Traducido por Shiro
Editado por Meli
El día posterior al concierto, Lin Si Qing y Ge Meng Shu, cada uno por su lado, dieron una conferencia de prensa, pero el asunto involucraba al difunto padrino de la música y, además, debido a Sun Xi Mu, los reporteros los trataron con mucha dureza. Preguntas mordaces les fueron hechas sin piedad, dejándolos atónitos a ambos.
Al final, Lin Si Qing se puso de pie y se inclinó en disculpa varias veces, pero no pudo articular nada en su defensa. No había manera de justificar sus acciones. El supuesto manuscrito que había presentado ante el tribunal y publicado en su blog era prueba fehaciente de que era un mentiroso, un villano malagradecido.
—Soy plenamente consciente de mis errores. Por favor, perdónenme. Denme otra oportunidad —sollozó.
El cantante, obsesionado con su imagen pública y que perteneció al panteón de los dioses de la música, estaba hecho un desastre entre mocos y lágrimas, llorando como un niño.
—¡No tiene perdón! ¡Nunca te lo perdonaremos! —gritó un fan de Ou Zi Nan que estaba escondido entre la multitud.
Acto seguido, alguien le arrojó una bolsa llena de heces de perro. Aunque los de seguridad sacaron con rapidez al hombre, la imagen vergonzosa de Lin Si Qing quedó expuesta ante las cámaras.
Entonces se dio cuenta que su reputación era como su traje: pútrido. Sin importar cuántas veces lo lavara, al usarlo, en su mente siempre permanecería sucio.
Tal era su arrepentimiento, que casi se derrumbó en el acto, pero aguantó. Necesitaba salvar a Ge Meng Shu. Ella no sabía nada, era inocente. No podía arruinar su futuro, por lo que comenzó a justificarla, negándose a irse del escenario a pesar de los intentos de su agente. No fue hasta varios minutos después que todo finalizó.
Ge Meng Shu dio su declaración a los medios después de la conferencia de Lin Si Qing. Allí afirmó que no tenía conocimiento de nada, pero que aun así quería disculparse con Ou Zi Nan y Ou Yi Bai.
Aparentemente, los fanáticos no le creyeron, pero sus seguidores la abandonaron, quedando apenas unas pocas miles de personas. Hasta los debutantes más recientes tenían más fanáticos.
Al ver que estaba a punto de arruinarse el futuro de Ge Meng Shu, Yun Zhi Yuan fue, ansioso, a buscar a Sun Xi Mu.
Ambos entraron juntos a la oficina y se acomodaron en el sofá. Ge Meng Shu llevaba puesto mucho maquillaje, pero eso no podía ocultar su demacrado rostro. Entonces saludó a Sun Xi Mu para luego darle un rápido vistazo a Ou Zi Nan, quien se encontraba recostado en el sofá.
El joven bebía té, y su piel, blanca como la porcelana, resplandecía bajo las luz del sol; sus ojos soñadores transmitían la sensación de un temperamento tranquilo y melancólico, hermoso como una pintura. Era difícil imaginar que tan introvertido y tímido poseyera una presencia en el escenario tan intimidante. Podía hacer que decenas de miles de personas aclamaran por él, que gritaran, lloraran y se dejaran llevar por su música.
Había acabado con todos los rumores negativos acerca de él, y aquellos que decían que no podía escribir canciones fueron acallados con su concierto. Además, como había explicado en su blog, no era que no supiera escribir, era que tal era la admiración por su padre que se había confinado a sí mismo, pensando que jamás sería capaz de sobrepasarlo. Pero su muerte rompió los grilletes que aprisionaban su alma, lo que le permitió volar con valentía hacia el firmamento.
Yun Zhi Yuan se sintió conflictuado en cuanto vio a Ou Zi Nan. El joven que una vez pensó era un caso perdido, se convirtió en el músico más popular del mundo de la noche a la mañana. Sus canciones ocupaban los primeros lugares en todas las listas de música y en cada país su base de fanáticos crecía. Le habían sido otorgados títulos como «rey del rock» y «dios de la música». Logros más gloriosos que los de su padre, Ou Yi Bai, le esperaban.
Y Times Records lo había abandonado sin vacilar, obligándolo a recurrir a un competidor. Debido a esa mala decisión, Yun Zhi Yuan había sido reprendido por su padre y criticado por los miembros de la junta, que lo presionaron para que renunciara.
