Violet Evergarden – Capítulo 5: El prisionero y la Muñeca de Recuerdos Automáticos

Traducido por Maru

Editado por Nemoné


La nieve cenicienta bailaba con destreza.

Todo comenzó con un simple copo, transformándose en varios que se agruparon hasta cubrir el suelo. Para las aldeas que no estaban preparadas para los periodos fríos, los viajeros cruzaban las carreteras a pie; en los campos y montañas donde aún persistían rastros del otoño, las manifestaciones del invierno dieron a conocer su poder.

¿Por qué existían cuatro estaciones? No había ninguna posibilidad de dar una respuesta a esa pregunta, sin embargo, era incuestionable que dichas estaciones eran necesarias, ya que regulaban la vida y la muerte, además ayudaban a que el ciclo mundial no se deteriorase.

En medio de cierto campo de batalla, una chica observaba el cielo. Mientras la sustancia blanca y fría descendía lentamente, la chica le preguntó al señor que estaba a su lado:

— ¿Qué es esto?

—Es nieve, Violet.

Quitándose los guantes que olían a humo de pólvora, el señor sostuvo una mano abierta hacia ella. El copo descendió sobre ella y pronto se licuó.

La chica dejó escapar el aire por lo extraño que se veía. Por primera vez, intentó decir el nombre de la sustancia que se había disuelto en la mano de su Señor.

—Nieve… —Su entonación de niña pequeña, era del tipo quien había comenzado a aprender palabras.

—Es correcto, nieve.

— ¿Hay… tipos de nieve que se derriten… y otros que no?

La chica se volvió hacia un cuerpo muerto que aún sostenía un arma. La nieve se amontonaba sobre ella como una capa de azúcar en polvo.

No había un único cadáver. Alrededor de la zona en la que se encontraban, innumerables cuerpos de soldados estaban dispersos por toda la tierra helada, como si hubieran sido abandonados, sin tantas tumbas donde residir.

—El de la mano del Comandante se derritió. El de esos cadáveres… no lo hizo. —Los señaló con el hacha de batalla en la mano. Sin hacer ningún comentario sobre su alegre actitud hacia los fallecidos, el Señor simplemente bajó el arma.

—La nieve fluye cuando entra en contacto con el calor. Si cae sobre cosas frías, simplemente se acumula. Dame tu mano.

La chica hizo exactamente lo que le dijo. Cuando el Señor le quitó el guante, que era del mismo color que el suyo, su pálida mano quedó expuesta. La nieve también cayó sobre su piel de porcelana, volviéndose agua.

Por un segundo, la chica, cuya cara de muñeca carecía de emoción, abrió los ojos.

—Se derritió… —Exhaló de nuevo—. Oooh…

No podría comprender la expresión del Señor, mientras observaba su reacción desde un lado. Parecía igual de distante.

Una vez que limpió la gota de su mano con un dedo, agregó:

—Como evidentemente haría.

— ¿Es así? Pensé… que podría no derretirse en mi mano.

Los enviados de hielo que caían en cascada sobre el cielo, continuamente tocaban la mano de la chica y la del Señor que la sujetaba, fundiéndose en las palmas de diferentes manos.

—Así que yo también soy cálida.

La niña dijo lo obvio con el tono de alguien que habría presenciado un milagro.

—Estás viva. Es por eso que eres cálida.

—Pero… a menudo me decían… que parezco estar hecha de hielo.

—¿Quién?

—Bueno… puede que estén entre los que fallecieron…

Con solo una mirada, podía observarse que, entre los montones de cadáveres que yacían en la pradera, algunos llevaban el mismo uniforme que la niña y el Señor. La chica no mostraba signos de tristeza o dolor ante ese hecho.

El viento de invierno soplaba con fuerza entre el espacio de los dos con un silbido.

—De ahora en adelante, avísame cuando te insulten.

Seguramente, la niña no lo había pensado como un insulto. Incluso ahora, parecía que no había entendido completamente lo que se suponía debía de informar, pero asintió con seriedad, luego miró fijamente la cara del Señor de la misma manera que había observado el derretimiento de la nieve.

Al darse cuenta de que algo de eso se acumulaba en sus hombros, automáticamente estiró la mano para quitarlo.

—La nieve… borra otros colores cuando se acumula, ¿no es así?

—Sí. —dijo el Señor tomando su mano y poniéndole el guante—. No solo colores, sino también sonidos.

La mano de la niña se calentó gradualmente.

— ¿Es así?

Ella se asomó a los orbes verde esmeralda que significaban todo para ella. En ellos se reflejaba una niña sin expresión, espectacularmente bella, cubierta de sangre.

—Si nevara… en todo el mundo… —La niña se detuvo por un momento—. Se volvería más difícil para las personas matarse unas a otras. ¿Eso también borraría las preocupaciones del Señor? —preguntó después de examinar nuevamente el rostro del contrario.

—Violet —respondió el Señor como si fuera a dar una conferencia a una niña inocente—. Borrar algo… significa simplemente ocultarlo, no resolverlo.

♦ ♦ ♦

La prisión Altaír era una instalación construida sobre un gran terreno, rodeada por una valla excepcionalmente alta y cubierta por cielos grises. El número actual de presos era de uno 2200. Aproximadamente 400 miembros de personal vivían ahí, vigilando y guiándolos hacia la rectificación. Fue reclamada como la prisión más grande del continente, pero también fue elogiada por su administración competente, ya que no hubo ninguna fuga desde su fundación.

La prisión estaba ubicada en una región llamada Cornwell en la parte norte del continente. Era un territorio extremadamente frío, cubierto de nieve durante todo el año.

Las distancias entre las ciudades eran significativas; incluso si alguien consiguiera abandonar las instalaciones, tomaría medio día en coche llegar a cualquier ciudad vecina. Por lo tanto, si un prisionero llegara a estar tanto tiempo fuera, nada lo estaría esperando, aparte de la natural y solitaria muerte por hipotermia. Independientemente de cuánto pudiera querer escapar, nunca sería algo fácil, por lo que era el lugar más adecuado para los encarcelamientos.

Mantener la instalación en sus mejores condiciones y rectificar a los prisioneros generó abundante capital. Al entrar por la puerta principal con altas agujas que se alzaban en los alrededores, podía verse una fábrica dividida en innumerables segmentos. Producía una gran variedad de productos, la mayoría eran manufacturados a compañías privadas. Era una amplia gama de industrialización, desde ropa, hasta jabones y detergentes.

