Bebé tirana – Capítulo 16: ¡Papa, odo! (¡Papá, te odio!)

Traducido por Den

Editado por Yonile


—¿Tienes hambre?

Xavier me levantó y me abrazó. Forcejeé y me quejé:

—Heuu…

—Ayer lloró todo el día y hoy está enojada… ¿Qué le sucede?

Lalima se rascó la mejilla, confundida. Los observé a ambos, que estaban en apuros con el ceño fruncido.

¿Ahora por qué me estoy comportando así…? Ni siquiera soy un bebé de verdad.

A veces me sorprendía a mí misma que actuara realmente como un bebé.

—O sheno. Me ecioq’é (Lo siento. Me equivoqué) —Les ofrecí mis más sinceras disculpas tras un instante de duda.

No era maduro en absoluto desahogar mi ira sobre otras personas sin motivo alguno y ser dura con ellas.

Abdicar el trono en mi persona fue una locura del emperador y no tiene nada que ver con ellos. Los pobres estaban siendo “maltratados” por su “jefe”.

Reflexionemos…

—¿Qué acaba de decir Su Alteza…?

 —Ah. ¿Qué? Pensé que era un sueño… ¿También lo escuchaste?

Enterré mi rostro en el hombro de Xavier mientras ellos estaban ocupados conversando.

Estaba tan enojada, sin embargo, no sabía cómo ni dónde liberar esta ira.

¿Qué hago?

Creo que es mejor acudir a la persona responsable y solucionarlo, ¿verdad? Habiendo llegado a esa conclusión, tiré de la ropa de Xavier.

—Oh, ¿qué pasa?

Dudé, por lo que no pude hablar con facilidad.

Tenía que pedirle que me llevara ante el emperador, pero no podía decirle “emperador” frente a otras personas.

Me enfrentaba a una crisis inesperada y devastadora. Cerré los ojos con fuerza y ​​murmuré:

—Pa…

—¿Pa?

—Ung. Papa.

Xavier ladeó la cabeza con una expresión de confusión, pero Lalima lo entendió de inmediato.

—Papa… ¿no es “papá? [1] ¡Creo que está hablando de Su Majestad!

—Papa… Creo que es más bien “arroz” que “papá”.

Sin embargo, Xavier comenzó a crear un malentendido. Tiré de su cabello y negué con la cabeza.

—Papa.

—Mira, dice que no es arroz —Lalima levantó la cabeza orgullosa y me cargó—. Quiere ver a Su Majestad, ¿no es así? La llevaré ahí.

—Pero aún no ha comido.

—Puede hacerlo cuando regrese.

Mientras ella se dirigía hacia la puerta, Xavier la siguió preocupado.

—¿Madame no te regañará por actuar a tu antojo?

—¡Está bien, está bien!

Lalima lo dejó solo y se dirigió directamente hacia la habitación del emperador. Sin embargo, no había nadie cuando llegamos.

—Su Majestad está en el comedor ahora mismo.

—Ya veo, gracias.

En ese momento, me miró con una cara que parecía decir: “¿Y ahora qué hacemos?” Me tragué mi rabia, apretando los dientes.

Después de decir tonterías de que me convertiría en “emperador”, ¡¿ahora estás haciendo que me salte la comida?!

No te perdonaré.

Tiré del brazo de Lalima.

—¿Si, Su Alteza?

—¡Amina! (¡Caminar!)

—¿Quiere caminar?

—Ung.

Tras practicar sin cesar, ahora era capaz de andar bastante. De hecho, puedo correr, aunque solo un poquito.

Caminé, dando pasos inestables, hasta el comedor de la mano de Lalima. Casi me caigo un par de veces, pero ella me sostuvo bien, así que no sucedió tal accidente.

Sin embargo, algo era extraño. Cuando volví la cabeza rápidamente, la sombra desapareció junto con el sonido de los pasos.

Pensé que era Lissandro, pero es muy poco probable que lo fuera porque sus pisadas no se oían.

Tiré de la mano de Lalima y señalé hacia atrás.

—Alí. (Allí)

—¿Hay algo ahí?

