Traducido por Ichigo
Editado por Meli
—La señorita Silla debió haber notado que la personalidad de mi hermano mayor no es tan buena.
—Ah, sí…
—Pero es comprensible, porque fue traicionado. Sería raro que no fuera así dadas las circunstancias en las que fue abandonado de la noche a la mañana y le dijeron que debía renunciar a su derecho de sucesión y hacerse sacerdote, aunque, como hijo mayor del duque, no le falta de nada.
Fue como decir que a pesar de tener un futuro prometedor, tuvo que renunciar a sus sueños, ingresar a un orfanato y convertirse en un caballero sagrado porque sus padres se vieron involucrados con los demonios..
—Yo me llevo bien con mi hermano mayor porque soy una mujer, pero mi hermano menor, que se convirtió en el heredero sustituto, ha vivido muchas situaciones que han puesto en peligro su vida.
—Eso es un poco extremo…
—Si hubiera sido el único heredero, para garantizar la sucesión, padre podría haberme enviado a la Iglesia en su lugar.
Dudo que el Sumo Sacerdote hubiera aceptado esa solicitud.
—Mi hermano acabó siendo ocultado, pero allí encontró tranquilidad. Dice que es todo gracias al caballero Roel.
—¡¿Perdón…?!
Me sorprendió que mi nombre surgiera. La señorita Kidea juntó las manos y se sonrojó como si fuera una chica enamorada.
—Siempre quise conocer al caballero en persona, pero por muchas invitaciones que le envié, no aceptó ninguna. Como era la primera vez que recibía un rechazo tan frío, mi corazón se aceleró aún más.
No… yo no la rechacé, seguro Seig interceptó las invitaciones. Si las hubiera recibido, habría ido entusiasmada.
—Luego ocurrió ese suceso tan desafortunado… —Suspiró—. Me pasé toda la noche en vela llorando a lágrima viva. Lo sentía por el caballero Roel y también estaba preocupada por mi hermano mayor.
—Sí…
Puede que mi aspecto haya cambiado un poco, pero sigo viva y sana.
—Pensé que mi hermano mayor estaría destrozado por la pérdida del caballero Roel, pero estoy aliviada de que haya encontrado a alguien nuevo.
—Ya veo.
—¡Así que, por favor, cuida bien de mi hermano mayor, señorita Silla Epheria! —suplicó mientras envolvía mi mano con las suyas,
—No, es que… tengo un prometido y me voy a casar.
—¡Está bien!
¡No está bien según la ley y las normas sociales!
—Por favor, solo pido que mi hermano mayor tenga un lugar donde quedarse.
—Eh… ¿No sería mejor que Su Alteza Seig fred encontrara un nuevo amor en vez de estar conmigo?
¿No es deber de la familia arreglar un buen matrimonio?.
—¡Eso es imposible para él! Que haya llegado tan lejos ya es un milagro.
—Eso no puede ser…
—No, puedo garantizarlo, he observado a mi hermano mayor desde que era un niño.
¿Es la relación de estos hermanos buena o mala? ¿Por qué obliga a su propio hermano a estar con alguien que nunca podrá amarlo?
—Por eso, señorita Silla… No, cuñada.
¡No puede decir eso! ¡Ya le he dicho que voy a casarme con el capitán Jullius! La señorita Kidea me miró con una dulce sonrisa que parecía capaz de hacer que alguien se derritiera. Su belleza era cautivadora, casi como la del Sumo Sacerdote.
—¿Está bien que te llame hermana mayor?
—Sí… Pero no me llames cuñada. Estoy comprometida con otro hombre.
Aunque soy mayor, creo que Silla es más joven o de la misma edad que la señorita Kidea. ¿Cuántos años tendrá? Seig es mayor que yo, así que creo que debe tener más de veinte.
—Hermana mayor, mi hermano debe estar esperándote, así que vámonos ya.
Se acercó a la puerta y tiró de la cuerda que colgaba. Las criadas entraron corriendo y alisaron el vestido arrugado, arreglaron el maquillaje, las joyas e incluso el peinado. Fue increíble. También me hicieron un retoque extra y luego salimos al salón.
