Traducido por Lily
Editado por Noah
Como una miembro de la influyente familia Albert, cuyo poder rivalizaba con el de la familia real, había una montaña de preparativos que hacer. Además, la esposa del jefe de familia hizo una solicitud inusual:
—Dado que es una ocasión especial, ¡deberíamos mantener en secreto la identidad de tu futuro esposo hasta la fiesta!
Aun así, con Patrick y otras figuras poderosas involucradas, todo se organizó meticulosamente para que todo transcurriera sin problemas. Solo faltaba firmar el documento matrimonial frente al sacerdote.
Como el matrimonio entre nobles significaba forjar una alianza entre dos familias, lo habitual era que los jefes de las dos familias firmaran varios documentos, mientras que la futura pareja quedaban fuera de los asuntos hasta el mismo final… Sin embargo, hubo casos en los que la pareja acabaron por saltarse los trámites y firmar por su cuenta.
Ese era su caso. Una vez que Addie terminará de firmar el documento, Mary haría lo mismo.
Era un documento matrimonial que probaba que Addie y Mary estaban casados.
Bueno, para ser precisos, esto solo se reconocería oficialmente una vez que se imprimiera el sello de la familia real; pero mientras sus firmas estuvieran en él, prácticamente podrían llamarse una pareja casada. Dado que era un matrimonio de un miembro de la familia Albert, tendría prioridad y sería enviado directamente al rey y la reina.
El sacerdote levantó el documento y lo leyó en voz alta.
Es asombroso cómo un pedazo de papel puede cambiar una relación… pensó Mary, mientras estaba aturdida. Patrick extendió su mano desde el costado y recibió el documento matrimonial.
—Bueno, entonces, asumiré la responsabilidad y entregaré esto al rey.
Patrick enrolló cuidadosamente el documento y lo guardó en su bolso.
Al escuchar eso, Mary miró a su alrededor.
—Hablando de eso, ¿qué le pasó a esa chica? Normalmente estaría muy tensa en un día como este.
—Bueno, Alicia dijo que quería que el documento se procesara lo más rápido posible, así que hizo que el rey y la reina la esperaran en el castillo real.
—¿¡Que el rey y la reina esperen!? ¡Alicia está haciendo algo tan aterrador!
—Bueno, ¡incluso yo estaría desconcertada por eso!
—Cierto, yo también. —Patrick asintió con una expresión pálida; abrió la puerta con el documento en la mano… cuando de la nada se detuvo.
Eso porque escuchó a Mary preguntarle algo a Addie:
—Por cierto, ¿qué era lo que querías hacer después de casarte?
Patrick miró hacia atrás apresuradamente, mientras Mary miraba a Addie con interés; Addie, por su parte, la miró como si se preguntara si estaría preparada para ello.
El silencio continuó entre ellos, y él podía sentir la tensión. Sin embargo, Mary, que no lo notó en absoluto incluso cuando las cosas habían avanzado tanto, inclinó la cabeza confundida.
—¿Qué era lo que querías hacer que incluso te casarías con alguien como yo?
—Señorita… yo…
—¿Hm?
Mary inclinó la cabeza y miró a Addie como si esperara su respuesta.
En cambio, Addie respiró hondo como si estuviera resuelto a decirlo…
—Señorita… no, Mary, por favor cásate conmigo.
Addie dijo eso con seriedad, sin que pareciera que estuviera bromeando, mientras miraba directamente a los ojos de Mary.
Ella no entendió eso e inclinó la cabeza con los ojos muy abiertos.
Bueno, en su mente, acababan de casarse, y que le propusieran matrimonio cuando la tinta del documento matrimonial aún no se había secado, solo la confundió más. Su cabeza se llenó de signos de interrogación; ella no entendía nada. Inclinó la cabeza aún más y parpadeó varias veces.
—Eh… por eso firmé antes, ¿no?
Aún estupefacta, Mary estaba a punto de señalar la plataforma donde firmaron antes, cuando de repente su muñeca fue agarrada por Addie, lo que la hizo temblar de sorpresa.
Miró hacia arriba con sorpresa y Addie la miró fijamente.
Mary sintió como si esos profundos ojos rojos la atravesaran y tragó saliva en silencio.
