Una doncella competente – Capítulo 2: El Príncipe Cruel y la doncella (5)

Traducido por Den

Editado por Meli


Así terminó el tan esperado baile de máscaras. Al día siguiente, Marie se levantó de la cama con semblante feliz.

Ayer me divertí mucho.

Por supuesto, el baile bullicioso y licencioso no fue de su gusto en absoluto. Pero se lo pasó bien con un buen amigo.

Recordó al amigo con el que había estado. Era amable y considerado, incluso la invitó a su mansión antes de despedirse.

Aunque, claro, sería difícil visitarlo.

Aun así, estaba agradecida de que siempre fuera considerado con ella.

La próxima vez que nos veamos, le prepararé unas galletas.

Durante la charla, elogió varias veces las galletas que le había hecho antes. Le dijo que estuvieron deliciosas, por lo que aprovecharía esa oportunidad para regalarle otras.

—Ah, se siente como un sueño. Nunca volveré a asistir a un baile como ese, ¿verdad?

Marie se estiró y se levantó. De repente su semblante se volvió serio. Estaba preocupada por lo que le pasaría acabado el baile de ensueño.

Después de mi día libre, tendré que trabajar en el Palacio del León.

Era el día de descanso que la doncella Susan le había dado por consideración. Tras su breve paseo fuera del palacio, debía volver y servir en el Palacio del León, donde residía el príncipe heredero.

—Preocuparse no resolverá nada. De ahora en adelante, tengo que espabilarme y hacerlo bien.

Al asistir al baile, de alguna manera había ordenado sus pensamientos. Ahora que se había convertido en la sirvienta del príncipe heredero, ir al Palacio del León era una realidad ineludible.

Lo importante es salir del Palacio como sea. Si no lo hago y me quedo junto al Príncipe Cruel, algún día descubrirán mi identidad y seré decapitada en la guillotina.

Por lo tanto, debía escapar, aunque no sería fácil. Dado que el mismo príncipe la había elegido, ni siquiera la doncella principal del palacio imperial podía asignarla a otro lugar. No obstante, se le ocurrió una idea.

Pronto comenzará la selección de la princesa heredera. Podría ayudar a una de las candidatas y, así, cuando todo haya finalizado, podré pedirle que me asigne a otro lugar.

La selección de la princesa heredera era una vieja tradición en el Imperio de Oriente. Las candidatas eran admitidas en el palacio para que entablaran amistad con el príncipe heredero y luego una de ellas era elegida como su esposa.

Como tendré que servir en persona al príncipe heredero, habrá muchas oportunidades para ayudar a la futura princesa.

No necesitaba hacer grandes esfuerzos para ayudarla, bastaba con que se quedara al lado del príncipe heredero. De esa manera aprovecharía las oportunidades que se dieran.

Además, tengo habilidades que nadie conoce.

No podía soñar lo que quisiera, pero con las habilidades que poseía, sería capaz de ayudar de gran manera en los momentos cruciales.

Si ayudo a una de las candidatas a convertirse en la princesa heredera, puedo pedirle que me ayude a dejar el Palacio del León. Si todo va bien, podría despojarme del estatus de prisionera de guerra y convertirme en una persona libre.

¡Una persona libre! Era una posición que sin duda necesitaba. No podía abandonar ese frío palacio imperial porque pertenecía al emperador, no, ahora al príncipe heredero. Por esa razón, su objetivo final era convertirse de alguna manera en una persona libre y dejar el palacio.

La princesa heredera, podría hacer que una de sus doncellas más cercanas sea una persona libre.

No estaba segura de por qué el príncipe heredero la había designado como posesión suya, pero creía que era porque sentía el tipo de interés que surge al ver algo curioso y, por tanto, que con el tiempo se desvanecería.

Puedes hacerlo, Marie. Sal del Palacio del León, no, conviértete en una persona libre y abandona el palacio imperial.

Decidió que, durante la selección de la princesa heredera, se convertiría en Cupido.

Se cambió de ropa y salió del palacio. Como le habían dado unas vacaciones especiales, iba a ir de paseo.

—Ve con cuidado, Marie. No deambules por calles solitarias —gritó preocupada Jane.

—Sí, volveré. —Se despidió Marie.

Ya habían pasado tres años desde que llegó al palacio imperial del Imperio de Oriente. Era la primera vez que salía del palacio, por lo que se sentía renovada.

A partir de mañana, tendré que ver al príncipe heredero todos los días en el Palacio del León, así que divirtámonos mucho hoy.

Pensando así, emprendió rumbo a la ciudad imperial.

—Acérquese y eche un vistazo, señorita.

—Pruebe esto.

Marie abrió mucho los ojos ante la bulliciosa calle.

Vaya, ¿aún no ha terminado el festival callejero?

El festival oficial del palacio imperial había concluido, pero parecía que aún se celebraba en las calles.

Qué emocionante.

Estaba fascinada por el ambiente jubiloso.

♦ ♦ ♦

Mientras tanto, en el Palacio del León, el príncipe al que tanto temía Marie se cambiaba de ropa y se preparaba para su viaje.

—¿Está seguro de que quiere ir solo? Por lo menos que lo acompañen algunos caballeros de la guardia real —comentó Almond desconcertado. Pero el príncipe heredero negó con la cabeza.

