Cuando entré a Kalome, una voz me dio la bienvenida y, al mismo tiempo, escuché ajetreo en la parte trasera.
No era inusual, pero algo andaba mal. Hoy tenía una cita con el diseñador con el que trabajaba, sin embargo, no apareció. En cambio, el propietario me saludó sonriendo, pero tras el tono de voz tranquilo, había un atisbo de nerviosismo, que me molestaba. Seguí leyendo “Cenicienta – Historia paralela 14: La canción de fantasía de Kalome”
—Jaa…
A pesar de la preciosa oportunidad que tenía de hablar con el Príncipe Heredero, al no querer verlos juntos, salí corriendo de la habitación como si huyera. No era bueno. Aunque de ese modo no puedo cumplir con el papel que me fue asignado. Debí haberme preparado para no molestarme al ver a esa mujer… no, para verla cerca del Príncipe Heredero. A pesar de eso, fue demasiado para mí y resultó en esto. Uno de los guardias reales apostados frente a la sala me llamó. Al preguntarme si había terminado mis asuntos, asentí de manera vaga con la cabeza y me dijeron que siguiera hasta la zona general. Las dependencias reales no son un lugar en el que se me permita actuar con libertad. Desde que recibió la Flor Real, es seguro que puede pasearse sin preocupaciones… Junto con el Príncipe Heredero. Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 123: El dolor de la hija del marqués (3)”
¿Qué hacían los estudiantes cuando terminaban sus clases?
Algunos se iban a casa de inmediato, otros daban un paseo, y la mayoría se ocupaba de los asuntos fuera del horario de la academia. Si tenían planes, se quedaban fuera, o se iban a casa si no los tenían. Pero ¿la renuencia a ir a casa podía contar como un plan? Violette no tenía amigos con los que salir. Yulan probablemente se quedaría con ella si se lo pidiera, pero se sentiría mal quitándole tiempo solo porque no quería ir a casa.
Seguí leyendo “¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 42: Completamente vacío”