Pronto, utiliza el rostro del demonio – Arco 8: Capítulo 21

Traducido por Shiro

Editado por Meli


Bonnie dejó la sesión de Ivanna y Zhou Yunsheng para el final. Así evitaba que su jefe renunciara a la sesión una vez concluida la del minino, solo por su atracción hacia él, tomaba fotografías de personas.

Tanto los hombres como las mujeres tuvieron desempeños torpes al interpretar al sexo opuesto; sin embargo, hubo muchos momentos divertidos, de tal manera que Bonnie y Miss Jeffrey, olvidaron por completo guiar a los participantes.

Emily sabía que si no luchaba, pronto sería eliminada. Su puntuación en línea había sido arruinada por Romeo, y no había duda de que bajaría mucho más. Con paso firme, lleno de masculinidad, se dirigió a la ubicación de la sesión fotográfica. Un parche cubría su ojo izquierdo, un pequeño bigote estaba dibujado sobre sus labios e iba vestida con un magnífico atuendo de pirata.

Emily colocó un pie sobre un taburete; su pareja se arrodilló, con las manos en oración. Ella le sujetaba con fuerza el mentón para que la mirara. A pesar de su esfuerzo, se podía distinguir con facilidad al hombre y a la mujer, pero el efecto final fue muy divertido. Quienquiera que viera la foto, no podría evitar reírse.

Gustav revisó las fotos, sin embargo, no hizo ninguna evaluación. Los que se deshicieron en elogios fueron Bonnie y Miss Jeffrey. Esa había sido la pareja más natural hasta los momentos.

Por fin llegó el turno de la pareja que todos habían estado esperando. Los concursantes se reunieron alrededor para animarlos, para las mujeres, Ivanna era como un ídolo masculino y los hombres Romeo se había convertido en una diosa.

La mirada sombría de Emily se posó unos instantes en el delicado rostro de Romeo y luego se desvió. Siempre supo que era uno de los más apuestos entre los concursantes, pero nunca imaginó que destacaría tanto. No importaba lo extraño que fuera su atuendo, él podía controlarlo sin esfuerzo, transmitiendo siempre una sensación de naturalidad, era el talento que se necesitaba en la industria del modelaje.

¿Cómo reaccionará la audiencia cuando lo vean así?, pensó con recelo.

—Cariño, párate en el medio —dijo Gustav con una sonrisa.

Ivanna, empujó a Romeo hacia el centro. Sabía que Gustav se refería al joven, de quien no despegaba los ojos.

La luz le iluminaba la piel blanca, haciendo que pareciera una gema. Gustav miró a Romeo por un momento, le hizo ajustar la posición varias veces y comenzó la sesión de fotos. En cuanto a Ivanna, no estaba dentro sus consideraciones. En su campo de visión había cabida para una sola persona.

—Intenten sentarse. No, no, no. Ivanna, no es necesario que abraces al minino. Quédense en sus respectivos lugares. De ese modo, las fotos capturarán una elegante y melancólica sensación de lejanía. Me gusta mucho —declaró.

Bonnie frunció los labios y condenó en su interior: Jefe, no te excuses. La verdad es que no te gusta verlos intimar. Incluso si solo están posando para una foto.

—Sí. Perfecto. Sigue así. Cariño, mírame. Suaviza un poco tu mirada, más dulce, como si yo fuera la persona a quien más amas —instruyó con dulzura.

Todos pensaron que era normal que un fotógrafo se dejara cautivar durante una sesión; no obstante, él estaba expresando sus verdaderos sentimientos. Cuando el chico lo miraba con esos ojos llenos de afecto, su alma se estremecía.

—Cariño, sonríe para mí. —Su voz se tornó más áspera. Era obvio que estaba sediento.

Era tal la tentación que el joven representaba que su boca se secó y su cuerpo no podía parar de sudar, pero no quería detenerse. Era una dulce tortura.

Zhou Yunsheng sonrió levemente a la cámara y su agudo oído captó la respiración agitada del hombre.

—¡Sí, perfecto! Maravilloso, cariño, eres un ángel. ¡Eres asombroso! —elogió a su amado.

Bonnie quedó estupefacta a causa de la estúpida naturaleza que su jefe oculta bajo esa elegante apariencia. Ya lo había visto tomar fotos. Era muy callado, como un transeúnte observando todo con indiferencia. Transmitía una sensación de desconexión, como si no perteneciera a ese mundo. Por eso creyó que era de sangre fría; jamás imaginó que enloquecería tanto cuando encontrara algo que la hiciera hervir.

¡Esta escena debe ser conmemorada!, sacó su móvil para grabar.

—Señor Atchison, les queda una última foto —exclamó Bonnie con el afán de ser cruel—. ¿Por qué no se detiene y les permite pensar una última pose para la sesión?

—¿Solo queda una foto? —Gustav frunció el ceño y miró la pantalla.

El tiempo pasó demasiado rápido. ¿Cómo pueden ir ya veintinueve fotos? Ni siquiera dos mil novecientas millones son suficientes, ¡ah!

Contrario a sus pensamientos, su expresión se mantuvo impasible, aunque, irritado, se llevó el cabello hacia atrás.

No había sido sencillo para él obtener una oportunidad para acercarse a su minino. Y la había desperdiciado.

¡Mierda!

Vio al minino e Ivanna discutiendo la pose que harían, Gustav se acercó y tras sentarse en la majestuosa silla, dijo:

—Pueden hacer esto. Cariño, ven, acuéstate en mi regazo.

No era inusual que el fotógrafo o los jueces guiaran a los participantes sobre cómo posar, pero era la primera vez que el señor Atchison, siempre taciturno y distante, lo hacía. Luego de la sorpresa inicial, los concursantes comprendieron sus sentimientos. Romeo estaba tan radiante ese día, que como dijo Miss Jeffrey: «Su belleza trasciende la de la Vía Láctea».

Entendían que, como fotógrafo, debía pasar la vida yendo tras cosas hermosas, esperando horas para poder capturar el momento perfecto. Su pasión por la versión femenina de Romeo no era sorprendente, era la naturaleza humana.

Incluso los concursantes, luego de verlo ese día, ya no podían ser hostiles con Romeo, porque solo ver su rostro les hacía recordar la encarnación de su diosa.

Zhou Yunsheng vaciló solo un segundo antes de acercarse y recostarse, sobre las largas piernas entrecruzadas del hombre y percibió el agradable aroma de la colonia de Gustav.

Cada vez que tenía la oportunidad de interactuar con su minino, pasaba horas arreglándose. Desde escoger el traje a los botones; todo debía quedar perfectamente combinado. Incluso los calcetines debían ser extraordinarios.

En ese momento, con el minino recostado sobre su regazo, sintió cómo el calor de sus mejillas alcanzaba su piel a través de la tela y casi gimió de emoción. Comprobó la parte inferior de su cuerpo y, al descubrir que no había nada fuera de lugar, se sintió aliviado y por fin miró el hermoso perfil de Romeo.

¡Cómo muero de ganas por sostenerle así la cabeza y plantarle innumerables besos en esas delicadas mejillas! 

Mientras se imaginaba ese escenario, introdujo sus dedos en el cabello del joven, acariciándolo con suavidad. Era una pose íntima y conmovedora.

—¡Oh, Dios mío! ¡Cuánta dulzura! ¡Es cautivador, se percibe el cariño puro! —exclamó una concursante al tiempo que se cubría el corazón, a punto de derretirse.

Otros asintieron, de acuerdo con ella.

Ivanna comprendió lo que el hombre quería decirle y pensó que la pose era genial, mucho más romántica que lo que ella y Romeo habían planificado.

—Ya veo. Gracias, señor Atchison.

—No me agradezcas. Después de todo, es nuestra última toma. Tiene que ser perfecta. —Gustav soltó al minino de mala gana y volvió a ocupar su posición como fotógrafo.

Buscando que nadie se percatara, Gustav movió sus dedos, aún podía sentir la sedosa textura del cabello en su piel, quería llevarse la mano a la nariz e identificar si era el champú que el joven usaba lo que olía tan refrescante.

Zhou Yunsheng no había usado peluca porque el estilista, de signo virgo, detestaba las pelucas sintéticas y la forma en que arruinaban el peinado, por lo que optó por utilizar extensiones a través de las cuales pudo sentir con claridad los dedos de Gustav.

La actitud del hombre le inquietaba, pero antes de que pudiera ahondar en sus preocupaciones, Ivanna ya no esperaba en la posición que había dejado Gustav.

—Cariño, gira el rostro un poco más hacia un lado y mira a mi cámara. Sí, perfecto. Cariño, sería genial si pudieras humedecer un poco tus ojos azules. Déjame ver el anhelo en ellos… ¡Así, aguanta! —Enfocó el lente y presionó el disparador. Luego abrazó al adolecente—. Cariño, lo hiciste genial. ¡Te amo! —exclamó con tono grave y ronco y, si se escuchaba con atención, podrían notar la devoción que en él había.

A Zhou Yunsheng no le faltaban admiradores lunáticos, y como no quería ocasionar problemas, sonrió y le agradeció, tratando su confesión como si fuera un elogio ordinario. Los occidentales siempre estaban diciendo «te amo» indiscriminadamente.

Aunque su reacción decepcionó a Gustav, para no afectar el estado de ánimo, abrazó al joven de nuevo y luego caminó hacia Bonnie y Miss Jeffrey para mirar las fotos del día.

Los concursantes salieron corriendo hacia los vestidores para quitarse la ropa; ya habían sido torturados lo suficiente ese día.

Ivanna corrió hacia su «mejor amiga», miró de reojo al señor Atchison y, levantando sus dos pulgares, los juntó para simular un beso entre amantes. John, detrás de ellos, tenía un micrófono en la solapa, por lo que no habló, pero Zhou Yunsheng agitó su mano en negación.

Sin embargo, Ivanna estaba segura de haber notado al señor Atchison mirar desde lejos a Romeo, con un amor y una ternura evidentes.

Si no ama a Romeo, ¿cómo explicar que él es al único a quien ve?

Nadie sabía lo incómoda que se había sentido durante la sesión de fotos. El señor Atchison nunca se interesó si ella se veía bien ni se molestó en guiarla. Su único objetivo fue capturar la belleza de Romeo.

Le llamaba «cariño», pero no lo hacía de manera casual ni con la intención deliberada de calmarlo para la sesión de fotos. Para él de verdad es un tesoro único.

Shiro
La palabra para «bebé» y «tesoro» es la misma en chino. Quizás porque un bebé es un tesoro (?) Aunque nosotras a ZYS lo llamamos «cariño» en lugar de «bebé» por gusto personal.

Ivanna no sentía celos en absoluto, al contrario, se enorgullecía de su propia intuición.

El señor Atchison sin duda alguna está enamorado de Romeo, podría apostar todo lo que tengo a que es así.

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