En ese entonces, Ou Zi Nan había ido repetidas veces a la oficina del presidente, para explicar lo sucedido, pero él nunca le dio la oportunidad. Ahora lamentaba no haberlo escuchado con calma, de haberlo hecho, quizás Times Records no se encontraría en esa situación.
Regresando a la realidad, Yun Zhi Yuan saludó a Sun Xi Mu al tiempo que se frotaba su corazón lleno de arrepentimiento.
—Toma asiento —le indicó Sun Xi Mu, sacó un puro y se lo entregó a Zhou Yun Sheng que lo tomó, cortó con cuidado y lo encendió, moviendo la cabeza para evitar el humo que se elevaba—. Puedo dejar de fumar si odias tanto el olor a tabaco.
—No hay necesidad.
Esa es una característica precargada, es imposible que la abandones, pensó y negó con la cabeza, divertido.
En el pasado intentó ayudar a su amante a que dejara de fumar, no durante uno o dos meses, sino en las tres o cuatro reencarnaciones previas, pero nunca tuvo éxito y se dio por vencido.
Zhou Yun Sheng envolvió un brazo alrededor de su cuello y tiró de él hacia abajo para susurrarle al oído:
—No lo dejes. Me gusta el sabor del tabaco cuando me besas.
Aunque el rostro de Sun Xi Mu se mantuvo inexpresivo, su parte inferior se hinchó y endureció. Intentó aguantar, pero resignado, lo tomó de las mejillas y con devoción lo besó en la frente. Lo hizo flexionar sus delgadas piernas y las usó para bloquear su región incómoda antes de mirar a sus invitados:
—¿Puedo saber a qué se debe la visita del señor Yun?
Sun Xi Mu de quien se decía era frío y despiadado, actuaba de forma muy distinta. Yun Zhi Yuan quedó atónito por unos instantes, antes de decir:
—Señor Sun, esperaba que el señor Ou nos ayudara a aclarar la situación de Ge Meng Shu. Ella no sabía nada acerca del plagio, pero la están implicando junto con Lin Si Qing. Sería una gran pena que un futuro tan brillante se destruyera de este modo. —argumentó débilmente, por lo que se apresuró a añadir—: Escuché que está interesado en adquirir el terreno en la zona occidental de Riverside. Esa propiedad pertenece a la familia Yun, por lo que estoy en posición de negociar y transferirla a su nombre al más bajo precio. Siempre y cuando el señor Ou manifieste su disposición de perdonar a Meng Shu en su blog y le dé la oportunidad de comenzar de nuevo.
Por el futuro de su amante, Yun Zhi Yuan estaba dispuesto a pagar cualquier precio. Sus palabras conmovieron a Ge Meng Shu, quien apretó su mano con fuerza con ojos enrojecidos.
Sun Xi Mu volvió la cabeza para mirar a su amado. Quería ese terreno, pero renunciaría a él si el otro así lo deseaba. Ni siquiera toda la riqueza del mundo podría convencerlo de lo contrario.
Zhou Yun Sheng bajó la mirada y reflexionó por un momento, tras lo que sacudió lentamente la cabeza.
—Es solo una oración y parece algo sencillo, pero lo siento. No puedo hacerlo porque la señorita Ge no es inocente. La canción es genial, ¿cierto? La deseaste tan pronto la escuchaste, ¿no es así? Y la persona que la escribió, resultó ser tu admirador. Sabías que haría cualquier cosa por ti, así que te sentiste tentada. Al final le rogaste, una y otra vez, que te diera la canción.
Hizo una breve pausa, como si estuviera recordando, y continuó:
—En ese entonces hablé con mi hermano mayor. Él ya había comenzado a preparar mi EP, pero luego comenzó a evitarme y te dio la canción. En mi opinión, de no haber sido por tu codicia e insistencia, nada de esto habría sucedido. Sin importar cuánto intentes encubrir lo que hiciste o cuán pura te muestres, es imposible cambiar el hecho de que eres el catalizador de este desastre. Nunca podré perdonar a mi hermano mayor y, naturalmente, tampoco podré perdonarte a ti. Por favor, vete.
Las palabras del joven acabaron con la última barrera de autoconservación de Ge Meng Shu. Era cierto que Lin Si Qing le había explicado en ese entonces que la canción era para Ou Zi Nan y que estaba ya trabajando en el EP. Pero ella sabía que la canción sería un éxito, que crearía un milagro; así que hizo todo lo posible para conseguirla. Incluso llegando al punto de presionar al agente de Lin Si Qing, para verlo en privado y darle falsas esperanzas. Así fue como obtuvo su deseo.
