Un día me convertí en una princesa – Capítulo 117

Traducido por Dalia

Editado por Sakuya


Poco después, durante un desayuno tardío en la estancia de Claude, dejé caer la noticia.

—Esta noche planeo ausentarme por un momento.

En ese instante, la mano de Claude, que sostenía la vajilla, se detuvo de forma repentina.

—No puedo permitírtelo.

Lo observé con una sutil irritación, mientras de repente Claude empezaba a emanar un aura de frialdad.

Escucha, ¿cuántos años crees que tengo yo comparados con los tuyos? ¿Reaccionas con tanta cautela ante la idea de que salga por un momento? En fin, ya sabía que de todos modos no lo permitirías.

Tomé un poco de la ensalada con el tenedor y dirigí mi mirada hacia Claude antes de retomar la palabra.

—No lo malinterpretes, siento cariño por mi padre y también por este palacio.

Mi padre al encarar estas palabras repentinas mostró un ligero estremecimiento.

—Y también me gusta Félix, Lily, las otras sirvientas y trabajadores en el Palacio Esmeralda, los jardines de rosas en los alrededores del castillo imperial, la biblioteca que papá construyó con tanto esmero y, aunque tenga un aire sombrío, también me gusta el palacio Gannett, tal como es ahora, papá. Me cautiva cada aspecto.

Claude hizo una mueca que me dejó perpleja ante el motivo por el cual empecé a hablar de esto.

—De hecho, todas las cosas que aprecio se encuentran dentro de este palacio, y la residencia imperial. Ya que, desde que nací hasta ahora, mi vida ha girado únicamente en torno a este lugar.

—Muy bien, entonces pondré lo que quieras frente a ti. Así que, por favor… quédate.

—¿Todo lo que yo quiera?

—Así es.

—Entonces, eso significa que puedo sentarme aquí sin hacer nada y pedirte lo que quiera, todo el tiempo ¿verdad?

—Está bien.

—Pero eso no es lo que quiero.

Continué conversando mientras mantenía mi mirada fija en el rostro impasible de Claude. Mi intención era hablar sobre todo lo que había reflexionado mientras vivía lejos del castillo imperial

No quiero decirles a otras personas que la decisión de mi regreso sólo fue porque esta era la única opción que me quedaba, ya que este palacio es todo el mundo que tengo.

En otras palabras, no puedo aceptar el hecho de que al haber adoptado la identidad de Athanasia implicaría que no tuviera otra opción más que ver a Claude y residir en este palacio.

En realidad, hasta ese momento, mis alternativas habían sido sumamente limitadas. Pese a haber nacido como una princesa con privilegios, haberme transformado en Athanasia, quien estaba predestinada a morir a manos de su padre, significaba que al principio solo había dos caminos disponibles: ‘sobrevivir’ o ‘morir’. Por lo tanto, justo ahora mi vida dependía de si Claude estaba de buen humor o no.

Y tampoco pretendo buscar excusas.

Desde mi perspectiva, nuestra relación se asemejaba a un castillo de arena, vulnerable a colapsar en cualquier momento. Posiblemente, esta ansiedad que experimentaba provenía de lo que sabía sobre el contenido del libro <Princesa Encantadora>.

Es por ello que no deseaba mantener la misma dinámica con la persona que tenía enfrente. Mi intención era establecer una genuina confianza con él, como la que existe entre un padre y su hija.

Ahora cuento con la capacidad de abandonar este lugar en cualquier momento.

Claude se sobresaltó al escuchar mi declaración acompañada de una sonrisa. Después de todo, no era el único que experimentaba ansiedad en este momento. Sin embargo, tampoco era una muñeca de cristal que debiera permanecer dentro de la habitación para evitar quebrarse; me muevo únicamente por mi propia voluntad.

Además, no solo dependo de lo que otros me ofrecen, sino que, si anhelo algo, tengo la capacidad de lograrlo por mi propia cuenta.

Si estoy destinada a vivir como un ave enjaulada, satisfecha solo con lo que se me permite hacer, entonces nuestra relación no experimentaría cambio alguno.

Es posible que en el futuro me convierta en una hija problemática para ti papá. Pero, si quiero abandonar el palacio imperial como ahora, lo discutiré con mi padre primero.

Hablé con franqueza a Claude, quien me escuchaba sin apenas respirar.