—¿Cómo podría moverme con libertad si me acompañan caballeros de la guardia real? Es mejor ir solo para averiguar la opinión del pueblo.

—Aun así, es peligroso. —Almond suspiró.

Rael se colocó la fría espada en la cintura.

—¿Peligroso? No hay nadie en la ciudad imperial que sea una amenaza para mí.

—Tiene razón, pero…

Rael, el Príncipe Cruel, no era un espadachín ordinario. En realidad, era difícil encontrar un oponente que estuviera a su altura…, como el marqués Kielhan, considerado el caballero más fuerte del imperio.

No es que Rael hubiera entrenado duro con la espada, sino que, más bien, poseía un talento extraordinario en diversos campos, incluido la esgrima. Era un genio con un talento injusto. Por supuesto, también había algunos caballeros reales con habilidades por encima del promedio.

—Por favor, reconsidérelo. No sabe con qué tipo de situaciones inesperadas se encontrará fuera del palacio.

—Te digo que está bien. Su presencia solo será un obstáculo para la investigación.

Almond, que era enorme, dejó escapar un profundo suspiro. Por muy extraordinario que fuera con la espada, por lo general, fuera del palacio iba acompañado de una escolta en caso de una emergencia, por eso no entendía por qué se comportaba así.

Al final, como siempre, no pudo contra la terquedad del príncipe.

Lo siento por Almond. Por ser terco, murmuró para sus adentros. Salió del palacio con ropa casual y sin una máscara cubriendo su rostro.

Sabía que era importante conocer la opinión popular, pero lo era aún más su seguridad.

Pero hoy quiero estar solo, pensó con amargura. Desde el baile de máscaras de anoche, no, para ser exactos, desde que vio a la doncella bailar cariñosamente con Kielhan, su mente era un caos.

Insistió en salir solo porque quería ordenar sus pensamientos.

—Me sentiré mejor después de tomar un poco de aire fresco fuera del palacio.

Se dirigió a la ciudad imperial. Sin embargo, ¿era una broma del destino? El camino que eligió Rael era el mismo que Marie acababa de tomar, donde el festival callejero todavía estaba en pleno apogeo.

♦ ♦ ♦

Vayaa.

Marie abrió los ojos como platos mientras observaba el animado festival. Parecía maravillada, como una chica de campo que había ido por primera vez a la ciudad.

Sí, tal como pensaba, encajo más con festivales como este que con los bailes de máscaras o los grandes banquetes del palacio imperial.

Antes de entrar al palacio real de Cloyan, también vivía en calles así. Su madre la crio sola, vendiendo productos diversos en puestos callejeros. Por eso, esas calles le eran familiares, como si fueran su hogar.

Extraño a mamá. ¿Le irá bien en el cielo?

Recordó a su difunta madre al ver los puestos alineados en la calle. El tiempo que pasó con ella fue el más feliz de su vida, aunque fueran pobres.

Sacudió la cabeza con fuerza, tratando de disipar su tristeza, y se volvió a centrar en el festival.

Es mucho más ruidoso que los festivales de mi ciudad natal. Está muy concurrido.

Era de un pequeño pueblo rural que fue incendiado y reducido a cenizas durante la guerra contra el imperio. Había una diferencia incomparable entre las calles rurales y las del corazón del imperio.

—Señorita, venga y eche un vistazo.

—Le haré un descuento.

Marie negó con la cabeza, un tanto incómoda ante la animada caza de clientes. Continuó vagando por las calles por un tiempo.

Sus expresiones son muy alegres.

No había pasado ni un año desde el final de la guerra civil entre los príncipes y la guerra contra el Reino de Cloyan. Aún faltaba mucho para reponerse de los estragos de la guerra, pero no encontró ningún signo de oscuridad en los rostros de las personas. Estaba claro lo que significaba: el gobernante del imperio era muy competente.

Pero no se trataba de Thorn II, ya que habían pasado más de cuatro años desde que colapsó y quedó inconsciente. Apenas respiraba y no era posible reanimarlo.

Thorn II era famoso, sobre todo, por ser un tirano. Era imposible que, bajo su reinado, el pueblo tuviera esa clase de expresión en la cara.

Este es el poder del príncipe heredero, reflexionó.

Después de ser llevada al imperio, estuvo encerrada en el palacio imperial durante tres años, por lo que no sabía mucho sobre el mundo exterior. Le resultaba impensable que él, conocido como el Príncipe Cruel por sus acciones despiadadas y sanguinarias, estuviera gobernando con sabiduría.

Escuché que también está ejerciendo un buen gobierno en la región de Cloyan.

Ahora que se fijaba, no se reflejaba miedo en los rostros de las personas, ebrias de espíritu festivo, que daban gritos de alabanza al príncipe heredero por todas partes. El miedo coexistía con el respeto.

Es despiadado con sus enemigos, pero no es un mal soberano con su pueblo. Un gobernante sabio. El problema es que soy uno de sus enemigos, Marie suspiró.

Como la última descendiente del Reino de Cloyan, era un claro enemigo a los ojos del príncipe heredero. Por el bien de su pueblo y su imperio, la mataría sin dudarlo.

Dejemos de pensar en cosas innecesarias y centrémonos en el festival de hoy. A partir de mañana, volveré a estar en la cuerda floja.

Decidida a tener éxito en su plan y escapar del Palacio del León, no, del palacio imperial, Marie se entregó a las festividades una vez más.

