Un villano puede salvar el mundo por amor – Capítulo 4: En búsqueda del reconocimiento

Escrito por Iszeth

Asesorado por Maru

Editado por Tanuki


 El Rey Máximus Arteus D’Tyr era un hombre que desechaba todo aquello que no le era útil, por tanto, en mi anterior vida nunca me volteó a mirar siquiera.

Como gobernante, era impecable. Supo rodearse de gente y establecer contactos con países vecinos con un margen de ganancias bastante alto para ambas partes. Incluso los países con conflictos bélicos latentes mostraban su respeto y se había llegado a una especie de guerra fría que poco a poco amainaba conforme los años pasaban.

El problema fue que el único hijo adecuado para sucederle al trono era un tonto manipulable.

Si no me hubiese hartado de las peleas por la sucesión, los problemas que causaron mi hermano Sigurd y la zorra real probablemente hubieran desaparecido inmediatamente. Sin embargo, en mi primera vida el reino y la corona se me hacían pesadas cadenas que impedían mi libertad. Incluso luego de leer la historia original donde yo me volvía un villano al enamorarme de la perra, se me hacía ridículo. Yo siempre quise ser libre. Claro, hice algunas cosas de moral dudosa, sin embargo, ¿enamorarme de esa perra?

Ahora, entiendo que la libertad radica en el poder que tienes para proteger lo que más te importa. Y para poder hacerlo, tenía que adquirir un status superior ante todos, por ello, tenía que convertirme en el sucesor de mi padre.

Días después de hablar con mi progenitora, uno de sus trabajadores especiales se me había presentado.

Se le había asignado el rol de Tutor, sin embargo, realmente era un espía de mi madre que me había cedido como una especie de herramienta multiusos. Obviamente no podía confiar en él por completo, pero sus capacidades de pelea y adaptación me servirían para mis propósitos, legales e ilegales, tarde o temprano.

En primera instancia, su buen parecido haría fácil la obtención de información de las doncellas del palacio a las que no podía llegar. Había varios rumores circulando entre la servidumbre sobre la fácil disposición de ciertas señoritas del personal por hombres jóvenes y apuestos. Y ya que Vikhus era un hombre en sus veinticinco, soltero y, según lo que pude escuchar de las doncellas, bastante guapo, tenía demasiados puntos a favor como buen partido, cualquier doncella caería ante él y hablaría fácilmente si eso significaba poder tener  una relación con aquel espécimen ideal para ellas. Al mismo tiempo, como trabajador oficial que se encargaría de mi enseñanza general, podría utilizarlo incluso para hacer incursiones fuera del palacio cuando lo requiera.

Necesito aliados confiables. Pero antes de ello, necesito profundizar más en el control de mi magia para poder tener la certeza total de la fidelidad de Vikhus.

En el futuro había desarrollado un cierto hechizo para garantizar la confiabilidad de aquellos que me servían; incluso si les amenazaban o les torturaban, ellos no dudarían de su fidelidad para conmigo. Sin embargo, en este momento me era imposible realizar aquello gracias a que no podía controlar mi mana en esta versión pequeña de mi cuerpo. Por supuesto, la persona en cuestión tenía que cumplir ciertos requisitos, y afortunadamente para mí, Vikhus no era de las personas inmunes a mi lector, lo que significaba que probablemente mi experimento funcionará si lo hago con él.

Por eso, necesitaba practicar magia, y mientras tanto, haría movimientos mínimos para asegurarme de que Rosemarie no tuviese material que podría utilizar en mi contra.

Ah, quiero ver a Canaria.

Pero sé que sólo por el hecho de ser el segundo en línea, Canaria no me será otorgada tan fácilmente. Por ello, tengo que congraciarme con mi padre antes de que suceda el evento de té para las candidatas a prometida.

El hecho de que sea muy difícil hacerme su futuro esposo en este momento radica completamente en la presencia del padre y el abuelo de mi amada. La casa paterna se compone casi exclusivamente de oficiales de alto rango del ejército, una familia que por generaciones han sido llamadas como “Escudo y Espada” del rey. Ese simple título era mi mayor obstáculo; quien se case con la hija de la familia Von Lancet, se casaría también con el poder político de aquella familia.

De todas las casas de nobles, los únicos que podían rivalizar en contactos y riqueza con la casa ducal Von Lancet eran los Lavender.

Los Lavender habían salido de entre los plebeyos, sin embargo, generaciones de eruditos los habían convertido en una de las casas más poderosas del país. Habían escalado tan alto en la nobleza, y en tan pocas generaciones, que a lo largo de trescientos años de su historia la mitad de ese tiempo ostentaban los cargos de Primer Ministro y líderes de la Fortaleza Nocturna, la base oficial de los magos en Lothien.

