Traducido por Kavaalin
Editado por Nemoné
Ya era bien entrada la noche, y a comparación con su tranquilidad habitual, la mansión del duque Elmond estaba plenamente iluminada, repleta con el bullicio de las personas.
Un gran número de soldados armados que llevaban el escudo de armas real entraban y salían, cargando continuamente muchísimas cajas y apilándolas en el carruaje ubicado en la entrada. Mucha gente venía a ver con curiosidad, compartiendo todo tipo de rumores.
Aunque había muchas versiones, los contenidos eran muy similares, para resumirlos en una oración, el duque era una persona mala muy rica.
Este tipo de noticias era algo que a todos les gustaba escuchar y ver, así que después de mirar el tiempo suficiente, todos felicitaban la sabia decisión de la reina y se iban satisfechos.
En los tablones de anuncios de las calles, el cartel de se busca del duque Elmond ya estaba publicado, la cantidad de la recompensa superaba maravillosamente el record histórico del criminal más buscado del continente con la cantidad de dinero más alta, alcanzando unas sorprendentes cien monedas de oro.
En estos momentos, los miembros de la Legión del Unicornio estaban comprometidos en algo que Shelly llamaba observar y mezclarse con la sociedad humana, pero a lo que la gente normal se refería como un paseo después de la cena.
La Sirena también había sido cerrada.
—Gran parte de la vida nocturna de los ciudadanos de Elvira ha sido destruida por nosotros. —dijo Caín mientras pasaban frente al burdel.
— ¿Por qué suenas dolido? —Le preguntó Shelly.
—No lo hago.
— ¿Eras un cliente frecuente?
—Nunca he estado allí.
—Ah, ¿entonces te duele nunca haber entrado? —La sirena entrecerró los ojos—. El ofrecimiento de antes aún sigue disponible.
A pesar de que no había bebido nada, el caballero se atragantó.
Una vez que cesó la tos, levantó la cabeza y miró al joven diciendo:
—Nunca vuelvas a decir eso. Un niño, siempre diciendo estas cosas… Lo mires como lo mires, es demasiado extraño.
—Raymond también lo decía, pero me dijo que no lo dijera hasta que me convirtiera en adulto.
—Todavía no eres adulto, ¿verdad? Por otra parte, ¡la edad no es el problema!
— ¿Entonces es un problema de etiqueta humana?
—Algo así.
—Ah —El joven asintió con la cabeza, un poco perdido—. Pero desde que tenía doce años, eso era todo lo que me habían estado enseñando. ¿Qué hacen los humanos cuando tienen doce años?
El caballero dejó escapar un largo suspiro de alivio ante el cambio de tema.
—Mmm, muchas cosas. Los plebeyos están en la edad en la que comienzan a hacerse aprendices, lo que significa capacitarse para sus futuras ocupaciones. Los nobles no se convierten en aprendices, pero reciben una educación similar. Los humanos…
De repente se detuvo, porque frente suyo una persona alta vestida con una armadura de cuerpo completo bloqueaba su camino.
— ¿Vizconde?
—Sí. —El elfo respondió después de un momento.
La persona no era un extraño.
Hazlett Duncan, Capitán de la Guardia Real. Hace un mes, él había sido quien presentara la solicitud de la misión de emboscada.
Si Caín era una larga espada recién forjada que brillaba con fuerza, la persona que tenían ante sus ojos era como una daga antigua, cuya fría intención asesina podía sentirse incluso enfundada. Definitivamente no era una persona agradable.
—Por favor, sígame —No hubo explicación, aunque usara las palabras por favor, su tono no contenía ni un sólo toque de cortesía—, solo.
—No. —Caín inmediatamente se paró frente al elfo.
Hazlett miró a su acompañante, al ver la cruz en su espada, su rostro se tornó sombrío.
—Esto no tiene nada que ver con la iglesia, paladín.
—No soy un paladín —respondió Caín con frialdad—. Soy el caballero del vizconde. Tengo la responsabilidad de garantizar su seguridad. Incluso si puedes presentar pruebas sólidas de que la reina te envió, no dejaré que te siga solo. Especialmente de noche.