—Ung.

Soltó mi mano y se acercó a la esquina del pasillo. Comprobó la parte de atrás y de repente señaló con el dedo hacia…

—¡¿Qué están haciendo ahí?

Después de todo, sí había alguien allí. Sin darme cuenta, caminé hacia ella con los dedos en la boca.

Había seis sirvientes y doncellas.

—Ja, ja, ja.

—Nosotros solo…

—Escuchamos que Su Alteza la princesa salió.

Me limité a parpadear ante la gente que ponía excusas.

¿Eso quiere decir que vinisteis aquí porque queríais verme? No lo comprendía, así que los miré fijamente. Entonces todos hicieron un escándalo y se agolparon a mi alrededor.

—¡Su Alteza, es tan linda!

—Es genial que ya camine, Su Alteza. Se ve muy linda dando sus pasitos…

—¿Cómo es posible que sus mejillas sean tan regordetas?

—¡Oye, mira sus manos! Son realmente pequeñas y lindas.

¡Wah!

Nadie me tocó, pero me puso nerviosa que tanta gente a mi alrededor hablara a la vez.

—P-Papa… —titubeé, agarrando la falda de Lalima.

Necesito encontrar al emperador rápidamente. ¿Qué pasa si debido a este encuentro, nos retrasamos y él termina de comer?

Lalima, que miraba a la gente con seriedad, volvió a tomarme de la mano.

—¡Ya basta!

Todos retrocedieron ante su fuerte voz. Mientras tanto, me sacó rápidamente de ahí. Entonces gritó con orgullo:

—¡Su Alteza la princesa es mi mejor amiga! ¡Así que no finjáis ser tan cercanos!

¿Oye, Lalima…? 

La miré atónita; ella tenía una expresión de satisfacción en su rostro.

—¡Vamos, Su Alteza!

Y abandonó el lugar con solemnidad.

Aún era joven, por lo que parecía inmadura. El año pasado tenía diecisiete años, así que ahora debe tener dieciocho.

Era normal que fuera así, ya que se encontraba en sus últimos años de la adolescencia. Aún así, ¿exagero al pensar que es más infantil que Oscar…?

En un abrir y cerrar de ojos, llegamos al comedor. El olor a comida sabrosa impregnaba el aire.

Sin embargo, dado que sólo como comida para bebés, que han triturado previamente, no he visto una comida decente desde hace mucho tiempo.

Huele delicioso. 

Al pensar en samgyeopsal [2] y en gopchang [3], sacudí rápidamente la cabeza, y entramos al comedor.

El emperador estaba bebiendo agua, claramente ya estaba terminando de comer.

Bien, veamos. 

—¡Papa! —lo llamé y empecé a correr.

Esto es para conseguir el impulso para golpear más fuerte. 

Cuando llegué a él con los puños en alto…

—¡Mabel!

… me levantó. De repente, me tiró y me encontré flotando en el aire.

—¿Viniste a ver a papá?

Den
Muero de la ternura 🥺

No, espera un momento. ¡No es eso! 

Lo golpeé en el hombro con mi puño, desconcertada. Pero no le dolió a él, sino a mi mano.

—Es realmente conmovedor, Mabel… que corras llamando a papá tan desesperadamente.

M****a.

Mi venganza fracasó con un terrible malentendido.

—Venasha… (Venganza…) —murmuré triste.

Todo lo que conseguí fue sangre y heridas. Me dolía mucho la mano con la que lo golpeé.

El emperador volvió a sentarse en su silla y, luego, me puso en su regazo, aunque estaba deprimida.

—Trae helado —le ordenó al sirviente que esperaba.

¿Helado…? 

Levanté la cabeza, interesada en sus palabras.

A medida que pasaban los meses, la niñera me daba snacks, entre ellos helado. Sin embargo, decía que podía resfriarme, así que sólo me daba uno o dos bocados. Por eso, siempre sentía un gran pesar.

El helado es delicioso… 

Poco después, llegó el postre. Era un helado de chocolate que parecía dulce y suave.

