Traducido por Shiro
Editado por YukiroSaori
Guo Zurui relató la peligrosa situación en la que el doctor Bai estuvo con Zhao Lingfeng, lo que provocó que al hombre de un metro con ochenta dos de altura, se le llenaran los ojos de lágrimas y temblara, pidiendo disculpas una y otra vez con un semblante desgarrador. Esta reacción desconcertó a los soldados que miraban, algunos casi riendo tapándose la boca.
Un encuentro peligroso no era nada inusual en ese mundo postapocalíptico.
Pero ¿por qué este hombre parece desconsolado al punto de parecer haber perdido un ser querido?
Solo Lei Chuan podía comprender su angustia. Compartían el recuerdo de la muerte trágica del doctor Bai. La impotencia de no poder hacer nada ya se había arraigado en sus almas y era algo imposible de olvidar. Incluso en ese momento, cuando Lei Chuan cerraba los ojos, la imagen del hombre cubierto de sangre con los ojos cerrados, aparecía en su mente.
A menos que el doctor Bai estuviera junto a él, su corazón nunca estaría en paz.
Con el doctor Bai a salvo a su lado, cálido, con una respiración y pulso tranquilos, las emociones tumultuosas de Lei Chuan se calmaron y comenzó a aflojar los brazos alrededor del otro, temiendo lastimarlo.
Incómodo con las lágrimas de Zhao Lingfeng, Zhou Yunsheng se vio obligado a consolarlo y preguntarle si estaba herido. Esa actitud generó insatisfacción en Lei Chuan, quien se burló:
—Es un usuario de habilidades del elemento metal. Su cuerpo es más duro que el acero. ¿Qué pueden hacerle unos pocos golpes?
Zhao Lingfeng se sintió tan humillado que casi vomitaba sangre. Y para no quedar en ridículo, agitó su mano, indicando que no era nada.
El interior del vehículo quedó en silencio de inmediato.
Lei Chuan se inclinó para tomar una bolsa de viaje debajo del asiento, sacó un conjunto de ropa limpia que colocó sobre sus rodillas, y luego desabotonó la camisa del doctor Bai.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Zhou Yunsheng.
—Su ropa está manchada de sangre. Debe quitársela y tirarla, o atraerá a los zombis —contestó con calma, mientras continuaba desabrochando los botones—. Levante las manos, inclínese un poco hacia adelante. Además, ya ha llevado esta ropa el tiempo suficiente. Está tan sucia que ni siquiera se pueden distinguir los colores originales.
Bai Mohan estaba acostumbrado a ser atendido, al igual que Zhou Yunsheng. Como su vida estaba a salvo, no se resistió, siguió las instrucciones, se quitó la ropa sucia, levantando la cabeza y un brazo a la vez.
Al ver el cuerpo demacrado del médico, Lei Chuan sintió su respiración cesar, una dolorosa punzada se extendió desde su corazón por todo su cuerpo. En esta vida, el estado del cuerpo del doctor Bai no era mejor que en la anterior. Nunca se había cuidado a sí mismo, su mente solo pensaba en desarrollar la vacuna, como un devoto creyente que podría sacrificarse por su verdad incuestionable.
Aunque muchas personas lo consideraban un demonio por su trato cruel hacia los sujetos de experimentación, y todavía más hacia sí mismo, Lei Chuan sabía que en el interior de ese hombre existía un mundo prístino y hermoso, regado con su propia sangre, convirtiendo sus imaginaciones en realidad, y ofreciendo esperanza a todos los sobrevivientes.
Una vez se veía la pureza oculta detrás de la apatía exterior del doctor Bai, nadie podía odiarlo. Más bien, muchos lo admiraban, lo idolatraban y estarían dispuestos a convertirse en sus fieles seguidores. Los investigadores del laboratorio, Zhao Lingfeng y su equipo, incluso Lei Chuan como su sujeto de experimentación, todos sentían lo mismo.
Al ver al doctor Bai tan débil y frágil, Lei Chuan solo sentía angustia.
La amargura nubló su mirada, y con mucho cuidado, Lei Chuan ayudó al médico a ponerse una bata limpia, luego recogió la ropa manchada y sucia y la arrojó por la ventana. Su voz era áspera cuando dijo:
—Doctor, volvió a perder peso. Debería comer más. —Mientras hablaba, sacó una lata de carne de la bolsa y la calentó en la palma de su mano con su habilidad.
