Sustituta vs Príncipe – Capítulo 7

Traducido por Nidhogg

Editado por Ayanami

Corregido por YukiroSaori


La mesa estaba vacía.

Lejos del resto de pretendientes, miré de reojo a Cecille, mientras comía sola.

Cecille Ruff Galaner.

Su padre era un mercader rico, quien había reunido una gran cantidad de dinero en un corto periodo de tiempo. Su madre, era la única hija de una familia noble. Cecille era una hija mimada, al parecer compró su título de nobleza con dinero. La llamaban “orejas andantes”, por la gran cantidad de chismes que conocía. Quizás, gracias a la influencia de su padre, no se perdía ningún rumor. También se mantenía a la última moda.

Ella era indescriptible: cabello rubio rizado y hermosos ojos de un azul intenso. Su vestido blanco hacía lucir a la noble señorita como un ángel caído en esta tierra por error.

Después de notar que la estaba observando, me dio una mirada amenazadora y, tras susurrarle algo a la señorita Miranda y Yuliana, comenzaron a alejarse.

Me evitaron al punto de escoger otro camino solo para no ver mi cara.

No te preocupes… pensé, suspirando frente al pan que ahora no sabía a nada.

Era tan triste ser odiada por alguien… por eso estaba, realmente sorprendida cuando la señorita Cecille llegó a visitarme el mismo día a la hora de la cena.

Pensé que solo buscaba evitarme, así que me sentí asombrada cuando dijo:

—¡Vamos juntas!

No era conveniente rehusarme, yo había estado actuando de manera grosera, esperando en mi habitación hasta el último momento, solo para no quedarme demasiado tiempo en la cena, mientras que las otras señoritas ya debían estar en el comedor.

Caminé a lo largo del pasillo con la señorita Cecille y las otras dos.

Parece que ella era quien estaba esparciendo rumores acerca de mí, pero al no poder demostrarlo, simplemente caminé a su lado en silencio.

Las señoritas habían visto a su alteza solo en dos ocasiones, nunca a solas y siempre en la sala del té. Ellas no sabían lo que yo si, la imagen de su alteza cuando se comporta y alardea de su cuñada como un niño precoz con unas expresiones infantiles.

Era imposible enojarse con ese chico honesto, quien siempre se preocupaba por su familia. De repente me di cuenta, estaba empezando a sentir afecto por él.

—Quiero verlo más… o, quizás, preferiría que nadie, además de mi, pudiera verlo. ¿Piensas que soy estúpida por pensar de esta manera?

—Cada dama enamorada pensaría de la misma manera…

—¿Incluso tú, señorita Theresa?

—No, yo no…

El aire se tornó frío a nuestro alrededor y me provocó piel de gallina.

—Eres una chica tan agradable y tranquila… —dijo Cecille con una voz fría, mientras se acercaba hasta que nuestros vestidos se rozaron.

—Y este perfume… ya ves… mi padre también negocia con perfumes, pero nunca he olido uno como este. ¿Dónde lo compraste?

—N-No está a la venta, es… es solo un pequeño frasco de perfume que hice para mi… lo hice con flores de Lirott. Si te gusta, puedo hacer otro para ti…

—Debo rechazarlo, gracias. —Ella respondió a mi generosa oferta con clara aversión—. Yo ODIO ese perfume.

Quiso decir que me odia, por supuesto. Era lo suficientemente inteligente como para comprenderlo.

A medida que aceleraron el paso, me dejaron atrás. Una vez que llegué a la sala, encontré un asiento en la esquina más alejada, lejos de su alteza. Solo por coincidencia, terminé sentándome junto a la señorita Cecille quien miraba a otro lado, como si me quisiera decir que buscara otro lugar.

Pensé que estaba amargada por haber llegado tarde, si no hubiese perdido el tiempo hablando conmigo habría podido sentarse un poco más cerca de él.

De pronto, la puerta al final de la sala se abrió y su alteza hizo su entrada, con una escolta de caballeros y criadas.