Los prisioneros tenían una gran variedad de trabajos que se consideraron como una actividad económica necesaria no solo para la preservación de las instalaciones, sino también para que puedan adquirir empleos estables en su regreso a la sociedad después de finalizar su sentencia. Cualquiera sea la razón, contribuyó de manera prominente a reducir la aptitud criminal principal de los presos. De hecho, el número de presos bajo custodia era en realidad pequeño.

Sin embargo, eso se aplicaba a la primera sección, que albergaba a los que habían cometido delitos menores. En la segunda, tercera y cuarta el control era cada vez más severo de acuerdo a con los cargos y atrocidades de los que se les acusaba, sin que se le diera trabajo manual; eran simplemente supervisados. Los que residían en dichas secciones eran considerados demasiado peligrosos para que se les concediese cualquier tipo de tarea, independientemente de lo que pudiera ser.

Para los criminales internos, era indudable para cualquier prisión que no podían permitir que escapasen, pero Altaír añadía las palabras “sin importar qué”, “definitivamente”, “incuestionablemente” y “absolutamente” a uno en concreto. Era un individuo que causaría un enorme impacto a la sociedad si alguna vez, por casualidad, lograba escapar. Por lo tanto, estaba oculto.

Quienes ingresaban en el lugar generalmente se sorprendían de lo impecable que era. Las paredes de los pasillos, bien limpias, estaban decoradas con réplicas de pinturas famosas. Era una atmósfera que se parecía a la sala de espera de un hospital

Sin importar quién entrase por la puerta o qué ropa llevara, se las llamaba de inmediato, de modo que las personas que se sentaban en los bancos de la sala de espera nunca tenían que esperar demasiado para que comenzase la entrevista.

Los datos escritos en detalle acerca de quienes habían venido a ver, el propósito de la visita, hasta los registros de hospitalización y la presencia o ausencia de historial médico se encontraban en listas, registrando obligatoriamente todo sobre cada visitante, sin omitir un solo hecho. Mientras tanto, sus identidades eran confirmadas con las tarjetas de identificación que presentaron.

Si no se encontraban problemas durante la entrevista, se permitirían las reuniones posteriores en una habitación con compartimentos divididos por paredes delgadas, que podrían acomodar a una gran cantidad de personas. Traer comida también se toleraba siempre que pasara el examen. No se recomendaban pasteles, ya que el contenido de sus recipientes se batiría.

Después de la inspección, a los visitantes finalmente se les permitían las reuniones.

El hecho de que las personas visitadas fueran apreciadas por otros no cambiaba el hecho de que habían pecado. Sin embargo, entre los visitantes, uno había venido estrictamente para trabajar. Una solitaria Muñeca de Recuerdos Automáticos enviada a la prisión estaba de pie, firme y silenciosa, en un mundo de nieve plateada resistente.

Recibiendo un trato especial como huésped, la mujer estaba en espera de una habitación privada. Era una sala para personas importantes a las que se les permitió pasar el periodo de inspección.

La apariencia de la joven no coincidía con una prisión. Sus iris azules, semejantes a brillantes zafiros, tenían un misterioso encanto. La cinta de color rojo oscuro, que envolvía su trenzado y excepcional cabello dorado, parecía estar envuelto en el brillo de las constelaciones. El broche verde esmeralda asegurado sobre el centro de su chaqueta azul de Prusia, que no era más que un accesorio, era su marca registrada. Dentro de sus botas tejidas de color marrón cacao, sus piernas se inclinaron en diagonal de una manera encantadora, mientras permanecía sentada en una silla.

Era una belleza que normalmente no se encontraría en el interior de una penitenciaría, robando constantemente las miradas de cada miembro del personal en la sala silenciosa, mientras se ocupaba de la vigilancia y acompañamiento.

La joven no hacía movimientos visibles, como una muñeca, parpadeó ante el reloj de pared de la habitación. Parecía que encontrar al que ella había venido a ver tomaría bastante tiempo y fuerza de voluntad. Ella no mostró indicios de frustración hacia lo inevitable, pero solo un poco antes, el aire a su alrededor parecía revelar su inquietud.

Un golpe hizo eco en la habitación, sin más sonidos que la marca de la aguja del reloj, y suspiros de admiración por el atractivo de la mujer provenientes de los miembros del personal.

—Señorita Violet Evergarden, los preparativos para la reunión se han completado —llamó una mujer gordita con voz ronca. Su uniforme de seguridad verde oscuro parecía demasiado apretado, los botones casi saltaban fuera del área del pecho.

Cuando la que se llamaba Violet se levantó rápidamente mientras agarraba su bolsa de viaje y la sombrilla a rayas que había dejado en el suelo, una de los otros miembros del personal femenino abrió los ojos con una expresión de asombro. Luego se transformó en una de celos y envidia de la persona que había llamado a la niña con rasgos faciales frágiles e impresionantes.

El miembro del personal miró a Violet aturdida, antes de mirar a la que se suponía que debía escoltarla. Este último procedió a guiar a Violet a través de un pasaje de uso exclusivo limitado al personal autorizado.

—Soy Chaser. Es solo por un momento, pero le mostraré los alrededores.

La voz grave de Chaser, junto con el chasquido de las suelas de los zapatos de ella y de Violet, hicieron un eco desagradable a través de los corredores silenciosos.

Fuera de las ventanas del pasillo, lo que se podía ver era la creciente nieve que se acumulaba y el mundo blanco cubierto de ella.

—Entonces… ¿eres famosa en el negocio de la amanuensis, Violet Evergarden? Me sorprendió eso, pero el protagonista de “Ice Rose Princess” se basó en ti, ¿cierto? Ya sabes, esa única escena… por el guionista Óscar. Mi compañero estaba muy celoso de mí ahora mismo porque sería la que te acompañaría hoy. Este cuento es popular entre los fans de Óscar, después de todo. No he visto la obra, pero ella la felicitó por ser una gran historia. —Chaser habló mientras miraba el perfil de Violet de vez en cuando.

Nemoné
Óscar...

Violet simplemente asintió con la cabeza, sin mostrar mucha sociabilidad.

