Ya no te amo – Capítulo 56

Traducido por Melin Ithil

Editado por Sakuya


Niveia murmuró sin comprender, luego se encogió de hombros, sorprendida por sus palabras, porque el nombre que había salido de sus labios, era el de una persona que sin importar lo que imaginara, no encajaba en la situación.

Rubiel no puede estar aquí.

Realmente, no importaba cuantas posibilidades quedaran abiertas, no había forma de que la niña estuviera ahí, después de todo, estaban en la “zona media” y hacía mucho que habían cruzado la frontera de Thierry.

Entre los países grandes y pequeños del continente, existía una vía que restringía la entrada de animales salvajes para que los viajeros pudieran pasar con seguridad, esa era la zona media. Se decía que era una zona intermedia hecha con una piedra mágica en un dispositivo de teletransportación que se activaba al percibir cuando una criatura no autorizada ponía un pie dentro del espacio. Entonces, incluso en medio del bosque, los nobles podían acampar de manera segura, pero, en otras palabras, significaba que Rubiel contaba como una criatura no autorizada.

Todo el personal que partía hacia Vinfriedt, incluso un gato, había sido registrado con un dispositivo de teletransportación y una piedra mágica compatible con la zona media, así que, si ella se hubiera escondido en secreto dentro del vagón, en el momento en el que cruzaron, la niña se habría quedado atrás en el bosque.

Pero esa era su voz.

¿Habrían otros niños dentro de la compañía?

En medio de las innumerables conjeturas que flotaban en su mente, caminó hacia el lugar de donde provenía el sonido. Incluso si creía que no era posible

—¿Señorita?

—… Sir Thorben. —Se encontró con un caballero y parpadeó sin comprender, estudiando el rostro de su oponente con el ceño fruncido.

Cabello rojo, lejos de estar arreglado, como si revelara la personalidad distraída del dueño y un par de ojos rojos, oscuros y castaños, con lagrimales debajo de las esquinas, ligeramente caídos.

Él rascó debajo de sus lagrimales, con una expresión de vergüenza por alguna razón y luego abrió la boca, mirando los ojos ajenos.

—Vine aquí para afilar mi espada… ¿Tiene algo que traer a la carreta?

—No, no es así. —Pese a que lo negaba, su mirada estaba fija en él, observando como constantemente movía su mano y pie derechos.

Al notarlo, él comenzó a empacar sus pertenencias mientras miraba los ojos de la joven. Era normal que no pudiera soportar su mirada y se sintiera como si estuviera a punto de luchar, incluso su maestro se avergonzaba.

Pero ¿esa apariencia incómoda era solo porque lo estaba mirando?

Abrió sus labios, pensando que no podía saberlo.

—En el camino de regreso al carruaje, escuché un ruido extraño.

—¿Un ruido extraño?

—La voz de una niña, ¿la escuchó, Sir Thorben?

—Bueno, no lo sé…

Ella se quedó en silencio, fijando su tenaz mirada en Rudiger.

Él tan solo aguantó tres segundos y finalmente volteó su cabeza.

—Algunos animales salvajes del bosque imitan las voces de los niños para atraer a los viajeros, así que ¡es posible que haya escuchado eso! Por favor, no me mire así. Cuando la señorita mayor me ve así, mi corazón se acelera.

—¿Está escondiendo algo para que su corazón lata con fuerza?

Ante el interrogatorio, saltó con fuerza.

—¡No es nada como eso! Es solo que es difícil, estoy cansado como mi maestro, ¿sabe?

—Entonces, ¿lo hago sentir incómodo?

—No, es solo que no estoy acostumbrado, no es que esté incómodo.

—Se suele decir que le es inconveniente cuando no se está familiarizado, Sir Thorben.

Al final, cerró la boca como un criminal e inclinó la cabeza debido a que además de la confusión, no podía ser desleal con la persona de su maestro. Teniendo en cuenta la naturaleza habitual del hombre, no era tan extraño para él encontrarla dura como una piedra.

¿Estoy siendo demasiado sensible?

Habían sido 10 años en los que fue descuidada en el ducado de Wistash, fue el tiempo en el que no fue tratada con respeto además de su familia, por los propios empleados que ni siquiera la saludaban cuando la veían ignorando su título de dama. En el proceso había terminado aprendiendo a leer la mente de los demás.

Era común que las personas escondieran pequeños errores para no ser regañados por sus maestros y ocurría con mayor frecuencia cuando la responsable era una joven a la que nadie le prestaba atención. Si hubiera vivido como la simple prometida del duque, no habría sido un gran problema, más allá de su autoestima, porque solo debía manejar a la familia mientras Valor estaba en el campo de batalla. Ella no encontró manera, la mayoría del personal habían estado bajo el cargo de la familia por generaciones, así que no pudo despedirlos imprudentemente.

Fue evidente que la intimidación mediante el uso de la autoridad no funcionaba, entonces, lo primero que hizo en su posición como asistente en funciones del duque, fue llamar a los sirvientes y decirles lo mismo que le diría a Rudiger.

—Creo en ti. —Era una oportunidad y una advertencia, si estaba mintiendo debía mentir tan bien que al final se lo creyera, pero si no se sentía seguro, debía decirlo sin rodeos—. No soy tu maestra, así que no necesariamente tienes que ser fiel a mí, pero no quiero que traiciones la fe de mi persona, a menos que quieras poner en juego el honor de tu maestro.

