Traducido por Ichigo
Editado por Dimah
Cordelia se puso el vestido que su tía, la condesa Nirupama, había elegido para ella y dejó que Emina la peinara. Luego, se roció con la fragancia de rosas.
—Señorita, parece estar tensa.
—¿Me veo así?
—Sí. Su expresión se ve rígida. Dijo Emina.
Un poco antes de que Cordelia saliera de la habitación, observó su rostro en el espejo; en efecto, se veía tensa. Se dio cuenta de ello y respiró profundamente; posteriormente, olió la suave fragancia de las rosas.
Está bien, puedo hacerlo.
Confirmó su aspecto una vez más y se dirigió al salón donde la esperaba su tía.
—Parece que los preparativos han ido bien.
—Sí, todo gracias al precioso vestido de mi tía Nirupama.
—Ja, ja, has dicho algo muy agradable, pero el vestido solo brilla porque la materia prima es buena, ¿eres consciente de eso?
Nirupama, quien ya había terminado de arreglarse, saludó a Cordelia con mucho ánimo. La tía llevaba un vestido verde oscuro. El diseño era relativamente tranquilo, pero cuando lo usaba, su solo porte era el que le añadía atractivo al atuendo. Seguro que se viste bien.
Entonces, la Condesa, puso sus manos en el hombro de Cordelia.
—Ja,ja, ja… Te mostraré este ángel (lo dijo mientras entrecerró los ojos con malicia)
Esas palabras se dirigían probablemente a cierta condesa, a quien mencionó el otro día. Nirupama murmuraba con una voz que parecía estar maldiciendo a alguien. Por supuesto, Cordelia fingió que no la había escuchado. Además, la Condesa solo actuó así durante un segundo.
—Es una fragancia agradable, ¿verdad? Es como si estuvieras en un jardín.
—Muchas gracias tía. Tú también estás usando perfume.
—Por supuesto. Es un regalo de mi linda sobrina después de todo. No pensé que harías algo así.
La suave fragancia en el cuerpo de Nirupama era de naranja..
Cuando estaban cerca, los olores se mezclaban, para que eso no ocurriera, Cordelia usó, hasta cierto punto y mientras lograba refinarlos, aceites esenciales. Los había ideado para que los aromas sólo se mezclaran ligeramente con otros, y muy sutilmente, cuando se acercaran a cierta distancia. Se podía oler ligeramente la fragancia de la otra persona y no había ninguna molestia.
Nirupama volvió a mirar a Cordelia y murmuró satisfecha.
—Pero si me lo hubieras dicho antes, entonces me habría hecho un vestido naranja. Como decirlo, me pregunto si se reirán de mí por no vestirme acorde a mi edad.
—Si se trata de mi tía, entonces te convienen los vestidos de cualquier color.
—Gracias. Cordelia es muy linda. Si tienes problemas por algo, siempre puedes confiar en tu tía, ¿de acuerdo?
—Muchas gracias.
—Por lo tanto, si haces un nuevo bálsamo, déjame probarlo también, ¿te parece? Lo anunciaré por ti. Le dijo mientras le guiñaba un ojo, Cordelia asintió sonriendo.
La sonrisa de Nirupama se intensificó y de repente miró al acceso del salón.
—Lo había olvidado por completo. El señor Elvis nos pidió reunirnos con él en la entrada una vez que estuviéramos listas.
—¿Mi padre hizo eso? ¿Ha terminado de prepararse?
—Es mejor decir que no lo ha hecho. Volvió del castillo y me dijo que no iba a cambiarse. Así que pensé en hablar con él en el salón hasta que llegaras, pero me pregunto si pensó que estaba siendo demasiado ruidosa. Me dijo que esperaría en el vestìbulo y salió del salón.
—¿Es así?
—Tu padre siempre es realmente poco sociable; ni siquiera puedo imaginarlo socializando.
Nirupama dijo eso, y caminó elegantemente hacia la entrada. No parecía que tuviera prisa en absoluto. Entonces, Cordelia tomó las manos de su tía y aceleró el paso.
Si padre está esperando, debemos darnos prisa.