Cada señorita estuvo tentada a gritar en dirección al príncipe pero, al final, el salón fue dominado por un absoluto silencio. Todas sabían que no era conveniente ser ruidosas si buscaban parecer elegantes.

Después de que los camareros sirvieron la mesa, la cena procedió sin problemas.

La señorita Cecille estaba admirando a su alteza y no comió casi nada. Tal como las otras señoritas. Incluso a mis manos les resultó difícil llegar a la comida, ya que estaba intentando mirarle de reojo, aún si han pasado solo unos días desde la última vez que nos encontramos.

Quería saber que le estaba diciendo a las señoritas junto a él quienes reían de una de sus bromas.

Entiendo porque mi padre siempre hizo todo lo posible para complacerlo. No estaba segura si llegaría a ser notada, ni si podré saludarle estando sentada tan lejos. Me invadió la sensación de que la cena terminaría sin que nada interesante me ocurriera, hasta que escuché que su alteza charlaba con todas nosotras.

Comenzó a caminar junto a la larga mesa, suntuosamente, cubierta con dulces y aperitivos, era una regla no dicha el que las señoritas sentadas a su lado tenían el derecho de saludarlo antes que las demás.

Estaba mirando algunas pinturas, mientras mordía unas frutas, cuando la señorita Cecille me dio un codazo.

—Vamos.

Nuestro turno había llegado.

Iluminado desde un alegre candelabro y con su cabello peinado, su alteza lucía más maduro de lo que nunca le había visto. Sus pómulos acentuaban su virilidad, mientras que el solemne esplendor de su cuello le daba un aire aún más digno. Yo y la señorita Cecille le rodeamos, inclinándonos respetuosamente.

—Soy Cecille Ruff Galaner. ¡No puedo creer que esté hablando con Su Alteza tan de cerca!

—Como ella, estoy encantada de conocerle. Soy Theresa Ruff Dalton. —Apenas tuve tiempo de terminar la oración cuando la señorita Cecille tomó la oportunidad de hablar de nuevo.

—Si esto es un sueño, querría nunca despertar. Cambiaría cada mañana de mi vida para poder seguir soñando con este encuentro. Si pudiera usar magia, robaría la voz de cada ave del Reino, para seguir durmiendo.

No, pensé, el sol necesita salir, de lo contrario las plantas no crecerían…

Notando la confusión en mi rostro, su alteza sonrió con picardía y tomó las manos de ambas.

Tan pronto como se acercó, una fragancia familiar me envolvió.

Este… este perfume…

—Tarde o temprano, deberá despertar de su sueño. Es mejor verle en la vida real. No puedo llegar a usted en su mente.

¿Desde cuándo se comporta de manera tan atrevida? Él rozó su dedo contra mis labios y los de la señorita Cecille. Sentí la mirada de las celosas damas, detrás de nosotras, perforándonos…

Eché un vistazo a la señorita Cecille, esperaba que estuviera encantada… ¡pero estaba rígida como un maniquí!

—Me siento muy halagada, su alteza, pero esto se podría considerar como una especie de coqueteo… —le dijo de inmediato. Mientras le daba una mirada extremadamente dulce, a mí me dio una llena de odio.

Entonces, él empezó a responder de manera más sencilla escogiendo con cuidado sus palabras para no incitar demasiado a las señoritas.

La señorita Cecille era realmente hábil. Era difícil derrotarla cuando se trataba de palabras. Ambos, yo y su alteza, nos entretuvimos con los divertidos y entretenidos episodios que nos contó, mientras usaba una serie de expresiones dignas de una actriz.

Movió su mano como si limpiara un poco de sudor de su frente y llamó al camarero más cercano para que le llevara algo para humedecer su garganta.

Inmediatamente, uno de ellos trajo tres copas de vino a la mesa.

—Este vino se produce en Riona, en la región de Regurea. Como la mayor parte de este es llevado como ofrenda al palacio, es realmente difícil encontrarlo en el mercado. Mi padre también se ocupa de eso, pero es extremadamente raro. Este vino no tiene rivales.