Aquellos que habían estado a cargo de una familia durante generaciones, solían ser leales a la familia, lo mismo ocurría con Rudiger. No era fácil lidiar con un perro que ya tiene dueño, incluso si le decía la verdad ahora, necesitaba enfrentarse a él con anticipación. Era un mecanismo de defensa único para quienes habían sido ignorados durante mucho tiempo en lugar de ser tratados durante su vida.

—Entonces, me retiro, tenga buena tarde. —Saludó al hombre con un rostro seco y sin una sonrisa, luego se dio la vuelta.

Todavía tenía dudas sobre la voz que había escuchado. Ese lugar estaba en medio del bosque y era normal escuchar los sonidos de animales salvajes desde la distancia, ya que el dispositivo usaba piedras mágicas que se colocaban en la superficie exterior de la sección central y no se cubría con una cúpula de vidrio.

Sin embargo, es un poco desconcertante.

Dio otro mordisco a la manzana. El trozo en su boca era refrescante, se sentía más como un pepino que como una manzana, pero la textura crujiente y el sabor fresco la hacían lo suficientemente buena para comer y, el hecho de que la piel no fuera dura también era una ventaja en sí misma.

Así que se apartó del carro y dio una vuelta corta por el campamento para recoger manzanas, aprovechando la frescura de estas y la fresca temperatura de la tarde.

¿Joachim seguirá durmiendo?

Mientras viajaron medio día completo en el vagón, habían estado compartiendo muchas historias, la conversación fue natural, pero se trataba de Vinfriedt. Comenzaron con Isolda al principio y se trasladó a Reiner, luego continuó con la historia de Ahn, el sirviente imperial y la niñera que crió a los príncipes. Había sido bastante agradable, gracias en gran parte a su relación que no pasó desapercibida y también a la virtud que los personajes aparecían sin cesar en las anécdotas que contaba.

Ya fuera que se tratara de una historia real de su infancia como un príncipe travieso o simplemente al escuchar sobre grandes y pequeños accidentes que tuvo, que el tiempo pasó volando, pero solo al final de la conversación se dio cuenta de una cosa. Incluso hubo una historia sobre la mermelada de albaricoque, exquisitamente hecha por el chef del palacio imperial, pero nunca habló de su madre, la emperatriz viuda.

Durante la conversación no me di cuenta en absoluto.

Ella había sido emperatriz hasta que Arendt había ascendido al trono, además de ser su madre biológica, por lo que debía haber algún enredo indirecto. Al escuchar las historias se sintió como si no tuviera madre, incluso como si limitara deliberadamente la historia y ese hecho estimuló su curiosidad.

Después de todo, el viaje es largo, así que mañana puedo preguntarle sobre la otra parte de su vida.

Por su puesto, era importante estar al tanto de los asuntos internos de Vinfriedt, pero también sobre cuestiones personales.

Adelheite Leoni Joachim.

La madre de Arendt y concubina de Joachim XI, era una persona que ganó prestigio en otros países, incluso con su propio nombre. Su historia empezaba al nacer como la segunda hija de un artista ordinario y un escritor extranjero, no tenía una apariencia tan sobresaliente, ni una sociabilidad asombrosa, conquistó a Joachim XI tan pronto como hizo su debut a la edad de 22 años, incluso en Thierry había sido una historia famosa. En ese momento, todos murmuraban diciendo que no sabían cómo había robado el corazón del emperador.

Quizás vio que era talentosa.

Podía que otros no lo notaran, pero ella sí. Hasta poco antes de la muerte del anterior emperador, el gobierno había estado en manos de Adelhid, e incluso ahora, la mayoría de ellos colgarían del ancho de su falda. Lo que no sabía, era si era una mujer ambiciosa y había seducido a propósito a Joachim XI. Pero lo cierto era que no era una persona común y su esposo la había reconocido como tal.

¿Su situación sería similar a la mía?

Aun si muchos cuestionaron el por qué el emperador se había llevado de forma tan engorrosa a la hija mayor de Thierry que había sido criticada por haber nacido y se había casado con ella. La mayoría nunca sabría que hubo un intercambio entre ellos, solo que hubo un romance tan ridículo que subió como espuma entre los círculos sociales.

No creía que Arendt conociera todos los detalles de la relación entre sus padres, pero, de todos modos, mientras los dos estuvieran en desacuerdo, debería saber más sobre su madre.

Se sintió satisfecha con que faltaran dos semanas y media antes de llegar a su destino, porque aún tenía mucho que aprender.

Durante el día tomaré algunas clases de asuntos internos de Arendt y por la noche estudiaré el idioma…

Abrió la puerta del más grande y espléndido de los carruajes que se encontraban en fila y siguió adelante con facilidad. Debido a que había vivido toda su vida sin un conductor o cochero que extendiera su mano para facilitar el bajar de un vagón, sus ademanes eran elegantes y prolijos.

Cuando cerró la puerta a sus espaldas, lo primero que vio fue a Arendt acostado en el largo asiento. La luz que entraba a raudales por las ventanas de la celosía iluminaba su rostro.

¿Debería alegrarse por no haberlo despertado? ¿O sentir que era una lástima que la ventana fuera demasiado pequeña para leer un libro a la luz de la luna?

Se había quedado dormido pese al ruido de afuera, así que pensó que podría leer un libro en el idioma de Vinfriedt ahora que había recuperado algo de energía, pero ni siquiera podía encender la lámpara debido a la persona dormida frente a ella.

¿Qué pensaría la gente si supieran que la pareja no tenía ningún aire romántico aun si estaban solos en medio de la noche?

2 respuestas a “Ya no te amo – Capítulo 56”

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