Pero, Cordelia no pudo hacer que Nirupama agilizara su paso. Más bien, la observaba mientras sonreía. Además, los sirvientes que las vieron, las miraban cálidamente. Cordelia pensó que su comportamiento era francamente infantil, pero no soltó la mano de Nirupama. Elvis estaba esperando; tenía que conseguir que acelerara el paso; pero la Condesa no cambió su ritmo en absoluto.
—Señor Elvis, te hemos hecho esperar.
—Siento haberte hecho esperar, padre.
—No pasa nada.
Elvis respondió brevemente a lo que dijeron las damas frente a él. Como Nirupama había dicho antes, se le notaba poco sociable hoy. Más bien, Cordelia sintió que se encontraba algo malhumorado.
He oído que está ocupado en el trabajo, me pregunto si estará cansado.
O estaba agotado por hablar con la tía, como ella había dicho. ¿Será que piensa que es molesto ir a la Casa Flantheim hoy?
No sé por qué está de tan mal humor, pero si la respuesta está en una de las cosas que presumo, supongo que no se puede evitar. Cordelia decidió visitarlo con una compresa caliente después de que regresaran de la fiesta nocturna.
Pero en contraste con Cordelia, a Nirupama parecía no importarle en absoluto.
—De todos modos, mira a Cordelia. ¿No está guapa?
El silencio de Elvis fue la respuesta a la animada voz de Nirupama.
Aunque se tratara de Cordelia, Elvis nunca le había hecho un cumplido, llamándola linda o algo similar, así que si eso ocurría, piensa que su corazón daría un salto de sorpresa. Es suficiente con que no haya dicho que no me conviene. Pensó, pero Nirupama señaló con su dedo índice derecho a Elvis y le dio un consejo.
—Señor Elvis, aunque sea embarazoso, debes hacer un cumplido a las mujeres cuando sea necesario. Por favor, entiende el corazón de una mujer.
»Escucha, señor Elvis. ¿No puedes decirle a tu hija que está linda?
—Tía, es suficiente…
Era inútil presionar a mi padre mientras estuviera inexpresivo y no hablara… O más bien, Cordelia sintió pena por él. Los humanos tenían sus puntos fuertes y débiles, así que era vano intentar forzar a alguien a decir algo.
—Te queda bien, al menos.
Aunque lo había dicho con voz mecánica, Cordelia dudó de sus oídos, ya que de su boca salieron unas palabras increíbles. Elvis, la persona en cuestión, le dio la espalda y comenzó a caminar después de decir:
—Vamos.
—¡Argh, señor Elvis! Solo di “¡estás muy guapa!” ¿Qué quieres decir con “al menos”?
Bueno, una cosa tan insignificante no le importaba a Cordelia.
¡Padre me hizo un cumplido!
Era inevitable que se sintiera asombrada más que impresionada. Sin embargo, no es que no estuviera contenta. Las comisuras de su boca se levantaron de forma natural.
Siguió a Nirupama y subió al carruaje.
La Condesa también habló mucho dentro del carruaje. Mencionó sobre diferentes dulces y modas, y Cordelia encontraba sus comentarios realmente interesantes, Elvis no parecía estar escuchando en absoluto. En raras ocasiones, Nirupama le preguntaba algo a su padre y éste respondía con solo tres palabras: “Sí”, “No” y “No sé”.
Su comportamiento con mi tía es exactamente como con el Marqués Flantheim.
Ciertamente, me parece que la forma en que hablan con Elvis es algo similar. Si es así, no es de extrañar que las respuestas de mi padre sean las mismas. ¿Tiene padre algo que atrae a la gente animada?
Mientras ella meditaba, el carruaje, con los tres dentro, llegó al hogar Flantheim.
Dicha residencia era una mansión blanca, y parecía haber sido recortada de una parte del castillo; es más grande que la mansión Pameradia, pero el jardín es más pequeño.
Es una mansión…
Su propia residencia también lo era, pero se sorprendió de la tan diferente atmósfera que desprendía.
Joven Vernoux, eres realmente el hijo de un marqués, ¿no?