¿Qué hay con eso? Tan pretenciosa. Además… ella puede ser bonita, pero lo es demasiado y eso la hace ser espeluznante.

Chaser se dio la vuelta con un chasquido de lengua. Parecía que la apariencia bien estructurada de Violet, que podía considerarse una belleza excepcional, era uno de los factores determinantes de por qué su falta de comunicación a veces podía perjudicar a las personas. La otra parte nunca podría adivinar la razón detrás de su escaso uso de palabras.

Para llegar a su destino, era necesario utilizar una escalera. Parecía que el conocido de Violet vivía bajo tierra. Aun sin que Violet preguntara por qué no había ascensores, Chaser lo explicó.

—Abajo está… —Suspiró—. lleno de criminales con delitos graves y trastornos psicóticos —Volvió a suspirar—. Entonces, para disminuir el número de rutas de escape en el improbable caso de que haya una fuga, solo hay escaleras. Es un dolor… para los miembros del persona como yo… aunque…

Ya fuera por falta de ejercicio o por exceso de peso, Chaser bajó las escaleras con mucha dificultad. Mientras sudaba y jadeaba, Violet la miraba repetidamente preocupada, y cuando parecía que iba a resbalar, Violet extendió su mano hacia ella. Con una velocidad que no podía ser registrada por los ojos humanos, agarró el collar de Chaser, manteniéndola en el aire.

—Oh, ¿qué…? —Mientras se ahogaba, Chaser se sintió abrumada por el miedo una vez confirmó que estaba siendo levantada por el cuello—. ¡B-B-Bájame!

Violet la puso lentamente en una posición en la que ya no perdería ni un paso, susurrando tras ella.

—Mis disculpas. Perdóneme por el duro trato, Joven Ama.

La cara de Chaser se sonrojó ante esa voz dulce.

— ¡Q-Quita eso de “Joven Ama”! ¡Ya tengo marido e hijos!

— ¿Es así? Perdóneme una vez más, Mi Señorita.

—Ah, no, no es eso…

¡Qué grosero por mi parte! No expresar ni una sola palabra de gratitud a pesar de que me salvó…

—Entonces, Señora.

— ¡Eso no es un honorífico!

—Parece que le he hecho pasar por un momento desagradable. ¿Le gustaría señalar mi error? Intentaré mejorar lo más posible.

Chaser se quedó estupefacta. Si ella ocupara el lugar de Violet, habría expresado cuán ofendida estaba acercando su cara a la de ella. Sin embargo, Violet no cambió de actitud. Según Chaser, en lugar de sentirse fría, era impersonal.

—No es eso… Quería decir que es mi culpa. ¿Lo entiendes? Te grité a pesar de que me ayudaste, y soy… pesada… así que gracias. —dijo Chaser con los labios ligeramente fruncidos.

Violet negó con la cabeza.

—Una o dos mujeres no cuentan como pesadas. Comparado con un tanque, es como una pluma.

— ¿Qué tipo de comparación es esa? Poder levantarme con ese cuerpo pequeño… Tienes mucha fuerza. Qué extraña Muñeca de Recuerdos Automáticos. Además… ¿actúas así con todo el mundo?

—Siempre he sido… más fuerte que la gente normal. Tiene que ver en parte con mis prótesis. Fueron fabricadas en Estark Inc., por lo que su durabilidad es bastante alta. Es posible usar una fuerza y movimientos que normalmente no puede lograr un cuerpo humano, por lo que es muy conveniente. ¿Pero por “actuar así” se refiere…?

Cuando Violet se quitó uno de sus guantes negros sin dudarlo, Chaser se mostró un tanto escéptica, convencida de que debía haber circunstancias con respecto al asunto y respondió con brusquedad.

—Como ya sabes… hablar con la gente como si fuera de la nobleza. Bueno, parece que su negocio atiende a una gran cantidad de clientes ricos, por lo que su estándar operativo…

—He usado el habla formal con todos desde siempre. Sin embargo, si mis palabras la hacen sentir incómoda, me disculpo.

—No lo consideré desagradable, solo sorprendente. Pero estaba… un poco feliz. Normalmente no se refieren a mí como “Joven Ama” por mi edad.

— ¿Es así?

En ese instante, Chaser notó un cambio en la expresión facial de Violet. Un leve parecido a lo que podría considerarse, o no, a una sonrisa.

—Cierta persona… me enseñó a hablar tan cortésmente como lo hago ahora. Ser elogiada por ello es un honor… ya que considero que las cosas aprendidas son un tesoro.

Al vislumbrar el lado humano de Violet, Chaser pudo sentir que su exasperación disminuía.

—Vamos a avanzar despacio. Sería terrible que la Señora se resbalase de nuevo.

—No necesitas usar un honorífico tan imponente conmigo. Solo “Chaser” está bien.

—Señorita Chaser.

— ¡Chaser!

Después de ser corregida con un tono reprimente, Violet parpadeó un par de veces y probó a llamarla.

—Chaser… Entonces, por favor, llameme solo Violet.

La respiración de Chaser quedó atrapada sin saberlo en su garganta ante la expresión y los gestos de Violet, lo que podría hacer que cualquiera quisiera pintar un retrato suyo.

Ser llamada sin formalidades por esta mujer… emite un sentimiento inesperadamente especial.

—Eso está mejor. —respondió Chaser con un ligero cosquilleo en su estómago.

♦ ♦ ♦

Tomó bastante tiempo descender toda la escalera. Y una vez que llegaron al final, se encontraron otro pasillo.

Había suficiente espacio para que pasaran fácilmente dos carruajes de caballos a la vez. Las paredes estaban llenas de puertas de habitaciones que tenían pequeñas ventanas para mirar. Cada habitación se entregó con el mobiliario, la única diferencia entre ellas era la gente que había dentro. Había ancianos, chicas y hasta niños pequeños. Todos llevaban el mismo traje blanco y negro, el uniforme de preso.

Era imposible creer de inmediato que todos ellos estaban ahí por delitos graves, ya que llevaban estilos de vida tranquilos, sin armar jaleo.

