Rehabilitando a la villana – Capítulo 12: La villana finge

Traducido por Rencov

Editado por Herijo


—Disculpen la interrupción —dijo el Duque Jespen al entrar en la habitación, sorprendiendo a Shael y Eran en un momento de intenso contacto visual que rozaba lo “apasionado”. Aunque giró su cabeza para darles un poco de privacidad, sus ojos seguían discretamente fijos en su hija. ¡El hecho de que Shael acariciara la mejilla de Eran era, sencillamente, inaudito! La comisura de sus labios se curvó en una leve sonrisa, antes de que pudiera disimularlo.

¡Resulta que los rumores sobre la intensidad de su amor eran ciertos!“, reflexionó el Duque Jespen. Shael se había negado a comentar sobre los rumores, lo que, irónicamente, solo había servido para darles más credibilidad. Sin embargo, el propio Duque Jespen se había mantenido escéptico sobre la veracidad de tales rumores.

Shael se quedó inmóvil, atrapada bajo la mirada de su padre. ¿Por qué tenía que aparecer justo en este momento? ¡La situación no podría ser más incómoda!

—Mmm, si se aman con tanta intensidad, ¿no deberían casarse? —propuso el Duque, ocultando una sonrisa bajo su actitud aparentemente despreocupada.

Eran y Shael, aunque comprometidos, todavía no habían fijado una fecha para su boda. El Duque Jespen tenía sus propias preocupaciones al respecto, pero no podía dejar pasar una oportunidad como esta.

—Me tomará un tiempo considerarlo —respondió Eran con una expresión preocupada. De no ser por su firme resolución de redimir a la villana, probablemente habría rechazado la sugerencia sin pensarlo dos veces.

Shael, consciente de que cualquier cosa que dijera solo empeoraría la situación, decidió permanecer en silencio.

—Me gustaría eso —dijo Shael.

Para su consternación, ni siquiera la decisión de quedarse callada funcionó como esperaba. Su boca había hablado por sí sola.

El Duque Jespen sonrió ante su respuesta y comentó:

—No tengo idea de cómo has logrado que mi hija actúe de esta manera —comentó, sin poder ocultar su asombro.

Incluso Eran quedó sorprendido por esas palabras. Shael, que normalmente se habría regocijado al ver su sorpresa, estaba aún más desconcertada. La situación le sobrepasaba. Si ni siquiera puedo quedarme callada, ¿qué se supone que debo hacer? pensó con angustia. No sabía cuánto tiempo más duraría el efecto de la pastilla.

—Entonces, ¿por qué no fijamos una fecha para la boda? —dijo el Duque Jespen, sin perder la oportunidad.

Al escuchar la sugerencia, un pensamiento extraño cruzó la mente de Shael: Si lo negativo se convierte en positivo, ¿no se volverá lo positivo negativo?

—Sí, me gustaría eso.

Pero incluso eso era una idea equivocada. De hecho, era una pastilla que hacía que las personas solo dijeran mentiras. Así que no importaba lo que hiciera, ella mentiría.

—Sí, jajajaja. No debería ser el único que hable de este asunto.

El Duque Jespen se retiró apresuradamente antes de que Eran pudiera detenerlo.   Estaba ansioso por ver el nacimiento de sus nietos y estaba convencido de que Eran era el único capaz de lidiar con la difícil personalidad de su hija.

—¿Qué deberíamos hacer? —preguntó Eran.

—¿Sobre qué? —respondió Shael, fingiendo no entender el problema, a pesar de que sabía que lo mejor sería guardar silencio.

¡Maldito subastador! Shael maldijo mentalmente a aquel que le había proporcionado la droga. Ese hombre le había asegurado que la pastilla haría que la gente solo dijera mentiras, y que una sobredosis invertiría comportamiento, pero nunca mencionó que también les impediría callarse.