—Oiga, señorita, pruebe esto.

—Pruebe esto también.

La comida deliciosa que le ofrecían en la calle, la tentaba a comprar.

Quiero probarlas. ¿Debería comprar una?, miró las galletas fritas y crujientes. Sacudió la cabeza. Había salido de paseo, pero no tenía suficiente dinero.

A diferencia de otras doncellas que ganaban una modesta suma de dinero, como prisionera de guerra, su salario era muy bajo y debía ahorrar todo lo posible.

Es una pena. Quiero probar eso y comprar eso también.

Aun así, se divertía con solo ver. Marie pensó con optimismo y deambuló por las calles mirando los alrededores. Sin embargo, había algo que no sabía: unos ojos la observaban.

Cabello rubio, líneas faciales muy hermosas, como una pintura. Era el príncipe heredero Rael, quien se había quitado la máscara y había salido del palacio en secreto.

—¿Por qué esa chica otra vez…? —murmuró Rael, perplejo.

Den
Pobre Rael, él queriendo olvidar y Marie apareciendo hasta en la sopa XD

Se sentía renovado respirando el aire fresco del exterior. Había salido del palacio para calmar su corazón, sumergido en el caos. Aun así, no se disipaba la frustración que habitaba en él. Es más, cuanto más lo intentaba, más se agravaba.

Por favor, vuelve en ti, Rael, dijo para sus adentros.

Justo en ese momento, una figura inesperada apareció frente a él. Vio a la chica que turbaba su corazón.

¿Es una ilusión…? —Parpadeó, pero Marie no desapareció—. ¿Por qué está aquí? Debe ser una coincidencia que también saliera del palacio. Tengo que ir a otro sitio.

Verla solo aumentaba la confusión en su corazón, así que quería evitarla hasta que ordenara su mente. Sin embargo, no podía irse a otro lugar porque se sentía preocupado.

Pero ¿por qué ha salido sola del palacio? ¿Qué hará si se encuentra en peligro?

Frunció el ceño ante la idea. Incluso él, un hombre con un extraordinario talento con la espada, iba acompañado de una escolta cuando salía del palacio. Nunca se sabe qué sucederá, ¿cómo podía una chica pequeña como ella caminar sola? ¿Qué haría si se encontrara con algún sinvergüenza?

Maldita sea, —Notó que unos malos tipos la observaban, no pudo marcharse del lugar, por el contrario, su amargura aumentó—. Dejad de mirarla. ¿Debería matarlos a todos?

¿Por qué esa chica turbaba tanto su corazón? La vio tan indefensa, que al final la siguió en secreto, por si le pasaba algo, y en un momento dado, notó que Marie veía preocupada la comida frente a ella. Su mirada era ansiosa, como si tuviera muchas ganas de probarla, pero al final solo negaba con la cabeza. No una vez, sino todas las veces.

¿Por qué se comporta así? ¿Por qué no lo compra y come? No creo que sea comida cara según los estándares de los plebeyos… ¿No tiene dinero? —Frunció el ceño—. Claro, como prisionera de guerra, no debe tener un salario decente como el de una sirvienta contratada. ¡Maldición!

Verla tan triste como un cachorro abandonado no lo hacía sentir bien. Esa chica se veía mejor con una sonrisa que con una mirada apesadumbrada.

Cuando regrese, le diré al conde Gilbert, el director general del palacio, que ajuste los salarios de las doncellas traídas como prisioneras de guerra.

Y así, sin darse cuenta, Marie logró un aumento de sueldo.

Ella disfrutaba del festival sin imaginar que el príncipe heredero Rael la estaba siguiendo. Cuando llegó a una esquina, miró un rato las cosas y entonces se encontró un objeto inesperado.

Oh, ¿y esto?

Era un piano muy viejo.

¿Quién lo tiró?

La gente iba y venía, presionando las teclas con curiosidad. Sin embargo, tenía varias teclas rotas, por lo que no producía un buen sonido.

La mayoría de las teclas blancas están rotas. —Presionó las casi inservibles teclas, una melodía le vino a la mente—. ¿Y si la toco? Es algo ligero y divertido.

Era un festival en el que todos se divertían comiendo, bebiendo y cantando con alegría, por lo que ella también quería participar y no limitarse a observar.

Lo meditó y luego colocó las manos sobre las teclas negras. Había muchos músicos por todas partes, así que podía tocar aunque fuera un rato. De todos modos, ahí nadie sabía quién era.

Pensando así, comenzó a presionar las teclas del piano. La canción era Black Key[1], una melodía que se ejecutaba solo con las notas de las teclas negras.

Un breve staccato[2] resonó en la calle. Las personas que caminaban se detuvieron un momento ante el sonido del piano.

Black Key, sol bemol mayor. Sus dedos presionaban con suavidad las teclas, como si bailaran. El sonido alegre, como el de una pandereta, llamó la atención de la gente.

—¿Quién es? ¿Es un músico nuevo?

—Toca muy bien.

El público parecía impresionado. Una canción emocionante que animaba el espíritu del festival. Sintieron ganas de bailar.

—Pero ¿ese piano no estaba roto?

—Eso creía yo. ¿Lo arreglaron?

—Nop, intenté tocarlo antes pero no emitió ningún sonido.

