Traducido por Shiro
Editado por Meli
Zhou Yunsheng creyó que la presentación era una mecánica de Gustav para calmar los nervios de los concursantes, por lo que no pensó mucho al respecto. Los dos se cambiaron de ropa y se dirigieron hacia el camerino.
Zhou Yunsheng había elegido para sí, un chaqué de mañana, una prenda que solo pueden llevar los caballeros británicos de la nobleza. El abrigo era de color plata grisáceo, combinado con pantalones a rayas de cachemira, un chaleco de doble botonadura a cuadros grises y una camisa blanca impecable de cuello alto. Por último, se ató un pañuelo de seda de flores negras sobre un fondo plateado.
Vestido así parecía un joven maestro de noble cuna; elegante y exquisito, llamativo en todos los sentidos.
Gustav lo contempló durante largo rato y luego se miró a sí mismo. También llevaba un traje de tres piezas, pero la mano de obra no era tan exquisita y hermosa como el del minino. Sin mencionar que, a juzgar por el estilo, parecía ser algo que llevaría un sirviente.
Zhou Yunsheng, al notar su mirada, se sonrojó y explicó:
—Como quiero capturar la rigidez y la indolencia, al igual que lo antiguo y la vivacidad, de la vida aristocrática del siglo XVIII, nuestra vestimenta actual es la de un joven amo y su sirviente. Ahora soy tu amo, ¿puedes aceptar eso? —preguntó y, con sus ojos azules seductores, miró al hombre con cautela. Sabía muy bien cuál era el mayor encanto del cuerpo que ocupaba, y no escatimaba en usarlo para su conveniencia.
Como era de esperar, el hombre no mostró disgusto alguno; en su lugar, sonrió y habló con cortesía:
—Estoy dispuesto a servirle, joven amo.
De hecho, lejos de sentirse ofendido, estaba extremadamente satisfecho con ese escenario.
Por su parte, Zhou Yunsheng mostró una expresión de agradecimiento apropiada.
Como ambos eran bastante apuestos, luego de que les aplicaran maquillaje leve, fueron hacia la sala de estilo barroco.
—¿Qué desea, joven amo? —Gustav preguntó con respeto. De ser posible, quería tomar la mano, blanca como la leche, del minino y besarle el dorso.
El comportamiento gentil, considerado y elegante del hombre hizo que las concursantes dieran gritos de manera ininterrumpida. El rostro de Zhou Yunsheng se ruborizó, y con ojos húmedos a causa del nerviosismo, dijo vacilante:
—Yo me sentaré en este sillón y tú te quedarás de pie a mi lado. Primero tomemos una foto para ver el efecto. No es necesario que poses. Solo debemos interpretar nuestros papeles de modo que la gente pueda identificarnos con solo un vistazo.
—Sí, joven amo. Por favor, tome asiento. —Gustav se agachó para limpiar el sillón de respaldo alto. Tomó la mano del minino y lo llevó hasta él.
Su desempeño era digno del modelo mejor pagado del mundo, su velocidad para sumergirse en un papel era asombrosa. Zhou Yunsheng estaba muy satisfecho con la actuación del hombre, pero fingió nerviosismo.
—De acuerdo. A partir de ahora, soy tu maestro y tú mi sirviente. Durante la sesión de fotos, es posible que me deje llevar, por lo que de antemano me disculpo si me comporto de manera descortés.
—Sin importar cómo me trate, mi lealtad y devoción hacia usted nunca cambiarán. Siempre estaré a su lado para ayudarle y resolver sus problemas cuando me necesite. Es un honor para mí poder acompañarlo en todo momento.
Todos pensaban que el señor Atchison actuaba, pero solo él sabía que esas palabras llevaban mucho tiempo gestándose en su corazón; esperando el día en que pudiera profesar su amor a los cielos y a su amado.
En ese momento, con su corazón por fin satisfecho, dio un paso atrás e inclinó la cabeza en deferencia.
Zhou Yunsheng se sentó y cruzó sus largas y delgadas piernas, colocando ambas manos sobre sus rodillas. Habían utilizado gel espeso para peinar hacia atrás todo su cabello platino, revelando así sus exquisitos rasgos faciales. Levantó un poco la barbilla y entrecerró sus ojos, su expresión arrogante.
En ese momento, él era el hijo de un noble, y desempeñaba su papel a la perfección. Y de pie, detrás de él, había un sirviente apuesto y gentil que lo miraba en silencio, y aunque imponente, dicha mirada era cariñosa.
La escena parecía congelada en el tiempo, sin embargo, emitía una atmósfera melancólica, como si hubiera innumerables historias ocultas entre los dos protagonistas, la tenue iluminación brindaba una amargura y pesadez indescriptibles.
—¡Maravilloso! ¡Me encanta esta sensación de nostalgia! —exclamó el fotógrafo tan pronto tomó la primera fotografía.