En cuanto volví a entrar, las espantosas miradas indiscretas se clavaron en mí como una lluvia de flechas. Estaba dudando sobre qué hacer, pero entonces el imbécil de Seig se acercó.
—Señorita. —Me tendió la mano con una sonrisa refrescante.
Quiero golpearlo, agarrarlo por el cuello y preguntarle por qué me hace esto, pero… hay muchos ojos mirando.
Imbécil, no puedes hacerme esto.
Le lanzo una mirada llena de resentimiento y con un ademán me indica que lo explicará después.
¿Más tarde? ¿Te mataría decírmelo ahora?
—Hermano mayor, ¿ni siquiera me ves?
Seig sonrió y contestó de forma amable:
—¿Cómo puede ser? ¿Me darás el placer de bailar contigo, princesa?
—No. La hermana mayor Silla debe ser tu primera pareja.
¿Eh? Espera un momento. ¿Por qué vuelves a ponerme una diana en la espalda? ¡Ustedes pueden bailar! ¡Se ven bien juntos!
—No, en realidad no me gusta bailar…
Intenté negarme, pero ellos no tenían la intención de dejarme ir.
—¿Podría ser mi pareja, señorita?
—Hermana mayor. Está bien, ya que has venido sin tu prometido.
Maldita sea, quiero golpearlos.
En el pasado, las damas me seguían con facilidad y como los hombres hubieran tenido que solicitar un duelo, era raro que me metiera en problemas. Pero mi vida se complicó desde que mi cuerpo cambió.
Mi resistencia fue en vano. La dama me empujó hacia delante y el imbécil de Seig me condujo al centro de la sala de banquetes. ¡Hubiera bailado con el capitán Julius, en lugar de robar refrescos!
Deseaba preguntarle a Seig la verdad detrás de este alboroto, pero en el banquete, no tuve oportunidad. Luego del baile, intercambié unas palabras con los hermanos y entonces, el primer ministro Mord, que llegó tarde por motivos de trabajo, anunció que se había convertido en mi padrino y que también había bailado conmigo…
En cuanto me subí al carruaje para volver a casa, hablé con Seig , con más brusquedad de la que había pensado:
—He oído que sientes un amor no correspondido por mí.
—¿Perdón…? —Lucía avergonzado.
Al ver su comportamiento, la certeza que tenía de que era mentira vaciló.
No, di que no. Date prisa.
—Es mentira —contestó después de un momento, su cara seria.
—¿Estás seguro…?
—Por supuesto —asintió, indiferente,
—¿Por qué la señorita Kidea dijo algo diferente? Además, ¿por qué te comportaste de forma extraña, Seig?
Durante todo el banquete, la señorita Kidea me emparejó con él. Cualquiera que lo viera, podría malinterpretar nuestra relación.
—Porque es mejor hacerlo así.
—¿Mejor?
—Si se rumorea que siento un amor no correspondido por la señorita, la gente entenderá por qué el hijo de un duque decidió convertirse en mayordomo de la familia de un conde.
—Entonces, ¿es un subterfugio?
—Así es. Y también será de ayuda para la reputación del caballero Rizar.
¿La reputación del capitán Jullius?
—¿No es más bien al revés? —Ladeé la cabeza—. ¿No es malo que otro hombre se aferre a su prometida?
—En una relación normal, sí. Sin embargo, se dice que el caballero Rizar la obligó a comprometerse, aprovechándose de una huérfana, con el objetivo de conseguir el título y la riqueza del conde Epheria.
—¡Disparates! Estaría bien si afirman lo contrario.
El capitán Jullius es la víctima. Lo usé para reunirme con el Sumo Sacerdote.
—Quien ignora la historia real, piensa así porque la reputación del caballero Rizar es mala: un hombre feroz de origen desconocido. ¿Qué noble dama se acercaría a él?
Es cierto.
Es un importante capitán, pero sin título nobiliario, de origen y linaje desconocidos, a los ojos de otros, su primera impresión no es buena. Pero para mí, es un hombre guapo y un caballero con habilidades sobresalientes.
