Traducido por Shisai
Editado por Sakuya
—¿Sólo cien mil? Eso es apenas es suficiente para una comida para mí —El señor Song no quiso quedarse atrás.
—¿Habla de comer o quemar dinero? —Chen Ming Xu susurró a Tang Feng, mientras los alejaba del centro de atención—. Odio a estos nuevos ricos a los que les encanta presumir y alardear, malgastando el dinero que la gente gasta en comprar casas.
—Vaya, cien mil por una comida. El señor Song seguro que tiene un gran apetito. Me pregunto si podrá tragarse este pequeño cuadro —Charles se rio y ofreció casualmente—: Empezaré con cien mil y un yuan.
—¿Cien mil y un yuan? Je —se burló el señor Song, levantando las cejas—. ¡Doscientos mil!
—Doscientos mil… y un yuan —respondió Charles, sonriendo sin prisa.
Estaba claro que estaba jugando con él. El señor Song se mordió los dientes de rabia y siseó: —¡Un millón!
Las palabras salieron de sus dientes apretados, pero Charles permaneció imperturbable.
—Un millón y un yuan.
Mirando desde un costado, Wei Daoming se mostró insatisfecho.
—Señor, ¿está usted aquí para jugar?
—Ah, eres muy listo. Sí, estoy aquí para jugar —admitió con franqueza Charles, quien lucía satisfecho de sí mismo e irritaba a los demás sin poder contrarrestarlo.
—Diez millones —continuó el señor Song, subiendo la apuesta.
Sus ojos contenían un claro desafío, como diciendo: ¿Te gusta añadir un yuan? Pues adelante, añádelo ahora. Diez millones no es poco. Gastar diez millones en un cuadro de cien mil yuanes para un hombre significa o que estás loco o que tienes dinero para quemar.
—Bueno… —Charles deliberadamente estiró la voz.
Si se echaba atrás, el señor Song sería el que pagaría por el cuadro. Sin embargo, esto era sólo un acuerdo verbal; si realmente lo iba a comprar era incierto.
La gente puede ser desvergonzada y no hay nada que se pueda hacer al respecto.
Pero si Charles se echaba atrás, Wei Daoming estaría encantado. Últimamente, había tenido que mantener un perfil bajo por problemas con su anterior socio, mientras que Tang Feng ascendía rápidamente a la fama, amenazando seriamente su posición. Esta era una oportunidad perfecta para amortiguar el espíritu de su oponente.
—Diez millones no es una cantidad pequeña. Este caballero debería pensárselo bien y no arrepentirse después —se mofó el señor Song, mirando a Tang Feng, con la mirada clavada como si estuviera pegado.
Wei Daoming, claramente disgustado, tiró del brazo del señor Song y éste tosió ligeramente, fingiendo que no había pasado nada.
—Diez millones y un yuan. —La sonrisa de Charles se volvió fría mientras se ponía delante de Tang Feng, bloqueando su figura de los demás. Como un camaleón, de repente se puso serio, con voz firme—. ¡Pagaré en efectivo!
Hizo un gesto con la mano y uno de sus hombres se acercó rápidamente.
—Ve a buscar diez millones al coche —le dijo despreocupadamente, como si le mandara a comprar un cigarrillo.
El hombre salió corriendo y Charles sacó lentamente un billete de un yuan, agitándolo delante del señor Song.
—Señor Song, siga pujando. No hagamos promesas verbales; paguemos en efectivo, aquí y ahora.
—¡Jaja! Este caballero es generoso. Ya que te gusta tanto el cuadro, te lo dejaré —dijo el señor Song con grandilocuencia, tirando de Wei Daoming—. Volveremos otro día. Adiós.
Intentó mirar de nuevo a Tang Feng, pero Charles le bloqueó la vista, actuando como una barrera humana.
¿Te atreves a mirar a mi hombre? Debes estar cansado de vivir.
El señor Song soltó una risita torpe y se marchó con un descontento Wei Daoming a cuestas.
—¿De verdad piensas traer diez millones en efectivo? —preguntó Tang Feng.
—Jajaja, sólo lo estaba asustando. Ese tipo es un gran cerdo tonto. ¿Quién lleva tanto dinero? —Charles rápidamente cambió su comportamiento, transformándose de un jefe dominante a un lacayo al lado del actor.
Chen Ming Xu se frotó los ojos, asegurándose de que no estaba viendo a un gran perro moviendo la cola desesperadamente hacia Tang Feng.
—¡Cariño, ha pasado exactamente un mes, cuatro días, catorce horas —Charles echó un vistazo a su reloj y continuó— y dieciocho minutos desde la última vez que nos vimos! ¿Me has echado mucho de menos? Oh, sí, ¡yo también te eché de menos hasta la muerte!
Tang Feng dio un paso adelante y sin miramientos le tapó la boca a Charles con la mano, luego se volvió hacia el mayor Zhang, quien les sonreía, y le dijo: —Perdona por interrumpir tus asuntos hoy. Por favor, guárdame este cuadro.
