La Legión del Unicornio – Capítulo 28: Criaturas mágicas en la Era de la Realidad

Traducido por Kavaalin

Editado por Nemoné


El sireno capturó cinco lombrices.

—Cinco a cuatro, Caín pierde. Jejeje.

—Nadie estaba compitiendo contigo… —El caballero se levantó apesadumbrado—. Julian, ¿cómo vas?

— ¡Sin problemas, señor Frank! —El enano balanceó la segunda caña de pescar que había recién terminado—. ¿Debería hacer dos más?

—No hay necesidad de que te apresures tanto —El caballero se dio vuelta, mirando a sus alrededores—. ¿El que fue a dar un paseo no ha vuelto todavía?

Antes de que terminara de hablar, el que fue a dar un paseo apareció corriendo desde el bosque con algo en sus manos, cubierto con su capa.

—Shelly, ¿aún te quedan algunas raciones?

Usando su capa y las varas de bambú, el elfo construyó un refugio temporal y usó el agua del río para mojar un poco las raciones, antes de depositarlas a un lado del gnomo inconsciente.

Al oler la comida, el pequeño cuerpo de gnomo se sacudió y este abrió sus ojos. Al ver el alimento tomó un hondo respiro, luchó para ponerse de pie y empezó a comer a grandes bocados. Pero después de dar un par se detuvo, se volteó a mirar al elfo y comenzó a hablar largas cadenas de palabras extranjeras con un tono alarmado.

—Lo siento, no entiendo gnomo —El elfo sacudió su cabeza—. ¿Puedes hablar en idioma humano?

La criaturita se paró en la palma del elfo, agitando sus manitas exageradamente.

— ¡Encerrados! ¡Muchos días! ¡Hambrientos! ¡Yo ser pequeño! ¡Escapar! ¡Ayuda!

—Mm… ¿Fueron encerrados sin comida por días y tú escapaste para pedir ayuda? ¿Dónde fueron encerrados?

El gnomo apuntó en dirección al bosque.

— ¡Madriguera! ¡Entrada! ¡Cerrada!

— ¿En la madriguera de los gnomos?

— ¡Sí! ¡Ayuda!

Con las indicaciones del pequeño gnomo, localizaron rápidamente la madriguera.

Unos cuantos troncos de árbol se encontraban apilados juntos, con grandes rocas en la parte superior, bloqueando la entrada a la madriguera. Con la fuerza de los gnomos era imposible que pudieran moverlos.

El grupo removió las rocas y levantó los troncos.

Habiendo escuchado el traqueteo del exterior, unos cuantos gnomos salieron de inmediato a investigar, pero al ver la luz del sol, rápidamente se volvieron a esconder.

El sireno tiró generosamente las raciones que llevaba a la madriguera e inmediatamente se pudieron escuchar agudos sonidos de bitores desde el interior.

—Cuando el sol se ponga, búsquennos en la pradera —dijo el elfo colocando al pequeño gnomo en el suelo.

Cuando el gnomo alcanzó el piso, este se sacó el sombrero, hizo una reverencia para el grupo y se volteó para adentrarse corriendo de vuelta al túnel.

—Realmente luce como Julian —dijo el caballero mientras sonreía.

—Que fueran encerrados de ese modo… Que cruel —murmuró el enano—. ¿Quién demonios haría eso…?

—Eso es lo que tenemos que descubrir —respondió el elfo—. Pero antes de eso, vayamos a pescar.

El caballero les enseñó al sireno y al enano lo básico sobre la pesca y seguidamente se hizo a un lado, dándoles algunos consejos ocasionalmente.

El elfo extendió su capa en la hierba y se recostó mirando hacia el cielo.

El sol brillaba en lo alto pero sin lastimar a la vista, resplandeciendo directo en su rostro, incluso el aire se sentía cálido. Ocasionalmente soplaba una briza, trayendo consigo el aroma de la hierba y la tierra. Los alrededores eran tranquilos, con sólo el ruido del río junto a la voz del caballero que podía oírse quedamente.

Sintiéndose cansado, el elfo cerró los ojos instintivamente.

Entre el sueño y la vigilia, el ruido de las pisadas se hacía más cercano. Sin necesidad de abrir sus ojos, sabía que se trataba del caballero.

— ¿No te unirás a la competencia? ¿Planea dejar que los novatos se valgan por sí mismos, maestro pescador?

—Así que no estabas dormido —sonrió el caballero, sentándose a su lado—. Uno posee el talento racial del elemento acuático y el otro tiene talento con las herramientas. Yo soy sólo un humano normal, no tiene caso que me humille a mí mismo.

—Caín.

— ¿Mm?

—Sin contar a Todd, los no humanos pertenecientes a la Legión del Unicornio durante la Era Legendaria éramos sólo Anna y yo. Anna era una mujer lobo, pero eso fue después de ser mordida.

— ¿Qué quieres decir?

