Una Verdadera Estrella – Volumen 3 – Capítulo 39: Recomendarse

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya


—¿Recomendarte a ti mismo? —Lu Tian Chen miró a Tang Feng, sus ojos claramente llenos de curiosidad y duda—. ¿Estás diciendo que vas a acercarte personalmente al director?

Después de comer una cucharada de puré de patatas, Tang Feng tragó lentamente antes de hablar.

—¿Cuál es el problema? ¿Es extraño que me acerque personalmente a un director?

—Eres una superestrella —Lu Tian Chen notó un poco de puré de patatas en la comisura de la boca del otro. Se inclinó ligeramente hacia delante para limpiarlo con el dedo. En lugar de usar una servilleta, se lamió directamente el dedo—. Sabe bien.

El gesto excesivamente íntimo hizo sonreír a Tang Feng. Señaló su plato de puré de patatas.

—¿Quieres un poco?

—No, con comer el tuyo es suficiente —dijo Lu Tian Chen mientras agarraba otra cucharada del plato de Tang Feng.

—Je, no soy una superestrella. Sólo soy un recién llegado. Muchos famosos ganadores del Oscar acaban haciendo papeles secundarios o actuando con nuevos talentos. Además, sólo tengo un premio como Mejor Actor.  —Si se volvía arrogante sólo por un premio, probablemente sólo iría cuesta abajo a partir de ahí.

Lu Tian Chen sacudió suavemente la cabeza.

—Lo que quiero decir es que… tú eres diferente.

La esencia de Tang Feng estaba muy por encima de la de un simple actor premiado. Al igual que no todos los ganadores del Grammy se convierten en Michael Jackson, no todas las cantantes se convierten en Madonna o Barbra Streisand.

Las verdaderas superestrellas suelen tener directores y grandes guiones que les llegan. No necesitan suplicar ni recomendarse. Pueden sentarse de igual a igual y discutir qué película o guión les conviene más.

Puede que a Lu Tian Chen no le interesen mucho los cotilleos del mundo del espectáculo, pero por datos del pasado, sabía que Fiennes era la primera opción para muchos directores. Desde que ganó su primer premio, nunca ha necesitado hacer una audición ni recomendarse a sí mismo. A menudo empezaba a rodar justo después de una discusión.

Cuando Fiennes colaboraba con directores de renombre internacional, bastaba con una llamada telefónica. Ahora, al ver a Tang Feng rebajarse para recomendarse a un director nacional, Lu Tian Chen sintió una compleja mezcla de emociones, sobre todo porque ya había identificado a Tang Feng como Fiennes.

—Si te interesa la película de ese director, puedo hacer que alguien te ayude a negociar. Nuestra empresa también puede invertir en la película.

La mayoría de las veces, una película no puede tener un solo inversor. Basándose en el principio de dispersión del riesgo, las películas suelen atraer a varios inversores, aunque sólo uno posee la parte mayoritaria.

Una vez que hay inversión, hay cierto nivel de control sobre la producción. Por eso, durante el casting nacional de «El callejón de Satanás», Lu Tian Chen y su equipo pudieron dar prioridad a la recomendación de actores sin necesidad de pasar por la criba inicial.

La mayoría de los directores lo aceptan tácitamente, ya que aunque los actores recomendados no cumplan sus requisitos, la decisión final sigue correspondiendo al director.

El equipo de producción necesita imagen, los actores necesitan oportunidades, y el director da imagen al equipo de producción.

Tang Feng negó con la cabeza.

—Acabo de comprobar los antecedentes del director. Es una persona bastante singular y, dada su fama en el país, no es alguien que carezca de inversores. Creo que es mejor que vaya personalmente. Demuestra más sinceridad.

Pero a Tang Feng le preocupaban más los asuntos relacionados con la película.