Lo olí, pero no sentí nada especial.

Mi familia no era lo suficientemente poderosa como para obtener rarezas como esa, además no podía beber, pero me interesaba de todos modos. Así que, incluso si alguien me ofrecía un buen vino, el mejor resultado que obtendrán será un simple “ah, esto es vino” Lo sé… mi padre estaría molesto conmigo.

En el instante en que puse la copa de vuelta en la mesa, la señorita Cecille y su alteza me miraron.

—¿No vas a beberlo?

—L-Lo siento… mi padre lo adora, pero me hace sentir enferma… Incluso si tomo un pequeño sorbo me emborracharé y perderé la memoria. Quiero estar segura de que no me pondré en ridículo frente a su alteza. C-Creo que tomaré ese zumo de frutas.

—Oh, qué pena. ¡Supongo que no se puede hacer nada al respecto! Ya no hay necesidad de hablar de ello con su alteza, ¿verdad? —La señorita Cecille tomó una copa con una sonrisa burlona y se la ofreció al príncipe.

Espera, ¿no es esa la copa que acabo de rechazar?

No la había alcanzado a acercar a sus labios cuando lo detuve.

—¡Su alteza, creo que esa es mi copa!

—¡O-Oh, lo siento taaanto su alteza! ¡Y-Yo debo haberla confundido con la suya!

—No te preocupes. Beberé de esta de todos modos. Me complace decirle a la señorita Dalton que tampoco me he emborrachado.

Volví a oler aquel perfume familiar en él…

Me gustaba esa fragancia, parece ser una especie de extracto de hierbas y flores de Lirott… Fue cuando me di cuenta, ¡olía exactamente como el frasco que había hecho!

No lo entendí de inmediato aunque, al mismo tiempo, me preguntaba por el inusual aroma proveniente del vino.

Tenía un sentimiento ominoso, algo que nunca había sentido antes… había una extraña tensión esparciéndose en el aire, y una especie de polvo flotando dentro de la copa…

Esta fragancia… la sigo percibiendo… ¿Qué podría ser? ¿¿Es por el vino?? No… no es el vino… ¿O quizás el perfume que hice? No… no huele como eso…

Mi mente era un caos.

—Este… ¡¡¡Es el aroma de las flores de Ruda!!! ¡¡¡Su alteza, no lo beba!!!

Golpeé su mano y la copa cayó como una flecha hacia el suelo, y se rompió con un sonido agudo.

—¡¿Qué estás haciendo?! —gritó Cecille.

—¡¡¡No debe beberlo!!! ¡¡¡El vino está envenenado!!!

—¿Envenenado? ¡¿De qué estás hablando?!

Varios caballeros y criadas se acercaron de inmediato.

—Señorita Theresa, ¿qué quiere decir con envenenado?

—Pude identificar una esencia particular, es de una flor llamada “Ruda”, y provenía de la copa que su alteza estaba sosteniendo… por lo general es usada como medicina, pero si la ingieres puede ser perjudicial. ¡Incluso puede morir si consume una gran cantidad!

Mientras explicaba las propiedades de la flor a Cecille y su alteza, casi me desmayo y mi rostro se puso blanco por el miedo al pensar que él o yo podríamos haberlo bebido…

Cada hierba puede ser usada como medicina o como un veneno. Si no sabes manejarla, las consecuencias pueden ser terribles. Ruda era una planta utilizada principalmente para hacer bálsamos que estimulan el flujo sanguíneo. Debe usarse solo en la piel porque, si se ingiere, puede dañar tu estómago y provocar sangrados internos, y las consecuencias pueden ir desde un simple desmayo a una muerte terrible. Sin embargo, se vuelve más efectivo al mezclarlo con un poco de alcohol. Cuando se seca, pierde su aroma y es fácil confundirlo con otro medicamento. No era una planta con la que se pueda jugar, se debía manejar con mucho cuidado.