—Es extraño. Al principio cuando le solicité a la reina que reestableciera la legión, nunca creí que realmente pudiera llegar a ser funcional y, para que esté conformada de tan interesante grupo de individuos.

—Entonces, ¿qué pensabas al principio?

—Mmm… Estrictamente hablando, nada de nada —respondió el elfo abriendo sus ojos—. Se suponía que las criaturas mágicas habían desaparecido y sin embargo hice tamaña solicitud. La reina debe haber pensado que estaba loco.

—Al menos, ahora ya no lo piensa.

—Esa es la parte más curiosa —El elfo se rió ligeramente—. Han aparecido gnomos y lo más probable es que las demás criaturas mágicas también hayan vuelto… Al parecer, este mundo aún necesita de la Legión del Unicornio.

—Como el representante humano, me siento honrado.

—El único que debería sentirse honrado soy yo… Nunca pensé que estaría calificado para ser el líder, me esforzaré por todos ustedes.

—Ellen, serás un maravilloso capitán.

—Mmm… Ni siquiera con todos esos halagos recibirás un salario, Caín.

—No te preocupes, no estoy a la venta.

— ¡Diez a seis! —Pudo escucharse la voz del sireno a la distancia.

— ¿Ves? Los novatos tienen la suerte de su lado —dijo el caballero.

La pradera se volvió bulliciosa al atardecer. La daga élfica y la espada del caballero se convirtieron en herramientas para descamar pescado. Prendieron una fogata, con una rejilla hecha de ramas para cocinar el pescado desde arriba. No mucho después, un delicioso aroma comenzó a emerger.

Desde lo profundo del bosque, pequeños puntos rojos comenzaron a brotar, congregándose en el lugar. Los gnomos habían venido a unirse al festín.

Este era un banquete con un gran número de personas con un bajo costo, sólo se repartieron un total de cinco pescados. Había cerca de cien gnomos y la mitad ya se encontraban tan llenos que ni siquiera podían ponerse de pie. La mitad restante corrió hacia el bosque después de charlar por unos momentos en su idioma.

No mucho después, volvieron empujando una pequeña carretilla del tamaño del zapato de Caín. El pequeño gnomo que el elfo había salvado corrió para encontrarse con él, agitando sus brazos entusiasmadamente otra vez.

— ¡Comida! ¡Gracias! ¡Intercambio! —Apuntó a los minerales en la carreta.

—Con esto es suficiente —El elfo tomó uno al azar y asintió—. Gracias.

Los gnomos volvieron a reunirse a conversar, después de un rato parecía que habían logrado llegar a un acuerdo. Se formaron, hicieron una reverencia y corrieron  de la mano de vuelta al bosque, desapareciendo rápidamente de la vista.

—Julian, te dejaré a cargo de esto.

El enano tomó el mineral, removiendo cuidadosamente el barro de su superficie. Su mandíbula se abrió de golpe después de darle una mirada.

— ¡¿Un cristal negro… a cambio de cinco pescados?!

—Incluso se parecen en que les gusta despilfarrar el dinero —dijo el caballero, dándole una palmadita en el hombro.

Cuando regresaron a la Posada de los Gnomos, el jefe de la villa los esperaba en el interior.

El jefe era un hombre anciano con la espalda encorvada, hablaba en un tono bajo y parecía bastante educado.

—Estamos honrados de darle la bienvenida, su señoría. Nunca imaginé que los pequeños problemas de esta villa atormentarían a la reina, le ruego que nos disculpe.

—No se preocupe, Su Majestad no tiene conocimiento de este asunto. Nosotros sólo pretendíamos hacer nuestro trabajo mientras nos encontrábamos de paso.

— ¿Entonces se dedicaron a preguntar por los alrededores? Los aldeanos son granjeros sin educación, así que si hicieron algo que lo ofendiera, por favor perdónelos.

—No, sólo fuimos a pescar —el elfo respondió sonriente—. Acerca de los gnomos, ¿podría darnos más detalles?

—Entiendo —El jefe suspiró lentamente—. Sobre eso, es enteramente mi culpa. Fue alrededor del invierno del año pasado cuando esos gnomos aparecieron en la villa. Por amabilidad les dimos un poco de nuestra comida y les permitimos vivir en las cercanías. A cambio ellos nos ofrecieron ayudarnos con los cultivos.

— ¿Tuvieron problemas?

—Todo iba normal, hasta que tiempo después, una vez finalizada la plantación, la gente comenzó a darse cuenta que nada crecía en los campos que habían recibido la ayuda de los gnomos. Eso me pareció sospechoso, así que envié a unos cuantos jóvenes a montar guardia en la noche. Entonces, unos cuantos días después, finalmente encontramos algunas respuestas —El jefe volvió a suspirar—. Todo este tiempo… los gnomos habían estado envenenando los campos.


Kavaalin
Cuánto daría por ver una ilustración de los gnomos. Deben ser súper adorables~kyun.

Una respuesta en “La Legión del Unicornio – Capítulo 28: Criaturas mágicas en la Era de la Realidad”

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