—Asombroso, ¿no crees? ¿No te recuerda mucho más a un hospital psiquiátrico? —Mientras Violet asentía en silencio, Chaser continuó—. Hay varios tipos aquí sin ningún sentimiento de culpa. En circunstancias normales, de verdad pensarías que son gente común. Incluso lo pensé la primera vez que estuve aquí. Bueno, cuando hablan, puedes decir poco a poco que están locos, pero en el exterior, no son diferentes de los humanos ordinarios. Da miedo, ¿eh? —río Chaser.

—Sí, así es.

Chaser no pudo escuchar con qué coincidía exactamente la declaración de Violet, ya que las dos acababan de detenerse frente a la última habitación.

—Llegamos. Es la celda en la que se encuentra tu cliente. La suite en la que se encuentra este rey de la delincuencia en nuestro “hotel”.

Dos guardias estaban de pie a cada lado de la puerta sin ocultar sus armas. Los robustos hombres parecían aturdidos al ver la belleza de Violet, pero no tardaron mucho en volver a sus posiciones severas sin perder la compostura.

—A partir de ahora, sólo puedes mantener los artículos autorizados. Existe la posibilidad de que te pueda robar algo y usarlo como arma. Por supuesto, lo pararíamos, pero no debemos darle la oportunidad. O bien, podrías influenciarte por su persuasión. Normalmente no permitimos bolígrafos pero… eso haría tu trabajo imposible. Deja con nosotros todo lo que sea afilado o podría ser una arma potencial… aparte de las herramientas de trabajo.

— ¿Todo?

—Sí, todo.

Al decirlo los dos guardias, Violet se quedó pensativa por un momento, antes de responder con un “bien” y entregar su equipaje. Su sombrilla era como su compañero viaje junto con su maleta desgastada. El guardia que los recibió se tambaleó un poco por el peso de la bolsa. Luego, deliberadamente se quitó las botas color cacao y se quitó las plantillas, sacando cuchillos dentro.

—Oye, ¿qué estaban haciendo los inspectores durante su turno? —Se quejó uno de los guardias.

Cuando se quitó la chaqueta azul de Prusia y la invirtió, sacó una pistola de la manga inflada. A continuación, se subió la falda un poco. Sujeto alrededor y apretado, llevaba un liguero con balas de repuesto, y al llegar más arriba con su mano, sacó una funda con un cuchillo balístico también. Por último, levantó las manos hacia su complejo y diligente cabello dorado trenzado. Dicha trenza se enrollaba en un moño y terminaba en el lazo rojo oscuro que lo decoraba, y de ahí se sacó con rapidez un objeto dorado, delgado y con forma de aguja. Luego dos, luego tres.

— ¿Para qué… usas eso? —preguntó Chaser, aterrorizada por las armas ocultas de Violet.

—Son dispositivos ocultos utilizados para perforar la arteria carótida.

Todos los presentes, a excepción de Violet, contuvieron el aliento.

— ¿Qué… eres?

—En lugar de ser de uso frecuente, son para protección. He oído que no es seguro que las mujeres viajen solas. Aún así, no soy más que la amanuense Violet Evergarden. —dijo como si lo proclamase, simplemente tomando una pluma estilográfica y un juego de cartas de brillo plateado de la bolsa del carrito.

— ¿De verdad… no hay más armas?

Cuando se le pidió confirmación, Violet pareció pensativa una vez más antes de hablar.

—Ninguna. Lo único que queda es el hecho de que yo misma soy un arma viviente, pero no puedo hacer mi trabajo si no se me permite pasar, así que esto está bien.

Podría haber sido una broma. Sin embargo, después de haber visto las armas ocultas, nadie se echó a reír.

Se retiró la cerradura y la robusta puerta se abrió con un sonido sordo.

El interior era considerablemente más espacioso de lo que se podía imaginar desde fuera. Era dos veces más grande que lo que ella había observado desde las celdas de los otros reclusos cuando pasaban por allí. Como la habitación era tan grande, sobresalían los escasos muebles: una cama con un solo colchón, un lavabo sin espejo, y aunque había un inodoro y una bañera, ambos estaban separados del resto  por unas delgadas cortinas y nada más.

Aparte de eso, numerosos libros yacían desparramados por el suelo y una mesa con dos sillas en el centro de la habitación. Los muebles y el papel pintado eran completamente blancos. Era casi como el interior de una casa de muñecas. Similar a un templo o santuario, estaba vacío y solitario.

—Oye, Violet Evergarden.

Un hombre se sentó en una de las sillas. Cadenas de hierro sujetaban su cuello, muñecas y tobillos. Su distintiva voz se desbordó con la galantería de una caballero. Su cabello gris escarchado estaba bien peinado, su piel como la cera parecía carecer de la luz del sol. La palidez era más sobresaliente sobre el mono blanco y negro que llevaba, y el lunar bajo uno de sus ojos color avellana era su rasgo más notable.

No se podían sentir indicios de maldad en su amable sonrisa, hasta el punto de que uno no creería que era el preso con mayor seguridad de Altaír.

—Encantada de conocerlo. Me apresuro a cualquier lugar que mis clientes deseen. Soy del servicio de Muñecas de Recuerdos Automáticos, Violet Evergarden.

Cuando Violet se inclinó con elegancia, el hombre señaló la silla vacía. Las cadenas hicieron un inquietante sonido cuando hizo un gesto.

—Bueno, siéntate.

Las prótesis de Violet chirriaron cuando puso una mano en la silla. Parecía que el objeto había sido pegado al suelo para no ser un arma potencial.

— ¿Sabes sobre mí?

—Sé lo que leí en los documentos de la empresa que me envió.

— ¿Sí? Entonces trata de recitar mis antecedentes penales.

Como si lo hubiera memorizado perfectamente, Violet recitó:

—Primero, lo buscaban como criminal de guerra de primer grado en la Gran Guerra anterior. Después de su deserción, repetidamente cometió asalto, violación y asesinato por incendio, y después de un tiempo de estar en las noticias, se estableció como líder de un culto religioso. También está tras la muerte de los devotos de ese culto. Aproximadamente cuatrocientos creyentes se envenenaron en un suicidio en masa a su orden, Maestro. También destrozó los cuerpos de esas personas e hizo una torre con sus miembros. Eso entre otras cosas.

—Me has estudiado muy bien. —Ovacionó a Violet—. Estoy feliz, Violet. No tienes que referirte a mí como “Maestro”, solo llámame por mi nombre. —dijo tan alegremente que podría pensarse que la lista de cargos contra él no era real. Sin embargo, extraños indicios de locura se mostraban constantemente aquí y allá mientras lo hacía. Después de todo, le gustaba hablar a alguien más de sus innumerables pecados.

