Harem Imperial – Capítulo 79: Alianza Ling Shui

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Residencia del Primer Ministro

Bajo la oscuridad de la noche, no podía verse ninguna onda en el profundo lago, y la luz clara de la luna solo servía para hacerlo ver más hondo. Dos figuras altas estaban sentadas enfrentadas frente a la Torre Lan Yue, y la mesa de piedra en el medio estaba llena con vasos de vino. El hombre vestido de púrpura tenía una mano en su frente mientras entrecerraba sus ojos ligeramente, una expresión que decía que no podía beber más. Sin embargo, si se miraba de cerca, uno podría ver que todavía no había perdido la mente por el alcohol.

Viendo que la persona frente a él estaba por tomar otro vaso de vino, no pudo resistirse a hablar.

—Ya no es temprano, ¿el emperador todavía no regresará al Palacio?

La mano de Yan Hong Tian se detuvo en el aire y levantó una ceja.

—¿El noble oficial me está apurando?

—No me atrevería —dijo Lou Xi Yan, aunque al mismo tiempo bajó la jarra de vino para colocarla debajo de la mesa, indicando que no le dejaría continuar.

Con su otra mano apoyada sobre la mesa, Yan Hong Tian le dio una mirada de reojo a la jarra, y cuando extendió la mano, recuperó uno de los vasos.

—¿El Primer Ministro que regaló un Huan Jade será tan mezquino como para traerme un Hua Doai Niang y no dejarme beberlo?

—Son los únicos tipos de vinos que se encuentran en la residencia del Primer Ministro. El Palacio tiene muchas variedades de alcohol maduro que el emperador gusta. —Al escucharlo, Yan Hong Tian sacó una copa y se sirvió a un lado; Lou Xi Yan no lo detuvo porque solo quedaba una jarra—. Y hablando del jade Nuan, fue un regalo para mi sobrino. ¿Cómo podría atreverme a no darle lo mejor?

Yan Hong Tian bebió de su copa de un trago, y se volvió a servir, sin forzar a Lou Xi Yan a acompañarlo. Su par de ojos negros miraron fijo al otro hombre mientras lo molestaba.

—¿Desde cuándo te has convertido en el sirviente de tu esposa?

—No estoy nada cerca del nivel del General Su —respondió en lugar de enojarse. Con la taza de alcohol en su mano, la mirada juguetona del emperador desapareció tras su ceño fruncido.

—En efecto, fue inesperado que Su Ling diera un regalo de ese estilo.

Su Ling era solitario por naturaleza, y nunca había tenido una relación profunda con ningún ministro de la corte, y como no habían mujeres en la familia Su, no tenía relaciones con el Palacio Interno. En ese momento, había accedido a que Qing Mo fuera con Su Ling para acercarlo a Lou Xi Yan. Nunca hubiera pensado que enviaría un accesorio Ya Zi para el hijo de Qing Feng.

Este obsequio indicaba su obvio apoyo a la Concubina Feng. ¿Qué podría haber sucedido para que Su Ling tuviera tal cambio de mente?

Yan Hong Tian estaba claramente preocupado, pero Lou Xi Yan solo rió.

—No importa lo precioso que sea el regalo, el General Su lo entregará para ganar el corazón de la belleza.

—¿Qing Mo?

¿Realmente todo era por esa pequeña chica?

Pensando en esa tarde, cuando los asesinos de la isla Ju Ling secuestraron a un oficial y demandaron que la corte les entregase a Qing Mo, y en la actitud protectora de Su Ling, Yan Hong Tian logró comprender un poco. Incluso se atrevió a contradecir a la emperatriz y usar la reputación del clan Su para proteger a Qing Mo, comparado con eso, enviar una decoración Ya Zi no era nada problemático.

Qing Mo…

Esa chica lucía débil y frágil, pero sus habilidades no lo eran. Lo más peculiar era que incluso las fuerzas militares de la Familia Su la escuchaban. Mientras sus dedos acariciaban con gentileza la taza, Yan Hong Tian sonrió.

—Esa mujer es en efecto interesante. No es de extrañar que Su Ling la trate como un tesoro. Sus habilidades son más de las que mostró, ¿verdad?

La especialidad de Qing Mo era más amplia de lo que había mostrado por la tarde, pero Lou Xi Yan no pretendió continuar y en su lugar se rió.

