Pronto, utiliza el rostro del demonio – Arco 9: Capítulo 3 (1)

Traducido por Shiro

Editado por Meli


Luego de la reunión, los científicos vestidos de blanco comenzaron a salir uno a uno. Zhou Yunsheng había caminado hasta la esquina de las escaleras cuando Wu Hanyuan extendió la mano y lo detuvo.

—Doctor Bai, es trabajo de todos salvar a la humanidad, pero su investigación ha sido infructífera durante todos estos años, mientras que la mía está cerca del éxito. ¿Por qué no cierra su proyecto y me ayuda? Mi equipo aún necesita de un jefe de equipo adjunto.

Bai Mohan era el director del instituto de investigación, y la oferta de Wu Hanyuan era denigrante y un intento de desbancarlo. Además, su proyecto había sido favorecido por los altos mandos, aumentado su relevancia, recibiendo así recursos y un presupuesto sin precedentes. Por el contrario, el equipo de Bai Mohan recibía cada vez menos recursos, incluso teniendo una baja prioridad para el suministro de energía.

Zhou Yunsheng soltó una carcajada sarcástica y contestó:

—Tenemos diferencias fundamentales. Mi objetivo es erradicar a los zombis, mientras que el tuyo es incrementar el número de estas criaturas abominables. ¿Estás seguro de estar salvando a la humanidad y no destruyéndola? Wu Hanyuan, quien siembra vientos cosecha tempestades. Tarde o temprano recibirás tu retribución.

Con prisa, Wu Hanyuan se alejó, gritando a la espalda de Zhou Yunsheng:

—¡Yo recibiré mi retribución, pero ¿tú qué?! ¡Las vidas que tienes en tus manos no son menos que las mías!

Zhou Yunsheng detuvo brevemente sus pasos, pero luego continuó caminando. Al notar que el jefe del equipo de seguridad no dejaba de mirarlo a hurtadillas, dijo con calma:

—No te preocupes, ya he recibido mi retribución, pero todo lo que he sufrido ha valido la pena. Algún día lo entenderán.

El jefe del equipo de seguridad bajó la vista y permaneció en silencio.

Lei Chuan lo siguió con el ceño fruncido. Sabía muy bien a qué se refería con «retribución»; su cuerpo estaba al borde del colapso.

♦ ♦ ♦

Unos días después, Wu Hanyuan decidió realizar un experimento a gran escala. Para presumir, invitó a los altos mandos de la base y los responsables de otros grupos de investigación a presenciarlo.

En una enorme sala con paredes de vidrio refinado a partir de un meteorito, había encerrados más de una docena de zombis, todos ellos de nivel siete o superior. Entre ellos había incluso uno de nivel diez con habilidades de agua que no dejaba de disparar proyectiles de agua contra el cristal, intentando escapar.

Por fortuna, el cristal era extremadamente resistente y, aunque hubiese dos zombis de nivel diez, podría aguantar varias horas sin romperse.

—¿Está listo tu zombi mutante? —El líder de la base miró a Wu Hanyuan, sus ojos destellando con ambición.

Si él pudiera crear un ejército de zombis, se podría adueñar de todo el planeta.

—Sí. Lo liberaré de inmediato. Esta es mi carta de triunfo, se desconoce su nivel, pero su poder es equiparable al de un zombi de nivel once. —Wu Hanyuan presionó un botón azul en el panel de control.

Una puerta lateral en el interior de la cámara de cristal se elevó lentamente, un zombi de cuerpo robusto, músculos prominentes y cola de lagarto larga y gruesa salió disparado como una flecha, aplastando a otro zombi y mordiéndolo con ferocidad.

Al ver su apariencia, todos contuvieron el aliento al unísono. El zombi había perdido por completo su apariencia humana. Su cuerpo estaba cubierto de escamas, el color de su piel era un verde brillante con manchas de moho y su enorme boca ocupaba un tercio de su rostro, con dientes afilados que se extendían hasta las orejas.

De un solo mordisco, le quitó la cabeza a uno de los zombis, la engulló con la cabeza hacia atrás y luego atacó ferozmente a los demás.

El laboratorio se llenó de un festín de carne y sangre, con gritos de agonía resonando por todas partes.

Era una matanza unilateral. Si se creara un ejército de zombis, la base tendría un dominio absoluto y se adueñaría del mundo. Los altos mandos se miraron entre sí y asintieron con satisfacción.

Wu Hanyuan se ajustó con satisfacción la montura de las gafas.

Lei Chuan observaba todo con expresión impasible. Su calma interior, que había durado mucho tiempo, se agitaba una vez más en un mar de furia.

Los zombis acorralan a los humanos cada vez más, y el espacio en el pueden sobrevivir se hace cada vez más reducido. ¡Y ellos crean monstruos más abominables que los zombis! ¡¿Acaso no han considerado lo que sucederá si estos monstruos pierden el control?! ¡Son un grupo de idiotas ambiciosos!

Al igual que Lei Chuan, Zhou Yunsheng maldecía en su mente a los altos mandos por su estupidez:

¿Quién les hizo creer que podían controlar esas criaturas con un simple chip? Incluso siendo yo un hacker de primera categoría, no podría garantizar la creación de un chip completamente controlable.