—Siempre regresaré aquí.

En ese instante, la expresión de Claude cambió abruptamente.

Contemplé cómo su rostro se suavizaba lentamente como si le hubieran quitado una máscara de hierro. Me observaba como si nunca hubiese escuchado algo semejante en su vida.

—Mientras mi padre me espere, prometo, al menos, asegurar que no me desapareceré sin una despedida.

Pues mi deseo es quedarme aquí y compartir una vida con él de manera voluntaria.

—Porque este es mi hogar, y ahí donde se encuentre mi padre, será a donde tendré que regresar.

Claude no entendía mi ansiedad, y yo ignoraba la suya. Quizás nunca lleguemos a entenderlo del todo, al menos mientras estemos en este mundo.

Mas eso no tiene importancia.

—Así que regresaré pronto.

Ya que, a fin de cuentas, él seguirá siendo mi padre hasta el día de mi muerte, y yo seré su hija hasta el día de su partida.

—Te juro que regresaré.

Con una gran sonrisa, tranquilicé a Claude que, en ese momento, tenía la cara más vulnerable que jamás había visto.

♦ ♦ ♦

—Señorita Magrita.

A través del cielo teñido de tonos anaranjados y morados de la tarde, me dirigí a donde se encontraba Jennette.

—¡Princesa!

Apenas me vio, corrió hacia mí, mostrando libremente tanto su felicidad como su preocupación.

—Estaba preocupada por usted desde que Su Majestad dijo que ya no se encontraba en la búsqueda de la princesa.

¡Oh, Dios mío, es cierto! ¡Olvidé por un instante que Claude suspendió mi búsqueda! Bueno, eso es un alivio. Espero que la vergonzosa piedra de video deje de circular.

—Exacto. Las cosas resultaron mejor de lo esperado.

Internamente dejé caer lágrimas de alivio y con cierta torpeza abrí la boca para hablar.

—Por lo tanto, he retornado al palacio.

Como si mis palabras fueran inesperadas, los ojos de Jennette se abrieron de par en par en ese mismo instante.

Ah, ¿pero qué clase de expresión es esta?

Me mordí los labios en respuesta a la emoción cuyo significado yacía en aquellos profundos ojos azules. Como ondas que se forman en el oscuro mar nocturno, casi podía sentir la sensación de corrientes danzando en aquellos ojos que se encontraban frente a mí.

—Ya veo…

No obstante, ese instante fugaz desapareció rápidamente. Afortunadamente, me topé con la sonriente sonrisa de Jennette mientras entrelazaba nuestros dedos.

—Qué agradable. ¡Felicidades!

Se notaba verdaderamente aliviada de que hubiera regresado al palacio. No parecía haber engaño en ninguna parte de su reacción, lo que me llevó a inclinar la cabeza por un momento.

Entonces, ¿a qué se debió esa sensación de discordancia que experimenté hace poco? ¿Tan solo fue una impresión pasajera? Pero, aun así…

Después de meditarlo por un rato, recordé el propósito que me trajo aquí y decidí cumplir con mi objetivo del día.

—¡Entonces, vamos!

—¿Eh? ¿A dónde iremos?

Ella debe haberlo olvidado. Eso es un poco triste…

—¡Los fuegos artificiales! Ya es hora

Entonces, una vez más, los ojos de Jennette se abrieron ampliamente, y en poco tiempo, su rostro se vio iluminado. Con una sonrisa en los labios, tomé la mano de Jennette y nos alejamos de la residencia del duque Alpheus.

Los fuegos artificiales que compartí con ella ese día superan en belleza a cualquier otra cosa que hubiese contemplado antes.

—¡Mira esto!

Acto seguido, después de un breve destello, me teletransporté al lugar donde se encontraba Claude. Después de haber borrado múltiples círculos mágicos del castillo imperial en diversas ocasiones, ahora tenía la habilidad de usar la magia con libertad.

—Ya estoy de vuelta.

Hoy me hallaba en el dormitorio, no en la oficina. Tan pronto como me materialicé ante él, los ojos de Claude se posaron en mí como si hubiera estado esperándome. Sin embargo, durante un tiempo, no emitió palabra alguna.

—¿Qué estabas haciendo?… Hmm, ¿debería intentar adivinar?