—Lo que sucedió la última vez, no debería ser un accidente.

Cuando cambió el tema, después de tantos años de conocerse, Yan Hong Tian supo de inmediato a qué se estaba refiriendo.

—Después de que las rocas cayeron, Ming Jian subió al instante para investigar. En efecto, alguien aflojó las piedras y tomó la oportunidad para crear el “accidente”. Pero además de la tierra suelta, no había nada más. Para ser capaz de crear tal situación, el o los culpables debieron estar en la residencia por bastante tiempo, y sin embargo, ningún Guardia Imperial los notó.

—¿Oh? —¿Fueron tan eficientes?—. ¿No había ningún rastro?

—Correcto. —Usando su dedo, Yan Hong Tian lo mojó con un poco de vino y dibujó un patrón en la mesa de piedra antes de continuar—. En la otra residencia, fueron cuidadosos y no dejaron pistas. Pero solo hay una ruta hacia el Patio Shu Chuan, así que Ming Jian descubrió las cenizas extinguidas y las pisadas de tres personas cerca. También encontró una marca con forma de diamante.

Lou Xi Yan bajó la mirada y vio el patrón con dos cruces conectadas en la mesa (++). Usualmente, esta marca se utilizaba para coordinar dos grupos, así que no debía tratarse de una organización pequeña.

—¿La gente de la Isla Ju Ling? —adivinó el Primer Ministro.

—Las acciones de la gente de Ju Ling eran las de una bestia acorralada, que llegarían al punto de secuestrar a Qing Mo para conseguir sus demandas. Por otro lado, el ataque de Qing Feng fue planeado con demasiado cuidado. Ming Jian ya investigó el símbolo, y descubrió que le pertenece a la Alianza Ling Shui, al clan Jianghu.

¿La Alianza Ling Shui?

En cuanto escuchó ese nombre, el rostro de Lou Xi Yan se congeló. La Isla Ju Ling era el lugar donde solo se reconocía al dinero, pero la Alianza Ling Shui era mucho más misteriosa. De acuerdo a los rumores, el líder tenía tantos principios como maldad, y prefería viajar solo. También eran asesinos pagos, pero la mayor parte del tiempo vendían noticias Jianghu, y no interferían o hacían enemigos en la corte. ¿Quién podría tener una conexión con estas personas para hacerlos moverse?

Si existía alguien así, entonces esa persona tenía una relación cercana con una secta que vendía secretos, lo que significaba que no tramaba nada simple. ¿O quizás era alguien que dejó una pista a propósito? ¿Para desviar la atención?

—Este asunto debe investigarse hasta el fondo —dijo Lou Xi Yan con dudas en su corazón.

—Ming Jian ya ha comenzado.

La expresión de Yan Hong Tian era tranquila, así que su acompañante supuso que ya había hecho arreglos más temprano y no quería hablar más del tema. Lou Xi Yan esperó hasta que hubiera bebido la última gota del vino y estaba levantándose para retirarse, antes de preguntarle más.

—Ese niño, ¿cómo pretendes manejarlo?

El cuerpo del emperador se congeló por unos segundos antes de comportarse como si no hubiera escuchado nada, y él se dirigió hacia las puertas del patio.

Lou Xi Yan lo observó con sus ojos agudos entrecerrados. Viendo a su figura de negro retirarse con rapidez, su boca no pudo evitar curvarse.

¿Qué significaba ese silencio? ¿Desde cuando el sabio maestro de Qiong Yue escapaba?

♦ ♦ ♦

Solo era después de Wushi [1], pero el frente del Salón Qing Feng estaba lleno de personas. Los sirvientes del salón estaban fuera, obviamente. También había entre siete y ocho Señoras enviadas por la emperatriz viuda para ayudar a cuidar del príncipe, e incluso otras concubinas y mujeres de diferentes lugares, eunucos y sirvientas.

Fu Ling había estado esperando en las puertas desde muy temprano, hasta que pudo ver el carruaje acercarse desde lejos. El vehículo estaba rodeado de eunucos y Señoras, además de Guardias Imperiales protegiéndolo desde adelante y atrás. El grupo no era menor al que usaría una emperatriz al regresar al Palacio.