Sin importar cuánto declarara su inocencia frente a los medios, no podía erradicar el miedo y la culpa que habían echado raíces en su corazón. Pensó que Ou Zi Nan era de voluntad débil y bondadoso por naturaleza, pero no esperaba que estos contratiempos lo convertirían en una persona tan dura y fría.
Lo lamentó profundamente, pero ya no había cabida para su redención. Si no podía hacer que Ou Zi Nan la perdonara, le sería difícil avanzar en la industria del entretenimiento.
¿Qué debería hacer en el futuro? ¿Debería aceptar la propuesta de matrimonio de Yun Zhi Yuan y abandonar la industria del entretenimiento? Aunque me rehuse, su padre se opondría. La familia Yun jamás aceptaría una artista en su familia.
Ge Meng Shu sintió como si hubiese caído en un gélido abismo. Cómo la sacó Yun Zhi Yuan de la oficina era algo que desconocía.
♦ ♦ ♦
Yun Zhi Yuan era una figura poderosa en la industria del entretenimiento, pero no pudo proteger a su novia. Al ver que la carrera de Ge Meng Shu había arruinado, y que Lin Si Qing estaba por mudarse al extranjero para nunca volver, la llama a la que su corazón se aferraba necesitaba un lugar donde poder desahogarse.
De ese modo, Ou Zi Nan se convirtió en el objetivo de su venganza. Gastó una exorbitante suma de dinero para comprar unas fotos e hizo que la gente las difundiera en línea de la noche a la mañana.
Eran fotos cándidas de dos hombres besándose. El rostro de Ou Zi Nan era visible, pero el del otro hombre estaba oculto en la oscuridad, indistinguible. Su pareja era un hombre alto y de contextura robusta que lo confinaba en sus brazos; una mano presionando la parte posterior de su cabeza y la otra alrededor de su cintura, la parte inferior de sus cuerpos conectada…
Incluso en la penumbra, era imposible ocultar el apego emocional de ambos. El título de la nota era muy provocativo:
EL NUEVO REY DE LA MÚSICA ES HOMOSEXUAL Y BESA A OTRO HOMBRE EN PÚBLICO SIN PUDOR.
A esto, las respuestas de la armada de internet le siguieron sin cesar, diciendo que habían visto a Ou Zi Nan coquetear con diferentes hombres en público, que se había acostado con varios y que llevaba una vida corrupta.
La noticia conmocionó a los internautas. Decepcionados e iracundos, bombardearon el blog de Ou Zi Nan, exigiendo la verdad. También llamaron a la sede del Grupo de Entretenimiento Informativo Huanya demandando una explicación.
Muchos homófobos incluso dijeron que las fotos eran tan asquerosas que vomitaron en cuanto las vieron. Por supuesto, hubo personas que manifestaron su apoyo, diciendo que Ou Zi Nan era libre de amar a quien quisiera, fuese este hombre o mujer. Pero la cultura del País C era conservadora en líneas generales, por lo que los inclusivos eran minoría. Incluso cierto actor chapado a la antigua se pronunció al respecto, diciendo que Ou Zi Nan estaba enfermo y que debía buscar tratamiento médico de inmediato.
La incipiente carrera de Ou Zi Nan como cantante recibió un golpe devastador. Su sexualidad y su vida privada se convirtieron en temas de sobremesa, y fotos íntimas de él y Lin Si Qing cuando eran jóvenes comenzaron a surgir. De manera implícita, sugerían que había estado enamorado unilateralmente de su hermano de crianza, y que esta era la razón de que lo arruinara.
Desacreditando a Ou Zi Nan, Yun Zhi Yuan consiguió que dejaran de prestarle atención a Ge Men Shu, limpiando así su reputación. Luego, se puso en contacto con los mejores músicos a nivel nacional, planeando lanzar un nuevo álbum para ella, con la intención de que volviera a ser el centro de atención lo más pronto posible.
Li Li (CEO de Huanya) se a cercó a Sun Xi Mu con una pila de periódicos y le preguntó con ansiedad:
—Jefe, ¿qué hacemos ahora? ¿Deberíamos hacer una conferencia de prensa para explicar la situación? ¿O deberíamos montar un escándalo secual entre Ou Zi Nan y alguna de las artistas de nuestra compañía para que podamos limpiar su nombre?
Luego de exteriorizar la última pregunta, Li Li juró por su vida que percibió intenciones asesinas en los ojos de su jefe.