Pronto, utiliza el rostro del demonio – Arco 9: Capítulo 2 (1)

Traducido por Shiro

Editado por Meli


Lei Chuan llevaba dos meses siguiendo a Bai Mohan, y la ira que lo hacía querer destrozar al joven hombre se había convertido en calma. Deseaba saber si la supuesta noble misión de Bai Mohan de salvar a la humanidad podría o no tener éxito. Él creía que el doctor era un psicópata, y que su investigación era solo para satisfacer sus fantasías destructivas.

Por gente como él fue que tuvo lugar el apocalipsis. Eran inmundos y merecían ser eliminados. Si pudiera regresar a su cuerpo y escapar del instituto, haría que todos allí pagaran el precio que les correspondía.

Debido a su odio, prestó especial atención a Bai Mohan, y le seguía todos los días para observar sus movimientos. Así descubrió que no tenía sentido común, y que ni siquiera sabía hacer fideos instantáneos. Solo dormía dos o tres horas diarias, para ahorrar tiempo no quería ni quitarse la ropa y una vez que el experimento progresaba un poco, pasaba varios días sin dormir.

Era como Ironman, la intensidad de su trabajo era difícil de imaginar para la gente ordinaria.

En ese momento, observaba una placa de Petri a través de un microscopio, la cual, al cabo de unos minutos, la colocó en una incubadora y se dirigió al baño. Una vez allí, cerró la puerta del cubículo, levantó la tapa del inodoro, se inclinó, dobló las rodillas y escupió una bocanada de sangre, que tiñó de rojo el agua clara.

A continuación, sacó un poco de agua del balde que estaba al lado, vertió el rojo líquido por la tubería y limpió las gotas de sangre esparcidas con un trapo escondido en el tanque de agua. Luego salió y se lavó las manos como de costumbre.

Su expresión era indiferente, como si fuera saliva lo que escupía. Lei Chuan se encontraba a su lado, observando su pálido rostro con una mirada compleja.

Lei Chuan sabía que para evitar su autodestrucción, esa persona había pagado un precio inimaginable. Su propio cuerpo casi había quedado hecho pedazos, y el de Bai Mohan debía estar en un estado similar. Sin embargo, él tenía la habilidad de sanación, mientras que el otro no se atrevía a ver a un médico, de lo contrario, no habría tenido que recurrir a tales artimañas para ocultarlo.

En ese momento, recordó sus palabras: «Creo que estoy recorriendo el camino correcto y pagaré el precio que cueste».

¿El precio es su propia vida?, Lei Chuan esbozó una sonrisa burlona y se advirtió a sí mismo no dejarse confundir por el diablo y no olvidar el dolor que le infligió ese hombre con un bisturí.

Zhou Yunsheng reprimió el intenso dolor que laceraba tanto su cuerpo como su alma y regresó al laboratorio paso a paso. No podía permitir que nadie descubriera el verdadero estado físico de Bai Mohan. No tenía tiempo para permanecer en la enfermería recibiendo tratamiento. Si no desarrollaba la vacuna lo antes posible, la energía que le quedaba no sería suficiente para regresar al espacio entre mundos y por lo tanto, la conciencia del mundo lo arrojaría al espacio-tiempo. De eso suceder, se convertiría en una cadena de datos, el Señor Dios ni siquiera tendría que tomarse la molestia de eliminarlo.

En esta misión, solo le quedaba tener éxito.

Justo cuando se dirigía a la puerta del laboratorio, una investigadora gritó, presa del pánico:

—¡Doctor Bai, el efecto del sedante inyectado al sujeto de prueba número uno debería haber desaparecido hace mucho tiempo, pero no ha despertado aún! ¿Le habrá sucedido algo?

Debido al gran poder de Lei Chuan, para asegurarse de que permaneciera en la mesa de pruebas, Bai Mohan le inyectaba con regularidad un sedante, el cual lo hacía dormir durante al menos un mes y medio. Habían pasado dos meses desde la última inyección, pero no había abierto los ojos.

El corazón de Zhou Yunsheng dio un vuelco. Se acercó deprisa a Lei Chuan y revisó sus pupilas.

No hay respuesta, pero su ritmo cardíaco y sus respiración son normales. ¿Será que sufrió una muerte cerebral? ¿O tal vez cayó en coma? ¡¿De qué sirve entonces que cree una vacuna?! ¡Lei Chuan nunca lo sabrá! 

Partir de ese mundo era algo que no podía permitirse porque en el momento en el que lo hiciera, Lei Chuan renacería y, entonces, usaría el método más cruel para matar a Bai Mohan. Nada habría cambiado.

Zhou Yunsheng se cubrió el rostro, derramando lágrimas de simpatía por sí mismo.

No, la habilidad de sanación de Lei Chuan es tan poderosa que es imposible matarlo. Simplemente no quiere despertar. Una persona fuerte como él, aún estando en coma, no puede dejar de percibir el mundo externo por completo. Esta vigilancia está arraigada en sus huesos y no desaparecerá fácilmente. Apostaré por esto, ¡siempre he tenido buena suerte cuando apuesto!

Se reconfortó a sí mismo, calmándose.

Lei Chuan vio sus ojos enrojecidos y el dejo de tristeza que en ellos había y su corazón se estremeció tan ligeramente que ni siquiera se percató.

♦ ♦ ♦

El sujeto experimental número uno no despertó, pero mientras se encontrase con vida, su sangre estaría fresca, por lo que a los investigadores no les preocupaba mucho. Zhou Yunsheng limpiaba el cuerpo con cuidado todos los días con la esperanza de crear un poco de buena voluntad. Era como una inversión para el futuro. Tenía una corazonada: cuando Lei Chuan renaciera, la conciencia del mundo lo expulsaría y el verdadero Bai Mohan regresaría.

En ese momento, limpiaba el brazo de Lei Chuan con una toalla blanca, piadoso y dedicado, como si tuviera entre sus manos un tesoro de valor incalculable, y el dueño de dicho cuerpo, de pie frente a él, lo miraba de manera cada vez más compleja.

La condición de esa persona empeoraba, y ese mismo día, cuando vomitó sangre más temprano, Lei Chuan encontró carne sólida. Parecía estar tosiendo los órganos internos. Su cuerpo debía estar ya al límite, y el dolor que padecía debía ser uno que la gente ordinaria no podría soportar, pero su expresión impasible no se alteraba, ni siquiera arrugaba la frente.

Esa misma mañana, en cuanto salió del baño, cayó al suelo, y mientras luchaba por levantarse, Lei Chuan estiró el brazo de manera inconsciente para ayudarlo, lo cual lo sorprendió sobremanera, poniéndose irritable e irascible, y en medio de sus altibajos emocionales, se sentó en un rincón a meditar durante mucho antes de regresar junto a Bai Mohan.

Entonces se percató de cómo limpiaba su cuerpo; lo vio estudiar la placa de Petri; observó cómo discutía el experimento con los investigadores y lo contempló dormir vestido en el frío suelo.

Luego de muchos días, Lei Chuan se fue calmando cada vez más.

Las tres computadoras en el laboratorio calculaban día y noche, y la barra de progreso había pasado del 50 % a un 80 %. Cada investigador que pasaba por la computadora no podía evitar detenerse y mirar la barra de progreso con ojos esperanzados, como si cuando alcanzara el cien por ciento se lanzaría un hechizo mágico y el mundo infernal a su hermosa apariencia original.

Lei Chuan también desarrolló el mismo hábito. En ese momento, estaba parado frente a la computadora, mirando sin parpadear la data que allí se reflejaba. Al escuchar los pasos de Bai Mohan, de inmediato se hizo a un lado por temor a bloquear su línea de visión, tras lo que sonrió ante su ridícula reacción.