Por supuesto, no es que ella lo dudara, pero se siente extraño de que Vernoux, quien se ajustaba a la palabra caprichoso, vivía allí.
Ya se había reunido mucha gente para la fiesta de la noche y todo el mundo iba vestido con magníficos trajes.
Cordelia siguió a Elvis y a su tía mientras escuchaba el ruido de la gente. Su corazón, que debería haberse calmado cuando salieron de la mansión, empezó a latir más rápido.
—Oh, es la Condesa Weltoria. Está tan guapa como siempre.
—Es raro verla con el Conde Pameradia.
—¿Esa niña es la hija del Conde?
—Tiene más o menos la misma edad que el Príncipe, ¿no?
Cordelia trató desesperadamente de no tensar el rostro en aquella situación en la que se convertía en el centro de atención solo por el hecho de caminar.
Sonríe, sonreír es importante.
No debería ser un problema si se limitaba a caminar tranquilamente con una sonrisa. De hecho, Elvis no parecía preocuparse por los rumores y Nirupama sonrió con confianza. Mirándolos a los dos, no podía decir que se acobardaba. Volvió a enderezar la espalda y miró hacia delante.
Entonces, escuchó una voz familiar.
—¡Oh! Esta es una rara combinación.
La voz pertenecía al marqués Flantheim; Leonard. Parecía que se paseaba por el recinto.
—Hace mucho tiempo que no te veo, señor Leonard.
—Hace tiempo que no nos vemos.
Nirupama y Cordelia saludaron y el marqués asintió satisfecho. Luego, miró a Elvis, quien no dijo nada.
—Elvis, parece que estás de mal humor.
—Oh, lo peor.
—Parece que tienes mucho trabajo últimamente, debes estar cansado. Pensé que uno de tus hijos vendría en tu lugar.
El marqués puso su mano en el hombro del Conde con una cara que decía que estaba asistiendo por su hija. Sin embargo, su mano fue apartada inmediatamente, como si Elvis se estuviera quitando un insecto.
Pero, el Marqués todavía tenía una sonrisa en su rostro. Era como si dijera que se estaba divirtiendo.
Cordelia vio que Nirupama ocultaba su boca con su abanico y se reía del intercambio entre los dos.
—Señor Leonard, ¿no está Cordelia tan linda hoy? —dijo la Condesa mientras hablaba con el marqués.
—Sí. Es tan linda que me hace pensar que quiero tener una hija propia.
—No lo harás.
Padre, solo lo dice por cortesía.
Cordelia se sintió reconfortada por esa rápida reprimenda, y se le dibujó una sonrisa en su rostro mientras observaba a los dos hablar. Por supuesto, parecía una broma solo con esas palabras, pero por alguna razón ya no sonaba así cuando Elvis lo decía. La respuesta del Conde pareció divertir al marqués.
—Eso depende de su hija. Existe la posibilidad de que se convierta en la esposa de Vernoux.
—Ninguna.
Padre, eso también es una broma.
Mejor dicho, no hay forma de que sea otra cosa que una broma, pensó Cordelia mientras aguantaba y mantenía la sonrisa en su rostro. En primer lugar, algo como el matrimonio con Vernoux era imposible a menos que él cambiara su forma de verla. Cordelia tampoco creía que fuera posible y solo pudo cavilar: ¡¿Qué estupideces estás diciendo?!. Por eso podía sentirse aliviada y pensar en él como un simple amigo. No era necesario que se preocupara por ello en primer lugar, pero sí se odiaba a sí misma por tomarse un momento para imaginarlo, solo por las palabras del marqués.
No, no, es imposible.
—Pero, usted también está hermosa hoy Condesa Weltoria. Deberías encontrarte con Sara más tarde, se alegrará de verte después de tanto tiempo.
Dijo eso y miró hacia una hermosa mujer que intercambiaba saludos con los invitados junto a Vernoux.
La mujer con el mismo pelo rubio que su amigo era Sara Flantheim. La madre de Vernoux y la esposa del marqués. Es la primera vez que Cordelia la veía, pero supo enseguida de quién se trataba. No creía que se parecieran, pero podía decir que el Vernoux adulto tenía algunos de sus rasgos.