Con un toque de su dedo, acumuló una pizca de energía espiritual y la introdujo en 007. Una vez activado, dio la orden de iniciar un programa para la manipulación del chip. Luego, activó el núcleo de cristal y usó lo que le quedaba de energía psíquica para formar un estilete invisible, con el que golpeó constantemente el vidrio de la cámara donde se encontraban los zombis, hasta que apareció un diminuto agujero, casi invisible.

Siendo un espíritu, Lei Chuan podía ver cosas que resultaban invisibles para el ojo humano. Descubrió que del cuerpo de Bai Mohan salía disparada una energía blanca que chocaba contra el vidrio de la cámara.

¿Qué piensa hacer?

Antes de que pudiera especular al respecto, el zombi mutante en el laboratorio enloqueció de pronto. Mató en un instante al último zombi nivel diez y luego arremetió contra el vidrio, golpeándolo con todas sus fuerzas y lanzando aullidos de rabia hacia los humanos que lo observaban.

Los altos mandos de la base dieron un paso atrás instintivamente con expresiones horrorizadas.

—No se preocupen. No puede salir. Acaba de comer muchos zombis y se encuentra en un estado de excitación. Se calmará una vez que los haya digerido por completo —explicó Wu Hanyuan.

Sin embargo, el zombi no se calmó y en su violento ataque, de manera inesperada, aparecieron finas grietas en forma de telaraña en el vidrio que había sido refinado a partir de un meteorito.

—¡No va bien! ¡El vidrio está a punto de romperse! ¡Todos aléjense!

La advertencia se hizo demasiado tarde. El vidrio se rompió sin dar tiempo a que la gente reaccionara. El zombi mutante saltó hacia afuera de repente y, con maloliente y grande mandíbula, le mordió la garganta Wu Hanyuan, esparciendo su cálida sangre por doquier.

El sabor fresco y dulce, innovador para el zombi mutante, estimuló aún más su ferocidad. Arrojó el cuerpo de Wu Hanyuan y se dirigió hacia los altos mandos de la base, los cuales fueron protegidos por los usuarios de habilidades de alto nivel que los acompañaban.

Desde hacía tiempo, Zhou Yunsheng se había retirado discretamente a la periferia luego de que el vidrio se rompiera. No quería empeorar la situación y comprometer su investigación, por lo que, haciendo uso de 007, detonó el chip en el interior del cerebro del zombi.

Entonces, con un estruendo sordo, el zombi mutante, antes feroz y anormal, cayó inesperadamente víctima. Había un agujero del tamaño de un tazón en la parte posterior de su cabeza, donde se podía ver un polvo azul, lo que quedaba de su núcleo de cristal, junto con sangre negra y roja que manaba despacio.

¿Es este el supuesto salvador de la humanidad? Si hubiésemos creado un ejército así, ¡quién sabe si no habría sido la propia humanidad la que fuese aniquilada!

Los altos mandos quedaron con un miedo latente.

Mucho antes de que la confusión terminara, el equipo de su Zhou Yunsheng, bajo su guía, ya había salido. Mientras caminaba, el núcleo en su cerebro por fin se desmoronó por completo. A partir de entonces, él sería un individuo ordinario sin habilidades especiales.

Lei Chuan había escuchado a los investigadores comentar en privado que el doctor Bai, detuvo la detonación del cuerpo experimental número uno al precio de hacer estallar su propio núcleo, pasando de ser un habilidoso de nivel Emperador a un simple humano.

Se lamentaban constantemente por este sacrificio, pero Lei Chuan sabía que el núcleo de Bai Mohan no había estallado porque podía ver cómo su cuerpo siembra emanaba pequeños puntos de luz blancos, una característica de los usuarios con habilidades psíquicas.

Sin embargo, en ese momento, vio esos puntos de luz desaparecer uno a uno, como estrellas desvaneciéndose antes del amanecer. Cuando llegó a la puerta del laboratorio, la luz que rodeaba a Bai Mohan se desvaneció por completo, convirtiéndose en una persona ordinaria. Pero su expresión era indiferente como siempre, como si nada hubiese sucedido.

Allí escuchó a alguien suspirar aliviado, diciendo que afortunadamente el experimentó fracasó, de lo contrario, la raza humana tendría un nuevo enemigo natural, y el futuro habría sido aún más sombrío.

¿Era necesario sacrificar su núcleo de nivel Emperador para detener el experimento? ¿Valía la pena?

Lei Chuan no podía comprender los pensamientos de Bai Mohan.

Debido a la activación forzada de 007, el alma de Zhou Yunsheng resultó herida. A pesar del dolor intenso que sentía en su interior, se apresuró hacia la sala de descanso. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando una gran mano se apoyó en el marco de la misma.

—¡Doctor, he conseguido dos generadores de reserva! Ya no tendremos que preocuparnos por los cortes de energía en el laboratorio —dijo el jefe de seguridad con entusiasmo.

—Eso es genial. Gracias —respondió Zhou Yunsheng con tono natural, pero con sus manos apretadas en puños dentro de las mangas, sus venas sobresaliendo en el dorso. Estaba a punto de colapsar.

