Traducido por Herijo
Editado por Michi
Corregido por Sharon
—George, ¿qué estás haciendo?
Al oír esa voz, volteé para ver de quién se trataba. Allí, un chico de ojos color avellana y pelo rubio se encontraba viendo con asombro hacia donde me encontraba.
—Vaya, Remias. Deberías probar este masajeador de bambú, se siente de maravilla y es ideal para un anciano con mala salud que se aísla de los demás como tú —dijo George con una sonrisa radiante que no correspondía en absoluto al rudo comentario que hizo.
¡Qué grosero! Lo sorprendente era que habló sin malas intenciones. Aun así, no podía decir lo que uno quería y ser perdonado solo porque no pretendía ofender.
Considerando la naturaleza simplista de George, imaginaba que no se dio cuenta de sus palabras, pero eso no le daba el derecho a herir los sentimientos de los demás con comentarios fuera de lugar. Este tipo de actitud podía conducir al acoso y a la delincuencia.
Puse mi mano en mi cadera y encaré a George.
—¡Hey! ¡No debes tratar así a tus amigos, a pesar de que luzca un poco pálido y tenga grandes bolsas debajo de sus ojos, sea tan delgado que parezca estar hecho de piel y huesos, y con el pelo algo reseco!
—¡Oye, nunca dije algo así!
—¡No me respondas! Y sigo esperando tu disculpa…
—¿Eh?
—Tu disculpa…
George me miró confundido, pero eventualmente abrió su boca en resignación:
—Lo siento…
—Bien —asentí, y me di la vuelta para hablar con el chico de pelo rubio—. Me disculpo, parece ser que mi hijo le causó problemas… Me sentiría agradecida si pudieran llevarse bien después de esto.
—¿Tu hijo…? ¿Desde cuándo? Para empezar, somos de la misma edad… ¿Acaso eres una madre? —se quejó George, pero no le presté atención.
El chico nos miró con una mirada perdida, hasta que sonrió.
—No se preocupe, son las típicas frases que George dice sin pensar, y es cierto que estoy algo delgado.
Qué joven tan agradable. Sin duda debo enseñarle a George cómo convivir con personas de su edad.
Asentí mientras le sonreía.
—Lamento la demora, soy el hijo mayor del duque Doranju. Me llamo Remias. Un placer conocerla, señorita Cosette Edelweiss. ¿Cierto?
Me sentí aliviada de oír las palabras de Remias.
Me convertiré en un ogro si era necesario para hacer que George se volviera tan educado como Remias. Era la naturaleza de una madre después de todo.
—Me disculpo por la presentación tardía. Como dijo mi nombre es Cosette Edelweiss.
Fingiendo ignorancia de todo lo ocurrido hasta el momento, decidí poner en práctica la elegancia de una dama.
—No, está bien. Después de todo, pude ver algo interesante. Usted es la única que podría hacer que el cabeza dura de George se disculpase.
—Bueno…
—Oye, de alguna manera ese acto femenino se sintió raro.
—Soy una mujer. O mejor dicho, una señorita para usted —dije mientras pellizcaba a George.
—¡Ya entendí! ¡Para con el pellizco! ¡Eres una mujer! Pero en verdad prefiero tu forma de ser a la de los otros nobles engreídos.
—Vaya, George…
¿Te sientes cómodo conmigo?
Nunca lo había pensado, pero ahora entendía por qué lo veía casi todos los días.
—Habiendo dicho eso, ¿podrías parar de hablarme de usted? Somos amigos, ¿cierto? —dijo George mientras volteaba la cara por la vergüenza.
Qué ocurre con él, es adorable.
Hice una sonrisa de oreja a oreja mientras volteaba a verlo.
—¡Sí!
George sonrió después de mi respuesta.
—Por favor háblame de tú también. Los amigos de George son amigos míos. Además, he oído tanto de ti de mi hermana Remy, que es casi como si te conociera de hace tiempo.
—¿De Remy? Es un honor.
Bueno si lo pensaba con cuidado, era obvio que se trataba del hermano mayor de la señorita Remy. Sin embargo, eran tan diferentes que no lo noté.
Remias es demasiado delgado y con piel seca. Su nutrición parece bastante mala… De verdad me preocupa.
Siento que la naturaleza de madre dentro de mi estaba saliendo a flote.
—Remias usted, no, ¿te gustaría pasar a platicar un poco dentro de la tienda? Tenemos un nuevo té que me gustaría que probaras.
Cuando traté de hablarle de usted a Remias, hizo una cara de insatisfacción, por lo que me corregí de inmediato.
—Me parece bien, y disculpa las molestias
—¡Sí! Los dulces de Cosette siempre son deliciosos.
Me dirigí junto a esos dos al interior de Signora.