Algún día destruiré esa casa de subastas, juró Shael en su interior, con el resentimiento acumulándose. Bastardo. Perro. Incluso peor que Eran. Esos eran los peores insultos que podía concebir.

No, sería injusto decir que era peor que Eran. Nadie podía ser peor que él. Porque era un loco que maldecía a su prometida constantemente, e incluso la había amenazado con una espada.

—¿Shael?

—¿Qué? —respondió ella, agradecida de poder hablar con normalidad en ese momento.

Era un pequeño consuelo, pero suficiente por ahora.

—¿Te has vuelto loca?

Eran la insultó de nuevo. Normalmente, Shael habría suspirado y respondido con un insulto, pero ahora estaba genuinamente preocupada si realmente había perdido la cabeza.

¿Por qué tomé la pastilla? Incluso si decidí hacerlo, ¿por qué tanta?

¿Realmente tenía que probar las pastillas?

Era absurdo. Por muchas dudas que tuviera sobre el efecto de la droga, ¿no habría sido más sensato probarla con otra persona primero? Y aun si insistía en probar ella misma, ¿por qué lo hizo frente a Eran? Debo haberme vuelto loca…

—No, eso es normal —respondió Shael.

Pero ella no era alguien que estuviera de acuerdo con el comentario de que estaba loca. Afortunadamente, Eran no tuvo la oportunidad de mirarla de manera extraña, porque alguien tocó la puerta.

—Adelante.

La criada, Astin, entró en la habitación con las mejillas ruborizadas, señal de que había escuchado la conversación anterior con el Duque Jespen.

—El Duque los está llamando.

Esto solo podía significar una cosa: todo el incidente estaría en boca de la familia Azbel antes de que llegara la mañana. Shael se levantó, aunque, como tantas cosas ese día, no lo hizo por su propia voluntad. Siguió a Astin hacia el comedor de la familia.

Cuando la gran puerta se abrió, se encontraron con el Duque y la Duquesa Azbel, charlando con la tranquilidad característica de la nobleza de alto rango.

¿Acaso planean convencernos de casarnos? pensó Shael, alarmada.

La sensación de pánico la invadió. Nunca había imaginado que su padre pudiera ser tan impulsivo. Sin tener en cuenta que ella había estado respondiendo con mentiras bajo los efectos de una extraña pastilla, habían decidido convocarlos sin siquiera preguntar la opinión de Eran.

Seguro que creen que Eran es solo una persona pura y amable, y por eso están haciendo esto… pensó Shael, frustrada.

Pero, en su interior, Shael sabía que Eran podría estar maldiciéndola en silencio, llamándola “perra” en este mismo instante. Su propio prometido, Eran, era una persona con una personalidad maliciosa, y eso no era ningún secreto para ella.

Ambos tomaron asiento en la mesa. Entonces, la madre de Shael, Enella Azbel, la miró con una sonrisa ligera y le hizo una pregunta que sacudió el ambiente:

—¿De verdad llegaste a querer a Eran, Shael?

—Sí, estoy segura

¡No, en absoluto! Shael estaba pensando todo lo contrario.  Pero, bajo los efectos de la pastilla, su boca solo podía pronunciar mentiras. Las comisuras de los labios de Enella y del Duque Jespen se alzaron simultáneamente, y ambos sonrieron con satisfacción.

¡Finalmente veré a mis nietos! Ambos pensaron.

El interrogatorio continuó de manera predecible: preguntas repetitivas, respuestas falsas, y el silencio incómodo de Eran. Después de la comida, Eran tomó la mano de Shael y la llevó a un lugar apartado, lejos de las miradas inquisitivas de sus padres.

—Bien, explícame qué está pasando.

Por supuesto, Sael no pudo responder. La droga aún surtía efecto, y no podía hablar con sinceridad.

—¿Realmente te gusto?

—Sí, me gustas.

En su interior, Shael quería morderse la lengua. ¿Por qué está haciendo preguntas como esta?

—¿Cuánto te gusto?

