta que se detuvieron. El joven, con cautela, se volvió para mirar a su padre, pero los ojos del hombre ya estaban cerrados, en sus labios una serena sonrisa.
Partió del mundo con gran satisfacción.
—¡No! Papá, no me dejes… Tengo miedo.
Los gritos desgarradores del joven resonaron en todo el Star Pavilion. La desesperación y el dolor de perder a un ser querido que sintió en ese momento se convirtió en un picahielo afilado que se clavaba en su pecho una y otra vez, destrozando su corazón en pedazos. Fuera del escenario, la audiencia contuvo el alienot por el dolor y la tristeza, pero donde fuera que las luces iluminaran, lágrimas se reflejaban en los ojos de las personas, y algunos hasta lloraban desconsoladamente.
En la pantalla se fue desvaneciendo la imagen, y Zhou Yun Sheng se puso de pie. Caminó hacia el haz de luz y dijo por el micrófono:
—Esos fueron los últimos momentos de mi padre en la tierra. Es mi recuerdo más doloroso e intocable. Dudé en mostrarlo, porque no quería que las personas lo vieran tan débil. En mi corazón, siempre será la persona más poderosa e indestructible.
En ese momento, abrumado por sus emociones, tuvo que bajar la cabeza para ajustar su respiración, tras lo que continuó unos momentos después:
—Pueden insultarme, desacreditarme, pero no pueden desacreditar a mi padre ni perturbar su paz en los cielos. —Cerró los ojos y, cuando los volvió a abrir, la tristeza había sido reemplazada por ira y, con tono helado, le continuaron palabras afiladas como cuchillos—: Esta canción no necesita batería, bajo, guitarras eléctricas ni sintetizadores…, solo necesita un piano como acompañamiento.
»Esta canción no se trata de quejas ni de mal de amores luego de una ruptura, es una canción en honor a mi padre. Lin Si Qing, cuando hiciste el arreglo de esta canción, ¿nunca pensaste en lo importante que era para mí y para mi padre? Traicionaste mi confianza y mancillaste mi música. ¡Nunca te perdonaré! ¡Nunca!
El joven miró a la cámara, y la gran pantalla mostró sus ojos, fríos y feroces, como un carámbano de hielo.
El público se sintió intimidado y reaccionaron, como si hubiesen despertado de un sueño, solo después que el joven desapareció del escenario. Se miraron los unos a los otros, incómodos.
Habían ido para vengar a sus ídolos, creían con total certeza que aparte del talentoso Lin Si Qing, no había nadie que pudiera escribir tan excelente canción; y que solo una vocalista de primera como Ge Meng Shu, podía interpretarla a la perfección. Pero ellos no eran nada en comparación con Ou Zi Nan.
Después del lavado de cerebro al que fueron sometidos durante veinte canciones, habían sido conquistados. Sabían que cualquier canción del repertorio era digno de ser un clásico, convertirse en éxitos mundiales.
Ou Yi Bai lo llamó su orgullo, y eso había quedado en evidencia durante el concierto. Lin Si Qing no podía compararse con Ou Yi Bai en términos de talento, sin embargo, Ou Zi Nan ya había superado con creces a su maestro.
Lin Si Qing había escrito y lanzado muchas canciones después de su debut, pero ni siquiera la mejor podía compararse con alguna de las veinte que Ou Zi Nan acababa de interpretar.
La brecha entre ellos era demasiado grande, poniendo en evidencia lo inferior que Lin Si Qing era. Esa era una verdad que hasta sus más grandes fanáticos tenían que admitir.
Sobre el público había descendido un silencio opresor, exacerbando cuán deprimidos se sentían, pero allí había personas que solo habían ido por unirse a la diversión, su odio inicial no siendo muy profundo para empezar, y cada canción había contribuido para que pasaran de haters a fanáticos y luego a mega fanáticos. Entonces, descubriendo que su ídolo había sido acusado injustamente, agitaron sus artículos luminosos y comenzaron a gritar:
—¡Ou Zi Nan, eres el mejor! ¡Eres nuestro orgullo! ¡¡Siempre te apoyaremos!! ¡¡No te rindas!!
—¡Da lo mejor! ¡No te dejes vencer!
—¡Una canción más! ¡Dos horas no son suficientes!
—¡Debes persistir! ¡El oro siempre brillará!