El jefe de la guardia se despidió tímidamente, se dio la vuelta y caminó dos o tres pasos, tras lo que pareció recordar algo y regresó deprisa, apoyándose en el marco de la puerta.

—Doctor, también he conseguido un nuevo lote de vasos precipitados y placas de Petri…

Antes de que pudiera terminar, una espesa bocanada de sangre le salpicó la cara. En un instante, una mano pálida lo agarró por el cuello de la camisa y lo arrastró al interior de la habitación, cerrando la puerta con seguro tras ellos.

¡Por suerte, no había nadie en el pasillo!

Zhou Yunsheng celebró en silencio mientras se cubría la boca, que no paraba de sangrar. Ese cuerpo ya no daba más. Tenía un presentimiento: como mucho, dos meses; como poco, uno. Ese era el tiempo que le quedaba en ese mundo.

—¿Qué… qué le pasa, doctor? —balbuceó el capitán de la guardia, limpiándose la sangre de la cara.

Al observar con detenimiento, se dio cuenta de que no era solo sangre lo que brotaba de la boca de Zhou Yunsheng, sino también fragmentos de órganos internos. El terror lo dejó sin palabras.

Zhou Yunsheng se quitó la bata y la arrugó en una bola, escupiendo sobre ella toda la sangre que le quedaba. Pasaron varios minutos antes de que se recuperara y, con paso lento, se dirigiera a la cama para sentarse.

—No es nada —declaró con un gesto de despreocupación.

¡¿A esto le llamas nada?! ¡Te estás muriendo, maldita sea! —rugió iracundo Lei Chuan con las manos temblorosas mientras intentaba cubrirle la boca.

La sangre se filtraba entre sus dedos y caía sobre la bata blanca, ya teñida de un rojo oscuro, creando una escena espantosa. A pesar de no poseer tacto, Lei Chuan sentía que esa sangre era como magma, quemándolo con un dolor insoportable.

Sus ojos se enrojecieron, inyectados en sangre. Quería estrangular el delgado cuello del hombre con sus propias manos y sacudir su cabeza con fuerza para hacerlo entrar en razón. Pero al extender sus manos, temió hacerlo pedazos. Al final, solo pudo sentarse abatido a su lado, exhalando un suspiro de profunda impotencia.

El jefe de seguridad, negando incrédulo con la cabeza, dijo:

—Es imposible que no sea nada. Doctor, debo llevarle al médico de inmediato.

¡Sí, llévalo rápido! —instó Lei Chuan, poniéndose de pie, sin embargo, nadie lo escuchaba.

Zhou Yunsheng esbozó una sonrisa amarga y agitó la mano en un gesto de negación.

—No tiene sentido. Nadie puede curarme. Prefiero morir en el laboratorio en lugar de una cama de hospital. El experimento está a punto de tener éxito, y nadie más que yo es capaz de completar la secuencia de genes. Resistiré hasta el final. No le digas nada a nadie sobre esto. Es mejor evitar un pánico innecesario.

El jefe de seguridad sacudió la cabeza una y otra vez.

¿Es posible que el doctor a quien todos consideran indestructible se encuentre tan débil?

No podía aceptar su partida. Sin darse cuenta, el rencor que hacia él había sentido había sido reemplazado por una profunda admiración.

Zhou Yunsheng lo miró directamente, su mirada penetrante, y articuló cada palabra con lentitud:

—¿Recuerdas lo que te dije una vez? Para alcanzar mi objetivo, estoy dispuesto a pagar cualquier precio. Ese precio incluye a todos los humanos y usuarios con habilidades que se sacrificaron para el experimento, así como mi propia existencia. Nuestras vidas no son nada comparadas con las miles de millones de vidas de la Tierra. No te aflijas, todos tenemos que morir en algún momento.

El jefe de seguridad, con los enrojecidos, negó con la cabeza y algunas lágrimas cayeron al suelo de baldosas blancas, emitiendo un tenue sonido. Después de un largo rato, apretó los dientes y dijo en voz baja:

—Doctor, usted es un buen hombre. Aunque muchas personas han muerto a causa suya, usted sigue siendo un buen hombre. ¡Este no es el castigo que usted merece!

Zhou Yunsheng agitó la mano, desestimando sus preocupaciones mientras sonreía con ironía, pero al sentir náuseas de nuevo, no pudo pronunciar palabra.

En silencio, el jefe de seguridad le ayudó a ordenar la habitación. Sus dedos temblaban al sacar de debajo de la cama cinco o seis prendas manchadas de sangre. Las guardó en una bolsa de viaje y, aprovechando un descuido de los demás, las sacó para deshacerse de ellas.

Zhou Yunsheng cerró la puerta con llave, se enjugó la boca y se tumbó en la cama, durmiéndose al instante.

Lei Chuan, con ojos que reflejaban una profunda oscuridad, observó su pálido rostro. Quería cubrirlo con una manta, pero no podía hacer nada. Entonces, impotente, se sentó en silencio a su lado, su mente llena de pensamientos, aunque a la vez vacía.

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