—Vaya señor Leonard, ¿le dejas todo el trabajo a tu mujer y escapas?
—No. Solo quería saludar a mis amigos cercanos. Por eso los he visto antes.
—Qué conveniente para ti. Por favor, dale la bienvenida a los invitados mientras Sara y yo hablamos. No puedo conversar tranquilamente con ella si me bloquean.
—Las mujeres pasan mucho tiempo hablando, después de todo. Pero, de acuerdo. Si eso hace feliz a Sara entonces lo haré.
El marqués empezó a caminar hacia su esposa. Nirupama lo siguió pero Elvis no se movió.
—Voy a ir a hablar un rato por allí.
—De acuerdo. Sígueme Cordelia. Vas a felicitar a tu amigo, ¿no?
Un par de hombres con el ceño fruncido se encontraban en la dirección hacia la que se dirigía mi padre. No creía que fueran a hablar de cosas complicadas, teniendo en cuenta el lugar, pero Cordelia llegó a la conclusión de que no era algo que debiera interrumpir.
Cordelia caminó hacia donde estaba Nirupama y se dirigieron hacia Vernoux.
—Ahora que lo pienso, estás usando un aroma muy raro hoy, ¿importaste algunas cosas raras?
»¿No? Tampoco las he visto en reinos extranjeros.
Nirupama sonrió inmediatamente al marqués quien ladeaba la cabeza confundido mientras caminaba. Parecía orgullosa, aunque su boca estaba oculta por el abanico. El marqués comprendió inmediatamente su expresión.
—Entonces, ¿la forma de obtenerlo es un secreto?
—Marquès ¿Usted también quiere usarlo?
—No, pensé que haría feliz a Sara. ¿No crees que sería un buen regalo?
—Ya veo. Ciertamente es agradable.
En contra de su pregunta favorable, Nirupama evadió la respuesta. Sonrió con ironía.
—No parece que me lo vayas a decir tan fácilmente.
—Por ahora, así es. Pero pronto lo sabrás.
Cordelia llegó a su destino mientras escuchaba a los dos hablar.
—Sara. La Condesa Weltoria está aquí.
—¡Oh, Nirupama! Quería verte.
—Ha pasado mucho tiempo, Sara. Gracias por invitarme. Hoy he venido con mi aburrido cuñado y mi linda sobrina.
Cordelia tomó la palabra ante la presentación de Nirupama.
—Es un placer conocerla. Soy Cordelia Enna Pameradia. Gracias por invitarme hoy.
—Exageras cuando dices algo como invitar. Estoy especialmente agradecida de que hayas traído al señor Elvis contigo. Mi marido se enfadaría si no viniera. Se enfurruñó cuando escuchó que no vendría porque estaba ocupado.
Sara habló en broma y miró a Cordelia al mismo tiempo que entrecerraba los ojos.
—Cordelia, estoy muy contenta de conocerte. He oído hablar mucho de ti por mi marido y por Vernoux. Gracias por llevarte tan bien con mi hijo..
Pero, la persona en cuestión, su hijo, dijo contrariado.
—Madre… Esa expresión es un poco (suspiró impotente)
—Vaya, ¿te avergüenzas?
Cordelia no creía que sonara avergonzado en absoluto. Si el hecho de que su boca se extendiera en una fina línea significa que estaba avergonzado, entonces su vergüenza era un poco decepcionante.
Sin embargo, el aura de Sara no cambió. Probablemente porque era suave. Los invitados estaban en su mayoría bajo el cuidado del Marqués, pero las damas no estaban lejos de Sara.
Su atención es muy alta.
Era una fiesta nocturna organizada por la Casa Flantheim, por lo que no es extraño que Sara y el Marqués reciban la atención de todos. Sin embargo, si Nirupama obtenía más atención que ellos, eso sólo demostraba que las damas no podían apartar sus ojos de ella. Cordelia no lo dudaba, pero que Nirupama estuviera a la cabeza de la moda no era solo una exageración. Y, si llamaba tanto la atención, entonces la gente alrededor posiblemente pueden escuchar su conversación. Así que no podían hablar mucho de sus intereses y preferencias en ese espacio, ya que sería ampliamente conocido.