—Además, discutir cara a cara muchos asuntos relacionados con la película es más fácil. Es difícil transmitir con precisión las opiniones de uno a través de intermediarios. Ahora mismo no soy una gran estrella, así que no hay nada embarazoso en recomendarme a mí mismo —Tang Feng levantó las cejas y sonrió—: Hasta el buen vino teme estar en un callejón sin salida. Sólo quiero esforzarme por conseguir más y mejores oportunidades.

Lu Tian Chen bajó la cabeza y guardó silencio un rato antes de preguntar: —¿El director del que hablas es Wang An?

—Sí, es él —Tang Feng sonrió—. ¿Por qué? ¿Lo conoces?

Lu Tian Chen lanzó una mirada significativa.

—No soy yo quien lo conoce; eres tú. El antiguo Tang Feng lo conocía.

—¿De verdad? Eso suena como una mejor oportunidad, pero tu expresión sugiere lo contrario —Tang Feng frunció ligeramente el ceño, esperando que no fueran malas noticias otra vez.

Desafortunadamente, lo que más temía se hizo realidad.

—Sé algunas cosas sobre tu pasado —dijo Lu Tian Chen, dejando los palillos—. La madre de Tang Feng trabajaba con el director Wang An. Tenían una buena relación como amigos, pero tú siempre pensaste que tenían un romance, y así se lo dijiste a los demás. Pero en realidad, no lo tenían.

A Tang Feng empezó a dolerle la cabeza.

—Independientemente de si lo hicieron, le desagradas a Wang An, especialmente después de que el otro tú despilfarró imprudentemente la herencia que recibió tras la muerte de su madre —Lu Tian Chen extendió la mano y agarró la de Tang Feng—. Si no funciona, podemos cambiar de película. Si te acercas al director Wang An, es probable que te encuentres con una puerta cerrada.

En lugar de retroceder, Tang Feng se volvió aún más decidido. Sonrió y dijo: —Está bien. Un verdadero gran director no condenaría a muerte a un actor por sentimientos personales. Si puedo resolver los agravios entre Wang An y Tang Feng, todos saldremos ganando.

—Buena idea.

Las palabras no dichas fueron: Lograrlo sería muy difícil.

Dos días más tarde, cuando Tang Feng fue a visitar a Chen Ming Xu, vio al director Wang An y finalmente entendió el significado de las palabras tácitas de Lu Tian Chen.

En los dos días anteriores a acercarse al director, leyó todo su perfil personal, incluidas varias de las obras representativas de Wang An.

Creyendo que estaba bien preparado, llegó a tiempo a la cadena de televisión en el horario que Chen Ming Xu había concertado para él. En ese momento, el director se disponía a grabar un programa, charlando y riendo con Chen Ming Xu y los demás.

—Tang Feng, estás aquí —dijo Chen Ming Xu en cuanto lo vió entrar. Señaló al actor y se enfocó en el director sentado en el sofá bebiendo té—: Director Wang, no le será desconocido Tang Feng, ¿verdad? Acaba de terminar de rodar una película del director Li Wei y ha ganado el premio al Mejor Actor y al Mejor Actor Revelación en el Festival de Venecia. Es algo sin precedentes.

Wang An aparentaba unos cincuenta años, delgado y de piel ligeramente oscura, con unos ojos especialmente brillantes y afilados, como el reflejo de una cuchilla.

¿Todos los grandes directores tienen un par de ojos que ven a través de los actores? se preguntó Tang Feng.

El gran director ni siquiera lo miró, tomó tranquilamente un sorbo de té y dijo con voz tibia: —He oído hablar de él. Dicen que actúa bien, pero no lo he visto.

—Hola, director Wang. —El título no tenía nada de embarazoso. La edad mental real de Tang Feng era de casi cuarenta años este año, y el director Wang An era más de diez años mayor que él. Así que entró y le saludó cortésmente.

—No merezco el saludo del Mejor Actor —replicó Wang An con rigidez.

El ambiente en el salón se volvió incómodo y tenso. Tang Feng no se echó atrás y continuó en un tono relajado y natural.