La gente ladeó la cabeza. El instrumento estaba roto, pero sonaba muy bien.

Rael, que había estado escuchando en silencio el piano entre la multitud, dedujo la razón.

Está tocando solo con las teclas negras y, a pesar de eso, la melodía no es mala. Es increíble.

Era como si la hubiera creado para el festival callejero. No solo era una tonada fuerte y aguada, sino que en sí era casi perfecta. Te animaba al escucharla.

Es buena.

Cerró los ojos y escuchó la función de piano. Estaba confundido por su culpa, pero también lo consolaba con su música. Aunque duró un suspiro, fue agradable de escuchar.

—Vayaa. ¡Increíble!

—¡Bravo! —vitoreó la multitud una vez finalizada la breve actuación improvisada. También había algunos nobles.

Pronto, una gran cantidad de monedas se apilaron frente a ella como recompensa por su gran interpretación.

—¡Una canción más! ¡Una canción más! —gritó la muchedumbre que se había congregado en un instante.

Marie estaba desconcertada porque había más gente de la que esperaba, así que tocó una canción más y huyó en cuanto pudo.

Vaya, cuánta gente.

Había tantas personas que, si se hubiera quedado un poco más, no hubiera podido escapar. Aun así, fue una experiencia insólita y divertida.

Y gané dinero. —Miró contenta el montón de monedas—. Si consigo dejar el palacio imperial, puedo ganarme la vida tocando el piano.

Feliz, recorrió de nuevo las calles y contempló el festival.

Sin embargo, había una cosa que no sabía. Mientras se marchaba con las monedas que había recibido como recompensa, unas personas la observaban con gran atención.

♦ ♦ ♦

Rael frunció el ceño. Había perdido de vista a Marie cuando se adentró en la multitud.

—¿A dónde fue?

A medida que pasaba el tiempo y caldeaba el ambiente festivo, más concurridas estaban las calles. Había innumerables callejones a lo largo de la calle, por lo que era imposible saber en qué dirección desapareció.

Maldita sea. —Maldijo y se detuvo, estaba nervioso—. ¿Por qué estoy buscando a esa chica? Podemos ir por caminos separados.

Era gracioso que la hubiera estado siguiendo hasta ahora. No era la única mujer que caminaba sola por la calle. Además, seguro que regresaría al palacio imperial después de haber disfrutado del festival.

Voy a dejar de seguirla, —reflexionó e intentó cambiar el rumbo, pero se sintió inquieto, aun cuando la seguridad de la capital imperial era mucho mejor que la de las ciudades de otros países—. Así que estará bien… Maldición. Averigüemos a dónde fue y veamos solo una vez más su rostro.

Sí, le parecía linda. Por eso sabía que cabía la posibilidad de que se encontrara con algún hombre malo.

—Comprobemos una última vez que está bien y listo —murmuró para sí mismo y en seguida comenzó a buscarla.

Sin embargo, sin importar a dónde fuera, no veía ni rastro de ella.

—Maldita sea, ¿dónde está? ¿Y si le pasó algo?

El mal presentimiento creció. Cada vez apresuraba más el paso.

Por más que buscara en la calle principal, no la encontraba, así que empezó a preguntarle a la gente, ansioso.

—¿Ha visto a una chica de pelo castaño?

—No la he visto.

¡No puede ser!, maldijo.

No sabía si le había pasado algo o no. Existía una alta probabilidad de que se hubiera escabullido a otro lugar y estuviera disfrutando del festival. Aun así, ¿por qué estaba tan preocupado? Sentía que le iba a explotar el pecho… y que su ansiedad solo se disiparía cuando viera su rostro brillante.

Fue entonces cuando oyó una voz débil procedente del oscuro callejón.

—Cállate si quieres vivir.

Se detuvo junto a un edificio en ruinas. Sin dudarlo, Rael pateó la puerta que chirriaba y entró. Allí encontró a la chica que había estado buscando.

—¡¿Quién eres?!

—¡¿Quién es este tipo?!

Estaba rodeada de tres rufianes que parecían ser ladrones.

—¿T-Tú?

Marie, que tenía la mejilla roja como si la hubieran golpeado por resistirse, abrió los ojos de par en par. Cuando Rael se percató, pareció perder la razón.

—Vosotros. —Una voz fría fluyó de sus labios.

—¿Qué?

—¿La lastimasteis?

Los tres rufianes tragaron saliva ante la voz gélida. Los ojos del pintoresco hombre contenían un brillo aterradoramente frío.

—¿Q-Qué haces aquí? ¡Piérdete!

—¡La soltaremos cuando te vayas! —gritó uno de ellos para no demostrar su miedo.

Rael se rio indiferente. Estaba tan enojado que se le heló el corazón.

—Tenéis dos opciones.

—¿Qué?

Rael sacó una daga de su pecho y se la arrojó. Cuando la daga rodó por el suelo haciendo un escalofriante ruido metálico, los rufianes se estremecieron.

—Os suicidáis u os mato yo —dijo el Príncipe Cruel—. Elegid. Haré lo que decidáis.

Poco después, Marie y Rael salieron juntos del edificio de la guardia metropolitana a cargo de la seguridad pública.

—Gracias. De verdad, muchas gracias.

Rael suspiró al verla inclinando la cabeza en agradecimiento.

—Está bien… Ten cuidado la próxima vez.