Violet obedeció de inmediato.

—Señor Edward Jones. —El nombre susurrado se derramó desapasionadamente de sus labios—. Entonces, señor Edward, es un poco grosero por mi parte ya que apenas nos conocemos, pero me gustaría empezar a trabajar cuanto antes. ¿Para quién quiere escribir?

— ¿Ya? Hablemos más.

—El tiempo que me permitieron es limitado.

—Yo… quiero que escribas una carta, pero es solo una oración, así que terminará pronto. Y entonces, Violet se habrá ido, ¿verdad? Así que hablemos hasta el último minuto.

—El tiempo dado por los superiores es de trece minutos.

—Son bastante tacaños. Es porque es caro. Eres como una cortesana de alta clase, ¿verdad? Harás todo lo que te pida después de que se pague la tarifa.

—No ofrezco servicio sexuales. Soy una Muñeca de Recuerdos Automáticos.

—Jaja, quise decir que te vendes a ti misma. Tú… de verdad… no cambies. En el pasado, cuando te vi en el campo de batalla, parecías una muñeca de porcelana fría. Esa fue mi primera impresión de ti.

Las cejas de Violet se contrajeron ante las palabras de Edward. Un pequeño cambio en su cara de “muñeca fría de porcelana.”

 —Ah, esa expresión. Realmente no me recuerdas. También era un soldado. Aunque nunca hablamos, fuimos parte de la misma estrategia… Mira, en la batalla de Gate Ghost cuando tenías un acuerdo temporal con el otro país. A menudo eras seleccionada para estar en las Fuerzas Especiales, ¿verdad? Siempre te aferrabas a uno de los superiores, por lo que nunca parecía haber oportunidad para contactarte. En ese momento, incluso los chicos de mi cuerpo comentaban sin parar lo linda que eras. De hecho, hubo que se dispuso a hacer finalmente un movimiento sobre ti, pero él no regresó antes de que comenzase la estrategia… Oye, ¿le hiciste algo?

Violet no respondió a Edward, que seguía hablando como agua en cascada. Como si quisiera decir algo, se quedó rígida con la boca abierta.

— ¿O tal vez ese oficial superior se encargó de él? ¿Eso significa que estaban conectados? Pero no se sentían así en ese entonces… En cualquier caso, eran como un perro rabioso y su dueño. ¿O podría ser que te criaste de noche? Tengo mucha curiosidad por eso… Ah, no pongas esa cara. Da miedo. Las mujeres se vuelven más fuerte cuando están enfadadas y me pone nervioso. Pero, Violet, ahora soy tu Maestro, así que no puedes morderme.

—Sabe… sobre mi pasado.

Cuando finalmente se ganó una reacción de Violet, Edward giró la cabeza a izquierda y derecha, como un niño.

—Sí, sé… que eras una chica soldado que fue reclutada por tu fuerza. También, que tiraste tu pasado y ahora trabajas como amanuense. He investigado mucho. Sin embargo, esa es la información que obtuve antes de que me trajeran aquí. Violet, ¿alguna vez has sido arrestada? ¿No? Después de todo, te tratan como una heroína… ser un ex soldado del país victorioso es bueno… Los prisioneros sólo pueden lavarse una vez cada tres días. Horrible, ¿verdad? La comida sabe fatal; es lo peor. Como no me dan ningún trabajo forzado, no tengo más remedio que dedicarme a soñar despierto todo el día. Y termino pensando mucho en ti, así que me pregunto si esto no es amor.

La mirada de Edward se desvió de la cara de Violet a su pecho. Observó a la mujer, que estaba obligatoriamente en una posición sumisa, como si quisiera lamerla.

—Señor Edward, ¿no me contrató para escribir una carta? —preguntó Violet, sin perder la voz ante aquella mirada extremadamente sexual.

Ante su actitud, que podría considerarse rebelde, Edward sonrió mientras agitaba sus brazos esposados contra la mesa, chirriando.

—Te haré escribir una carta. Te lo dije, ¿cierto?

Ante eso, dejó de sonreír. Como una vez pareció no satisfacerlo, continuó golpeando la mesa una y otra vez, sin importarle si se hería las manos.

—Señor Edward.

Ruido, ruido, ruido. El desagradable sonido dolía a los oídos.

—Señor Edward.

Ruido, ruido, ruido. Su piel se desprendió, la sangre salpicó sus heridas. Fue un petrificante comportamiento de autolesión.

—Señor Ed…

—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH¡ —aulló, fuerte como un lobo. El horrible sonido resonó por toda la estancia.

La puerta pronto fue golpeada desde fuera. Cuando Violet se volvió hacia atrás, pudo ver a los guardias asomándose por la ventanilla de la puerta para controlar la situación con ojos cautelosos. Sin embargo, se abstuvieron de entrar cuando Violet levantó la mano diciendo que estaba bien.

—Me pregunto… por qué nadie escucha lo que digo. —Edward movió su cuello en círculos. Luego miró como si hubiera alguien que no fuera Violet cerca de él—. Es tan molesto… Oye, Violet… lo tienes bien, ¿no? Aunque hicimos lo mismo, te tratan con honor. La gente también escucha lo que dices, ¿verdad? No es mi caso. Una vez que estás marcado como “inadecuado”, se acabó —Temblaba ligeramente mientras apretaba sus puños firmemente—. ¿No es así? Quiero decir, ¿cuál es la diferencia entre nosotros? Si es la diferencia de personas que matamos, tú eres la que tiene mayor número, ¿verdad? No sé por qué… pero soy un criminal de guerra. Criminal de guerra. ¿Sabes qué es eso? Alguien que comete crímenes durante la guerra. Mi país perdió la última Gran Guerra, y el que ganó, en otras palabras, las naciones aliadas con tu país, decretó que yo era un “asesino en masa que mató a demasiada gente”. Cuando llegó el momento de regresar a las majestuosas manos de mi madre patria, donde solían elogiarme por mi fuerza… nuestra orden fue archivada y me convertí en un sacrificio vivo. Es raro. Es muy raro. Eso me enfada. Maté mucho porque mi país me dijo que lo hiciera… así que, ¿crees que podría perdonarlos por decir tan repentinamente que esas acciones fueron depravadas? No puedo perdonar… Simplemente comí del cebo que me dijeron. Si lo que me dieron de comer estaba podrido, el culpable no debería ser yo, sino mis superiores, ¿no? Aun así, esos tipos… trataron de juzgarme antes de huir. Solo intentaba hacerme un lugar en mi país y llevar una vida feliz… pero sin importar dónde fuera, me castigaban. No me gustan los castigos. Dan miedo… Oye, ¿no hay un país donde puedes hacer lo que quieras sin que se califique como crimen?

