Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 193: Una noche muy brillante para Eris

Traducido por Herijo

Editado por Sakuya


De acuerdo a Wiegraf, este plan de batalla fue concebido por Ratoka. Wiegraf incluso bromeó, manifestando que desearía que Ratoka estuviera aquí con nosotros en lugar de estar en su misión de escolta. Mencionó, a modo de burla, cómo se veía incapaz de sobrecargarme con tareas, dado que solo soy la señora de un territorio en medio de toda esta guerra; no obstante, su tono de voz denotaba claramente que no estaba siendo del todo serio.

A pesar de que Wiegraf no guarda gran parecido físico con su hermano menor, Ergnade, soltó un comentario del tipo —¿No es interesante?— sonriendo de la misma forma que él lo haría. En realidad, no capté su broma.

También me informó que este plan de batalla se denominaba “los cinco Condes Kaldias”, a lo que tampoco supe cómo reaccionar.

—El hecho de que el ejército enemigo haya enviado exploradores solo para confirmar tu ubicación actual significa que te ven como una amenaza. Si apareces repentinamente en el frente de batalla cuando menos lo esperan, eso asestará un gran golpe a su moral, más que cualquier otra cosa.

Quizás tenga razón. Teniendo en cuenta la matanza que orquesté en la meseta de Ritox, soy muy consciente de mi mala reputación.

No estoy segura de cuánto sabe Rindarl sobre los asuntos internos de Arxia, pero deben sentirse intranquilos al no haberme visto durante los últimos ocho meses.

En este mundo, es muy poco común que todos los nobles jóvenes se reúnan en un solo lugar para recibir educación. Teniendo en cuenta que Arxia es un país aislacionista, no debería ser muy conocido en el extranjero que fui a la escuela de nobleza para estudiar.

La estrategia del plan de batalla, con un nombre un tanto juguetón, es simple. Montaré en el draconis blanco, que ha tomado cariño por Rashiok, mientras que Rashiok y sus otros tres hermanos draconis que ya están en el ejército de Jugfena llevarán a un caballero disfrazado de mí. Aprovechando nuestra movilidad aérea y su falta de conocimiento sobre nosotros, emboscaremos la capital enemiga, Eris, y su armada estacionada en el río Tave, con el objetivo de sembrar el caos entre el enemigo.

Yo, montando en el draconis blanco, me dirigiré directamente a Eris junto con los tres draconis de Jugfena, mientras que Rashiok se dirigirá a la armada del río Tave, dado que no puede volar. Después del ataque a Eris, también nos dirigiremos al río Tave. Parece que me enfrentaré a todo el ejército enemigo estacionado en Eris, así como a su armada, mientras estoy en el draconis blanco.

Tengo ciertas reservas sobre montar en el draconis blanco, que aún es un draconis salvaje, pero es muy probable que sea la única a la que permitirá montar, debido a que me ve como la líder de Rashiok. No creo que se me esté pidiendo que haga algo irracional, pero todavía tengo mis dudas.

Dado que estamos a medio día de distancia del frente de batalla a caballo, esto soluciona el problema de no poder llegar a tiempo, pero me pregunto qué sucederá.

—Vedwoka, por favor, detente aquí.

Mientras observaba la ciudad circular que se extendía debajo de mí, acaricié el cuello del hermoso draconis blanco debajo de mí que, aunque obediente, parecía inquieta. La bauticé como Vedwoka, el nombre de una antigua diosa de la región de Jugfena, al igual que Rashiok. Como esperaba, definitivamente no permitía que nadie más se acercara a ella, pero terminó obedeciendo mis órdenes de separarse de Rashiok.

Ya podía percibir en ella la misma confianza e intimidad que Rashiok solía mostrar en mi presencia, por lo que acepté su larga cola, parecida a una serpiente, que acariciaba mi rostro. Se dice que los draconis usan sus colas para expresar una variedad de emociones, golpeándola para demostrar insatisfacción o desacuerdo, entre otras.

Como de costumbre, el sol ya había descendido mucho tiempo atrás en dirección a las Montañas Amon Nor. Observamos cómo el cielo nocturno se iluminaba de manera gradual mientras volábamos sobre los edificios que los demás caballeros de Jugfena y yo habíamos señalado como objetivos. El amanecer sería nuestra señal para iniciar nuestro ataque.

Cuando vislumbramos los bordes luminosos del sol emergiendo por la cima de la montaña, cada uno de nosotros encendió una cerilla y la dejó caer en una gran bolsa de tela que llevábamos, repleta de aserrín. Posteriormente, nos aseguramos de que ardieran intensamente al agitar las bolsas con las cuerdas a las que estaban sujetas.

Bueno, es hora de que los ciudadanos de Densel despierten con un fuego rugiente en lugar del usual sol matutino.

A medida que el sol continuaba ascendiendo, nuestros draconis se lanzaron en picada al unísono.

Corté las cuerdas que sujetaban la bolsa al vientre de Vedwoka, permitiendo que el aserrín ardiente, previamente empapado en aceite, cayera sobre la ciudad capital de Densel, Eris.

—Confío en ti, Vedwoka.

A mi señal, Vedwoka empezó a batir poderosamente sus alas. Con el auxilio de su magia del viento, las llamas se propagaron súbitamente en todas direcciones.

La mayoría de las personas en Eris aún estaban durmiendo a esta hora temprana, por lo que este incendio se esparció rápidamente y en silencio sin que se percataran.

Di la siguiente señal después de confirmar que todos los incendios que habíamos provocado alcanzaban ya un nivel que no se extinguiría fácilmente.

—Bien, es hora de dirigirnos a nuestro próximo destino. Tenemos que hacer tiempo para saludar adecuadamente al ejército de Densel estacionado en Eris. Aunque hacerlo resulta un tanto molesto.

Aunque soy consciente de que Vedwoka no fue criada por humanos, y por lo tanto no comprende el idioma arxiano, tengo la costumbre de siempre hablarle a Rashiok cuando lo monto.

A pesar de que Vedwoka aún podía entender mi intención, retomó el vuelo hacia el cielo, mientras comenzaba a escuchar los sonidos explosivos y crepitantes de la ciudad, construida principalmente de madera, ardiendo, así como los gritos de los soldados que finalmente se percataron de lo que estaba sucediendo al amanecer en Eris.

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