Rael había neutralizado a los rufianes y se los había entregado a los guardias.

Debería haberlos matado a todos. No merecen vivir.

Recordó cómo se sintió al verla rodeada de esos sinvergüenzas y tocándose la mejilla que tenía al rojo vivo. Estaba tan enfadado que se le heló el cuerpo.

En un principio, los iba a matar.

Se detuvo porque la chica observaba desde un lado. Le preocupaba que pudiera impactarle verle derramar sangre. Así que reprimió su ira, los neutralizó y los arrastró hacia la guardia.

De todos modos, no vivirán durante mucho tiempo.

Tenían un historial espléndido que incluía agresión sexual a mujeres, robo y asesinato. Aunque obedecieran la ley, les sería difícil sobrevivir. No, incluso si no la siguieran, él haría que así fuera.

Si no hubiera ido, le podría haber pasado lo mismo a ella.

El pensamiento lo hizo enojar de nuevo. Era una mezcla de preocupación e ira.

—Asegúrate de tener cuidado… —Su voz sonó fría, quizás porque sus emociones aún no se habían aquietado.

Marie, que lo había estado siguiendo en silencio, agachó la cabeza, sorprendida.

—Sí, lo siento. Muchas gracias por salvarme la vida.

Para evitar que algo así pasara, tuve cuidado y solo anduve por calles grandes.

No es como si hubiera estado vagando sin estar alerta. Ella también era consciente de que era peligroso para una mujer caminar sola. Por eso evitaba los lugares con poca gente y caminaba solo por sitios con gentío. Sin embargo, los ladrones la amenazaron con un cuchillo y la apartaron de la multitud.

Si no fuera por ese hombre, ¿qué habría hecho?

—Muchas gracias. Gracias a ti, estoy a salvo. —Hizo una reverencia.

Rael volvió a suspirar. Ella no tenía la culpa, era solo una víctima, no era responsable de no poder caminar por la calle sin preocupaciones y con seguridad.

—No importa… Solo ten cuidado la próxima vez.

—Sí, lo tendré en cuenta.

No lo había pensado, pero ahora se preguntaba cómo era posible que él hubiera aparecido.

¿No es un sirviente del palacio imperial?

Por supuesto que recordaba al hombre con el que se había topado varias veces en el palacio. Era tan apuesto que era imposible olvidarlo.

—P-Pero… ¿cómo sabías que estaba allí?

Rael guardó silencio un momento, luego respondió:

—Fue una casualidad, solo pasaba por aquí.

—Ah… entiendo.

Aunque fue una respuesta poco convincente, no podía pedirle explicaciones a su salvador.

¿Quién podría ser? No creo que sea un sirviente.

Marie nunca imaginaría que el hombre era el príncipe heredero Rael. Nunca pensaría que un rostro tan hermoso se ocultaba bajo esa aterradora máscara de hierro. Por eso, creía que era un sirviente, pero era imposible que un sirviente tuviera una habilidad tan extraordinaria con la espada.

¿Es un caballero? Incluso los oficiales de la guardia parecían sentirse muy intimidados con él.

Tenía curiosidad, pero era reacia a preguntar. A diferencia de su bello rostro, sus ojos azules eran muy fríos. Sabía que no era una mala persona, pero era difícil hablar cómodamente con él.

—De nuevo, muchas gracias. ¿Cómo puedo pagártelo? —preguntó, preocupada.

No tenía nada, pero de alguna manera quería retribuirle el haberla salvado hoy.

—¿Pagarme?

Ante sus palabras, él estuvo a punto de sacudir la cabeza. Después de todo, ya estaba a salvo y con eso le bastaba. ¿Qué más podría necesitar? Pero justo cuando se iba a negar, algo se le vino a la mente.

Puesto que las cosas han resultado así, esto debería estar bien.

—Dijiste que me pagarías por lo de hoy, ¿cierto?

—Sí, cualquier cosa. —Marie inclinó la cabeza.

—Tengo algo que hacer hoy. Tú me podrías ayudar.

Marie parecía confundida. ¿Qué tenía que hacer? ¿Qué?

—Sí, está bien. Pero ¿de qué se trata?

El hombre curvó las comisuras de los labios. La sonrisa dibujada en su hermoso rostro parecía salida de un cuadro.

—No tienes que hacer nada, simplemente sígueme.

—Sí… —Marie ladeó la cabeza—. Uh…

—Ran.

—¿Perdón?

—Llámame Ran.

Por fin conocía su nombre. «Ran» era el nombre de la infancia de Rael.

Él se puso en marcha, con Marie siguiéndolo.

Después de caminar durante un rato, Marie se sorprendió al ver el edificio frente a ella, era una clínica frecuentada por la nobleza.

—Señor Ran, este es… ¿Por qué hemos venido a una clínica? ¿Tienes trabajo que hacer en la clínica? ¿Debo ayudarte?

Rael negó con la cabeza.

—No tengo nada que hacer aquí.

—Entonces…

—¿No tratarás tu herida?

—Ah…

Marie se tocó la mejilla derecha. Estaba hinchada y roja porque los ladrones la habían golpeado.

—Estoy bien. La hinchazón bajará por su cuenta.

—No me gusta verte así.

Rael se enfadaba cada vez que veía su mejilla roja. Se arrepentía de haberse moderado con esos tipos. Si no le hubiera preocupado que ella se asustara, los habría matado a todos en el acto.

