El emperador y la mujer caballero – Capítulo 335

Traducido por Maru

Editado por Freyna


—Dije, finalmente estás caminando al mismo ritmo que yo —dijo Lucius I.

—¿Qué quiere decir, su alteza?

—Caminabas como si estuvieras huyendo de mí, pero ahora no lo estás.

Cuando empezaron a caminar por el jardín, cada vez que Lucius I daba un paso, Pollyanna daba dos. Pero ahora, tal como dijo el emperador, caminaban al mismo ritmo.

Cada vez que Lucius I daba un paso, Pollyanna lo acompañaba. El emperador sonrió y preguntó:

—No te estoy persiguiendo, entonces, ¿por qué estabas huyendo?

Pollyanna hizo un puchero y respondió:

—No me escapé, alteza.

Cuando disminuyó un poco la velocidad, Lucius I de repente acortó la distancia y le dijo:

—No huyas. Solo me estás haciendo querer atraparte.

Aunque el emperador dijo esto, no pretendía atraparla. Todo lo que hizo fue acortar la distancia entre ellos. Su repentino movimiento la sorprendió y la hizo tropezar. Afortunadamente, Pollyanna, un soldado, tenía excelentes reflejos. Rápidamente recuperó el equilibrio, pero volvió a perderlo cuando el emperador gritó:

—¡Sir Pol! ¡Eso es peligroso!

Pollyanna terminó tropezando hacia atrás. La mayoría de las personas se caían hacia adelante y se lastiman la nariz, y aunque la mayoría pensaría que fue una mala suerte, Pollyanna hubiera preferido tropezar hacia adelante que hacia atrás. Porque mientras lo hacía, Lucius I la atrapó por detrás.

Afortunadamente, ella no cayó en su abrazo. Bueno, suerte para Pollyanna, no tanto para Lucius I.

—Caminar delante de mí es peligroso. No hagamos más eso —le dijo él.

Lucius I apretó la mano de Pollyanna, pero ella ni siquiera tuvo tiempo de sorprenderse por la sensación de su piel. Fue porque cuando estuvo a punto de caer, vio las ventanas del edificio a su alrededor.

¡Estaban siendo observados por una gran audiencia! ¡Pollyanna no tenía idea de que iban a montar un espectáculo para todos en el castillo!

—¡Su alteza, mire hacia arriba!

Pollyanna los señaló en estado de shock, pero ninguna de las personas que miraban se alejó de las ventanas. Estaban ocupados mirando al emperador y a la caballero. Algunos se asomaron por la ventana y parecían peligrosamente cerca de caerse. Pollyanna no se dio cuenta de que la gente estaba mirando porque había estado muy concentrada en el emperador.

—Sí, puedo ver que tenemos una gran audiencia —respondió Lucius I.

—¡Tenemos que hacer que se detengan!

—Solo déjalos.

—¡Pero su alteza!

—¿Que importa? Tanto tú como yo vivimos en vidas públicas.

Este hombre era el emperador de este reino mientras que la mujer era la marquesa. Eran figuras muy conocidas y siempre serán vigiladas de cerca por los demás. Normalmente, a Pollyanna no le importaba ser el centro de atención, pero esta situación era demasiado embarazosa. Ser cortejada por el emperador…

—¿Está bien tu tobillo? —preguntó el emperador.

—Sí. Estoy bien, alteza.

Lucius I sonrió y respondió:

—Bien, bien. Estoy contento. —Soltó su mano y la hizo caminar a su lado.

—¡Pero su alteza!

—Caminar adelante es peligroso, así que te prohíbo que lo hagas. Caminar uno al lado del otro es agradable, pero no puedo ver tu cara de esta manera, así que déjame al menos sostener tu mano.

—¡Pero…!

—Me entristece no ver tu adorable rostro. ¿Sería mejor si nos tomáramos de las manos y caminamos de lado para poder ver tu cara?

Todo lo que tenía que decir era que no, pero el cerebro de Pollyanna se congeló. Podía pensar con lógica. Tomarse de una mano y caminar normalmente o tomarse de las dos manos y caminar como cangrejos… No había ninguna razón por la que Pollyanna tuviera que elegir una sobre la otra, pero por alguna razón, lo contempló.

El emperador interpretó su silencio como un sí a la primera opción. Tomó una de sus manos y empezaron a caminar juntos. Como para hacerla sentir cómoda, Lucius I miró hacia adelante. En realidad, era Pollyanna quien lo estaba mirando. No podía dejar de mirarlo a un lado de la cara. Sentía cosquillas en la mano solo porque él la sostenía.

Todo esto fue por el beso en su mano. Fue porque el emperador besó el lugar donde la vena estaba conectada directamente a su corazón. Esta fue la excusa a la que Pollyanna trató de apegarse, pero en secreto sabía la verdad. La mano que sostenía en este momento no era la misma que el emperador besó ayer. Ella también estaba usando sus guantes, pero todavía sentía que podía sentirlo. Esta dulce sensación subió lentamente hasta su muñeca, brazo y corazón.

Pollyanna se enfadó. Fue Lucius I quien le confesó su amor. Se suponía que Pollyanna solo amaba al emperador como su soberano, mientras que Lucius I declaró que la amaba como mujer. Esto significaba que era el emperador quien debería sentirse nervioso.

Entonces, ¿por qué el corazón de Pollyanna latía tan rápido? Se sentía como si su sangre, una vez fría, ahora fluyera hacia un lugar cálido. Su cuerpo hormigueaba extrañamente.

Pollyanna miró sus manos juntas. No le gustaba el hecho de que él fuera el que la tomara de la mano y ella lo siguiera. Aunque sabía que esto se consideraba de mala educación, Pollyanna le devolvió el apretón. Ella sostuvo su mano con más fuerza que el emperador y volvió a mirar sus manos. Se sentía bien. Se sentía bien para ella ser la líder. La extraña sensación de cosquilleo desapareció. El orgullo la llenó.

Pollyanna finalmente se sintió más tranquila. Estaba lo suficientemente relajada como para poder conversar con el emperador. Cuando miró el rostro de Lucius I, vio que el emperador se sonrojaba sutilmente. Era un hombre de unos treinta años y se sonrojaba como una colegiala, pero no parecía extraño. De hecho, el rubor rosado le sentaba bien al emperador.

¿Cómo puede un hombre verse tan hermoso?

Ésta era la cuestión del siglo. ¿Cómo podía Lucius I ser tan hermoso? Era como una bonita flor floreciente.

Mientras tanto, Lucius I miró a Pollyanna y se preguntó:

¿Cómo puede una mujer ser tan adorable como esta? El emperador no podía creer lo lindo que estaba actuando Pollyanna en ese momento. Ella estaba apretando su mano y luciendo orgullosa de sí misma. Lucius I estaba teniendo dificultades para mantener la calma. Los dos pensaban lo mismo el uno del otro.

Era obvio que estaban muy unidos. Claramente confiaban el uno en el otro y ahora, estaban enamorados el uno del otro.


Maru
¡Kyaaaaa! ¡Son demasiado lindos!

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