Aquí vamos de nuevo. Romeo siempre se las arregla para conseguir la mejor toma en el menor tiempo posible, ¡maldita sea!
La multitud de concursantes enloquecía de celos, sobre todo Emily, quien hacía tiempo había considerado al joven como su mayor amenaza y al primero que debía erradicar.
—Vayamos ahora a la mesa del comedor a tomar fotos. Aunque son fotos artísticas, quiero capturar la calidez y naturalidad de una escena cotidiana. ¿Qué te parece? —Zhou Yunsheng levantó la cabeza y miró al hombre a su lado.
—Me parece una excelente idea, joven amo. ¿Qué necesita que haga este sirviente? —Hizo una reverencia, algo adicto a su rol. Estaba dispuesto a ser el sirviente del minino de por vida si este le entregaba su corazón.
—Sírveme un poco de vino o algo similar —respondió inseguro Zhou Yunsheng.
A continuación, caminaron hasta la enorme mesa. Allí, el talentoso equipo de utilería había preparado platos, cubiertos, pan, mantequilla, ensalada de verduras e incluso algunas botellas de vino tinto y un tarro grande de leche.
Zhou Yunsheng se sentó en la silla principal y levantó su copa de vino hacia su sirviente, que de inmediato comenzó a servirle vino, pero de pronto se detuvo. Arqueó las cejas con mirada insatisfecha, como si le estuviese preguntando: «¿Por qué estás perdiendo el tiempo, sirviente estúpido?».
El fiel sirviente se inclinó hacia él y dijo con una sonrisa:
—Joven amo, le faltan cuatro meses para ser mayor de edad, por lo que aún no puede beber alcohol. Permítame servirle un vaso de leche, esta le hará crecer más.
Le sirvió un vaso de leche, bajo la mirada disgustada de su joven amo y se lo entregó.
Mientras los dos interactuaban, el fotógrafo presionaba el botón del obturador sin parar. Uno levantaba la cabeza y el otro se inclinaba; uno era joven y arrogante y el otro maduro y modesto. Las miradas, encontradas en el aire, parecían crepitar; mientras que la incomparable belleza y la complicidad natural de ambos hombres hicieron que las fotos transmitieran una sensación inexplicable de intimidad y una extraña ambigüedad.
Una vez el joven bebió su leche, el hombre sacó un pañuelo para limpiarle la boca, este frunció el ceño con expresión orgullosa, como si estuviera diciendo: «Eres muy molesto». No obstante, en silencio, levantó la mandíbula con obediencia, expresando su apego hacia el hombre, cuyos ojos se oscurecieron al punto de que ni siquiera las brillantes luces podían penetrar las intensas emociones que se gestaban en sus pupilas. Los dos estaban de perfil, dejando a la vista sus fascinantes y cautivadores contornos faciales.
Los fotógrafos capturaron la escena y luego se acercaron con cuidado para no pasar por alto ningún detalle. Perfecto. La iluminación, el estilo, las expresiones y, sobre todo, las emociones transmitidas a través de la mirada de ambos. La fotografía desbordaba una conexión emocional sutil, casi imperceptible, pero poseía la capacidad de conmover con facilidad el corazón quien la contemplara.
El fotógrafo no tenía intención de que las fotos fueran atractivas para las fanes del BL, pero tuvo que admitir que eran geniales para ese grupo.
Cuando el fotógrafo se dispuso a ajustar el enfoque de la cámara, los hombres se levantaron de la mesa y se dirigían hacia el guardarropa.
—Joven amo, su pañuelo está torcido. —Se acercó para ajustar la prenda, sus dedos se detuvieron por un instante en la manzana de Adán del joven.
Esa era una zona vulnerable, y si no hubiese sido necesario para la foto, Zhou Yunsheng jamás levantaría la cabeza y expondría un punto débil, en especial cuando la otra persona lo estaba toqueteando, intencionalmente o no.
Al final, no pudo contenerse. Apartó la mano del hombre, lo sujetó con firmeza por la corbata y tiró de él hacia abajo; sus ojos azul marino abandonando todo vestigio de inocencia y revelando un brillo peligroso. Le estaba advirtiendo e, sin decir palabra, que no le volviera a tocar el cuello; estaba prohibido.
La fugaz sorpresa de Gustav fue reemplazada por una emoción abrumadora.
Resulta que el minino no es pura ternura, también tiene garras afiladas, y cualquiera que provoque su ira se verá enfrentado a su salvaje represalia. ¡Qué temperamento tan excitante!
¿Cómo puede existir en el mundo una criatura tan única, contradictoria y hermosa? ¡Simplemente está hecho a la medida para mí!
Gustav sonrió y desde su posición incómoda, donde el adolescente tiraba de él hacia abajo por la corbata; extendió los brazos y lo encarceló contra la pared, demostrando que aún mantenía el control, aun en desventaja.