—Director Wang, es demasiado modesto.

—Pequeño Xu, ¿cuánto falta para que empecemos a grabar? —Wang An lo ignoró directamente, sin importarle si se sentía incómodo, dejándolo a un lado.

—Todavía tenemos unos diez minutos antes de la grabación. Director Wang, ¿no tiene una película en preparación y está buscando nuevos actores potenciales? Creo que Tang Feng es bueno. Es joven y tiene talento. ¿Por qué no charlan los dos? —Chen Ming Xu se apresuró a mediar y se acercó al hombre que seguía de pie.

El director Wang An se rio mientras el presentador hablaba, señalando al joven.

—Te encanta hablar en nombre de esos desagradecidos. Seré sincero contigo; estoy planeando utilizar a recién llegados, pero un recién llegado que ha ganado el premio al Mejor Actor en Venecia no entra en mis planes.

—Si tengo las habilidades, la capacidad interpretativa y puedo encajar en el papel, ¿por qué no lo podría considerar el director?

Esto tiene poco que ver con si uno es un recién llegado o ya famoso, según lo entendía Tang Feng. No importa si uno es nuevo o está establecido, siempre que encaje en el papel al máximo.

No se trata de hacer que el personaje de la película se adapte al actor, sino que el actor debe integrarse en el personaje.

—He oído que, desde que te dieron el alta en el hospital, has olvidado muchas cosas y te has convertido en una persona diferente. Pero las cosas que ocurrieron antes, las recuerdes o no, ocurrieron y no se pueden cambiar. Sé que el pequeño Xu habla por ti, pero ahora tengo que disculparme ante el pequeño Xu —Wang An se levantó y le dijo a Tang Feng—: Por favor, vete. Estoy a punto de empezar a grabar y no quiero que me molestes, ni necesito que vengas a discutir más sobre la película.

—No molestaré en tu grabación, pero como actor, quiero preguntarle al director si es correcto dejar que los sentimientos personales interfieran en la elección de los papeles de la película —Tang Feng no pudo evitar sentirse un poco incómodo.

—Yo soy el director. Puedo filmar como quiero y utilizar a los actores que prefiero. No te corresponde a ti, como estrella menor, señalar con el dedo —el rostro del hombre se agrió y señaló la puerta—. No creas que ganar el premio al mejor actor en Venecia te convierte en alguien extraordinario. La industria del cine no es tan fácil como crees. Deberías irte. No tengas tan poco tacto y hagas que tenga que pedirte que te vayas. Sería embarazoso para todos.

Sus palabras eran duras, y no tenía sentido que Tang Feng se quedara más tiempo. Se limitó a negar con la cabeza, miró al director y se marchó sin decir nada más. Estaba algo enfadado, pero no porque el otro dejará que sus sentimientos personales influyeran demasiado en su trabajo, sino porque un director tan famoso fuera tan estrecho de miras.

No importa lo que haya pasado entre ellos en el pasado, el trabajo es trabajo, y la vida privada es otra cosa. Un director profesional no debe mezclar rencores personales con el trabajo cinematográfico, sobre todo no decir cosas como que puede filmar como quiere y utilizar a los actores que prefiera, aquello lo decepcionó profundamente.

No merece la pena participar en el trabajo de un director así.

—¡Tang Feng, estás aquí! Lo siento, parece que no te he ayudado mucho.

Después de la grabación, Chen Ming Xu corrió a la oficina a buscar a Tang Feng.

Las palabras directas y algo duras del director Wang An fueron inesperadas para el presentador. Sólo quería dar más oportunidades a Tang Feng, pero acabó causándole una humillación pública.

—Esto no tiene nada que ver contigo. Trabajaste duro para encontrarme oportunidades por buena voluntad. Pero en cuestiones de cooperación, está bien si se dan, y está bien si no se dan —suspiró Tang Feng con una sonrisa amarga. Ahora entendía por qué Lu Tian Chen tenía una expresión escéptica cuando hablaron de esto hace unos días durante la cena.

Había sido demasiado optimista, pensando que podría conseguir el papel en la película y reconciliarse con el director. Pero por los últimos acontecimientos, estaba claro que Wang An tenía un prejuicio muy arraigado contra él, no era algo que pudiera resolverse con unas pocas palabras.

Eran cuestiones secundarias.

—Pareces un poco decaído —mencionó Chen Ming Xu, tendiéndole una taza de café—. Vamos, anímate. Hay tantos directores y películas en el país; ¿tienes miedo de no conseguir ningún papel? Además, he visto algunos reportajes extranjeros en los últimos días. Aunque ningún medio nacional se atreve a informar noticias sobre ti, los extranjeros escapan al control de cualquiera. Muchos críticos y revistas de cine te elogian como a un genio raro del cine —dijo entusiasmado, como si fuera él el elogiado.

Tang Feng sonrió mientras agarraba el café ofrecido. Sólo podía confiar en unas pocas personas, y Chen Ming Xu era una de ellas.

—En realidad, no me afecta demasiado que el director Wang An no me quiera. Lo que realmente me hace sentir arrepentido y decepcionado es su actitud al no distinguir entre la vida privada y el trabajo —Tang Feng tomó un pequeño sorbo de café y suspiró preocupado—. Ahora que la industria cinematográfica nacional se enfrenta a una enorme expansión del mercado, a menudo cae en el caos comercial.

»Después de estudiar el estado actual de las películas nacionales durante un tiempo, he llegado a la conclusión de que la gente piensa que mientras haya una gran inversión y la etiqueten como éxito de taquilla, se venderá bien. Claro que estas películas pueden generar beneficios inmediatos bajo bombo y platillo, pero cuando el entorno general se inclina hacia el bombo y platillo por encima de la producción de calidad, la confianza del público en la industria cinematográfica se erosiona.

Con el tiempo, los espectadores serán más racionales y no acudirán a los cines sólo por el bombo y platillo de las noticias, lo que dificultará el éxito de las llamadas “superproducciones”.

—La industria cinematográfica nacional necesita una transformación, que requiere el esfuerzo de todos los cineastas. Los aspectos más importantes son el aprendizaje y la inclusión —Tang Feng dio un ligero golpecito en la mesa y le dijo a Chen Ming Xu—: Tú te relacionas con más gente de la industria del entretenimiento que yo, así que deberías ser consciente de que muchos cineastas sólo se dedican a obtener beneficios a corto plazo.

»Al principio pensé que un director como Wang An, el cual tiene cierta reputación internacional y está considerado un director líder en China, tendría una visión diferente y amplitud de miras. Pero lo que acaba de decir me ha decepcionado. —Sacudiendo la cabeza, Tang Feng dijo con cierta preocupación—: Como uno de los directores representativos de China, su personalidad y enfoque influyen inevitablemente en los directores venideros.

Aunque las palabras de Tang Feng eran un poco desordenadas, Chen Ming Xu entendió a grandes rasgos lo que quería decir.

—¿Qué podemos hacer? Hoy en día, muchos directores son alabados por el público y se han vuelto arrogantes. Hay bastantes directores a los que les encanta hacer películas de arte y ensayo y culpan a los cines o al público de no apreciar sus películas cuando no venden. ¿No es ridículo? Quieren tanto profundidad como éxito de taquilla, pero tienen que mostrar algo de sinceridad. En lugar de eso, a menudo recurren a exagerar temas delicados o a hacer películas artísticas oscuras, sombrías y largas.

Chen Ming Xu suspiró tras verse obligado a ver varias películas artísticas tediosas. Esas películas eran realmente aburridas, pero los directores estaban extremadamente orgullosos.

No están dispuestos a aprender, a ampliar sus horizontes ni a rebajar su orgullo. Siempre piensan que tienen un talento excepcional y culpan de su falta de fama al público, creyendo que éste no aprecia su trabajo. Viven en su propio mundo y esperan que el público gaste dinero en sus películas, lo cual es ingenuo y demasiado optimista.

