Una vez más en la luz – Capítulo 2: En la luz (4)

Traducido por Den

Editado por Damian


El emperador y la emperatriz parecieron aliviados al ver que me había calmado e Isis jugaba conmigo.

—Entonces, veamos los fuegos artificiales y luego que Aisha se vaya a dormir.

—¡Sí! —Isis esbozó una brillante sonrisa y asintió.

Al final, tuve tiempo libre en los brazos de Isis.

El emperador y la emperatriz aceptaron los regalos en mi lugar. Los nobles que no pudieron verme estuvieron tristes.

¿Cuánto tiempo había pasado ya?

Al cabo de un rato, la procesión de aristócratas por fin terminó. Isis se levantó de su asiento de un salto como si hubiera esperado ese momento.

—¡Vamos a ver los fuegos artificiales!

Ante su inocencia, la emperatriz rio suavemente.

Isis dijo que me mostraría los fuegos artificiales desde el mejor lugar, así que me llevó a la terraza.

En el camino me explicó de todo.

—Para no lastimar los oídos de Aisha, los magos crearon unos fuegos artificiales que hicieran menos ruido. Lo entenderás cuando lo veas, es muy hermoso.

Soplaba una cálida brisa primaveral en la terraza.

Me sentó con cuidado en la mesa de la terraza y él se sentó en la silla de al lado.

La hermosa galaxia fluía a través del cielo. Estaba bastante oscuro a nuestro alrededor que podíamos ver los fuegos artificiales.

En el área vacía, visible desde la terraza, habían personas ocupadas preparándose.

Una vez más, pude sentir el gran esfuerzo que el emperador puso para este banquete.

Se requería de mucho poder mágico para ver fuegos artificiales porque, a diferencia del Imperio Idenbell, los magos no son comunes en el Imperio Elmyrrh.

También estaba deseando ver qué tipo de fuegos artificiales serían.

Cuando miraba fijamente hacia abajo, de repente los magos y sirvientes se dispersaron.

—Parece que está a punto de empezar —me susurró Isis emocionado. Y enseguida se encendió un destello.

Los fuegos artificiales comenzaron a elevarse en el cielo tranquilo con un zumbido.

Como había dicho, no eran muy ruidosos, por lo que no tuve que taparme los oídos.

Miré el cielo nocturno como cautivada por los hermosos fuegos artificiales que veía por primera vez en mucho tiempo.

Rojo, naranja, amarillo, verde y violeta…

Hermosos fuegos artificiales de colores se esparcían por el cielo radiantemente.

Pude escuchar a la gente en la terraza de al lado exclamando admirada.

—Ese es un fuego artificial grande.

—Es tan hermoso.

Los fuegos artificiales que ascendían lentamente pronto se volvieron blancos y junto a ellos estallaron unos más pequeños.

Eran como hermosas flores.

Además, los fuegos artificiales no solo se abrieron como flores, sino que también dibujaron diversos patrones en el cielo. Trazaron círculos y los caracteres de «Aisha» en elmirio [1]… También un arcoíris y un pájaro blanco.

Era tan espléndido que no podía apartar la mirada.

Cuando se desplegó la bandera azul y blanca de Elmyrrh todos gritaron.

Era realmente un hermoso espectáculo de magia.

A un lado del área vacía, los músicos del palacio tocaban para que la gente pudiera disfrutar de los fuegos artificiales con música.

Era una fiesta de fuegos artificiales más brillante que la luna y la galaxia.

Los contemplé en silencio durante mucho tiempo.

Es hermoso.

—Es hermoso… —exclamó Isis cautivado.

Era igual para él.

Comprendí por qué quería mostrarme esto. Era tan hermoso que quería enseñármelo.

La luz del fuego artificial que estalló coloreó el perfil de Isis, cambiando de verde a rojo y de rojo a verde nuevamente.

En su rostro había dibujada una tierna sonrisa que parecía contener toda la paz del mundo.

Su rostro era tan cálido gracias al amor en su corazón.

Isis.

Dejé de mirar el espectáculo por un momento y me fijé en él.

Aunque el estallido de los fuegos artificiales no era muy fuerte, había mucho ruido debido a la música y los gritos de la gente.

No obstante, por alguna razón, sentía que podía decirlo ahora. Pensé que este era el único momento, cuando no podía escuchar debido a los demás sonidos.

Entreabrí la boca… y, al final, la abrí del todo.

—Ihih… (Isis)

Pero entonces, milagrosamente, se hizo el silencio. Porque todos los fuegos artificiales ya habían estallado en el aire.