El joven no flaqueó, levantó la barbilla con más orgullo, acortando aún más la distancia entre ambos. Con cada respiración, percibían la fragancia del otro.
Venas verdes emergieron en las manos de Gustav. Luchaba desesperadamente por contener su deseo de tomarlo en sus brazos y amarlo. La tensión hizo que su cuerpo luciera alto y esculpido, como si estuviera hecho de piedra. El joven, aunque vulnerable, mantuvo sus ojos desafiantes y tan brillantes, que eran la única chispa de color en el oscuro y estrecho espacio.
La colisión emocional era una locura contenida a punto de estallar. Se trataba de una retorcida relación entre la nobleza y la humildad, la lealtad y la traición. La fusión dio origen a una foto sin igual.
—¡Maravilloso! ¡Absolutamente increíble! ¡Treinta fotos y no se desperdició ninguna! ¡Su desempeño fue excepcional! —exclamó el fotógrafo con gran emoción.
Era la primera vez que trabajaban juntos, pero la comprensión tácita entre ambos daba la sensación de que se conocían desde hacía siglos. Cuando estaban juntos, era como si sus alrededores desaparecieran, convirtiéndose en mera utilería; y la corriente subrepticia que entre ellos fluía, creaba un espacio independiente que nadie podía perturbar.
Si un día se convertían en pareja, el fotógrafo no se sorprendería.
Zhou Yunsheng empujó con rapidez al hombre.
—Me disculpo por mis acciones, señor Atchison. —Su rostro estaba sonrojado—. No estoy acostumbrado a que me toquen el cuello.
—No importa, fui irrespetuoso. Pero… ¿nunca nadie te ha tocado? —indagó con descaro.
—Así es, lo siento. —No mintió. Romeo, era un pequeño virgen.
Un destello de placer se coló en los ojos color café de Gustav mientras frotaba el cabello del minino.
—No importa —lo consoló—. Fue mi culpa. No debí tocarte en un lugar sensible sin tu consentimiento. Soy yo quien lo siente.
Ambos sonrieron, y la atmósfera incómoda que los rodeaba desapareció. Entonces, Emily se acercó, portaba un vestido largo de encaje.
—Lamento interrumpir su conversación, pero, señor Atchison, es hora de mi sesión. —Sonrió.
Su vestido de gala era de un negro puro y translúcido, y cuando un rayo de sol lo iluminó, su lencería sensual quedó expuesta. Sus pasos eran ligeros y rápidos, lo que hacía que su voluptuoso pecho se moviera sin cesar, y su forma de vestir, cubierta y al mismo tiempo reveladora, era mucho más provocadora que llevar un bikini.
Todos los hombres en el estudio, con o sin disimulo, clavaron sus lujuriosas miradas en ella, menos Gustav, quien no mostró interés alguno.
—Sí, voy enseguida. —Sonrió por cortesía.
Sin embargo, cuando llegó el momento de despedirse del joven, su mirada se llenó de ternura y cariño. Los celos de Emily emergieron y la duda de la orientación sexual del modelo se fraguó en su interior, pero se obligó a no pensar en ello.
¿Cómo podría un hombre tan varonil y sensual como él, ser homosexual?
Emily escogió para su compañero un traje de alta costura negro puro y con solapa de seda. Debajo, llevaba una camisa negra a juego, sin corbata. Cuando el señor Atchison salió del vestidor, Emily lo miró con admiración por un momento y luego extendió la mano para desabotonar los primeros botones de la camisa.
Gustav retrocedió unos pasos para hacerlo él mismo. Se dio cuenta de lo que la mujer planeaba.
Si no recuerdo mal, ¿no es Hayden todavía su novio?
Su expresión seguía siendo gentil y modesta, pero su mirada se había tornado más indiferente y distante; y si se le prestaba atención, incluso se percibía su impaciencia y desprecio. Emily, que vivió por su cuenta desde una edad temprana, tenía cierta perspicacia y se disculpó rápidamente, tras lo que tomó la iniciativa de no tocarlo con familiaridad.
Ella fue consciente de que la trataba diferente a Romeo. Por eso, en su ansiedad, trató de seducir al señor Atchison durante la sesión de fotos, rozando, «accidentalmente», con sus partes más atractivas y sensuales el cuerpo del hombre para provocar su lujuria.
Para su decepción, el hombre no solo se mostró indiferente,también la fulminó con una gélida mirada al terminar la sesión. No quería volver a experimentar esa espeluznante sensación.
Tal vez fui demasiado explícita e hice que se sintiera avergonzado. Después de todo, con todas esas cámaras a su alrededor no podía mostrar favoritismo hacia ninguno de los concursantes. Pero soy mucho más hermosa que Bonnie, ¿cómo podría no gustarle?
Con la perseverancia digna de una heroína, recuperó pronto la confianza en sí misma y se dispuso a redoblar sus esfuerzos.