Tendré que hablar con el juez para que les imparta un castigo severo.

En cuanto informó de su llegada, el médico bajó corriendo.

—¿Qué lo trae a este humilde lugar?

Marie ladeó la cabeza al ver al hombre que estaba pálido y confundido. ¿Por qué estaba tan nervioso?

—Cura a esta chica —dijo el hombre en corto.

—¿Ella es…?

El médico la miró sorprendido. Sabía que Rael era el príncipe heredero que había salido de incógnito. ¿Ese príncipe, que no mostraba ningún interés en las mujeres, había traído a una chica? No parecía una dama noble, así que ¿quién era? ¿Era una sirvienta que viajaba con él en secreto? Pero el médico se asombró al notar que observaba con atención la mejilla roja de la chica. Su mirada estaba cargada de preocupación y molestia.

No sé cuál es su relación, pero haré todo lo que pueda. 

El médico se apresuró a inclinar la cabeza.

—Entendido, haré lo que pueda.

Era solo un rasguño, pero su voz estaba llena de determinación, como si ella estuviera a punto de someterse a una operación importante.

—Ven por aquí.

El médico desinfectó y trató la herida.

—P-Puede relajarse —dijo Marie desconcertada ante su toque cuidadoso, como si estuviera curando a una princesa.

—No, si te sientes incómoda, dímelo de inmediato.

Al cabo de un rato, salieron de la clínica.

—¿Estás bien?

—Ah… sí. Gracias. —Marie asintió, confundida.

—¿Te duele? ¿Te sientes mal?

Las preguntas despertaron su curiosidad. Aunque su voz era muy fría, sonaba preocupado.

¿Hmm? ¿Siempre ha sido amable con los demás? Como el señor Kiel.

Sin embargo, su manera de hablar y la expresión en sus ojos eran demasiado ásperas como para que lo fuera. No, más bien eran frías.

Pero ¿por qué se preocupa por mí? Solo nos hemos visto un par de veces por casualidad.

—Uh… ¿Por qué te preocupas tanto por mí?

Rael guardó silencio ante la pregunta.

Yo tampoco lo sé.

No sabía por qué actuaba así. Tampoco cómo se sentía. Cuando la veía, su pecho se sentía apretado y luego lo invadía el caos, como si estuviera siendo sacudido por las olas. Emociones que no podía controlar.

—Por las galletas… —respondió sin pensar.

—¿Perdón? ¿Las galletas?

—Sí, por las galletas que me diste en ese entonces.

—Ah. —Marie asintió con la cabeza.

Entonces Rael le dio la espalda y se puso en marcha hacia algún lugar.

Por fin voy a poder ayudarlo.

Marie siguió al hombre, preguntándose qué tendría que hacer. Sin embargo, se dirigía a un lugar inesperado.

—Este es…

Se hallaba frente a un puesto en la calle del festival. Justo antes quería probar la comida que vendían, pero renunció a la idea porque no tenía dinero.

—Cielos, ¿qué le sirvo, apuesto cliente?

—Jugo de fresa. —La miró—. ¿Qué te gustaría comer?

Marie se quedó perpleja. ¿Qué estaba haciendo?

—Elige rápido.

—Una tarta…

—Acompáñala con una bebida. ¿También quieres jugo de fresa?

—B… Bueno, me gustaría un zumo de naranja.

Antes de que pudiera decir nada, el hombre pagó.

—¿Está bueno?

—Sí, pero… ¿por qué me invitaste? —preguntó, mirando al hombre que bebía jugo de fresa con una pajita. Ese rostro hermoso y frío no encajaba con la bebida.

¿Qué debería responder? Yo tampoco lo sé.

De hecho, no tenía nada que hacer. Solo le soltó lo primero que se le ocurrió, aunque tampoco sabía por qué lo había hecho. En ese momento se dejó llevar por el impulso de no querer dejarla ir.

En realidad no hay ninguna razón para que estemos juntos. Lo correcto sería enviarla de vuelta al palacio imperial.

Lo único bueno era que, ahora que estaba a su lado, se sentía un poco menos frustrado.

—Esto es lo que tengo que hacer hoy.

—¿Perdón?

—Hoy tengo que gastar dinero. Quiero que me ayudes a gastarlo.

Marie lo miró boquiabierta.

¿Qué diablos estoy diciendo?, se dio cuenta de que acababa de decir una tontería. Nada propio del Príncipe Cruel.

—Es por eso que…

Justo cuando iba a arreglar su declaración, Marie se echó a reír. Era la primera vez que se reía frente a él, por lo que abrió los ojos de par en par.

—¿Por qué te ríes…?

—No, no es nada. Ya veo. Haré lo que pueda por ayudarte.

Rael frunció el ceño y ladeó la cabeza. ¿Qué le pasaba?

—Entonces, vayamos al siguiente lugar.

Se dirigieron hacia otro puesto. Antes también quería comprar ahí.

Marie sonrió mientras miraba al hombre.

No es honesto, ¿eh?

Gastar dinero no era más que una excusa. Estaba segura de que él también había salido a disfrutar del festival como ella. Debió de decir eso porque se sentía solo recorriendo las calles sin nadie acompañándolo.

Podría haber dicho que quería que fuéramos juntos. Yo también me estaba aburriendo de estar sola.