La cantidad de polvo que flota en el vino, probablemente, no era suficiente para matar a alguien, pero ese no era el problema, ¡era el intento de asesinato contra un miembro de la familia real!

Hubo un revuelo en la sala, después de haber oído mi explicación, todas las invitadas estaban impactadas. Su alteza de inmediato ordenó a su escolta que limpiaran el vino y los cristales rotos con cuidado y guardaran cualquier evidencia de lo que acababa de suceder. Con el fin de resguardar la seguridad de los otros comensales, las copas restantes fueron retiradas de la mesa también.

—Señorita Theresa, tus conocimientos han salvado mi vida.

—Oh, no hice nada especial, me alegra haber actuado antes de que pudiera beberlo…

—¡Hay algo extraño en esto! —En medio del ajetreo, repentinamente, se escuchó la voz de la señorita Cecille. Ella me estaba mirando directamente—. ¿Cómo supo la señorita Theresa que había veneno dentro? ¿Nadie se ha preguntado cómo es que llegó allí? Nadie podía predecir qué camarero se detendría para pedir el vino, ni qué copa escogería. Incluso si alguien más lo hubiera tomado antes que su alteza lo hiciera, no lo habría notado.

Todos empezaron a mirarme.

La copa que su alteza sostuvo era la que yo había rechazado después de haberla olido.

La había colocado de regreso en la mesa porque no iba a beber el vino y, de alguna manera, terminó en las manos del príncipe. ¿Puede ser que haya sido alterada después de haber sido traída por el camarero?

—¿Cómo pudiste haber notado el veneno en el interior? ¡Incluso has sabido el tipo exacto de…!

—Señorita Cecille, es demasiado pronto para probar que realmente había veneno en la copa.

—Por supuesto, su alteza. Pero incluso si no fuera veneno, ¿por qué la señorita Theresa actuó de esa manera? ¿Quizás se sintió culpable después de haberlo hecho? Lo hiciste con la intención de dañar a su alteza. ¡¿Verdad?!

Estaba cubierta de un sudor frío. Sus ojos brillaban como los de un gato jugando con un ratón indefenso. Su voz firme volvió a agitar a las invitadas, y todos me señalaron en silencio.

—Olí la fragancia del veneno en el vino. También vi un polvo negro flotando en el. El polvo de Rudy se vuelve negro cuando está seco y se pone en un frasco para conservarlo.

—La fragancia. El polvo. ¿No acabas de decir que pierde todo su aroma cuando está seco? Incluso sabes cómo conservarlo, pareces realmente una experta. ¿De dónde obtuviste todo este conocimiento?

La conversación estaba empeorando, pero no podía hacer nada al respecto. Ella estaba usando mis propias palabras en mi contra. Las invitadas nos escuchaban sin respirar.

—Lo que me hace sospechar es que suena claramente, como si ya hubieras manejado esa hierba.

—¡Y-Yo lo sé! ¡La señorita Theresa evita pasar el rato en el salón, pero en secreto va todos los días al jardín de hierbas medicinales! —Una tremenda agitación estalló después de la acusación de la señorita Yuliana.

Estaba acorralada… No podía hacer nada además de morderme los labios ante esta amarga situación… pero si no respondía iban a declararme culpable.

—¡Te equivocas, señorita Yuliana! No encontrarás ninguna planta de Ruda en el jardín del palacio real. Bruno, el jardinero, puede confirmarlo. Esta planta crece solo en las regiones más frías. Sería casi imposible hacerla crecer aquí…

—Pero, vienes de la lejana región del norte, ¿no es así? ¿No dijiste que tu pasatiempo era cultivar plantas? ¿Lo han escuchado también, señorita Miranda? ¿Señorita Yuliana?

Lo confirmaron al unísono.

Respondí a todo lo que me lanzaron.

Bordado, pintura, escuchar música… les dije que no visitaba el palacio solo porque no teníamos ningún tema interesante que compartir, que preferíamos cuidar de las plantas, incluso si no era considerado como un pasatiempo decente para una mujer noble. Les conté todo con sinceridad, olvidando el comportarme como mi hermana. Mis propias palabras también me resultaron extrañas.