Él actuaban de manera totalmente diferente de lo habitual, y ese cambio la abrumaba. Se preguntó qué estaba mal, y su corazón comenzó a latir más rápido cuando Addie la miró fijamente; sentía que le costaba respirar.
Su mano, atrapada en la de él, estaba caliente. Su mano varonil era grande y la envolvía por completo. Le dolía el corazón, un dolor tan intenso que solo quería escapar…
—¿A-Addie?…
—Siempre he querido decirte esto. Me gustas, desde lo más profundo de mi corazón, y más que a nadie, yo te amo.
La confesión directa de Addie hizo que los ojos de Mary se abrieran de par en par, mientras abría y cerraba la boca sin poder pronunciar nada. Lo repentino de la situación la golpeó, y su mente no logró asimilarlo. No tenía idea de que decir… pero antes de que pudiera siquiera pensarlo, Addie tomó la mano de Mary y besó la punta de su dedo.
El corazón de Mary se encogió solo con el apretón firme de su mano, y ahora, la suave sensación en la punta de su dedo hizo que el calor se extendiera no solo sus mejillas, sino por todo su cuerpo. No era solo la cálida sensación de los labios de Addie sobre su piel; lo sentía hasta los huesos.
Mary no tiene tiempo para procesar todo eso, y Addie, una vez más, la miró después de besarle la punta del dedo, para hacerle saber de su amor. Sus profundos ojos rojos ardían, y el corazón y la mente de Mary estaban al límite.
Por eso, Mary trató de retirar la mano, pero Addie no se lo permitió y tiró de ella aún más fuerte, como si estuviera impidiendo escapara.
—Prometo estar a tu lado de por vida. Por eso, por favor, quédate a mi lado también.
La miró con seriedad mientras declaraba esas palabras.
Mary finalmente llegó al límite, mientras su cuerpo había alcanzado la temperatura más alta de la historia, y dejó escapar un estridente grito y escapó
Debido a la velocidad de su huida, Addie, que se quedó solo, se derrumbó y dijo:
—¡Pensar que incluso se ha escapado…!
Por su parte, Patrick se sintió mal por dejar la puerta abierta, después de todo, eso hizo posible el escape de Mary.
Le dio unas palmaditas en el hombro a Addie para brindarle apoyo moral. Al mismo tiempo, el sacerdote, que no entendía lo que estaba pasando, también le dio palmaditas en el hombro para consolarlo. Sin duda, debió ser un gran giro en la situación para aquellos que observaban desde el otro lado de la habitación.
Mientras tanto, Mary, que había soltado un grito durante su escape, regresó a su habitación. Al instante, saltó a su cama y se cubrió la cabeza con la manta. Ella ahora estaba totalmente aislada; pero eso no fue suficiente; tomó la almohada cerca y la abrazó.
Finalmente, Mary se relajó lo suficiente, y sus ojos comenzaron a lagrimear. Sintió el calor en sus ojos… y estaba a punto de secarlos. Las lágrimas rodaron por la punta de sus dedos, bajaron por sus mejillas y luego gotearon sobre las sábanas blancas.
Ella no tenía idea de qué debía hacer después de que le dijeran algo así.
Las palabras que Addie le había dicho antes se repetían en su mente, y cada vez que eso ocurría, Mary sentía que se le encogía el corazón. No esperaba que Addie le dijera que la quería.
Desde que fue consciente de la realidad de este mundo, él siempre había permanecido a su lado.
—No entiendo cómo es el amor… ya nos casamos, ¿no?… Qué idiota…
Mary se limpió la nariz y recordó cuando agarraron su mano. La parte ligeramente enrojecida era la marca de los dedos de Addie y el recuerdo de cómo la había sujetado con fuerza la hizo llorar de nuevo. Cuanto más pensaba en ello, más le dolía el pecho; el calor, que no encontraba salida, circulaba por su cuerpo y se convertía en lágrimas. Al respirar por la boca, su garganta le temblaba y exhalaba lentamente, con las lágrimas desbordando sus ojos.
No era propio de Mary hacer eso, ni era una acción correspondiente de una señorita de la familia Albert; no podía mostrar su lado vulnerable como una niña a otras personas… solo a él.
Incluso cuando sucedió esta situación, Mary pensó que quería hablar con Addie.