Charles hizo un mohín e intentó besar la palma de la mano del actor, haciendo que éste retirara su mano inmediatamente. Tang Feng nunca había visto a alguien tan desvergonzado.
—Tenemos que hablar de algunas cosas. Mis hombres te ayudarán a llevar el cuadro —mencionó Charles, sin importarle si el otro aceptaba o no, y arrastrándolo.
Viendo a los dos irse, Chen Ming Xu se volvió hacia el mayor Zhang y sonrió: —¿Cómo es que no estás sorprendido en absoluto?
—No es que no me sorprenda, es que estoy demasiado conmocionado para reaccionar —el mayor Zhang se rio nervioso. Reflexionando, miró en la dirección en la que los dos se habían ido y dijo—: Tang Feng parece haber cambiado mucho desde antes.
—Ha cambiado mucho, pero supongo que para mejor —dijo Chen Ming Xu.
—Entonces, tú y él…
—Ahora sólo somos amigos, nada más. No le des más vueltas —añadió rápidamente Chen Ming Xu.
El mayor Zhang sonrió, pero no dijo nada.
♦ ♦ ♦
Apoyando la barbilla en una mano, Tang Feng inclinó la cabeza, sentado en el balcón al aire libre del restaurante Sky Garden, observando la bulliciosa ciudad. De vez en cuando, un avión surcaba el cielo, dejando una larga estela blanca y recta, como una línea dibujada con tiza, mientras las nubes flotantes parecían trozos de goma de borrar.
Se sintió aliviado de que todo el balcón estuviera ocupado únicamente por ellos, para que nadie más pudiera ver a Charles haciendo el tonto.
—¿Ya te has cansado de mirar y reír como un idiota? —Tang Feng retiró lentamente la mirada, fijándose en el hombre que tenía enfrente y que había estado sonriendo tontamente desde que llegaron. No, desde que estaban en el camino, Charles lo había estado mirando con una expresión estupefacta y una sonrisa tonta.
—Nunca es suficiente. Podría mirarte toda la vida —sonrió ampliamente, casi de oreja a oreja.
El actor soltó una risita y le dio un puñetazo a Charles, el cual rápidamente atrapó su puño y lo sujetó con fuerza. El oso se inclinó hacia él y le besó el dorso de la mano.
—Cariño, sigues siendo tan apasionado como siempre, pero ¿estás intentando asesinar a tu marido?
—Sólo intento despertarte —Tang Feng retiró el puño y se limpió el dorso de la mano con una servilleta.
—Déjame dormir en este hermoso sueño para siempre —suspiró melodiosamente Charles, se levantó, extendió los brazos y respiró hondo—. ¡Me siento tan feliz!
—¡Idiota! —Tang Feng rio y maldijo.
—Soy tu pequeño idiota —Charles se dio la vuelta, se arrodilló junto a Tang Feng, le rodeó la cintura con los brazos y apoyó la cabeza en la rodilla del otro—. ¿Me elegirás a mí? —mencionó suavemente.
Parecía que ya sabía que Lu Tian Chen se había rendido. ¿Podría habérselo dicho el propio Lu Tian Chen?
Tang Feng bajó la cabeza y sujetó el pelo suave y liso del mestizo. —¿Estás seguro?
—No hay nada de lo que esté más seguro. Te amo —Charles levantó la cabeza y lo besó con suavidad. Sus ojos castaño oscuro estaban llenos de seriedad y determinación—. Tang Feng, sé que he hecho cosas terribles antes, pero ¿quién no tiene un pasado turbio? Lo que quiero decir es que todo el mundo comete errores, ¡pero juro que no volveré a hacer esas cosas terribles!
—¿A qué cosas terribles te refieres? —Tang Feng levantó una ceja.
—Cómo obligarte… —Charles hizo una pausa—. De verdad, no volveré a hacerlo, y no miraré a otro hombre aparte de ti… Eh, y mujeres —añadió inmediatamente lo último.
—Qué manera tan singular de confesar —el actor pasó los dedos por el pelo de Charles y le besó la frente—. Torpe y tonto.
—Cariño, ¿no puedes besarme sin menospreciarme?
La expresión de Charles era de queja, lo que no encajaba con su alta figura, pero de alguna manera le hacía parecer entrañable.
Había un toque de ternura.
—¿Puedes dejar de arruinar el ambiente cuando empiezo a sentirme un poco romántico? —Tang Feng levantó la barbilla decidida de Charles, se inclinó y lo besó. El otro parecía querer decir algo, pero el actor se lo prohibió con severidad—. ¡No hables!
Muy bien, muy bien, Charles dejó de hablar. Rodeó la cintura de Tang Feng con sus brazos y, después de varios meses separados, por fin volvió a besarlo, haciéndolo sentir que estaba a punto de elevarse.
A partir de ahora, Tang Feng sería suyo y sólo suyo.
Charles sintió como si todo su cuerpo hirviera de excitación mientras abrazaba con fuerza al hombre.
—Te amo… —pronunció en medio de su beso.