—He… viajado por varios países, pero creo que a partir de ahora, no lo creo. El tono de Violet no cambió.

La sonrisa de Edward creció cuando pateó la parte inferior de la mesa con sus rodillas, como para mostrarle su indignación. Los grilletes atados a sus tobillos chirriaron.

—Aaaaaaaah… ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAH! —gritó de nuevo de manera exorbitante—. ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Las personas a veces intentan controlar a los demás con gritos y violencia.

—Ahhh, ah, aaah…

Porque era un método efectivo y fácil.

—No puedo… soportar esto más…

Sin embargo, hay veces en que funciona y otras que no.

—Ah, no puedo… soportarlo más… muchas cosas… son bastante desagradables, ¿verdad?

Violet no hizo ni un solo movimiento.

— ¿Por qué la gente… no escucha lo que digo? Como si fueran cadáveres…

Apática, Violet simplemente lo miró con sus ojos azules, con la expresión de una muñeca sin vida.

—Ey, ey, Violet… no es como si hubiera matado sin pensar. Tengo muchas razones… ¿Tienes tiempo para escuchar cada una de ellas? Se trata de mi hogar… Ah, de ese culto religioso. Los seguidores murieron diciendo que usarían sus vidas para fortalecerme. Querían ser parte de mí en lugar de perecer; algo como esto. Me conmovió su pasión y acabé diciendo que me lo mostrasen. ¿Qué hay de malo en eso? Además, tengo derecho a jugar con los cadáveres de aquellos que se convirtieron en parte de mí, ¿no? ¿Qué problema causaría a alguien si jugara cortándome las muñecas? Solo ensuciaría el suelo. Pero podría limpiarlo por mi cuenta. Es mi negocio. Sí, era nuestro asunto. Cualquiera que fuera mi relación con ellos, la realidad de morir para ellos era un acto de altruismo y estaba feliz por ello… Era nuestro negocio. Esa forma de amor también existe. Aun así, siempre que estaba en el juicio me decían que era culpable… Quería que la gente me escuchara adecuadamente. Aah, te envidio, Violet. Eres bonita independientemente del paso del tiempo. Bonita, hermosa y… no tratada como basura o estigmatizada como vergonzosa como yo, ¿verdad? Pero es exactamente porque eres bonita que… Violet… quiero arruinarte. Quiero empujarte hacia abajo, arrancarte la ropa, tomar tu rostro lloroso entre mis manos, hacer agujeros en tu cuerpo y jugar con él. Oye, Violet Evergarden…

Después de haber hablado tanto, Edward había recuperado su alegría, los ojos de color avellana se estrechaban suavemente. Era una mirada amable. Aunque su estado actual podía hacer que te olvidaras de lo que acababa de suceder, la sangre permaneció salpicada alrededor de la mesa como prueba del anterior alboroto.

—Ella y yo… ¿Cuál es la diferencia entre nosotros? —preguntó en un murmullo, aparentemente a un tercero, mientras giraba en dirección opuesta a la de Violet.

Edward había dicho que sus sentimientos por Violet eran apenas descriptibles. Para él, nada podría definirse de inmediato. Su curiosidad, su libido, intención asesina e ira se mezclaron, por lo que no pudo decidirse de inmediato. De manera similar, el mismo Edward no podía describirse con una sola característica como hombre.

Violet metió una mano dentro de su chaqueta y lentamente sacó un pañuelo. Era el tipo de mujer que tenía oculto algo al personal sin importar qué. Alcanzando a Edward, le dio el pañuelo.

—No duele.

—Pero está sangrando.

—No puedo… entenderte bien. Ey, puedes decirlo solo viendo estos grilletes, ¿verdad? En lugar de darme un pañuelo cuando no puedo limpiar la sangre correctamente, hazlo por mi.

Al solicitarlo, Violet puso el pañuelo sobre sus brazos.

—Por favor, extienda sus manos. La sangre no puede limpiarse si sus uñas la cubren.

Edward había estado agarrando sus manos con tanta fuerza que sus uñas se clavaban en su piel. Violet envolvió el pañuelo alrededor de ellos como para calentarlos. La fuerza de Edward se disipó gradualmente con eso.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que una chica me tocó.

La voz de Edward se escapó de sus labios.

—No soy una chica.

— ¿Qué hay con eso…? Tampoco es que seas un hombre, ¿verdad?

—Sin embargo, eso no es todo.

—Entonces, ¿qué eres?

Ante la silenciosa pregunta de Edward, Violet cerró los ojos, sus doradas pestañas brillando. Se quedó callada por un momento, como si no pudiera organizar sus ideas. Incluso esa acción era hermosa. Como Edward había comentado, todo sobre ella era atractivo para los demás.

—Como pensé, eso no es todo.

En la superficie, así eran las cosas.

—Yo soy…

Una ex militante y una chica soldado.

—Yo soy…

Una joven con un cuerpo hermoso.

—Yo soy…

Y se decía que la belleza, como la nieve, escondían algo.

—Algún tipo de… residuo.

Violet se definió a sí misma no como mujer u hombre, ni siquiera como persona.

— ¿Residuo?

—Sí. No soy lo que podría llamarse… una chica. Tal como el Señor Edward dijo, maté a muchos como soldado. Soy una asesina. Excepto que, el título que me otorgaron… no fue ese. Eso es todo. En realidad, soy una de las personas que deberían estar aquí. La única diferencia… es la forma… en que la gente nos llama.

Edward parpadeó un par de veces, como si estuviera asombrado.

— ¿Admites que eres una asesina?

—Esa es la verdad. No es como si… lo hubiera olvidado. Y tampoco como si no lo hubiese reconocido. Todavía tengo armas… dentro de mi mochila, a pesar de que la guerra ha terminado.