En el tranquilo silencio, comencé a sudar frío.

¿L-Lo escuchó?

Isis se giró rápidamente hacia mí.

Todo estaba tan oscuro a nuestro alrededor que no podía ver muy bien su rostro.

No obstante, al momento siguiente, otro fulgor volvió a brotar en el silencioso cielo. Los fuegos artificiales ascendieron y estallaron. Eran dorados. Tan grandes que parecían iluminar el mundo entero.

Pude ver el rostro de Isis.

—¿Aisha…? —me llamó con voz temblorosa.

Al momento siguiente, me quedé atónita. Porque unas lágrimas brillantes se formaron en sus ojos.

Me quedé boquiabierta.

—¿Acabas de decir mi nombre?

Me miró con atención, como si no lo creyera. Estaba tan conmovido que parecía haber olvidado qué decir.

Abrí y cerré la boca repetidamente.

Pensé que estaría contento, pero no esperaba que llorara.

Qué demo… Isis…

Se me pusieron los ojos llorosos.

—Oto… (Tonto) —respondí con brusquedad.

¿Qué pasa? Solo te llamé por tu nombre una vez, ¿por qué estás tan contento que vas a llorar?

Isis es un tonto.

Me visita todos los días, a pesar de que me muestro indiferente con él, soy fría y no le abro mi corazón. Me quiere. Me abriga con su calidez.

Isis debe ser un tonto de verdad.

¿Por qué me quiere tanto sin obtener nada a cambio? ¿Por qué no puedo evitar abrirle mi corazón?

También soy una tonta.

Sí, él y yo… todos somos unos tontos.

—Aisha, Aisha, entonces, ah…

—Ihih.

—Me llamaste, ¿verdad? Dijiste Isis, ¿cierto? ¡Eso es!

Sí, así es.

Me sentía avergonzada.

Isis estaba tan exaltado que no se había percatado de que estaba alzando la voz.

Las lágrimas de sus ojos comenzaron a caer.

—Dilo una vez más. Isis, Isis.

Los fuegos artificiales estallaban hermosamente.

Al escuchar nuestro alboroto, mi familia se acercó a la terraza.

—¿Qué pasa? ¿Isis? —La emperatriz le preguntó, preocupada.

Isis agitó la mano hacia ella.

—¡Señorita Iris! ¡Padre! Aisha, Aisha…

—¿Le pasó algo a Aisha? Por favor, cálmate y habla despacio.

La emperatriz se asustó y se acercó a mí. Se veía muy preocupada.

Como antes, miré fijamente el rostro de mi madre. Era tan diferente a la de mi vida anterior. Siempre me envolvía con su amor.

Recordé cuando me cargaba en sus brazos y me cantaba una nana.

Los recuerdos del pasado fueron cubiertos de nuevo con recuerdos de colores cálidos.

Puedo decirlo. Ahora puedo decirlo.

Ya no había nada más bloqueando mi garganta.

Respiré suavemente.

Ya tenía cuatro dientes, así que podía decirlo bien.

Abrí la boca y…

—Mamá…

Como nunca había balbuceado, era irrazonable que pudiera pronunciar «madre» correctamente. Pero pronto mejoraré. Porque puedo hablar a partir de ahora.

En cuanto me escuchó, se quedó congelada.

Eso fue suficiente para que lo entendieran.

Las lágrimas brotaron de los ojos de la emperatriz.

—A-Aisha… —se tapó la boca y lloró. Había una mezcla de alegría y felicidad en su rostro.

Isis esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

A su lado, el emperador se acercó a mí.

—¿Qué hay de mí? —insistió como un niño—. Llámame a mí también.

Abrí dócilmente la boca y…

—Papá…

Sus ojos brillaron.

El emperador, que estaba tratando de decir algo, al final se dio por vencido y me levantó.

—Sí, soy tu padre…, mi hija.

En sus fuertes brazos parecía como si no hubiera nada que temer en el mundo.

Mi familia.

Cerré los ojos. Ya no estaba oscuro cuando los cerraba. Porque los coloridos fuegos artificiales iluminaban mis ojos.

Mi familia…

Mi corazón se sentía cálido. Una calidez sublime.

Las lágrimas brotaron, pero no las contuve. Las dejé caer.

♦ ♦ ♦

Los fuegos artificiales estallaron con hermosura y, luego, se apagaron.

Arsen se encontraba en el área vacía frente al palacio imperial. Frente a él, la orquesta imperial tocaba. Pensó que era muy agradable de escuchar.