Al ver ese lado inesperado del hombre, Marie bajó un poco la guardia. A diferencia de su forma de hablar brusca, tal vez no era tan frío como pensaba.

—¡Disfruta de la comida!

Lo siguiente fue un postre: unas galletas de harina de trigo rellenas de nata. A él parecían gustarle bastante las fresas, porque puso unas encima.

Ambos deambularon por las calles, observando los distintos espectáculos y comiendo comida deliciosa hasta saciarse.

—Es curioso.

—¿El qué?

—Señor Ran, creo que tenemos gustos similares. Todos los lugares que hemos visitado son sitios a los que quería ir.

Rael se quedó en silencio un momento. No era que tuvieran gustos similares, sino que recordaba los lugares a los que había ido antes y en los que se había mostrado apenada de no poder comprar nada.

En uno de los puestos, cuando el hombre estaba a punto de pagar como siempre hacía, Marie se adelantó y le entregó una moneda al vendedor.

—¿Por qué has pagado?

—Yo también tengo que gastar dinero hoy —le respondió con una sonrisa.

—Ya veo. —El hombre sonrió con su broma—. Quédatelo.

Marie negó con la cabeza.

—No, has estado comprándome cosas hasta ahora. Por una vez, quería comprarle algo al señor Ran.

Rael tomó el dulce y se lo llevó a la boca. No era su dulce favorito, pero ¿fue por lo que ella dijo?

Está delicioso.

De esa forma, el tiempo pasó volando.

—¿En qué momento pasó tanto tiempo? —comentó Marie sorprendida.

Tengo que regresar.

Había disfrutado pasar tiempo con ese hombre hosco más de lo que esperaba y le apenaba tener que volver.

Tanto ayer como hoy se sienten como un sueño. Fue divertido, pero a partir de mañana tengo que ir al Palacio del León.

Su corazón se sentía abrumado de tan solo pensar que volvería a estar en la cuerda floja junto al príncipe heredero. Podría morir si se equivocaba.

Ánimo. Hazlo bien durante la selección de la princesa heredera y sal del Palacio del León, reforzó su voluntad.

—¿Tienes que volver ya? —preguntó Ran, que estaba a su lado.

—Ah, sí.

—Entonces, te acompañaré.

Trató de decirle que no importaba, pero en ese momento empezó a llover.

—Ah, está diluviando —comentó el hombre, sintiendo las gotas que aterrizaban en la palma de su mano—. Se está volviendo más fuerte. Tendremos que refugiarnos por un rato.

—Sí.

Llovía con fuerza. Miraron alrededor en busca de algún lugar en el que refugiarse y vieron una iglesia en ruinas. Entraron.

—No hay nadie aquí. ¿Será que podemos entrar?

—No debería importar. Es una iglesia, no creo que nos vayan a echar.

Se sentaron y descansaron un rato. Rael frunció el ceño al darse cuenta de que Marie tenía la cara mojada.

—Estás empapada.

—Ah, sí. No pasa nada.

Marie negó con la cabeza, pero no estaba bien para Rael. ¿Y si se resfriaba? Así que sacó un pañuelo del pecho y le secó la cara mojada por la lluvia con sus suaves manos, haciendo que las mejillas de Marie se tiñeran de rojo.

—E-Estoy bien.

—¿Qué? Quédate quieta.

—D-De verdad que estoy bien.

Marie se levantó como si fuera a salir huyendo. Sabía que sus acciones no significaban nada especial, aun así, ¿por qué le dio un vuelco el corazón?

Sacudió la cabeza con fuerza.

—Ya me seco yo. —Después de negarse a que lo hiciera él, se sentó de nuevo a su lado.

Tal vez era porque la iglesia estaba muy tranquila, pero hubo un silencio incómodo entre ellos.

—Está lloviendo mucho —comentó el hombre, mirando por la ventana.

—Ah, sí.

Las gotas de lluvia aterrizaban sin cesar en la ventana. Escuchar la lluvia en la tranquilidad de la iglesia la ponía melancólica.

—Yo… solía tenerle mucho miedo a la lluvia.

—¿A la lluvia?

—Sí, mi madre siempre llegaba tarde del trabajo, así que a menudo me quedaba sola en casa. Cuando llovía mucho, me preocupaba que se la llevara la lluvia.

Rael asintió, sumergiéndose en los recuerdos que evocaban las palabras de Marie.

—¿Cómo era tu madre?

—Era… una persona corriente. Al igual que esa gente que vimos antes, era una vendedora ambulante. Debió haber sido duro criarme sola.

—Ya veo…

—Entonces era demasiado joven para entenderlo, pero ahora sé que debió pasar mucho trabajo por mi culpa. Siempre pensaba primero en mí, pero yo no era consciente… Ojalá me hubiera dado cuenta un poco antes.

La echo de menos.

Se tragó esas palabras. Esa fue su única infancia feliz antes de ingresar al castillo de Cloyan como princesa. Ojalá pudiera volver a esos días. Pero, por supuesto, era imposible.

Cuando dejó de hablar, se hizo de nuevo el silencio. Marie, pensó que el ambiente se había ensombrecido por su culpa, sacudió la cabeza y sonrió.

—Lo siento, estaba divagando. Muchas gracias por lo de hoy. Gracias al señor Ran, me lo he pasado muy bien.