Llevé mi dedo a mis labios y simulé estar inmersa en la reflexión mientras fruncía el ceño. Luego, con alegría fingida como si ya supiera la respuesta, exclamé

—¡Papá esperaba a su preciada hija, la cual es tan hermosa, delicada y adorable que casi podría causar ceguera! ¡¿Correcto?!

En este momento, esperaba que Claude respondiera con algo como ‘Seguro que has leído todas las tonterías en un libro’ o ‘¿Te hiciste daño en la cabeza?’. Pensé que se burlaría y replicaría con algo similar, pero Claude permaneció en silencio.

Y justo cuando me encontraba sudando en secreto por la vergüenza, finalmente abrió la boca.

—Realmente has vuelto.

Ante ese tono apagado, vacilé por un instante y luego repliqué como si no fuese nada.

—Definitivamente. Soy alguien que cumple sus promesas al pie de la letra.

Acto seguido, me reí entre dientes y me deslicé hacia el sofá en el que estaba sentado Claude.

—Papá, ¿sabes qué es el algodón de azúcar?

—La fuerza centrífuga aplicada al azúcar, que se funde con el calor y se transforma en una consistencia semisólida y semilíquida, la cual es estirada en un hilo delgado alrededor de un palito…

¡Dios mío! ¡Solo estaba preguntando! Pensé que Claude no sabía qué era el algodón de azúcar, por lo que le hice la pregunta. Dado que en este lugar no permite comer comida poco saludable, esperaba recibir respuestas como ‘El algodón no es para comer’.

—Calla…

—Fuiste tú quien preguntó.

Miré a Claude, con un rastro de traición en mis ojos. Entonces Claude resopló como si no le importara.

Sí, eso es típico de Claude.

—¡Mira, te traje un obsequio!

Le mostré lo que había estado escondiendo detrás de mí.

¡Soy Athy, el hada de los regalos! Estoy a punto de regalarle un algodón de azúcar a Claude, que ha estado esperando pacientemente en el palacio mientras yo estaba afuera.

Sin embargo, observó el algodón de azúcar con apatía. ¡Tú…! ¿¡Cómo te atreves a mirar así el santo algodón de azúcar!?

—Normalmente no le doy regalos a nadie, pero decidí hacer una excepción, papá. ¿Sabes que estará delicioso? ¿Verdad? ¿Verdad?

Le coloqué el algodón de azúcar en la mano.

Claude con algodón de azúcar. Nombra un dúo más icónico.

[¡El brillo en los ojos de Claude ha aumentado en 1!]

[¡La inocencia de Claude se mantendrá durante los próximos 30 segundos!]

Si esta vida fuera un juego, absolutamente habría aparecido una escena como esta.

—¿Viste los fuegos artificiales también? Fue realmente bonito. Bueno, los fuegos artificiales que se ven en el palacio imperial son realmente impresionantes.

Me acomodé junto a Claude, que seguía con el ceño apacible, y comencé a mover las piernas de un lado a otro.

Oh… no hay lugar como el hogar. A propósito, ¿de qué material estará hecho este sofá? Es tan suave. Tal vez deberíamos considerar reemplazar los sofás del Palacio Esmeralda por estos. Ahora que lo pienso, el sofá en el que solía sentarme cada vez que esperaba en la oficina de Claude era realmente cómodo.

—La próxima vez, vamos a verlos juntos. Encontré un lugar perfecto para apreciar los fuegos artificiales.

Bueno, Claude, ¡serás mi compañero en los próximos fuegos artificiales!

Por alguna razón, me observó en silencio sin responder a mis palabras una vez más. Sin embargo, tomé la iniciativa y comencé a tararear alegremente.

Así transcurrió otra noche en los últimos días de mi vida con 14 años.

♦ ♦ ♦

—Creo que estoy un tanto nerviosa…

Ugh, creo que son los calambres estomacales inducidos por la ansiedad.

—No tiene nada de qué preocuparse. La princesa solo necesita saludar con la mano.

—Correcto. A todos les encantará incluso si la princesa muestra un radiante rostro solo por un momento.

Tanto Lily como Félix intentan reconfortarme, ¡pero no pude evitar sentir nervios! Porque hoy es el día en que me muestro en público por primera vez.

A pesar de que el festival de la fundación ya concluyó, realmente no entiendo por qué me piden que haga una aparición frente al público…

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