El emperador tomó un poco con una cuchara pequeña. Mi mirada siguió la cuchara como hechizada.

Debe ser agradable ser un adulto. Puedes atiborrarte a helado. 

En ese momento, observé la cuchara llena de envidia.

—Mabel, ah.

—¿Ah…?

Algo frío entró en mi boca. Abrí la boca y el emperador me la cerró con su otra mano.

El dulce helado se derritió en el interior.

Ah… Dulce… 

Es una pena que se derritiera rápido, pero era realmente suave y dulce. Me volví hacia el emperador con ojos brillantes.

—¿Está bueno?

—Ung.

—¿Quieres más?

—¡Ung!

Volvió a poner helado en mi boca. El postre que comía después de mucho tiempo estaba tan delicioso que exclamé de la alegría.

¿Esto es la felicidad? 

El emperador movía con rapidez la cuchara cada vez que el helado desaparecía de mi boca. Todo el dulce en el pequeño tazón se desvaneció.

—Ahora, esta es la última.

Incliné mi cuerpo hacia la cuchara en espera frente a mi boca. Era una pena que fuera la última, pero fue bueno haber podido comer mucho.

Después de un tiempo, cuando la dulzura y el frío en mi boca desaparecieron por completo, volví a mis sentidos.

 Ay. 

Vine por venganza, mas fui cautivada por el helado y, al final, perdí mi objetivo.

—No estaría mal comer con Mabel a partir de ahora.

Además, el emperador lo había malentendido.

No, no puede ser. ¡Este hombre está loco por tratar de convertirme en el “emperador”! Tenía que expresar mi opinión antes de que fuera demasiado tarde.

—¡Odo! (¡Te odio!) —grité, golpeando la mesa.

—¿Qué odias?

—¡Papa, odo! (¡Papá, te odio!)

Abrió mucho los ojos. Estaba impactado.

Pensé en pedir más helado, no obstante, rápidamente cambié de opinión.

¡Hmph!

Me revolví y bajé de su regazo. Entonces, cayó.

♦ ♦ ♦

La cuchara en la mano de Esteban resbaló sin fuerza y rodó estrepitosamente por el suelo.

—¿Gustav…?

—¿Si, Su Majestad?

—¿Qué acabo de escuchar?

Gustav no se atrevió a responder. Porque tenía la firme convicción de que si respondía mal, terminaría perdiendo su trabajo.

El rostro de Esteban, que había oído algo que no debería, estaba pálido.

El ayudante tomó la cuchara que se había caído y retrocedió lentamente. Ese rechazo lo repercutiría negativamente.

—Mabel… Mabel, no puede ser.

Esteban, que de repente se bebió el agua fría de un trago como si fuera alcohol, se levantó de su asiento tambaleándose.

Su expresión vacía era como la de un pueblo que había perdido a su país.

¿Qué va a hacer…? 

Gustav siguió las acciones de Esteban con ojos ansiosos. Éste salió del comedor, incapaz de ocultar su desconcierto.

Aunque deseaba con toda su alma fingir ignorancia, se apresuró a seguir a su majestad, temiendo que causara algún accidente. Lo encontró nada más y nada menos que fuera del dormitorio de Mabel.

—Salve a Su Majestad el emperador —saludó cortésmente Lissandro, que hacía guardia fuera de la puerta.

—¿Y Mabel?

—Está adentro.

La boca de Esteban, que estaba muy tensa, se relajó de nuevo. Además, la idea de volver a ver a su hija lo hizo sentir mejor.

Sus mofletes suaves y blancos. Sus manos tan pequeñas que dudaba que pudieran sujetar alguna cosa. Es un adorable bebé que se esfuerza por caminar mientras se agarra a cualquier cosa con sus extremidades cortas.

Sí, estoy seguro que escuché mal. No es posible que Mabel me odie. 

Mabel era fundamentalmente un bebé dulce que no discriminaba a las personas. La única excepción, Lissandro, estaba justo frente a él, pero Esteban consideró que no tenía nada que ver con él.

De todos modos, es mi hija. 

Abrió la puerta y entró con la mente mucho más calmada.