Había una razón por la que abandonó deliberadamente el salón de banquetes. Aunque era el hijo de un duque, no le gustaba mucho socializar. Y tampoco el ambiente del ruidoso salón de banquetes. Además, ahí los de Idenbell eran invitados no deseados. Todos se mostraban hostiles hacia ellos. Por otro lado, quería ver el nivel de alquimia del Imperio Elmyrrh.

El viento es fresco.

Observó los fuegos artificiales ascendentes. Eran una técnica asociada a la alquimia, la cual era una parte integral de la magia.

Viendo los fuegos artificiales que estallaban continuamente, Arsen llegó a la conclusión de que la alquimia del Imperio Elmyrrh no era tan mala. No solo la magia.

El príncipe heredero de antes. Se sumió en sus pensamientos por un momento.

Era joven, pero poseía un gran espíritu. Su amor incondicional hacia su hermana menor era muy evidente.

Increíble.

Reconoció con sinceridad. Pertenecía a la generación más joven, la que surgió después de que los dos imperios comenzaran un tratado de paz.

Aunque se producían ocasionalmente conflictos en la frontera, al haber nacido en la capital, no había ninguna razón particular para que se sintiera inferior o repulsión hacia el Imperio Elmyrrh.

Y había una cosa más inusual, pensó para sí mismo.

El bebé que no conocía lloró mientras lo miraba: la primera princesa del Imperio.

Arsen se quedó muy desconcertado ante sus lágrimas llenas de mucha tristeza.

¿Fue porque era muy tímida? No, tal vez porque él era muy alto. Por lo general, ¿los bebés no tienen miedo de las personas que son más grandes que ellos?

Mientras reflexionaba sobre esto y aquello, de repente pudo ver a las personas en las que pensaba hasta hace un momento en la terraza hacia dónde miraba.

Príncipe heredero Isis. Princesa Aisha.

Y el resto de la familia imperial.

Hablaban alegremente de algo.

¿Qué está pasando?, se extrañó.

No podía escuchar muy bien porque estaban muy lejos, pero por su elevado tono de voz parecía que algo alegre o sorprendente había ocurrido.

Los observó charlar durante mucho tiempo. Mientras lo hacía, sin darse cuenta pensó en alguien que extrañaba.

¿Cuánto tiempo había estado ahí mirándolos?

En ese momento, escuchó una voz que lo llamaba desde detrás.

—¿Qué estás mirando tan fijamente?

—Ah…

Arsen se dio la vuelta con rapidez.

Había un hombre que se acercaba a la vejez. Al aparecer era un mago, porque vestía la misma túnica azul que él.

—Maestro —lo llamó contento.

Su maestro respondía al nombre de Delium. Era el benefactor de Arsen incluso antes de que entrara a la Torre de los Magos como el mago más joven. Sin él, no habría descubierto su talento a tan temprana edad.

Arsen sonrió alegre, pero Delium parecía estar molesto por algo. Ya debió haber deducido lo que pensaba Arsen por la dirección en la que miraba.

De hecho, era un viejo sabio del Imperio Idenbell.

—Sé por qué estabas mirando allí.

Arsen se rascó la cabeza, incómodo.

—No se puede evitar —Delium siguió hablando con amargura—. Este imperio es tan pacífico. En cambio, nuestra familia imperial es un desastre. Qué vergüenza.

Ante sus palabras, el rostro de Arsen palideció, reflejando su temor. Era una clara ofensa a la familia imperial.

—¡Maestro! ¡Si alguien lo oyera…! —gritó, mirando a su alrededor.

—¿Y qué? —resopló Delium—. De todos modos, estamos en medio del Imperio Elmyrrh. Además, no dije nada incorrecto. Soy viejo y no tengo ningún apego a mi vida —refunfuñó.

Arsen bajó la mirada.

—Aun así, nunca se sabe, así que por favor tenga cuidado… Insultar a la familia imperial es un delito grave.

Delium suspiró para sus adentros al verlo tan abatido.

Ay.

No trajo a su discípulo aquí a propósito para verlo así.

Sabía que había estado deprimido desde que «ella» murió. Solo quería que se sintiera un poco mejor. Por eso lo incluyó deliberadamente entre los enviados, pero no esperaba que fuera contraproducente.

Desconocía su paradero, pero cuando lo encontró, estaba mirando a la familia imperial como si estuviera poseído, sin vida.

Delium arrugó las cejas, pero Arsen, que hasta hace un momento vacilaba, por fin habló.

—Maestro, todavía no lo entiendo…

—Arsen —dijo Delium, despacio—, tú eres el que menos lo entiende.

—Sí, lo sé…

—Vaya, qué grande te has hecho.