Palabras de aliento fueron resonando en todo Star Pavilion, haciendo que los fanáticos de Lin Si Qing y Ge Meng Shu se sintieran aún más avergonzados y enojados. La vergüenza se debía al abuso indiscriminado que habían dirigido hacia Ou Zi Nan, y el enojo al engaño de sus ídolos.
Lin Si Qing debutó bajo la imagen de un genio musical y, de los cuatro dioses, era quien más pretencioso era. Sus fanáticos eran, en su mayoría, hombres y mujeres profesionales y maduros con capacidad de elección y juicio propios.
—¡Ou Zi Nan, lo sentimos!
—Ou Zi Nan, estábamos equivocados, por favor, ¡perdona nuestra ignorancia!
—Ou Zi Nan, de ahora en adelante, eres mi ídolo, ¡siempre te apoyaré!
Por todas partes había personas que habían desertado del fandom, pero los fanáticos veteranos que habían organizado el «acto de venganza» no protestaron. Una disculpa era debida y necesaria.
Los seguidores de Ge Meng Shu eran en su mayoría niños y niñas, y aunque estaban muy emocionados, murmuraban entre ellos la posibilidad de que el video pudiera ser falso, pero al verse rodeados por miradas hostiles, no se atrevieron a alzar más la cabeza.
Los guardias y policías comenzaron a evacuar a la multitud. El concierto inició de manera explosiva, pero cerró de forma embarazosa.
♦ ♦ ♦
Sun Xi Mu estaba de pie en las sombras, con su mirada clavada en el joven bajo el haz de luz. Este era tan brillante, tan llamativo, cada uno de sus movimientos exudaba encanto sin igual. Era como el vino más dulce y la droga más potente; nadie podía resistir su seducción ni escapar de su cautiverio.
El hombre tenía total certeza en que, mientras pusiera pie en el escenario, sería exitoso. Pero cuando sucedió, encontró insoportable las miradas fervientes que le dirigían
En ese momento, viéndolo caminar hacia él, sintió su sangre comenzar a hervir lentamente. Quería traerlo a sus brazos y besarlo con lascivia; quería encerrarlo en una habitación y tomar posesión de él, penetrarlo con su rígido miembro y sumergirse en el libertinaje…
Aunque su corazón latía desbocado, al punto de estallar y hacerse pedazos, sus pies estaban enraizados en el suelo, inmovilizándolo.
Habiendo siempre sido reticente, en ese momento no sabía cómo expresar el amor que sentía, por lo que su expresión se llenó de confusión.
—¿Qué es lo que miras boquiabierto? —inquirió Zhou Yun Sheng en cuanto llegó a su lado.
La nuez de Adán del hombre se movió de arriba hacia abajo, y con voz ronca dijo:
—Lo hiciste bien esta noche, mejor de lo que imaginé. Estoy orgulloso de ti.
Zhou Yun Sheng se acercó más, extendió los brazos y atrapó a Sun Xi Mu en un rincón.
—Quiero verificar algo. Espero puedas cooperar conmigo.
Sun Xi Mu tragó saliva, intentando ganar tiempo, para que su frenético corazón se calmara, antes de preguntar:
—¿Qué cosa…?
Se moría por besarlo. Pero antes de que pudiera poner en acción sus pensamientos, el joven le rodeó el cuello con los brazos, le bajó la cabeza y capturó sus labios.
Una cálida lengua se estiró y entrelazó con la de él, y una sensación indescriptible llegó hasta lo más profundo de su corazón y su alma. Excepto por las fragantes flores y brillantes fuegos artificiales, en su mente, no era capaz de pensar en nada más.
Los ojos de Sun Xi Mu se oscurecieron, tornándose más profundos. Su mano izquierda se posó en la parte posterior de la cabeza del joven, sin permitirle separarse, y su mano derecha lo sujetó agresivamente por la cintura, tirando de él contra su persona para que no tuviera oportunidad de escapar.
El personal que había comenzado a acercarse a ellos con la intención de felicitar a Zhou Yun Sheng desapareció. Y aunque fingieron no ver nada, todos en sus corazones pensaron: Con razón el jefe estuvo dispuesto a invertir tanto en él. Es porque tienen este tipo de relación. Habiendo trepado a una rama tan alta, el ascenso a la fama de Ou Zi Nan era solo cuestión de tiempo, especialmente porque es talentoso.