Fu Ling bajó los escalones con alegría, y se adelantó para darle la bienvenida. Cuando el carruaje se acercó lo suficiente como para que pudiera reconocer a los guardias delante, se sorprendió al reconocer a Ming Ze liderando la marcha.

El corazón de Fu Ling se distrajo. ¿No había salido acompañado al emperador fuera del Palacio? ¿Por qué ahora estaba acompañando a su maestra de regreso? Se quedó observándolo confundida por tanto tiempo, que la caravana se detuvo frente al Salón Qing Feng cuando se recuperó. Fu Ling se apresuró a desviar la mirada por temor a que otros se dieran cuenta, y caminó a un lado del carruaje.

—Señora —la llamó suavemente. Una mano joven abrió la cortina, y Ru Yi apareció para responderle con una sonrisa.

—Hermana Fu Ling.

Fu Ling asintió, y Ru Yi se retiró para ayudar a Qing Feng fuera del vehículo.

El clima era de principios de invierno, por lo que tenía una gran capa envolviéndola además de una sábana roja rodeando al bebé entre sus brazos. Lucía de la misma manera que cuando se fue del Palacio, pero solo habían pasado unos días, y su rostro ya se veía más rondo y suave. Con el apoyo de ambas sirvientas, Qing Feng bajó con facilidad, y al ver a Fu Ling, le habló.

—¿Por qué si solo han pasado unos días desde que nos vimos, estás tan delgada?

Fu Ling quedó sorprendida. Su maestra ni siquiera había terminado de bajarse que ya se estaba burlando de ella, así que rodó los ojos en secreto.

—Esta sirvienta se encuentra bien y no se atrevería a molestar a su Señora.

Sabiendo que estaba algo enojada, Qing Feng no volvió a molestarla, y en su lugar colocó al pequeño príncipe en los brazos de Fu Ling para poder moverse. La sirvienta levantó ligeramente la esquina de la tela para observar la boca del pequeño niño, que estaba ligeramente abierta en sus sueños.

Es tan apuesto, lo elogió en su corazón.

—Los sirvientes saludan a la Concubina Imperial Qing, y al pequeño príncipe.

Qing Feng solo había dado unos pequeños pasos fuera del carruaje cuando todos se arrojaron a sus rodillas para saludarla. Sus voces eran muy claras, fuertes y respetuosas. Qing Feng lo encontró divertido: era cierto que la posición de la madre aumentaba con la de su hijo.

Una Señora de cincuenta años estiró su cuerpo y le dio una sonrisa solícita.

—Concubina Imperial Qing, la emperatriz viuda empatiza con su trabajo duro, y ha enviado a estos sirvientes en especial para cuidar del pequeño príncipe.

Había enviado a cuatro o cinco a la otra residencia, y ahora a otros ocho más. ¿Cuántas personas se requerían para cuidar de un bebé? Qing Feng no aprobaba, pero su expresión no cambió al hablar.

—Levántense todos. Xia Yin, recibe los regalos de los palacios y agradéceles por mi parte. Lan, lleva a las mujeres a sus cuartos para que descansen.

Xia Yin, que estaba de pie detrás suyo, no pensó que Qing Feng fuera a usarla, y Lan tuvo que tirar de su brazo levemente para hacerla mover.

—Sí —respondió cuando se recuperó de la sorpresa.

—Señora, estos sirvientes están aquí para servirle a usted y al pequeño maestro… —dijo la Señora, infeliz.

—Lo sé —dijo Qing Feng, dándole una sonrisa cálida—. Estos arreglos son para que puedan permanecer en el Salón Qing Feng y estén cerca para atender. Cuando necesite de sus servicios, es natural que las llame. Retírense.

Si Qing Feng las ahuyentaba, podrían amenazar con matarse antes de irse, pero de esta manera, no podrían responder nada. Sin importar lo poco que quisiera obedecerla, la mujer solo podía aceptar.

Con el príncipe en sus brazos, Fu Ling siguió a Qing Feng dentro. Quizás fuera una ilusión, pero parecía que su maestra estaba comportándose de manera más astuta y cuidadosa, no como antes que prefería usar un acercamiento más directo. Quizás fuera por el bebé.

Una vez llegaron al frente de la casa, Qing Feng se giró para hablarle a Shen Yao, que la estuvo siguiendo los últimos días.

—El pequeño príncipe está durmiendo, puedes ir a descansar.

—Sí.

