Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 211: La primavera en Kaldia (7)

Traducido por Herijo

Editado por Sakuya


El rostro de la mujer llamada Nadje me resultaba algo familiar.

Al intentar indagar más, al principio me respondió con una expresión vacía, que luego cambió a una de confusión. Sin embargo, me ofreció una tímida sonrisa y me condujo al interior de su casa.

Fue una sensación extraña. Aparte de los niños pequeños y los soldados de la región, no había muchas personas dispuestas a interactuar conmigo sin siquiera inmutarse.

—¿Cuál es el motivo de la visita? ¿Tiene algún asunto conmigo?

—Sí, Nadje. Acerca de eso…

El Jefe del Pueblo tuvo la amabilidad de ser el encargado de explicarle todo. Con su delicada explicación, solo logró que me sintiera aún más incómoda. Sin embargo, gracias a su intervención, fue mucho más fácil ver un cambio en las reacciones de Nadje mientras escuchaba.

Cuando le preguntaron sobre su relación con Gunther, se sonrojó un poco, pero admitió francamente que sentía algo por él, aunque todavía se mostraba algo cautelosa conmigo. Sin embargo, su aparente calma desapareció en el momento en que el Jefe del Pueblo decidió preguntar sobre el registro matrimonial

—¿Eh…? ¿El señor Gunther y yo… casados? ¿Eh?… ¿Qué?

Las ruedas en su cabeza parecían haber dejado de girar a mitad de camino. El Jefe y yo nos miramos. La chica, que supuestamente debía estar en el centro de todo este asunto, no parecía tener idea de lo que había ocurrido. Era evidente que no había ninguna artimaña detrás de su asombro.

Lo que significaba que a quien deberíamos preguntar probablemente fuera a su padre.

Las leyes matrimoniales de Arxia variaban según la región. Las nuevas leyes promulgadas por el Conde Terejia y yo establecen que las dos partes que iban a casarse debían permitir que el pueblo en el que vivieran voluntariamente actuará como mediador y sería el lugar donde elaborarían el contrato de registro matrimonial. Ambas partes firmarían dicho contrato y tendrían que presentarlo al señor de esas tierras.

Sin embargo, antes de que las leyes fueran revisadas, cualquier ley concerniente al matrimonio se basaba en la conducta aristocrática. El acuerdo necesario para un matrimonio no debía ser entre las dos partes implicadas, sino entre el Señor y el padre o tutor de la futura novia.

—¡Jefe del Pueblo, quién solicitó exactamente el registro de matrimonio!

—Ahora que lo pienso… fue el padre de Nadje. Lo siento mucho, parece que no revisé adecuadamente…

—No es así. Un padre puede actuar por defecto como representante de su hijo. No hay razón para culparte por lo que pasó en el momento del registro.

Ese realmente no era el núcleo del problema; más bien yacía en el hecho de que el nombre de Nadje había sido inscrito en el registro. Si Nadje realmente no estaba al tanto, entonces eso significaba que había sido falsificado… y que quien lo falsificó tendría que enfrentarse a la ley.

—Um… ¿Qué…? ¿Qué debo hacer?

Habiendo comprendido el esquema básico de la situación, el rostro de Nadje se había vuelto pálido. Con suavidad, puse mi mano sobre su hombro y le aseguré que todo estaría bien.

—Tú no tienes la culpa de este incidente. De hecho, dado que se falsificó tu firma, te consideraría más una víctima que cualquier otra cosa. No puedo decir con certeza si fue Gunther, tu padre o quizás ambos; en cualquier caso, tienes el derecho de desear el castigo para quien haya hecho la falsificación. No debería recaer sobre ti.

Bueno, el castigo del padre no era algo que pudiera decidir a mi sola discreción. Más bien, es probable que se determine tras una extensa conversación dentro del mismo hogar.

La respuesta de Nadje a mi explicación fue una expresión que no dejaba en claro si había comprendido o no, seguido de un asentimiento. Supuse que todo iba bien, siempre y cuando entendiera que las cosas no se saldrían de control.

—Por ahora, me gustaría hablar con tu padre…

Era hora de romper el hielo.

Justo cuando noté que Rashiok había despertado repentinamente, con las orejas erguidas, el sonido de pasos apresurados resonó desde un rincón de la habitación hasta la puerta de entrada.

—¡Oye, Nadje, estás aquí…! ¡Vaya! ¿¡Rashiok!?

Rashiok saltó, posando sus patas delanteras en el hombro de Gunther, quien había decidido aparecer justo en ese instante.

No hace falta decir que Gunther, sin manera de defenderse o eludirlo, fue derribado al suelo.

Rashiok soltó un grito de alegría, y Gunther, aún confundido, se levantó lentamente y observó a todos nosotros reunidos dentro de la casa.

—¿Eh? ¿Por qué están… ustedes aquí…? Espera, ¿Jefe del Pueblo?

—Aaah, Gunther. Llegaste en el momento perfecto. Lamento hacer esto en medio de toda esta confusión, pero hay algo que quiero preguntarte… En realidad, antes de eso, ¿tienes una serpiente de nieve en esa bolsa, verdad? ¿Te importaría vendérmela?

Con una serie de sonidos insistentes, Rashiok se inclinó hacia la bolsa que colgaba en la espalda de Gunther. Esa era su reacción típica al enfrentarse con su manjar favorito: la serpiente de nieve.

Con una expresión inusualmente desconcertada, Gunther murmuró su aprobación y sacó una serpiente blanca como la nieve de su bolsa. Sorprendentemente, todavía estaba viva. Dado que aún estaba hibernando, probablemente valdría mucho.

Las serpientes de nieve solían escasear una vez que la nieve se derretía. Aunque no sabía si el rumor sobre ellas, que comían nieve, era cierto, estas descendían por el Amon Noor junto con la nieve. Normalmente desaparecían antes de que la nieve tuviera la oportunidad de hacerlo. Las pocas que se encontraban durante la primavera perdían un poco de sabor, pero eran deliciosas una vez engordadas.

—Rashiok, no me digas que siempre logras que Gunther te de comida de esta manera.

Intenté reprender al Dragón Lobo mientras devoraba la serpiente de nieve, moviendo la cola con puro deleite. Las orejas de Rashiok se agacharon con tristeza, y pude ver a Gunther esbozar una sonrisa forzada desde el rabillo de mi ojo.

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