Zhou Yunsheng se inclinó para ver en qué punto se encontraba el cálculo de la computadora. Justo el día anterior, 007 había dejado de funcionar por falta de energía. Para reiniciarlo, era necesario que le introdujera el poder de su alma, pero la conciencia del mundo cada vez lo rechazaba con mayor intensidad, y apenas podía mantener en funcionamiento ese cuerpo, por lo que no tenía energía extra para 007.

Ahora, solo podía confiar en que las computadoras hicieran los cálculos correctos.

Por fortuna, el cálculo de alta velocidad de 007 ya lo había asistido lo suficiente, y esperaba que los resultados estuvieran disponibles dentro de dos meses.

Zhou Yunsheng se enderezó y dejó escapar un suspiro cuando, de pronto, las luces sobre su cabeza parpadearon dos veces y luego se apagaron por completo. Seguido de esto, las tres computadoras emitieron un zumbido y luego las pantallas pasaron del azul al negro.

—¡¿Un apagón?! ¿Por qué hay un corte de energía? ¿No habíamos dicho ya que no podían haber cortes de energía en el laboratorio? ¡¿En qué rayos están pensando los del alto mando?! —gritó enojado un investigador.

Shiro
Qué ironía traducir esto durante un corte de energía. ewe

Aunque las computadoras eran las más avanzadas que podían encontrarse en ese mundo post-apocalíptico, debido a su uso prolongado, muchas sus funciones presentaban fallas. El mayor de ellos era que no podían almacenar datos luego de un corte de energía. Bai Mohan había solicitado insistentemente a los superiores de la base que garantizaran el suministro eléctrico al laboratorio, y aunque ellos habían aceptado, era evidente que no se habían tomado el asunto muy en serio.

Una vez se restableciera la energía eléctrica, los cálculos se reiniciarían, lo que significaba que acababan de desaparecer años de cálculos, y que debían comenzar desde cero.

Ese mundo ya estaba devastado, nadie sabía cuánto tiempo más podía esperar.

Una densa ola de tristeza se extendió por el laboratorio. Una investigadora comenzó a sollozar, y otra que no se pudo contener le siguió. Pronto, los sollozos de desesperación resonaron como un coro. Habían luchado durante miles de días y noches, habían sacrificado a incontables compañeros, solo para encontrarse con oscuridad delante de ellos.

En ese momento, Lei Chuan, abrumado por la desesperación y la tristeza, olvidó su odio. Ya no era un simple sujeto experimental tumbado sobre una mesa, sino un espectador invisible, por lo que parecía percibir sus alrededores con mayor racionalidad.

El jefe del equipo de seguridad llegó corriendo y explicó:

—Un nivel once irrumpió de repente en la base y destruyó la sala de máquinas. Los técnicos no podrán realizar las reparaciones hasta que el zombi sea eliminado, por lo que ni los de arriba saben cuándo volverá la energía.

El nivel máximo de las habilidades especiales era el doce. Más allá estaba el nivel Emperador y, aún más arriba, quizás existieran el nivel Sagrado y el nivel Dios; los tres niveles legendarios. Un zombi de nivel once o doce podría considerarse uno de los principales enemigos del mundo. Matar solo a uno costaba vidas y recursos imprescindibles.

El tiempo de espera parecía interminable, y los gritos de los investigadores se volvieron más desesperados.

Zhou Yunsheng fue la única persona que mantuvo la calma, y enseguida preguntó:

—¿Hay usuarios con poderes de rayo en la base? ¿Nos pueden facilitar uno o dos de ellos?

El jefe del equipo de seguridad sonrió con amargura y negó con la cabeza.

—Nadie en nuestra base tiene poderes de rayo. Lei Chuan era el único, y yace en la mesa de pruebas.

Zhou Yunsheng guardó silencio. Ni siquiera la oscuridad podía ocultar su pálido rostro. Lei Chuan pensó que sentiría regocijo, pero al ver su figura delgada como el papel, una inexplicable opresión invadió de su pecho y, no queriendo seguir viéndolo, apartó la mirada.

—Búscame un bolígrafo, papel y velas. Haré los cálculos yo mismo.

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