A Tang Feng le hicieron gracia las palabras de su amigo, pues no se equivocaba.

Las películas de arte no fracasan necesariamente en taquilla. A menudo hay películas de arte que tienen éxito y buena acogida, pero para ello se necesita un buen guión y grandes dotes de dirección.

—Sin embargo, no todos los grandes directores nacionales son como el director Wang An. Algunos aprenden activamente técnicas extranjeras e intentan innovar nuevos estilos, pero esto no se consigue de la noche a la mañana —afirma Chen Ming Xu—. Tang Feng, ¿tienes algún otro guión que te interese?

—He visto algunos, pero no parecen muy adecuados.

Había algunos guiones decentes, pero era como pedirle a alguien acostumbrado a leer novelas de calidad que leyera revistas basura. No rebajaría sus estándares para los guiones tan fácilmente.

No se trata de si es una estrella menor o no; tiene que ser responsable de sí mismo, de su equipo y de los fanáticos que lo apoyan.

—Bueno, déjame preguntar por ti otra vez; ¿qué te parece?

—Muchas gracias, Ming Xu.

Chen Ming Xu se cruzó de brazos y sonrió: —No es ninguna molestia. No olvides que, cuando te conviertas en una superestrella, necesitaré derechos exclusivos de entrevista.

Si perdía la oportunidad de entrevistar y conectar con una estrella potencial ahora, podría perder la oportunidad de entrevistarla en el futuro.

♦ ♦ ♦

—Tch, sólo una estrella menor; ¿por qué el jefe es tan cauteloso?

En un bar, el pequeño demonio estaba sentado en un rincón bebiendo solo. Cuanto más pensaba en ello, más disgustado se sentía. Se bebió una copa de un trago.

—Actor repugnante, siempre fingiendo ser un buen tipo. No sé qué le ve el jefe. No es más que un guarro que se ha acostado con hombres infinidad de veces, ¡bah!

Todavía insatisfecho después de maldecir un poco, el asesino dio un puñetazo al sofá y respiró hondo, sintiéndose por fin un poco mejor. Desafortunadamente, sólo podía decir tales cosas en lugares como éste, nunca atreviéndose a pronunciar una palabra delante de Lu Tian Chen.

Sólo pensar en cómo este le había advertido por culpa de Tang Feng hacía que se sintiera agraviado.

—¿Por qué bebes solo? Pareces triste. ¿Quién te ha molestado? Dímelo y te ayudaré —dijo un hombre alto y delgado con gafas de montura negra, sosteniendo una copa mientras se acercaba y se sentaba sin ser invitado.

—¿Quién demonios eres tú? Lárgate —el pequeño demonio estaba de mal humor y no tenía paciencia para insinuaciones no deseadas. Si le provocaban, podría matar a ese idiota.

—Oh cielos, qué temperamento tan ardiente. Me gusta, muy picante —dijo el hombre, extendiendo la mano para abrazar al pequeño demonio mientras acercaba su bebida a los labios del otro—. Venga, tomemos una copa y olvidemos las cosas infelices, ¿sí?

El pequeño demonio no respondió. Justo cuando el hombre se llevaba la bebida a los labios, el pequeño demonio clavó de repente una hoja oculta en el corazón del hombre.

No apareció ni sangre ni muerte; el hombre con gafas de montura negra seguía sonriendo.

—Los cuchillos son peligrosos; no juegues con ellos a la ligera —dijo el hombre, sujetando la mano que empuñaba el cuchillo. El pequeño demonio sabía que era rápido, pero el otro le había agarrado la mano.

Un instinto asesino se extendió rápidamente, acompañado de una sensación escalofriante.

Maldita sea, se encontró con su igual.

—¿Quién eres? —El alcohol se disipó rápidamente y el pequeño demonio se preparó para enfrentarse al hombre.

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