Por supuesto, eso no tenía sentido, pero eso era lo mucho que siempre había confiado en él. No importa qué tipo de problema haya encontrado, siempre buscaría su consejo. Incluso el día en que los recuerdos de su vida anterior volvieron rápidamente, ella podía contárselo con indiferencia, a pesar de que era algo de lo que uno podría temer que se burlen.
Mary recordó que él le dijo ese día:
—No deberías contarle a otros sobre eso —
Y ella le respondió:
—Por supuesto.
Otras personas definitivamente no le creerían; o mejor dicho, no tiene la intención de contárselo a otras personas… aparte de Addie.
Para Mary, Addie era ese tipo de existencia para ella. No hablaban de amor ni de romance, pero él siempre estuvo ahí a su lado. Incluso si ella fue a una escuela de intercambio y había una distancia física entre ellos, su relación no cambió. Incluso si Mary se casara con otra persona y se mudara a la casa de otra persona, él siempre estaría allí a su lado; eso es lo que ella siempre pensó.
Es por eso que, ahora que sabía sobre sus sentimientos románticos hacia ella, no podía simplemente aceptarlo con tanta facilidad.
En primer lugar, Mary no estaba tan familiarizada con el concepto de amor entre sexos opuestos, asi que se recordó a sí misma que no debe preocuparse demasiado por eso.
No es que no tuviera algún interés por el género opuesto… sino que ella era Mary Albert. Mientras fuera la hija de la familia Albert, probablemente se casaría por el bien de la familia. Si se enamorara, como las otras chicas de su edad, solo terminaría lastimándose. Para Mary, no, como hija de la familia Albert, era mejor no preocuparse por el romance.
Ella había pensado en eso desde joven. El matrimonio político era común en este mundo, y había visto muchas chicas casarse con hombres que apenas conocían, sin siquiera haber desarrollado algún sentimiento de amor u odio entre ellos, y ella creía que el amor solo crecería después.
O más bien, Mary tenía a Patrick. Como hijo de la familia Dice, él era conocido en la sociedad como el “candidato perfecto para matrimonio”.
A las personas cercanas a Mary no les importaban sus sentimientos y simplemente decían que “hacían una buena pareja”. Las chicas de su edad expresaban celos, diciendo: “Qué envidiable que tu pareja sea ese Sir Patrick”. Era como si tarde o temprano se casarían en el futuro. Ni siquiera había una sola persona que le preguntara a Mary si realmente le gustaba alguien o Patrick. Solo hicieron su juicio egocéntrico, se pusieron celosas de manera egoísta e imaginaron de manera egoísta el futuro de Mary y Patrick.
Con este trato del entorno sobre sus sentimientos, Mary pensó que era normal. Ella creía que ese era su deber como hija de la familia Albert.
Por eso, si se enamoraba como las otras jóvenes, pensó que al final solo la lastimaría. Creía que un hermoso y triste amor solo existía en los cuentos, y en ese caso, preferiría no saber de sentimientos pasionales. Se casaría por el bien de su familia y apoyaría al hombre que sería su esposo… Ella tenía la confianza para interpretar el papel de una buena esposa tal como muchos esperaban, incluso si eso significaba suprimir su verdadero yo como Mary.
Era fácil mantener la compostura y actuar como una hija que provenía de la familia Albert.
Además, mientras Addie estuviera ahí para ella, mientras pudiera ser “Mary” podría tolerar cualquier matrimonio. Incluso si no se la necesitaba como la “Mary” de este mundo, mientras Addie estuviera allí, podía existir como “Mary” y solo ese hecho era suficiente.
Por eso, si Addie ya no estuviera a su lado… ese terrible pensamiento volvió a hacer llorar a Mary.
Intentó calmarse respirando profundamente cuando sintió temblar la garganta.
¿Qué tengo que hacer?
Como Addie no estaba allí para pensarlo con ella, no pudo llegar a una conclusión.
Por un rato, o más bien por horas, siguió preocupándose sin llegar a una conclusión.
De hecho, no era propio de Mary Albert comportarse de esa manera, pero después de todo, Mary era una niña y la única persona que podía calmarla era la causa de su preocupación.
Lo único que podía hacer era ahogarse en el interminable pantano de pensamientos, mientras se frotaba la nariz y golpeaba la almohada.