Al abrir la lata, el aroma de la comida llenó instantáneamente todo el automóvil, haciéndole difícil a Zhou Yunsheng tragar saliva. No había podido comer adecuadamente durante muchos días.
—Come tú primero, Lingfeng. Yo me como el resto. —Se contuvo y le entregó la lata a Zhao Lingfeng en el asiento trasero.
—Doctor, por favor, coma. Yo no tengo hambre. —Las lágrimas afloraron en los ojos de Zhao Lingfeng, sintiendo que el dolor interno de la golpiza que había recibido ya no era tan intenso.
—Aquí hay más y él también necesita comer. Pero dejemos las cosas claras. Si él se atreve a llevárselo de nuevo sin permiso, le romperé el cuello. —Lei Chuan sacó otra lata y la lanzó casualmente al asiento trasero.
Zhou Yunsheng sabía muy bien que Lei Chuan había quedado corrompido tras su renacimiento y que era desalmado, por lo que le dirigió a Zhao Lingfeng una mirada tranquilizadora y tomó la lata para comenzar a comer lentamente. Lei Chuan, al observar cómo se le abultaban las mejillas al comer, sintió una inmensa satisfacción. Este era su doctor, aunque no estuviera en la mejor condición, seguía vivo. Esta vez, nadie podría arrebatárselo.
La mayoría de las personas que viajaban con Lei Chuan eran aquellas en las que más confiaba, y todas poseían habilidades extraordinarias. Sentado junto a Guo Zerui, un soldado pasó un pequeño botón de metal, del tamaño de una uña, al doctor, y curioso preguntó:
—Doctor Bai, ¿esto lo creó usted? ¿Cómo llegaron estas cosas a los motores? En ningún momento le vi manipulando los autos.
Hay un total de dieciséis autos, y para instalar los botones tuvo que abrir el capó de cada uno. Es algo demasiado notorio. Además, había personas patrullando la caravana, y ninguno vio al doctor acercarse.
Por más que reflexionaban al respecto, no podían entender lo que sucedió.
Zhou Yunsheng en lugar de responder, sacó la PSP de su mochila y presionó el botón de encendido.
De pronto, al botón metálico se desplegaron ocho finas patas y se movió con agilidad, saltó de la palma del hombre hasta el asiento del automóvil, luego treparon lentamente al tablero, donde una de las finas patas tocó alrededor, como si estuviera buscando alguna rendija por la que colarse.
El hombre se quedó boquiabierto, mirando con entusiasmo la PSP en la mano del doctor, deseando jugar con ella. Sin duda, era uno de los científicos más destacados del país, pudiendo crear fácilmente una máquina arácnida tan sofisticada, y además darle una función tan útil.
No es de extrañar que la Base B hubiera enviado una caravana militar para escoltarlo. ¡Es un verdadero talento!
—Doctor, ¿puedo jugar con él? —preguntó el hombre con una sonrisa tímida.
Zhou Yunsheng lo ignoró, controló la araña mecánica para saltar al brazo de Lei Chuan y presionó un botón. Desde el interior del botón de metal, una aguja se lanzó rápidamente hacia la carne de Lei Chuan, pero, como si chocara contra una placa de hierro, se escuchó un sonido metálico y luego se partió en dos.
Zhou Yunsheng no se sorprendió, recogió el botón junto con la PSP y se lo dio al soldado en el asiento trasero, claramente un técnico. De inmediato, un grupo de personas se acercó, emocionados por jugar.
Él inventó ese artilugio no solo para interferir con los automóviles, también para extraer un poco de sangre de Lei Chuan. La aguja estaba impregnada con un sedante, por lo que no sentiría ningún dolor al penetrar la piel. Sin embargo, la capacidad de Lei Chuan estaba mucho más allá de lo que había imaginado, habiendo alcanzado un nivel en el que su habilidad protegía su cuerpo, ni siquiera las balas podían traspasarlo, mucho menos una aguja.
Por fortuna, la situación se resolvió, de lo contrario, tendría que seguir ideando formas de obtener la sangre de Lei Chuan.