Arsen se rio débilmente de la broma de Delium.

Lo que estaba tratando de decir era mucho más peligroso que lo que Delium había dicho antes.

Solo la familia imperial podía discutir sobre el juicio de un miembro de la familia imperial. Además, después de «eso», estaba casi prohibido hablar de «ella» en el palacio.

Sin embargo, Arsen no podía soportarlo.

—Todavía no sé por qué… por qué Alisa… tuvo que morir…

Las lágrimas comenzaron a brotar sin cesar. Unas muy desgarradoras.

Delium solo lo observó en silencio. Ya conocía su pérdida.

Su amiga de la infancia Alisa murió de la noche a la mañana. Se enteró demasiado tarde… Cuando todo ya había acabado.

Para Arsen, que estaba centrado en sus estudios en la Torre de los Magos, fue una desgracia.

Si lo hubiera sabido de antemano, habría hecho cualquier cosa. Incluso si hubiera tenido que renunciar a su vida o cometer perjurio [2], la habría ayudado a toda costa.

Sin embargo, se enteró cuando ya era demasiado tarde. No pudo hacer nada.

Al final, vivió como un lisiado por un tiempo debido a la tristeza de no poder proteger a un amigo y la ira hacia la familia imperial que hizo esto.

—No puedo perdonarlos…

Su respiración era entrecortada a medida que se enfadaba más.

Delium al final le dio unas palmaditas en la espalda.

—Vamos, cálmate, Arsen. Cálmate.

Ante sus palabras, Arsen cerró los ojos. Esas eran las palabras que escuchaba sin cesar de Delium cuando no podía concentrarse en su entrenamiento mágico.

Cuando abría los ojos por la mañana, todavía veía espejismos de ella. Su brillante sonrisa, la forma en que cabalgaba en el bosque del palacio imperial y muchos otros recuerdos que creó con ella. No podía dejarlos ir. Sin importar el coste.

Arsen abrió poco a poco los ojos. Las lágrimas cesaron, pero, en cambio, sus iris reflejaban una firme determinación.

Al verlo, Delium suspiró para sus adentros. Conocía mejor que nadie la terquedad de Arsen. Gracias a ella y a su gran fuerza de voluntad pudo convertirse en el sabio más joven del Imperio.

Lo percibió de inmediato. Que ya no podía detenerlo.

—Maestro —lo llamó—, investigaré la muerte de Alisa. Investigaré y descubriré la verdad.

Delium no pudo decir nada. Después de un tiempo, le dio una respuesta corta.

—De acuerdo.

Sabía cuán doloroso y difícil sería el camino que recorrería Arsen. Lo peligroso que es investigar el caso de envenenamiento de Marianne, a quien adoraba tanto la familia imperial.

No obstante, él recorrería ese camino con firmeza. Entonces, como maestro, no tendría más remedio que ayudar a su tonto discípulo.

Como dijo antes, ya era un anciano. Ya no tenía ningún apego a su vida y no había nada más que quisiera hacer.

—Haz lo que quieras. También te ayudaré.

Ante las palabras de Delium, el rostro de Arsen se iluminó.

—G-Gracias, maestro. ¡Muchas gracias…!

Arsen entendería si su maestro se oponía. No obstante, él decidió ayudarlo y apoyarlo.

No podía estar más que agradecido.

Al ver su rostro brillante, Delium lo reprendió, travieso.

—Este mocoso. Si estás agradecido, sé un mejor discípulo. Ven a masajearme los hombros todos los días.

Arsen solo rio alegre. Una vez más, volvió la cabeza hacia la terraza.

Al parecer la familia imperial se había ido hacía bastante rato. Los fuegos artificiales habían terminado, así que era comprensible.

Se llamaba Aisha de Elmyrrh…

Nuevamente, Arsen pensó en el bebé por un momento.

Gracias.

Gracias a ella, por fin se había decidido.

Como ella, Alisa también fue amada alguna vez por muchas personas.

Investigará desesperadamente la razón por la que fue ejecutada de la noche a la mañana.

Aunque tenga que arriesgar mi vida.

Sus ojos se volvieron sombríos.

La galaxia brillaba en el cielo.

Así transcurrió la primera noche del cumpleaños de Aisha, la primera princesa del Imperio Elmyrrh.


[1] Elmirio es el idioma que se habla en Elmyrrh.

[2] Cometer perjurio es dar información falsa en la corte durante un juicio. El testigo tiene la obligación legal de decir la verdad, y en el caso de que incumpliese su obligación, podría ser procesado por la vía penal.

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