—Para ser sincero, sería casi imposible que el caballero Rizar saliera con una mujer noble por pura buena voluntad. Es el líder del Escuadrón de Tareas Especiales y podría llamar la atención de alguien, pero sería solo para aprovecharse de él. Por lo tanto, debe asumirse que la relación de la señorita con él es el resultado de negociaciones políticas.
—Pero… ¿Cómo puede ayudar a su reputación que sientas un amor no correspondido por mí?
—Porque si la señorita se viera forzada a un compromiso con el caballero Rizar, una aventura es menos dañina, más si se trata de dos jóvenes enamorados que luchan por su relación.
—Sigo sin entender.
—Como alguien de la casa del duque Fortuna que tiene sangre real, tengo la capacidad de al menos salvar a la dama que amo, incluso del líder del Escuadrón de Tareas Especiales.
—¡Ah! Así que quieres decir que si me hubieran obligado a este compromiso, te habría pedido ayuda para escapar, ¿verdad? Pero como no lo he hecho, significa que el capitán no me está obligando a nada.
—Sí. Además, también significa que la señorita Silla Epheria considera al caballero Julius Rizar más adecuado para ser su prometido que el príncipe, hijo mayor del duque. Aunque perdí mi derecho de sucesión, sigo siendo de la realeza. La mujer que se case conmigo se convertirá en miembro de la familia real, y el hijo que nazca tendrá derecho a heredar el trono. En otras palabras, se podría argumentar que encuentra al capitán tan atractivo, como para incluso renunciar a estos privilegios.
—¿En serio…?
Ya veo. Si lo hacemos de esta manera, se elevará la reputación del capitán Jullius en la alta sociedad.
—¿Pero estará bien?
—¿Perdón?
—Estoy hablando de ti, Seig . ¿No estás perdiendo demasiado?
Después de todo, su reputación será pisoteada para hacer subir la del capitán. Él sonrió ante mi preocupación.
—No hay ningún daño. Ese tipo de reputación no me sirve de nada de todos modos. Si no fuera por la señorita, no habría salido de la Iglesia.
—Quiero decir, aunque lo digas…
—No le des importancia. No me parece engorroso. Los nobles damas que quieren formar lazos de sangre con la familia real, están dispersos por todas partes. Por lo tanto, es menos molesto convertirme en el mayordomo de la dama de la que estoy enamorado.
Eso es cierto, pero es un poco incómodo.
—Bueno, ¿por qué guardarlo en secreto? No dejaba de sorprenderme, ¿sabes?
¿No habría sido mejor que me lo hubieras contado desde el principio para poder comportarme en consecuencia?
—Esa era la condición.
—¿Eh? ¿Condición?
—Sí. Me pidieron que lo mantuviera en secreto ante la señorita a cambio de la ayuda de Kidea.
—¿Señorita… Kidea? ¡Un momento!
Sentí que gritar por dentro no era suficiente así que lo hice en voz alta:
—¡Estos astutos hermanos!
¡La señorita Kidea lo sabía todo! ¡Maldita sea, la manzana no cae lejos del árbol!
—¡¿Por qué no me lo dijiste?! ¡¿Por qué no lo hiciste?!
¿Por eso se avergonzó cuando le pregunté si estaba enamorado de mí? ¡Señorita Kidea! ¡Por eso me alentó a tener una aventura con su hermano mayor! Me estuvo tomando el pelo.
—¡Señorita Kidea! ¿Por qué…?
—Creo que estaba tratando de averiguar más sobre la señorita.
—¿Sobre mí…?
—Sí.
¿Quería asegurarse de que no quiero aprovecharme de su hermano mayor? Es una forma astuta de poner a prueba a alguien. Una persona normal habría preguntado, pero ella me sondeó fingiendo que me apoyaba. Si hubiera tenido aunque sea un poco de amor por Seig , seguro habría confesado con honestidad. Maldición, estos hermanos dan miedo.
—Aún así…, podría habérmelo dicho en lugar de permanecer en silencio hasta el final.
—Tal vez le gustas, señorita.
—¿Qué? ¿Le gusto?
—Creo que lo dejó estar porque es divertido ver sus reacciones.
Ahora, al igual que con la princesa Aranea, ¡tampoco volveré a poner un pie en ningún banquete organizado por la señorita Kidea!