Lei Chuan también se percató del verdadero propósito de ese pequeño botón, y no pudo evitar hacer una conjetura.
Antes de que el doctor descubriera las peculiaridades de su habilidad de sanación, ya estaba planeando robar su propia sangre. ¿Significa eso que también renació? Los tres morimos casi al mismo tiempo, no tiene sentido que yo y Zhao Lingfeng renaciéramos y que el doctor no.
Su repentino regocijo fue rápidamente reemplazado por una sensación amarga, y los ojos de Lei Chuan se oscurecieron ligeramente.
¿Y qué si el doctor renació? En su memoria solo está Zhao Lingfeng, yo no. En ese momento no era más que un espíritu transparente e invisible.
Pero, en ese momento final, ¿por qué el doctor besó mi cuerpo? ¿Acaso yo también soy especial para él?
A medida que Lei Chuan pensaba, su expresión fue oscilando entre la angustia, la alegría y los celos retorcidos.
Zhou Yunsheng sabía que Lei Chuan tenía dudas sobre sí mismo, pero no le importaba.
Siempre y cuando Lei Chuan establezca un laboratorio, repetiré la creación de la vacuna paso a paso y, al mismo tiempo, haré público las otras investigaciones del doctor Bai, completando así en su totalidad su deseo. Luego podré abandonar directamente este mundo, ¿y entonces qué podría hacer Lei Chuan? De todos modos, ya tendré el poder en mis manos.
Al pensar de esta manera, el futuro parecía prometedor. Zhou Yunsheng se recostó lentamente en el respaldo del asiento, relajando sus nervios tensos por primera vez.
Lei Chuan quería preguntar si él también había renacido, pero al final se contuvo.
¿Y qué si renació o no? Para él solo fui un sujeto experimental valioso y lo sigo siendo, pero tal vez esto de pie para que desarrollemos una amistad íntima y normal.
Ambos hombres estaban perdidos en sus pensamientos, en silencio, cuando un soldado en el asiento trasero exclamó de pronto:
—¡Jefe, lo logré!
—¿De verdad? ¡Buen trabajo, chico, solo han pasado dos semanas, ¿acaso tu cerebro es una computadora? —Guo Zerui inmediatamente tomó las densas anotaciones y las revisó.
—¿Eso es todo? ¡Caramba, ¿calculaste durante medio mes y todo lo que encontraste fue una combinación de seis caracteres? ¡Todo ese esfuerzo desperdiciado! —exclamó otro soldado.
Después de revisar las notas, Guo Zerui entregó el cuaderno directamente al jefe en el asiento delantero y le lanzó una mirada discreta, indicándole que no permitiera que el doctor Bai viera el contenido ya que habían arrebatado este cuaderno de los soldados que escoltaban.
Lei Chuan hizo caso omiso de su advertencia, dejando el cuaderno a la vista sobre sus rodillas. Zhou Yunsheng solo le echó un vistazo y rio en su interior.
¿Qué secreto puede haber en esto? Resultó ser una fórmula para descifrar contraseñas.
Esta era una fórmula para operar un generador de contraseñas de muy alta gama. Con esta fórmula, la cerradura o computadora a la que se le integrara este generador podría generar un conjunto de contraseñas por segundo. Entonces, solo el decodificador correspondiente podría generar la contraseña correcta que se debería ingresar a la cerradura o computadora durante ese segundo.
Cuanto más compleja fuera la fórmula, más difícil sería descifrar la contraseña. Sin un decodificador, casi nadie puede traspasar la defensa y entrar, a menos que sean genios con una capacidad de cálculo fuera de lo normal.
A juzgar por la fórmula, el tipo de generador que Lei Chuan quiere descifrar era de muy alta gama. Estos, por lo general, solo se instalaban en las bóvedas de los grandes bancos. Ahora es el fin del mundo, la moneda ya no circula y los suministros se obtienen a través del saqueo. Ni siquiera el oro es útil. Sin embargo, estas personas prefieren dedicar medio mes a calcular, lo que indica que lo que hay dentro del bloqueo es muy importante para ellos.
¿Qué objeto podría ser tan valioso como el oro y requerir de una protección tan férrea, un elemento indispensable en el mundo postapocalíptico?