Aquella casa, en estos momentos, tenía un hijo y una hija. El hijo, Erick Lavender, sería el móvil de los planes de la zorra heroína debido a que ella se obsesiona con él luego de convertirse en Primera Reina.

La niña, a la sombra de su gemelo, se llamaba Erika. En la serie de eventos pasados, ella no había destacado en nada especialmente. Había sido una maga promedio, con una belleza promedio y una tendencia marcada a ocultarse de la vida pública. En mis actuales condiciones, ella sería la prometida ideal para un segundo príncipe sin aspiraciones.

Yo tenía que hacer que Erika se comprometa con Sigurd y así redirigir los eventos a otra persona. Siendo Erika alguien que no podría importarme siquiera, no sería una gran pérdida ni para mí ni para el reino si la Zorra elegida decide asesinarla como a Canaria.

Aunque también cabía la posibilidad de que la Zorra elegida sólo estuviese apuntando a la corona. En dado caso, ella se convertiría en un dolor de trasero si comienza a pretenderme.

Incluso si yo mismo odio mi rostro, sé que a los ojos de las personas comunes soy atractivo. Por eso había aprendido a cambiar de aspecto con magia a tan temprana edad. Aunque eran cambios sencillos como el color de cabello y ojos, o la forma de la nariz, el hechizo había tenido tan buenos resultados que a la mirada de todos yo era un simple plebeyo más tratando de ganarse la vida.

Aquel conocimiento del mundo fuera del castillo que adquirí en el tiempo alternativo me será muy útil en el futuro.

Me enfoqué en el estudio, pero también, en buscar una oportunidad para ser notado. Busqué en el libro cualquier suceso en la historia general del mundo que pudiera serme de ayuda. Entonces, entre los eventos que coincidían en el escrito profético que habían leído Canaria, la zorra heroína y lo que pasó en el mundo la primera vez, había uno que destacaba por la naturaleza extraña del mismo.

Se supone, que uno de los villanos principales de la historia que la zorra heroína había leído, estaba secuestrado por estas fechas.

Debido a que, según ella, su importancia radica en el tercer volumen, y en la historia original se suponía yo la ayudaba a asesinar al joven en cuestión como un acto de arrepentimiento de toda mi vida criminal, no se preocupó demasiado por él.

En serio, ¿por qué en sus escrituras proféticas yo soy un desgraciado que al final termina loco de amor por esa perra? Parecía ser que de alguna forma, yo me había vuelto un ¿traficante de personas?

Leí las líneas siguientes del apartado que se trataba de mi para verificar.

—Debido a que no entendía la naturaleza humana, y la falta de amor de su madre, él nunca desarrolló sentimientos ni moral hasta que conoció a la heroína. Por eso, tomaba cualquier trabajo que le hiciera sentir algo, convirtiéndose en un sicario y traficante de esclavos.

Definitivamente, algo estaba completamente mal con el libro original de lo que debía suceder.

Eso me llevó a preguntarme, ¿qué tanto influyó el hecho de que Canaria intentara cambiar la historia en mi persona?

Yo, a Canaria, la conocí por primera vez a los ocho años, cuando ella apenas tenía siete. En esa época, no podía mantener siquiera adecuadamente mi taza de té. Los otros niños se burlaban de mí obviamente por mi pantomima de ser un tonto, reforzada con mi debilidad física. Pero ella me protegió. Ella me cuidó y me ayudaba a alimentarme cuando tenía dificultades con mis comidas. Ella y su madre me visitaban seguido y me ayudaron a rehabilitar mi cuerpo hasta que pude hacer las cosas por mí mismo.

Fue muy poco tiempo el que estuve a su lado. Canaria había sido amable conmigo, pero decidí salir del palacio para hacer mi vida como lo había planeado desde pequeño. Les había dejado un reemplazo, alguien que no interferiría entre ella y su destino de ser reina. Un niño eterno como el que ella pensaba que yo era.

Yo no lo sabía, pero ya la amaba desde ese entonces. Quizá por eso tomaba trabajos que pensaba, a ella no la molestaría. Viví mi vida tranquilamente, evitando noticias del palacio, quizá para evitar confirmar que ella ya se había casado con mi hermano. Creí que sería feliz si Canaria lo era.

Por eso, ahora, estoy aquí para cambiar la historia como ella lo hizo con la mía.

Continuando con la historia general de Lars, su funcionalidad era reforzar la calidad de heroína en esa persona desagradable, y así legitimarla como prometida de la realeza.