El rostro del capitán reveló una clara expresión burlona, —Caballero, creo que tu amo ya ha sido destetado [1] y no necesita que lo sigas para cambiarle los pañales. O, ¿dudas de que mis habilidades estén por encima de las tuyas?
— ¿Contra algo como un vampiro? Sí.
En un instante, las oscuras llamas de ira prácticamente podían verse rodeando al capitán. Pero entonces, las comisuras de sus labios se curvaron de una manera casi imperceptible, formando una sonrisa.
—Hace mucho tiempo que nadie se atrevía a hablarme de esta manera, caballero.
—Teniendo en cuenta lo accesible que eres normalmente, eso es realmente muy impactante.
—La valentía siempre debe ser alabada, incluso si no tiene sentido. —El capitán se quedó en silencio por un momento, antes de ceder finalmente—. Caballero, puedes venir con nosotros.
La curva de sus labios se hizo aún más evidente.
—Entonces, ¿puedo ir yo también? —Por detrás de ellos, la tímida voz de una niña hizo acto de presencia.
El sireno se había transformado en algún momento, con un largo y pálido cabello dorado, perfectamente peinado, con un vestido blanco a juego, se veía exactamente como una joven aristócrata.
Ella caminó hasta el capitán, levantó levemente el dobladillo de su falda, hizo una reverencia perfecta, levantó la cabeza y le habló con ojos inocentes.
—Shirley no quiere quedarse aquí sola, aquí está muy oscuro, señor caballero.
El capitán la miró inexpresivo, entonces se agachó inexpresivo, usando la misma voz sombría, dijo:
— ¿Te llamas Shirley?
—Aja.
—Soy Hazlett Duncan. Es un gusto conocerla, señorita. ¿Es la… hija del vizconde?
El elfo miraba mientras la situación cambiaba en una dirección completamente inesperada. Ni siquiera recordando detenerla.
—Entonces, señor Duncan, ¿puedo ir yo también?
—Un caballero no puede rechazar a una dama necesitada.
—Gracias, señor Duncan. —dijo Shirley, extendiendo una mano, para apoyarla en el brazo del capitán.
—No sé si esto puede ser considerado como traición a la corona… —dijo el elfo sin poder hacer nada, mirando al capitán y a la niña caminando delante de ellos.
—No estamos hablando directamente con la reina, no vamos a ser condenados por engañar a un simple capitán de la Guardia Real. —Caín respondió en voz baja—. Además, Shelly nunca respondió directamente, él lo malinterpretó todo.
—Pareciera como si le tuvieras un profundo rencor…
—No, sólo odio a esos inútiles mocosos nobles que solo saben perder el tiempo que está bajo su mando. Ensucian el título de caballero.
—Él no parece el tipo de persona que reclutaría a esa clase de subordinados.
—No depende de él. Todas las familias nobles quieren enviar a sus hijos a la Guardia Real. Me temo que, al final del día, Hazlett los fuerza a renunciar mientras se van a llorarles a sus padres, eso debería enseñarles a no andar fanfarroneando.
—Probablemente por eso tiene ese tipo de actitud hacia las personas.
—Pareces tener una muy buena opinión de él… —dijo fríamente Caín.
— ¿Eh?
—No, nada. —El caballero volteó el rostro, apuntando hacia delante—. Estamos casi en el castillo.
Pasaron por la puerta lateral del castillo, los guardias de la puerta saludaron silenciosamente al capitán y se hicieron a un lado.
—Bajen la cabeza, síganme, no miren alrededor. —Después de decir eso, Hazlett soltó la mano de Shirley y caminó al frente.
El pasillo era largo y curvado, después de caminar por un tiempo indefinido, finalmente llegaron a un pequeño edificio. Hazlett abrió la puerta, guiándolos dentro de la vivienda.
Era una sala de espera, sin decoración elaborada, se veía muy normal, dando una sensación de calma.
La chimenea estaba encendida, ahuyentando el frío nocturno.
—Ustedes pueden esperar aquí. —dijo el capitán en un tono de mando—. Vizconde, por favor sígame.
Le indicó al elfo que dejara su arco y daga. Y lo guió hasta una escalera de caracol.
[1] Destetar: Que alguien ya valga por sí mismo. También es el proceso en el que un bebé empieza a reemplazar su comida principal (leche materna) por otros alimentos complementarios.