Por supuesto, sin lugar a duda, eso era porque la Condesa destacaba, y tenía el poder de hacer que los que la rodeaban quisieran imitarla.
En medio de todo, Sara se encontró con los ojos de Cordelia y ladeó la cabeza confundida.
Cordelia ensanchó los ojos porque una acción tan tierna la estaba realizando una mujer con un aura tranquila.
—¿Qué pasa señora Sara?
—Cordelia, tienes algo muy inusual, ¿no?
—¿singular, dices?
—Sí, el aroma de las flores. Nirupama también emite un olor agradable.
Cordelia sintió como si la gente a su alrededor bajara el tono de la voz ante la pregunta de Sara. Entonces, todos se volvieron para mirar a la Condesa.
Nipurama estaba guardando un secreto, eso fue lo que pensaron.
La Condesa se llevó el abanico a la boca.
—Sara ¿Te interesa?
—Sí. Porque Cordelia huele como si estuviera en un jardín de flores. Por supuesto, también me gusta el refrescante aroma de Nipurama. Es un olor cítrico.
—Tienes razón.
—Pero, no es que tú lleves zumo de naranja y ella tampoco está cubierta de flores, ¿verdad?
Sara movió su cuerpo y se enfrentó a Nipurama.
La Condesa se quitó el abanico de la boca y sonrió. La respuesta que Nipurama murmuró mientras tenía la atención de todos sobre ella fue sencilla.
—Es un secreto.
Los ojos de Sara y de las personas alrededor se abrieron de par en par ante esa frase.
Sin embargo, Nipurama continuó inmediatamente:
—Pero Marquesa… No será un secreto si Cordelia dice que está bien que te lo diga.
—¿Si Cordelia lo hace?
—Sí. Esta niña es muy inteligente, y es mi sobrina. Ella tiene un futuro prometedor. También está familiarizada con los productos de belleza, ¿sabes?
Nipurama puso su mano en la cabeza de Cordelia mientras decía eso. La joven Pameradia sabía que las señoras de alrededor estaban conteniendo la respiración ante esta conversación.
La sonrisa se mantuvo en el rostro de Nipurama al tiempo que dirigía la mirada a su sobrina, y Cordelia sabía lo que pretendía.
La Condesa no contestó al marqués cuando éste le preguntó porque estaba buscando el momento más oportuno para hacerlo.
Estaba tratando de dar ventaja a Cordelia. La declaración de Nirupama sonó como si la reconociera por sus talentos. Más que nada, al anunciar esto con el permiso de su sobrina, ella estaba extendiendo la red de Cordelia.
—La tía es mala. No hay razón para que le guarde un secreto a la madre de Vernoux.
Sara abrió los ojos con sorpresa ante las palabras de Cordelia y luego frotó la cabeza de Vernoux una y otra vez.
—Me alegro de ser la madre de Vernoux.
—Madre, por favor para. Me estas despeinando.
—Vaya, ¿te da vergüenza?
—Pero, Marquesa. Acabo de empezar mi investigación. Por lo tanto, esto es un secreto entre nosotras tres, la señora Sara, la tía Nirupama y yo.
—Por supuesto, si eso es lo que deseas Cordelia. Hagamos una fiesta de té secreta la próxima vez con Nirupama, solo nosotras tres.
—Madre, mi pelo se está desordenando así que, por favor, para.
Vernoux lo dijo de nuevo, pero las manos de Sara no se detuvieron por lo que, a la fuerza, la bloqueó con su mano derecha.
—Oh Dios, Vernoux se ha vuelto muy fuerte. Estoy feliz.
—Me alegro de que estés contenta…
—Cordelia, decidamos la fecha de la fiesta del té la próxima vez.
—Sí, estoy deseando hacerlo.
Sara, quien propuso eso con una sonrisa, estaba genuinamente feliz. Esto era lo más favorable para Cordelia. Por lo tanto, se olvidó inmediatamente de su lástima por Vernoux, quien se estaba arreglando el cabello.