—Es sorprendente… ¿Qué, así es como es? Estaba completamente convencido… de que vivías recreándote como algo encantador y fingir que tu pasado nunca había sucedido. Quiero decir, tú…

Los huecos ojo de Edward se apoderaron de Violet. La única figura reflejada en esas pupilas: cabello dorado, iris de un azul aún más cristalino que el mar y labios rosados. No importaba desde qué punto de vista, ella había nacido amada por los Dioses.

—Eres… hermosa.

Ante esa frase, Violet le sonrió levemente por primera vez. Era una sonrisa tensa que casi podía hacer un sonido cuando se propagaba.

—La mayoría de personas ven… lo que aparece ante sus ojos. Aunque no es como si los monstruos fueran sólo aquellos con cuernos.

Las manos de Violet eran cálidas mientras sostenían las de Edward, pero sus palabras entraron en sus oídos cubiertos en hielo. Un pesado silencio cayó entre ellos.

—Sería mejor si el dulce adormecimiento que siento ahora pudiera transmitírselo…

Más sangre manchó el pañuelo. Se debió a que Edward le agarró las manos con fuerza.

—Ey. —La mirada que le dirigió a Violet se encendió con calor—. ¿Qué piensas de matar?

—Más tarde supe que es algo que uno no debe hacer.

— ¿Qué sentiste al matar?

—El impulso… de cerrar los ojos.

— ¿Piensas en ti misma… igual que otros seres humanos?

—No.

— ¿Te consideras especial?

—No, creo que soy algo espantoso.

— ¿Estás feliz porque la guerra terminara?

—Hay una sensación de logro al completar mi misión.

— ¿Estabas feliz cuando comenzó la guerra?

—No.

—Pero el campo de batalla te llama, ¿verdad?

—No volveré… a la milicia… nunca más.

— ¿Por qué? Aun si no lo deseas, tu país sí. Además, el hecho de que todavía no te hayas vuelto a alistar ya es extraño. Sin embargo, la gente con autoridad estará siguiendo tu espalda. No puedes mantener este “juego” por mucho tiempo.

—Si lo deseara podría volver. Estoy en mi trabajo actual porque me lo ordenaron.

— ¿Ordenado?

—Sí.

— ¿Por el hombre… que estaba siempre a tu lado?

—Sí.

— ¿Es así? Qué pena. Oye, ¿qué ha sido lo más angustioso para ti hasta ahora?

—No entiendo la agonía demasiado bien.

—Entonces, ¿la cosa más triste?

—Tampoco lo entiendo muy bien.

— ¿Tienes a alguien que odies?

—No… entiendo muy bien el odio.

— ¿Alguien que ames?

—No… comprendo bien el amor.

— ¿No tienes emociones?

—No lo sé.

— ¿Para qué vives?

—Desde que nací, todo lo que me queda por hacer es vivir hasta que muera.

— ¿Alguna vez has querido morir?

—No.

—Ey, ¿qué harías si te dijera que no usases un arma nunca más en tu vida?

—No lo aceptaría.

— ¿Te gustan las armas?

—Probablemente.

— ¿Te gusta herir a la gente?

—No… tal vez… Probablemente.

—Eres… malvada, ¿eh?

Violet respondió a esa pregunta solo después de morderse el labio.

—Lo más probable.

Edward no pudo reprimir su sonrisa.

— ¿Qué hago? —murmuró secamente—. ¿Qué hago, Violet?

— ¿Sucede algo, Señor Edward?

—Realmente podría… terminar enamorándome locamente de ti.

— ¿No se equivoca?

— ¿Equivocarme sobre qué?

—Dado que el Señor Edward y yo somos iguales… simplemente se identifica conmigo y recuerda el sentimiento de familiaridad.

—No somos iguales. Busco disfrutar matando, ¿pero no eres diferente? Ya sabes, tú… eres como una máquina. ¿No es el nombre de Muñeca de Recuerdos Automáticos perfecto para ti? La muñeca más bellamente corrompida del mundo. Pero yo… soy un ex asesino que mató a personas con un claro estado mental. No alguien tan magnífico como tú.

—Pero yo… —Continuó después de tomar aire—. No dudaré en matar si me lo ordenan. —Sus palabras no sonaron falsas o inventadas—. No dudaré si mi “Maestro” me lo ordena. Creo que somos más similares de lo que parece. Ese es el por qué… me llamó, ¿verdad? Soy similar a usted, así que quería ver a otra versión de usted caminando por un camino diferente al suyo, ¿no es así? Señor Edward… creo que… hizo algo lamentable… usándome a mí para cumplir su único deseo.

Edward sacudió la cabeza ante las palabras de Violet. Sus pálidas mejilla se sonrojaron. Sus ojos, previamente entornados, se abrieron de par en par.

—No me arrepiento. —Sus orbes oscuros brillaban—. ¡No me arrepiento de nada, Violet Evergarden!

Se echó a reír golpeándose las rodillas.

—Así que, ¿es así? ¿Así es como era? Siempre estuviste mucho más cerca de mí de lo que pensaba, y todavía lo estás, incluso ahora. Ya veo, ya veo… Aaah, ¿qué es esto? Lo siento por irritarme por mi cuenta. Eres… maravillosa. Maravillosa, Violet. Eso acaba de demostrarse. El tiempo que he pasado hablando contigo ha sido espléndido. Realmente un gran momento. Deberíamos habernos visto antes. Y no… dentro de este fuerte de roca dura, sino en un lugar más apropiado para que dos personas se encuentren.

—No, reunirse en un lugar como este… nos conviene.

— ¿Es así?

—Sí… Ahora, Señor Edward parece que el tiempo casi se ha acabado. ¿Para quién escribirá una carta? Hagamos uso de cualquier palabra posible. Permítame cumplir con mi rol. Estoy aquí… porque lo quiso.

Eso no despertó el entusiasmo de Edward. Simplemente observó a Violet sosteniendo la pluma y el papel con mirada resentida.

—Oye, ¿puedo tocar el hombro de tu brazo no dominante?

—No puedo acceder a esa solicitud.

—Tan tacaña… ¿no está bien hacerme un pequeño favor?

— ¿Nadie en esta prisión lo ha hecho alguna vez?

Ante la pregunta que pareció convencerlo, Edward asintió con una sonrisa inocente e infantil.

—Sí. Ya que, si está dentro de las posibilidades… los presos en el corredor de la muerte terminarán pidiendo un deseo egoísta antes de morir.

Ante eso, Violet cerró los ojos, y luego desvió la mirada hacia sus propios dedos que sujetaban la pluma.

—Sí, eso es correcto. —Sus palabras sonaban igual que cuando había respondido a Chaser—. Señor Edward, le preguntó de nuevo.

—Ah, lo siento. Estaba ignorando tu pregunta, ¿verdad?

—Sí. ¿Quién es el destinatario de la carta y cuál será su contenido?

—No quiero que nadie sepa quién es el destinatario, por lo que lo susurraré. Estoy enviando esto a… solo una persona. Alguien a quien quiero matar en serio, pero no he podido. —Edward señaló al techo—. A Dios.

Al escuchar eso, Violet no dijo que las cartas no podían ser entregadas a ese lugar. Miró hacia la dirección que Edward señaló y parpadeó como si fuera demasiado brillante. Mientras lo hacía, Edward se acercó a ella, con el rostro junto a su oreja.

—… Escríbele eso. —Violet escuchó las palabras que exhaló. Después de haberlo susurrado, le dio un beso en la sien—. Hasta siempre. Adiós, Violet.

Como si el tiempo hubiera sido medido con precisión, sonó el timbre que marcaba el final del periodo de visita. Violet salió de la habitación con una carta sellada en las manos. Inclinó la cabeza ante los miembros del personal de seguridad que le preguntaban si todo estaba bien. Chaser pensó que la falta de cambio de expresión en su rostro desde el momento en que había entrado era demasiado artificial y, por lo tanto, alarmante.

Igual que antes, las dos caminaron juntas alrededor de la prisión. Subieron las escaleras que casi parecían un camino al cielo, que llegaban afuera. Violet no escuchó a Chaser decir que, aun si rechazaba la oferta, ésta tendría que acompañarla a la puerta principal, que era la única salida.

Quizás porque estaba nevando, los pasos que Violet había dejado previamente en el suelo ya no estaban a la vista, y en su lugar había un nuevo camino blanco puro. La nieve realmente lo escondió todo. Olores, sonidos y todo en su camino.

—Violet. ¿A dónde vas ahora?

—Volveré a donde está mi oficina central por un tiempo. Es… mi hogar actual.

— ¿Es así? —No era realmente lo que quería preguntar—. Oye… ¿A quién le entregarás la carta de ese psicópata?

—No puedo hablar de mi intercambio con los clientes.

Las palabras que dejó escapar, junto con un aliento blanco, sonaron amargas.

—Lo escuché todo. Mientras estabas allí, estaba monitoreando tu conversación desde una habitación separada. Ese era mi otro deber de hoy. Oye, no puedes entregar las cosas… a Dios.  Basta con tirar… la carta de ese granuja.

—No. —Negó Violet con la cabeza—. Él es alguien que también conoceré algún día después de todo.

La forma en que Violet agarró con fuerza el asa de la bolsa donde puso la carta, hizo sentir vacío el pecho de Chaser.

Por alguna razón… Por alguna razón quiero hablar con esta mujer. Ella… es distinta a mí. Es terriblemente bella y misteriosa. Seguramente, ella también tiene un lado muy aterrador. Todavía…

—Los Dioses que él y tú conocerán son… diferentes.

Mirando de cerca a Violet, no era más que una niña, poco mayor que los hijos de Chaser. A pesar de dar la impresión de ser una “mujer”, su cuerpo mientras estaba de pie bajo la nieve era pequeño.

— ¿Es eso así?

—Lo es. Eso es lo que pienso. No sé nada de ti… pero tú… eres la mujer que me cuidó hasta un punto molesto para que no me cayese por las escaleras cuando bajabas conmigo. Ya que soy… el tipo de persona que piensa que todo está bien, siempre y cuando las personas que me importan lo estén… cuando… llegue el momento de conocer a Dios… definitivamente lo haré primero. Y si me parece bien quejarme de muchas cosas cuando eso suceda… le diré a él correctamente… que te preocupaste por mí. Que eres buena persona, por lo que Él no debería olvidarte. Se lo diré. —dijo Chaser descaradamente, hinchando su amplio pecho.

¿Violet sonreía o asentía en silencio? Al final resultó que no era ninguna de las dos cosas.

—Chaser… —Fue solo por unos segundos, pero ella mostró una expresión similar a la risa de un niño que acababa de encontrar a su madre—. Gracias —Su voz sonaba joven.

—Violet…

Después de levantarse graciosamente la falda y hacer una reverencia mientras miraba hacia abajo, Violet se volvió. Saltó al carruaje y cerró la puerta.

La llamada de Chaser, llena de despedidas, resonó fuertemente en medio del mundo de nieve.

— ¡Violet!

La figura del carruaje se hizo cada vez más pequeña, y se fusionó con los copos que caían.

— ¡Violet! ¡Te pediré que me escribas una carta algún día! ¡Oye, continúa con tu trabajo hasta entonces!

Chaser no abandonó el lugar incluso después de que el carruaje se hubiera perdido de vista. Incluso un corazón que no supiera qué decir también sería enterrado por la blanca nieve. El mundo en el que el ese carruaje desaparecía era simplemente hermoso.

Dentro de dicho carruaje, Violet limpió la poca nieve que había caído sobre su cabeza. Se derritió con el toque de su mano.

—Comandante… —llamó por el honorífico a la persona más insustituible—. Comandante… Por favor, deme una orden.

Eso era lo que más anhelaba.

La muñeca dejó de observar el paisaje fuera de la ventana, sumida en sus pensamientos mientras cerraba los ojos. Tenía la impresión de escuchar los lejanos y nostálgicos sonidos de un campo de batalla.


Maru
Este capítulo me resulta bastante interesante. Cada vez se sabe un poco más del pasado de Violet a la vez que se ven dos puntos de vista de cómo pueden acabar las cosas para personas que han hecho cosas parecidas. Independientemente de lo demente que pudiera estar Edward (que lo está, y mucho) creo que hay algo de razón en sus palabras… Y es que uno será héroe o villano, dependiendo de si pertenece al bando ganador o perdedor.

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