Te odio tanto que podría matarte ahora mismo fue lo que Shael quería decir. Pero, como era de esperar, sus palabras tomaron un rumbo completamente diferente:

—Te amo hasta la muerte.

—¿En serio? —Eran sonrió.

Algo estaba muy mal con esto. ¿Por qué te estás burlando en lugar de entrar en pánico?

—Entonces, ¿por qué tomaste esa extraña medicina?

¡Sabías eso! Las palabras de Eran confirmaron que estaba al tanto de su experimento con las pastillas desde el principio

—Te dejaré ir con esto.

Un suave viento pareció emanar de él, y el cuerpo de Shael comenzó a sentirse más ligero. Finalmente, el efecto de la droga desapareció por completo.

—¿Lo sabías? —preguntó Shael.

—Sí, ¿por qué demonios comiste eso?

Shael guardó silencio, mirándolo fijamente. Aunque por dentro, un profundo alivio la invadía. ¿Qué habría hecho si me hubiera hecho esa pregunta mientras estaba bajo los efectos de la droga? La respuesta que habría salido de su boca sería algo absurdo, algo como “lo hice porque quería saber si realmente te gustaba”. Su alivio, sin embargo, se mezcló con una ligera irritación.

—¿Qué demonios, por qué no lo hiciste antes? —protestó Shael.

—Porque era interesante.

—Jaa…

Normalmente, habría lanzado una ráfaga de insultos hacia él. Pero en esta ocasión, otra idea cruzó por su mente. ¿Podría ser que Eran haya anulado directamente el efecto de la pastilla ayer?

—Quizás, el incidente de ayer…

—¿Sí?

—No, nada.

Shael decidió no preguntar. Al final, ¿realmente importaba si su prometido la quería o la odiaba? Lo importante era que ella lo odiaba, y eso no iba a cambiar.

Con ese pensamiento, la villana dejó de lado su curiosidad.

♦ ♦ ♦

Al día siguiente, me encontraba nuevamente frente a Shael, planteando la misma sugerencia.

—¿Qué te parece aprender magia?

—Ya dijiste lo mismo el otro día.

Había estado insistiendo en esa propuesta: que aprendiera magia para protegerse. Por supuesto, no había tenido mucho éxito. Sabía que tanto el Duque como su esposa probablemente habían intentado persuadirla en innumerables ocasiones. Pero yo no me limitaba solo a la persuasión.

—La aprenderás.

—No lo haré, ni aunque muera.

—¿Incluso si tu prometido, a quien amas hasta la muerte, te lo recomienda?

La furia destelló en los ojos de Shael al escucharme, pero pronto, su expresión cambió. Una risa se escapó de sus labios.

—Lo siento —se rió—, ¿dije eso?

—Sí, lo hiciste.

—Vaya, no lo recuerdo.

Shael era una villana empedernida, negándose a reconocer lo que había dicho. Pero esta vez, tenía un as bajo la manga, y decidí mostrarlo..

—¿Sabes lo que es esto?

—Ese es mi Orbe de la Serpiente…

—No, ahora es mío.

—¿Qué, qué?

No tenía intenciones de responderle. Prefería que el Orbe de la Serpiente hablara por mí.

[Mmm, si se aman con tanta intensidad, ¿no deberían casarse?]

[Me gustaría eso.]

Elevó la vista hacia mí, sus ojos mostrando sorpresa.

[Sí, me gustas.]

[Te amo hasta la muerte.]

—Ah…

Shael sonaba como una tonta.

—Como bien sabes, este orbe puede almacenar voces cuando el usuario lo desee, y no puede ser manipulado —expliqué.

—Es…

—¿Verdad? —finalicé con una sonrisa sutil.

Sí, este era un paso necesario en la rehabilitación de la villana. Para lidiar con alguien como Shael, era esencial encontrar su punto débil. Y a veces, la intimidación era el arma más efectiva.

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