Traducido por Herijo
Editado por Sakuya
Mientras guiaba a Mefuri, que parecía haberse vuelto más obediente, opté por alojar por el momento al resto de los niños esclavos en los cuarteles.
Los cuarteles en el Fuerte Jugfena cuentan con una sala que puede funcionar como sala de interrogatorios. Como líder del ejército de Kaldia, se me había informado de antemano sobre cómo desbloquearla. Para prevenir su uso indebido, se debe emplear un método sencillo, pero particular, para abrir la puerta, algo que sería complicado de descifrar para los desconocidos.
Mis soldados del ejército de Kaldia estaban esperando órdenes en el comedor. Dado que todos estaban aquí, significaba que Ratoka había cumplido con lo que le instruí y los había congregado a todos, pero, por alguna razón, Ratoka no estaba presente.
—¡Mi señora!
—He vuelto, informe de la situación… ¿Gunther no está aquí?
Cuando observé alrededor, no solo Ratoka estaba ausente, Gunther también faltaba. ¿Estaba con Ratoka en algún lugar?
—¡Mi señora, estás herida! Ven, vamos a tratar eso de inmediato.
—Más importante que eso, las heridas de Claudia son más graves que las mías.
—¡Ella ha resultado herida! ¿¡Qué, no puede ser!?
—¡¿Claudia ha sido gravemente herida…?!
—¿¡Así que esta no era la sangre del enemigo!?
Los soldados se alborotaron al ver el estado de Claudia. Simplemente recibí una toalla y comencé a limpiar el vómito y la sangre de mi cuerpo, pero prepararon una cama improvisada para Claudia para que descansara y la colocaron en ella con el máximo respeto.
Cuando se limpió la sangre que la cubría, descubrí que estaba en peor estado de lo que pensaba. La piel de sus dedos y muñecas había sido quemada por explosiones. Su hermoso cabello rubio estaba chamuscado en muchos lugares.
Bueno, al menos el cabello volverá a crecer… La piel de sus dedos y muñecas, eso podría ser mucho peor…
Mientras mordía mis labios, quizás Mefuri, que estaba detrás de nosotros, sintió una perturbación en el aire, sus hombros comenzaron a temblar. Aunque todavía estaba atada, con los ojos vendados y amordazada, parecía sensible a las personas cercanas a ella. No sé si es parte de sus poderes mágicos o no.
—Ubiquen a los niños prisioneros bajo nuestra protección en tres habitaciones separadas. Claudia, por favor elige una unidad para que realice esta tarea.
—Entonces, la tercera unidad.
La unidad del ejército que Claudia designó se dividió en tres equipos más pequeños, y llevó a los niños restantes a las tres habitaciones escogidas para su alojamiento temporal.
—Mi señora, ¿qué sucede con esa niña?
—Ella está bajo mi jurisdicción personal.
Mefuri parecía inquieta mientras los soldados la observaban. Daba la impresión de que todavía podía sentir sus miradas sobre ella, estaba claramente nerviosa y agitada.
—Mefuri, por aquí.
Cuando la llamé, ella caminó en mi dirección de forma titubeante, pero obediente. Sin sus sentidos normales, la naturaleza humana dicta que debería tener miedo de moverse, debería ser una situación estresante para ella. Bueno, esa era parte de la razón por la que tenía a Mefuri con los ojos vendados.
—Voy a hacerte algunas preguntas de sí o no. Asiente para ‘sí’ y niega con la cabeza para ‘no’.
Mefuri asintió ligeramente. Estar rodeada de soldados parece haber exacerbado su sensación de tensión.
—Primero, acerca de tu habilidad mágica. Tienes el poder de hacer explotar cosas, ¿correcto?
Ella asintió. Los soldados se alborotaron momentáneamente al escuchar esto, y todos se pusieron en guardia contra Mefuri. Sus hombros temblaban como si estuviera asustada.
—¿Solo puedes hacer explotar a los humanos?
»¿No? ¿Entonces, humanos y bestias mágicas?
»¿Oh, aún incorrecto?
La habilidad de Mefuri parecía tener aplicaciones más amplias de lo que me había dado cuenta.
—Entonces, también animales.
»¿Qué, incluso incluye plantas?
Asintió en confirmación a eso.
Podía incluso hacer explotar plantas… Cuanto más descubría sobre su habilidad, más aterradora parecía..
—Entonces puedes incluso hacer explotar plantas… Supongo que incluso podrías explotar hojas muertas, ¿verdad?
Eso fue solo una expresión de mi asombro por el alcance de su poder, pero parecía que Mefuri lo interpretó como otra pregunta. Parecía confundida sobre cómo responder, luego negó con la cabeza.
¿A qué parte de eso decía que no? … ¿No podía hacer explotar hojas muertas? Solo estaba haciendo explotar cadáveres y partes del cuerpo antes. ¿Cuál era su poder…?
—¿Es que sólo puedes hacer explotar cosas vivas?
Asintió afirmativamente. Ya veo.
Después de eso, continué haciendo muchas preguntas a Mefuri y obtuve una clara comprensión de su habilidad, para cuando terminó el tratamiento de primeros auxilios de Claudia.
Parecía que la debilidad de su habilidad radica en las condiciones necesarias para convertir algo en un objeto que pudiera explotar. Para lograr esto, debía estar en contacto continuo con el objeto durante aproximadamente medio día. Además, solo podía preparar un solo ser vivo para explotar a la vez; no tenía la capacidad de preparar dos entidades vivas como bombas simultáneamente. De los niños capturados que quedaban, solo tres parecían estar en condiciones de ser detonados por ella. Al parecer, logró convertirlos en sus bombas sin levantar sospechas, al tomarles las manos mientras dormían junto a ella.
La potencia de la explosión dependía del tipo y masa del objeto utilizado; Mefuri misma era incapaz de controlar su intensidad. Sin embargo, tenía un sentido aproximado de cuán fuerte sería la explosión.
La limitación más grande de su poder residía en la distancia de detonación. Para hacer explotar sus bombas, la ‘bomba’ debía estar al alcance de la voz de Mefuri, y ella debía dar la orden verbal personalmente. Esto significaba que no importaba cuán cerca estuvieran las bombas de Mefuri, si un ruido fuerte ahogaba su voz o si había una barrera a prueba de sonido entre ellos, no podría detonar sus bombas vivientes.
Incluso después de hacer explotar una bomba viviente, todavía podía detonar nuevamente partes del cuerpo del cadáver. Sin embargo, estas explosiones serían considerablemente más pequeñas y Mefuri tendría que estar dentro del alcance del cuerpo.
Además, poseía la capacidad de sentir la ubicación de sus bombas que estaban cerca de ella, así como de sentir el alcance máximo al que podía detonar sus bombas. No cabía duda de que su habilidad era poderosa a pesar de sus limitaciones.
—Entiendo. Entonces, voy a ordenar que se te quiten las ataduras y la venda. La mordaza permanecerá en su lugar, no deberías tener objeciones, ¿cierto?
Mefuri asintió afirmativamente.
Desenfundé mi espada corta, preparándome para matar a Mefuri en cualquier momento si fuera necesario, al tiempo que le indicaba al soldado detrás de Mefuri que le quitara la venda primero.
Pero, umm. ¿Eso era “suficientemente bueno”?
Cuando le quitaron la venda, se revelaron sus ojos nublados, empañados y borrosos, como los de alguien en medio de un sueño. Miré con confianza a Mefuri con mis propios ojos, fríos como el hielo.