En ese mundo ideal para esa zorra asquerosa, yo moría protegiéndola mientras esa perra estúpida utilizaba sus poderes sagrados para sellar el demonio que había poseído el cuerpo del hombre en cuestión.

El hecho es que, quien había secuestrado y utilizado a un niño como recipiente del mal, eran los Cultores Crepusculares.

En la línea de tiempo de la que provengo, aquellos cultores fueron eliminados luego de que asesiné a mi hermano. Habían sido una molestia pero también una fuente de información interesante con respecto a mis anhelos.

Básicamente, les debo a ellos y a aquel niño convertido en hombre mi conocimiento actual y las pistas para que la magia tiempo-espacio funcionara.

Ya que en un inicio, yo no era más que una persona con talento para la magia que sabía unos pocos hechizos como método de defensa, lo único que tenía a mi favor era mi cantidad anormal de mana y mi talento para leer a cierto tipo de personas con mi habilidad de nacimiento: lector.

Luego de la traición de uno de mis aliados de confianza, me di cuenta de que tenía que poseer algún método para asegurarme de la lealtad de mis seguidores. Eso me llevó a buscar entre la magia prohibida para maximizar el uso de mi habilidad innata, y por tanto, me llevó a toparme con los cultores.

Mientras la guerra se hacía en el país, yo aprendí a manejar la mente de la gente alrededor. Al inicio fue difícil de controlar, y me costó un mes estabilizarla por completo. En poco más de una semana luego de eso, pude ser capaz de sondear el cerebro, reemplazar recuerdos y sentimientos de casi cualquier persona en los límites de lo común.

Desde ese momento, empecé a robar el conocimiento de los cultores.

A la par que limpiamos las ciudades de la facción pro Sigurd, yo absorbía el conocimiento de los pocos miembros del culto en secreto. Lo hacía porque deseaba y necesitaba poder. Poder para aplastar a mis enemigos y los de mi amada esposa, y no tenía tanto tiempo disponible para adquirir el conocimiento de la manera tradicional.

Robé a magos, cultores, y a todo aquel que me parecía poderoso.

Pero una cosa había sido robar su información y otra llevar a cabo los hechizos. Mi control del mana era inestable, y aunque era superior al promedio en cuanto a magia, en esa época mi participación en la guerra como lanzador de hechizos no fue decisiva en la balanza.

En ese entonces fue que recibí la oferta de tregua y parar hostilidades a cambio de los rehenes. Mi hermano aceptaría la independencia del territorio que había tomado la revolución a cambio de sus funcionarios y nobles.

Sabía que era una trampa, pero confié demasiado en mi inteligencia.

Yo había previsto casi toda línea de acción y había tomado contramedidas. Pensaba que el objetivo general era priorizar mi muerte. Estaba equivocado.

Quien terminó muerta había sido mi amada Canaria.

Aún puedo recordar claramente aquel día.

Su mirada había perdido el brillo y su cuerpo estaba demacrado, sin embargo, seguía siendo hermosa a mis ojos. Los grifos con centinelas de ambos bandos sobrevolaban el área y algunas plumas caían por el constante aleteo de aquellos animales. Una pluma amarilla había caído en su cabello, haciéndole resaltar su tono plateado.

Mi corazón latía como si quisiera ser destrozado, en parte por la felicidad de volver a verla, en parte por la ansiedad que me provocaba su estado y la situación. Estábamos a menos de diez metros uno del otro.

Entonces, una saeta mágica le atravesó el cuello. Había sido tan repentino todo.

Estaba preparado para ser el objetivo, estaba seguro, debido a mi importancia política en esos momentos, que yo sería quien estaría en peligro de muerte, no ella.

Entonces, me di cuenta de mi imbecilidad.

Desde ese día donde destruí todo a cuarenta kilómetros alrededor, empecé la cacería de cultores seriamente.

Y me encontré con él.

Se había presentado como Amon, el demonio de la Ira. El demonio del pasado y del futuro. Aquel demonio al que le robé la magia espacio-tiempo.

3 respuestas a “Un villano puede salvar el mundo por amor – Capítulo 4: En búsqueda del reconocimiento”

  1. Debo decir me encanta, y sobre todo es interesante ver más sobre alguien de la historia original que fue cambiado por los reencarnados que los mismos reencarnados

  2. ME ENCANTA que se haya tomado el tiempo de explicar un poco el porqué de su pasado. Cómo llegó hasta allí. también me encanta el abierto odio que siente por la protagonista que arruinó su vida anterior. Quiero ver como se desenvuelven sus planes, porque nada sale como uno espera y seguro hay sorpresas esperándolo.

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