—Cordelia ¿No es agradable?
—Sí. Estoy muy contenta.
No solo Cordelia, sino también Nirupama estaba de buen humor.
Bueno, ciertamente.
Por supuesto, creo que la tía está feliz por mí. Sin embargo, no era como si esto no tuviera nada que ver con Nirupama en absoluto.
“Si quieres saber el secreto detrás de la fragancia entonces pregúntale a Cordelia”.
Solo con decir eso, era imposible que la gente, que no tenía nada que ver con Cordelia, le preguntara rápidamente por ella. Aunque Nirupama reconociera a su sobrina, todavía era una niña y tenía muy pocas oportunidades de aparecer en público. Así, muchos nobles probablemente le pedirán a Nirupama que se las presentara.
Si es así, las cosas también funcionarían bien para mi tía.
Pero entonces, también marcharán bien para Cordelia si su tía, la Condesa Nirupama, actúa como su intermediaria. Por mucho que fuera una oportunidad para ampliar su red, la cantidad de información que tenía sobre la gente es demasiado pequeña. Era mejor que Nirupama eligiera a las personas que tenían prioridad sobre las demás. Su tía tenía más conocimientos que Elvis sobre la sociedad femenina.
Pero, están reaccionando más de lo que imaginé.
Había pensado que sería más fácil difundir el aroma si captaba el interés del marqués y su esposa, cercanos a la Familia Real, pero no creía que fuera a llamar tanto la atención.
Puede que haya sembrado más semillas de las que pensaba.
Sin embargo, si organizo el escenario así, tendré que completar un producto que esté a la altura de sus expectativas.
Tengo que animarme más.
—También tengo que mentalizarme.
Sara pronunció lo mismo que Cordelia estaba pensando.
—Es la primera vez que entretengo a un invitado de tal calidad. Me hace mucha ilusión. Prepararé una gran variedad de dulces.
Dijo ella, y Cordelia se sintió aliviada. Imaginó que sus propios pensamientos se habían transmitido involuntariamente a Sara.
Pero, no puedo creer que la señora Sara vaya a preparar un montón de dulces para mí.
El motivo por el que Vernoux visitaba a menudo la mansión Pameradia era porque “no podía comer dulces en casa”. Esa razón probablemente se debía a que a Sara no le gustaban los dulces. Por lo tanto, se puso súper contenta.
Se creó un montón de expectativas y consiguió uno de sus objetivos del día.
—¿Así que mamá va a preparar dulces? Estoy realmente celoso de ti.
—Joven Vernoux. Feliz cumpleaños.
—Gracias. Pensé que te habías olvidado
Vernoux, quien se encogió de hombros al decir eso, se volvió para mirar a Sara.
—Madre, voy a salir un rato. Dilly, ¿puedes venir conmigo?
—¿Eh? Sí. Pero quiero darte tu regalo antes de irnos.
Cordelia dijo eso y extendió su mano derecha que estaba fuertemente cerrada. La abrió cuando Vernoux la miró con curiosidad.
Había un montón de semillas en su mano. Las semillas son ovaladas y brillaban como joyas.
—Dilly, esto es… ¿Me estás diciendo que las cultive?
—Pensé que sería de tu gusto, pero no es algo que te sorprendería, ¿verdad? —respondió Cordelia al momento que lanzaba las semillas al techo. Estas brillaron más en la luz.
—¿Qué estás haciendo…?
—Por favor, espera un momento.
Vernoux le habló mientras miraba sorprendido, Cordelia levantó las manos y concentró la magia en las yemas de los dedos. Posteriormente la disparó contra las semillas.
Las simientes estallaron y se abrieron. Al mismo tiempo, varias flores comenzaron a flotar en el aire. Las personas en el recinto emitieron un grito de alegría al verlas aparecer de repente.
—¿Esto es?
—¿Los he sorprendido a todos? Es una flor errante que florece por arte de magia.
—¿La has hecho tú, Dilly?
—Es un poco exagerado decir que la hice yo.