Sin embargo…

—¡Uaaaaang!

Tan pronto como lo vio, Mabel, que lo odiaba, rompió a llorar.

—¿M-Mabel…?

—¡Uaang! ¡Ete! (¡Vete!)

El bebé que no solía llorar, lloraba desesperadamente al verlo. No, más bien era como si sollozara.

Los sentimientos de Esteban en este momento eran indescriptibles.

Confusión, vergüenza, tristeza, dolor. En un instante, se sintió de innumerables maneras.

Se acercó un poco y extendió sus brazos hacia Mabel, cuyos grandes ojos derramaban lágrimas sin cesar. Pensaba en abrazarla y consolarla.

—Ma…

—¡Ete! ¡Uaaaang! (¡Vete! ¡Uaaaang!)

Sin embargo, ni siquiera había alcanzado las puntas de sus dedos cuando fue rechazado.

La niñera, que pasó corriendo junto a su yo congelado con las manos extendidas, agarró a Mabel y le dio palmaditas en la espalda.

—Está bien, princesa.

Esteban se sorprendió nuevamente.

Ni siquiera me dejaste tocarte.

Pero dejó que la niñera la abrazara sin dudarlo. Una sensación de traición se apoderó de él.

Ahora bien, eso no fue lo único que lo sorprendió.

—No hay nada que temer, Su Alteza. Ahora, mire. Es Su Majestad el emperador, su padre —dijo la niñera con amabilidad y afecto, volviendo el cuerpo de Mabel hacia él.

Los ojos azul claro manchados de lágrimas lo miraron atentamente. Aquella mirada inocente y pura lo alentó.

—Sí, Mabel, soy papá.

—Papa… —Mabel repitió sus palabras en voz baja.

Era tan tierna que quería morder sus mejillas rojas que se movían con delicadeza cada vez que abría la boca.

—Debes haber tenido un sueño aterrador… Todo está bien, Mabel. Papá está…

—Odo (Te odio.) —cortó sin piedad sus cariñosas palabras, con cara hosca.

—¿Eh?

—Odo. (Te odio.)

—¿Qué es lo que odias tanto?

Ante esa pregunta, Mabel resopló.

Aunque naturalmente todavía no tenía la edad para saber qué era un “resoplido”, fue perfecto.

Mientras Esteban estaba sorprendido ante este hecho, Mabel lanzó una bomba.

—Papa, odo. Odo empeado. ¡Ete! (¡Papá, te odio! ¡Odio al emperador! ¡Vete!)

El llanto había cesado hace mucho tiempo.

La voz fría del bebé le clavó una daga en el corazón con firmeza.

¡No escuché mal…!

Esteban no podía aceptar lo que había oído. Le dolía la cabeza como si alguien le hubiera golpeado con un arma contundente.

¿Ya estás en la pubertad…?

El contraataque de Mabel apenas empezaba.


Den
¡Ay, pobre Esteban! Mabel, no lo lastimes así, por favor </3

[1] En coreano hay varias formas de decir “papá”:

1. “Papa”: Esta es la versión más empleada por los niños pequeños. En español sería “papá”.

2. “Appa” : Esta es la versión más usada por todos. Se traduce como “papá”.

Ahí radica la diferencia y, por ello, encontrarán “papa” (sin acento) cuando lo dice Mabel, y “papá” cuando Lalima pregunta, de tal modo de que puedan observar (de alguna manera) la diferencia.

[2] El samgyeopsal es un plato  muy popular de la cocina coreana. Consiste en tiras de carne de cerdo (panceta principalmente) y carne de res previamente condimentadas que se cocinan en una plancha central en la mesa.

[3] El gopchang jeongol es un estofado o cazuela picante coreano hecho cociendo tripa de ternera, verdura y condimentos en caldo de ternera. “Gopchang” alude al intestino delgado de bovino,​ mientras “jeongol” hace referencia a una categoría de estofados o cazuelas de la cocina coreana. Aunque el plato se basa principalmente en gopchang de ternera, otras partes de la tripa pueden usarse también para darle un sabor más rico y una mejor textura.

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