Siendo tan obediente y silenciosa como siempre, Shen Yao se retiró. Cuando pasó al lado de Fu Ling, se inclinó levemente. Fu Ling la miró retirarse, y pensó:

Esta nodriza sabe cómo mantenerse en su papel.

Después de entrar y cerrar las puertas del cuarto, Fu Ling dio un largo suspiro.

—Señora, finalmente ha regresado.

¿Finalmente? No había salido más de diez días, ¿podría ser que había sucedido algo más?

Qing Feng le pasó el bebé a Ru Yi, quien lo llevó a la cámara interna, e intentó bajar el tono de voz al hablar.

—¿Qué sucedió? ¿Le pasó algo a Chen Zhen?

—No es eso. En el Palacio, ahora mismo todos están enfocados en usted y nadie ha notado al Palacio Frío, así que ella y su hijo están bien.

—¿Entonces qué pasó? —Chen Zhen ya estaba bien después de haber dado a luz, ¿qué otra situación podría dejar a Fu Ling tan preocupada? La sirvienta la llevó al estudio antes de responderle.

—Hace tres días, un grupo de asesinos Jianghu que estaban escondidos en la Residencia Gao y tenían a la familia como rehénes demandaron que la corte les entregue a la señorita Qing Mo, o destruirían a la Residencia Gao. El Señor Gao es el tío de sangre de la emperatriz.

—¡¿Qué?! —exclamó Qing Feng, cubierta de sudor frío—. ¡¿Mo está bien?!

—No se preocupe Señora, el General Su usó su poder militar para proteger a la señorita Qing, e incluso… contradijo públicamente a la emperatriz. A pesar de que el Señor Gao y su familia fue rescatada, la segunda esposa fue asesinada.

¿Estaba muerta? ¡Es una fortuna que Su Ling estuviera presente, o la emperatriz habría matado a mi hermana pequeña!

En ese momento, la impresión que tenía de Su Ling mejoró, aunque seguía confundida con los eventos.

—Mo es una chica débil y frágil, ¿cómo podría estar involucrada con asesinos de Jianghu?

—Esta sirvienta no tiene todos los detalles —sacudió la cabeza Fu Ling—. Solo sé que está relacionado con uno de los cazarrecompensas de nombre Huan Ao Tian.

La expresión de Fu Ling era sombría, y parecía más preocupada que ella misma. El corazón de Qing Feng se calentó al ver su preocupación, y extendió una mano para darle una palmada.

—En cualquier caso, Su Ling es sincero con Mo. Podrían considerarse buenas noticias, pero sigues frunciendo el ceño.

Qing Feng tenía una expresión tranquila, como el bote que alcanzaba por fin el puerto, pero esto solo puso más ansiosa a Fu Ling.

—Señora, el General Su ha ofendido por completo a la emperatriz; ella nunca dejará pasar el problema. Ya que no puede crearle problemas a la señorita Qing y al General Su, esta deuda caerá en su cabeza. Y ahora que tiene al príncipe, en el futuro…

—Muy bien, no digas nada más. Tendremos más cuidado en el futuro.

Qing Feng evitó que siguiera por los diez guardias que la habían acompañado de regreso. Todavía había tres personas que no se habían retirado y permanecían fuera de las puertas cerradas del Salón. No sabía si los oídos de los famosos artistas marciales eran tan extraordinarios, pero lo mejor sería ser cuidadosas.

Fu Ling siguió la vista de su maestra, y a través de la ventana que estaba medio cerrada y que apuntaba hacia el patio observó la espalda de Ming Ze. No sabía por qué, pero se sintió culpable, y desvió la mirada.

—Señora, ¿esos guardias…?

Qing Feng empujó las puertas y le habló a Ming Ze, que estaba de guardia afuera.

—Guardia Imperial Ming, ya he regresado al Palacio a salvo, así que puede regresar a reportar.

Sin embargo, Ming Ze no se movió de su lugar y respondió en su distintivo tono frío.

—Este guardia ha recibido la orden imperial de proteger a la Concubina Imperial Qing y al príncipe.

Las dos mujeres se sorprendieron y sus mentes se quedaron en blanco. ¿Una orden imperial para protegerla? Entonces… ¿Se quedaría en el Salón Qing Feng todo el tiempo a partir de ahora?


[1] Wushi: Entre 11 a 13 hs.

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