Rael la miró a la cara por un momento. Percibió la melancolía tras esa amplia sonrisa. En ese momento, de repente se le ocurrió algo. Se levantó del asiento.

—¿Señor Ran?

—Espera. Escucha.

Se sorprendió al ver hacia dónde se dirigía.

Rael caminó hacia el piano en una esquina de la iglesia, al pie de la cruz.

¿Por qué el piano?

Al cabo de poco, descubrió las intenciones del hombre.

Sentado frente al instrumento, puso las manos sobre las teclas.

—No soy tan talentoso como tú, pero espero que te guste.

Entonces sus dedos presionaron las teclas y una tranquila melodía comenzó a fluir en la silenciosa iglesia.

Ah, es Nocturne[3].

Nocturne es un nocturno[4] que intenta representar las emociones de la noche.

Las manos del hombre se deslizaron lenta y suavemente. Del movimiento de los dedos brotaba una melodía de ensueño.

Marie estaba asombrada.

Es muy talentoso. La pieza también es muy agradable al oído. ¿La compuso él?

Era muy buena para ser una improvisación. Las emociones del artista estaban contenidas en la canción: anhelo y miedo.

Marie cerró los ojos mientras escuchaba. La luna se elevaba en el oscuro cielo nocturno en su mente. Oculta en las nubes, arrojaba una tenue luz.

En su mente, volvió a ser una niña que contemplaba la luna.

El miedo a quedarse solo y la añoranza de alguien brotaban del sonido del piano.

En un momento dado, los oscuros sentimientos en un tono menor se elevaron y, como un presagio, una energía suave empezó a fluir en las tinieblas. Las nubes que cubrían la luna se disiparon. Entonces la luz de la luna cálida y suave inundó la iglesia.

Los ojos de Marie temblaron. Podía sentir lo que expresaba el piano. La cálida luz de la luna era un amor sincero. El que su madre le profesaba. Como la luna en el cielo, parecía decirle que la amaba en cualquier momento y lugar. En ese instante, su corazón se conmovió. Se mordió los labios para reprimir las lágrimas.

No puede ser.

Marie observó el rostro del hombre. ¿Cuándo compuso esa canción? Desde luego no había improvisado, porque era un claro reflejo de sus propias experiencias y dolor. Entonces, ¿ese hombre de ojos fríos había experimentado el mismo dolor que ella?

Dejó de tocar el piano.

—No sé si te habrá gustado… —dijo, tras un segundo de vacilación.

Marie no respondió. No, no podía hablar porque su corazón seguía estremecido por la canción.

Entonces el hombre hizo un comentario inesperado.

—¿Te gustaría tocar el piano juntos? Puede que te sientas mejor…

Sus miradas se encontraron en el aire. Ella asintió, como cautivada, y se sentó a la izquierda de él. Pronto la melodía del piano comenzó a fluir de nuevo en la silenciosa iglesia.

Rael ejecutó la melodía principal y ella lo acompañó. Marie presionó las teclas con los ojos cerrados. La melodía que crearon juntos le hacía cosquillas en los oídos. ¿Por qué sentía que el dolor que había experimentado hasta ahora desaparecía con ese sonido?

Sé que la vida seguirá siendo difícil —murmuró para sus adentros—, pero al menos en este momento… aún siento aquella calidez.

Marie levantó la mirada mientras tocaba el piano. Vio la cruz y luego el cielo nocturno a través de la ventana encima de ella.

Afuera seguía lloviendo. Volvió a cerrar los ojos mientras escuchaba la lluvia.

El festival, que había cambiado muchas cosas, llegó a su fin con el tranquilo sonido del piano.


[1] Black Key es una canción de Chopin: https://www.youtube.com/watch?v=Vpebr16OFCA

[2] Staccato es un término musical que refiere a la forma en que se emiten las notas. El staccato indica un ligero acortamiento de la nota respecto de su valor original, de modo que hay una separación (un silencio) entre la nota y la siguiente de la melodía. Este silencio debe ser cortísimo y no debe afectar ni al ritmo ni al volumen del sonido, solo a la duración.

https://www.youtube.com/watch?time_continue=3&v=jydTXc82Sow&embeds_euri=https%3A%2F%2Fcantosinfronteras.com%2F&source_ve_path=Mjg2NjM&feature=emb_logo

[3] Nocturne, Op. 9 No. 2 de Chopin: https://www.youtube.com/watch?v=9E6b3swbnWg

[4] Un nocturno es una pieza de música vocal o instrumental, de melodía dulce, propia para recordar los sentimientos apacibles de una noche tranquila.

En el S.XVIII, estas piezas no eran necesariamente inspiradas o evocadoras de la noche, sino que habían sido escritas para que se tocaran de noche, como sucede con las serenatas. Luego adoptaron la definición de “pieza de un solo movimiento escrita por lo general para un solo de piano”, siendo John Field el primero en componerlos con ese significado. Sin embargo, el más famoso exponente de esta música fue Frédéric Chopin, que escribió 21.

Den
Anécdota de lo que me pasó mientras traducía. El ordenador se me sobrecalentó y se apagó. El tema es que no había guardado el documento y al encenderlo... había perdido todo. Por suerte logré recuperar una parte, pero no saben el pánico en el que entré :,( En fin, con esto terminamos el capítulo 2 :3 Nos vemos en el próximo ;3

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