—Entonces, Ruda, la planta venenosa, ¿crece en tu jardín?

No pude negarlo. La habrían encontrado inmediatamente. Estaba muy asustada, tuve que bajar mi cabeza.

—P-Por supuesto que sí… ¡Pero no soy la culpable! ¡No pueden acusarme solo por cultivarla!

—¡Por supuesto! Nadie podría… ¡A menos que decidas usarla como una especia para el vino de su alteza!

—¡No lo hice!

—¡Tú lo pusiste y lo encontraste! ¡Hiciste todo por tí misma! ¡Tal vez solo para convertirte en una “heroína”! Para salvar a su alteza y ganar su favor… ¡Pero, lo siento querida, tu plan se convirtió en humo!

—¡Dije que no lo hice! ¡Deja de acusarme injustamente!

—¡Tú no me asustas! ¡Te acabas de desenmascarar a ti misma! ¡Su alteza, por favor, arreste a esta mujer ahora mismo!

Sus ojos azules se volvieron hacia mí.

—No fui yo… no haría nada que pudiera dañarlo…

El caballero que me iba a sostener se detuvo por un segundo para mirar la reacción del príncipe, pero como no le dijo nada, continuó con su deber.

Sostuvo firmemente mis brazos y comenzó a revisarme. Su alteza solo le dijo:

—No seas demasiado rudo.

La mano del caballero llegó al bolsillo trasero de mi vestido. Aquí, encontró dos pañuelos…

¿Dos pañuelos? ¡Estoy segura que solo tenía uno conmigo! 

Pero ambos eran míos. Uno de ellos fue desenrollado con cuidado, cuando el caballero examinó su contenido, su rostro se puso blanco.

—¡Capitán! ¡Aquí hay más polvo de hierba seca!

El corpulento capitán corrió hacia nosotros y, verificando que fuera verdad, me mostró el contenido.

—Mujer, ¿es este el polvo del que estabas hablando antes?

Estaba tan confundida que no sabía si reír o llorar. Tenía el mismo aroma que había olido antes en el vino. Respondí sinceramente.

—Si, este es Ruda.

—¿Es este pañuelo tuyo?

—Lo es.

A este punto, todo parecía claro. Era el pañuelo que me habían robaron.

Solo había tomado un pañuelo de mi habitación, alguien debe haberlo guardado en mi bolsillo sin que me diera cuenta. El pañuelo debió ser preparado de antemano.

Cuando estábamos en el corredor, la señorita Cecille se acercó tanto a mí, que nuestros vestidos se rozaron. Pensé que solo lo había hecho para oler mi perfume, pero estaba equivocada. Cecille lo sabía todo acerca de la moda. Ella seguramente sabía que tenía un bolsillo en la parte trasera del vestido.

Pero, ¿cuándo podría haber puesto a Ruda en el vino? No olí nada particular la primera vez. Seguramente lo puso justo después.

El caballero me tomó de la muñeca. En esta situación, nadie era más sospechoso que yo.

Las invitadas me miraban con odio. Su alteza estaba mirando el suelo, pensando, y no pude conseguir que me mirara.

—Adiós, señorita Theresa —me dijo Cecille con una voz satisfecha. Empujada por el caballero, dejé la sala tambaleándome.

Nidhogg
No suelo comentar, pero… ¡Cecille es una perra! Lo siento, tenía que decirlo.

Ayanami
Nid no hay de qué disculparse, en verdad Cecille es una bitch!! ヾ (・д・ヾ). Espero termine mal, ojalá esto no ponga una grieta en la relación de Anessa y el príncipe

3 respuestas a “Sustituta vs Príncipe – Capítulo 7”

  1. Bueno, al menos el príncipe ya no será tan apegado a ella…

    Y una mierda. Espero que maten a esta perra. Pero gracias por los capítulos y Bienvenidos

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido