Bebé tirana – Capítulo 15: ¿Te atreves a llevarte a mi hija?

Traducido por Den

Editado por Yonile


—Abdico el trono en Mabel Gardenia Ermano. 

Esteban esbozó una sonrisa cuando terminó de hablar. 

Ha estado esperando este momento desde que Abelardo anunció la visita del rey santo. 

Hubo un momento de silencio y la gente se limitó a intercambiar miradas. Pero en poco tiempo, el interior del salón de banquetes se volvió ruidoso como la plaza de un mercado.

Los sacerdotes de Abelardo se sintieron especialmente molestos. Esteban los miró con hostilidad. 

Entre ellos, sólo el hombre que vestía la túnica no se inmutaba. Estaba convencido de que era el rey santo Michael Abelardo. 

¿Te atreves a llevarte a mi hija? 

Él nunca tuvo la intención de enviar a Mabel a Abelardo. 

No obstante, como creyentes en Dios, ellos pensaban que las cosas vanas sólo eran posibles con fe. Conociendo su tenacidad, era importante cortar la posibilidad de raíz y desde un principio. 

Para hacer eso, Esteban necesitaba un buen motivo. Había varias formas. La primera era casarse, pero Mabel sólo tenía un año, así que la descartó de inmediato. 

Tampoco serviría de nada que le entregara un título, ya que se mostrarían irrazonables. 

Al final, la última opción que quedaba era abdicar el trono en Mabel. Era un método más infalible que el matrimonio.

Naturalmente, enfrentó mucha oposición, no obstante, logró obtener el consentimiento de la mayoría de sus vasallos.

En cambio, los aristócratas que escuchaban la noticia por primera vez agarraron al marqués Gardenia y preguntaron:

—Marqués, ¿qué está pasando? ¿No dijo que tomaría a Su Alteza la princesa como sucesora? 

—Sí. No sabía nada sobre esto. 

El marqués ignoró la lluvia de preguntas. 

El resto de cortesanos que asistieron a la reunión parlamentaria estaban tranquilos. 

Si bien sólo se agitaron delegaciones de otros países y aristócratas que no estaban autorizados a asistir a reuniones, sus miradas se concentraron en un mismo lugar. 

Por supuesto, todos los ojos estaban puestos en el primer príncipe Oscar Alle Ermano, quien creían que ascendería al trono y sería el próximo emperador de Ermano.

No obstante, él también estaba sentado tranquilo, sin agitarse. Era como si supiera de antemano que las cosas serían así. 

Los sacerdotes, que habían montado un gran alboroto, se volvieron hacia el rey santo.

—¡Mi señor, si esto sucede, no podrá llevarse a Su Alteza la princesa! 

—¿Qué deberíamos hacer?

Sin embargo, el rey santo sólo guardó silencio. Sus ojos rojos estaban enfocados exclusivamente en Mabel.

Los sacerdotes lo presionaron por una respuesta.  

—Rey santo. 

—Aún no. 

—¿Eh? 

—Todavía no podemos llevárnosla. 

Lo más cercano a Dios era la semilla de Dios. A los ojos de Michael, el poder divino que residía y descansaba en el interior del cuerpo de Mabel era completamente visible. Era inmenso. Sin embargo, era un poder latente. Todavía permanecía dormido, por lo que era inútil en estos momentos. Lo único que podían hacer era aguardar a la ocasión en que despertara. 

El rey santo pensó que en estos momentos no hacía falta molestarse en crear una oportunidad. 

—Por esta vez, me retiro. 

—Pero es mejor llevarse a la princesa cuando aún es joven. 

—Si puedes manejar al emperador que está loco por su hija, entonces tráela. 

Todas las vidas son valiosas y, pese a ello, no podían renunciar a la semilla de Dios. 

Además, será difícil llevarse a la princesa a partir de ahora porque el joven emperador ha tomado la postura irrazonable de abdicar el trono en su única hija de un año.

—Mi señor, ¿no hay ninguna forma? 

—La había. 

—¿Si? 

—Pero ya no. 

Michael siguió observando a Mabel a pesar del atónito sacerdote. Se preguntaba cuándo florecería ese poder. Con sólo un vistazo, sabía la habilidad que tendría en el futuro. 

Cuando llegue ese momento, Mabel vendrá naturalmente a Abelardo. Así que solo tenía que esperar. 

Porque es la habilidad de volver loca a la gente que te rodea. 

La semilla de Dios los consumirá y, al final, lo buscará. Michael estaba seguro. 

Por otro lado, Esteban frunció el ceño. La respuesta fue peor de lo que esperaba. Pensó que le iban a replicar de inmediato diciendo que estaba loco. 

Entonces, el grupo podría ser expulsado debido a problemas entre países, aunque sería una pérdida de tiempo. 

De todos modos, desde que se declaró la guerra, todo lo que tiene que hacer es proteger a Mabel.

No le preguntó a su hija su opinión, pero, en realidad, ¿de qué sirve preguntarle a una niña de un año? Ni siquiera podría entenderlo si se lo contara. 

Con sólo un año podía hablar bien y con fluidez, no obstante, todavía era un bebé. 

No importa cuán talentosa fuera, era imposible que comprendiera esta situación.

Esteban se volvió para sentarse de nuevo en el trono, sin embargo, se quedó desconcertado. Mabel estaba llorando con el ceño fruncido.

—¿Mabel? ¿Qué sucede? 

—E’Odo. (Te odio.) 

—¿Qué? 

—¡E’pero, odo! (¡Emperador, te odio!) 

¡Uaaang! 

Luego lloró, su llanto resonó por todo el salón de banquetes. Esteban abrazó confundido a Mabel para tranquilizarla, pero ella sólo lloró más fuerte. 

Que Mabel llorara era una situación que nunca había imaginado. 

Esteban estaba profundamente impactado. 

Mabel… dijo que odia algo. No dijo que me odia, ¿verdad? 

♦ ♦ ♦

Hace dos meses.

El complot para convertir a Mabel en “emperador” fue planeado en secreto por algunas personas.

Para empezar, Esteban eligió a las personas que se opondrían. El primero fue el marqués Gardenia. Fue muy fácil convencerlo. 

Lo convocó en secreto y sacó el asunto en cuestión sin previo aviso. 

—Tengo la intención de convertir a Mabel en “emperador” 

—¿Eh? ¿De qué e…? 

—Marqués, si se opone, Mabel se marchará a Abelardo. Así que si no quiere volver a ver el rostro de Mabel nunca más, opóngase. ¿Qué hará? 

Persuadirlo tomó menos de un minuto. 

A continuación, Esteban buscó inmediatamente a Oscar. 

Oscar, que blandía su espada en un rincón de la sala de armas, se volvió al sentir la presencia de otra persona. 

—Saludos, padre. 

Tras saludarlo, envainó la espada. 

Esteban miró a su hijo en silencio. La mayor parte de su educación estaba bajo la supervisión del duque Donovan, por lo que lo veía muy pocas veces y no le prestaba mucha atención. 

¿Se debía a su dura formación? A pesar de su joven edad, Oscar era bastante precoz. Aunque también parecía desesperado por evitar tener una apariencia juvenil. 

Debe ser a causa de la educación temprana del sucesor. 

Sabía que el duque Donovan lo reprendía fuertemente. Además de que el niño se sentía presionado. 

Padre e hijo se sentaron uno al lado del otro en la sala de armas. Hacía mucho tiempo que no conversaban.

—Oscar. 

—¿Si, padre?

—¿Realmente quieres convertirte en emperador? —preguntó Esteban de la nada. 

—Eso… —titubeó Oscar, sin responder de inmediato. Luego inclinó la cabeza—. No lo sé… Porque debo ser emperador, me estoy esforzando para ser adecuado. No es una posición en la que puedas decir qué quieres hacer y qué no. 

El niño no tenía elección. Si su padre y madre querían, tenía que lograrlo.

¿No nació para eso? Pensó que el único significado de su existencia era convertirse en emperador.

¿Por qué me pregunta eso? 

Oscar miró a Esteban atentamente. Se sentía extraño porque nunca había tenido ese tipo de conversación con su padre. 

Esteban suspiró y acarició la cabeza de su hijo, incapaz de cambiar expresión confundida de éste. 

—Voy a abdicar la corona en Mabel. 

Al contrario del toque cariñoso y la atmósfera pacífica, sus palabras no trataban un asunto trivial en absoluto. 

—Lo anunciaré pronto en el cumpleaños de Mabel. Si la nombro “emperador”, ya no podrán llevársela a Abelardo 

Esteban observó la reacción de su hijo. Como era de esperar, Oscar pareció bastante sorprendido.

—Siempre te he considerado el próximo emperador, así que si no te gusta, lo cancelaré e idearé otro plan. Encontraré otra forma. Oscar, ¿qué quieres hacer? 

—Estoy a favor —respondió sin vacilar. 

—¿Hablas en serio? 

—Sí. Mientras que Mabel no esté en peligro, no me importa. Si se convierte en el emperador… 

Oscar esbozó una amplia y brillante sonrisa. Esteban se sorprendió un poco. Era la primera vez que mostraba una expresión propia de un niño frente a su padre. 

—… me convertiré en el caballero que proteja a Mabel. 

Por primera vez, habló con sinceridad.

♦ ♦ ♦

El siguiente objetivo era la duquesa Donovan. Naturalmente, esperaba que se opusiera a la abdicación en Mabel porque su propio hijo, Oscar, se convertiría en emperador.

Probablemente era la oponente más difícil de convencer.

Esteban había preparado varios métodos de antemano para lograrlo. 

—Voy a abdicar el trono en la princesa. 

Una vez entró en materia, esperó la oposición de la duquesa. Pero no hubo objeción alguna. 

—Haz lo que quieras. 

—¿Por qué no estás en contra…? Naturalmente, esperarías que Oscar se convirtiera en el príncipe heredero. 

Tanto ella como Esteban pensaban eso. Siendo sinceros, si no fuera por el maldito oráculo, no se le habría ocurrido este método.

La mujer tomó un sorbo de su té con calma y, luego, dejó la taza. 

—Oscar no tiene ningún deseo de ser emperador. Aunque aprende rápido, tiene un excelente talento para empuñar la espada. 

La duquesa miró con indiferencia al sorprendido Esteban y, entonces, sonrió. 

—Además, ¿no dijo que no quería convertirse en emperador? 

No había dicho nada, pero ella se había percatado de todo. Esteban se echó a reír ante el rostro frío de la mujer.  

—¿Hablaste con Oscar de antemano?

—No he visto a Oscar en una semana. 

Ni siquiera se había reunido con él y, aún así, ya había anticipado todo esto. 

La duquesa conocía bien a Oscar. 

Pensé que no estaba interesada en él porque le confío toda su educación a Lissandro Donovan, pero estaba equivocado. 

Ahora que había terminado de persuadirla, todo lo que faltaba era informar al resto de sus vasallos. De hecho, no necesitó convencerlos. 

Si el emperador, el marqués Gardenia y la duquesa Donovan seguían adelante, nadie podía oponerse. 

En realidad, cuando los súbditos fueron informados, estallaron voces de preocupación. 

—Aún así, Su Alteza la princesa aún es joven, por lo que será difícil ocuparse de los asuntos estatales. 

—No tienen que preocuparse por eso. Porque haré todo el trabajo de todos modos. 

Den
¿Seguro que no lo hará el pobre Gustav? XD

En otras palabras, significaba que solo iban a dar un motivo. De esta manera, nadie se atrevería a oponerse a él.

Den
Por si no se entiende... Quiere decir que todo seguirá siendo igual, pero darán un «motivo» para que no se lleven a Mabel, es decir, la justificación de que ahora como ella es «emperador» debe quedarse en Ermano.

Así, todas las familias, a excepción de la casa Javier, que estaba ausente debido a la visita al territorio y la mina del sur, estuvieron de acuerdo con la abdicación.

De hecho, esta mayoría absoluta tenía sus propias circunstancias que Esteban desconocía.

Es mucho mejor tener a Su Alteza la princesa, que ni siquiera tiene un año, que a Su Majestad el emperador que puede cambiar en cualquier momento.

No puedo esperar a ver lo linda que es. 

De esta manera, concluyó la reunión conspirativa que solo la parte interesada, Mabel, ignoraba.

♦ ♦ ♦

Veamos, me ha regalado un castillo, un bosque e incluso un principado. Pero ahora también soy gobernante, porque el emperador parecía quererme mucho. 

Aún así, ¡¿por qué diablos me regala un país?! ¡Acabo de cumplir un año, idiota! 

No importa cuánto me quieras, ¿cómo puedes darme el trono de esta manera? Estaba claro que el emperador también estaba loco. 

Sin embargo, lo que es más absurdo es que nadie se opuso. Sentí que el sentido común había desaparecido. 

—¡Uaang! ¡Odo! (¡Uaang! ¡Lo odio) 

Fue tan impactante que todo lo que pude hacer fue llorar. Por un momento, el emperador pareció desconcertado y, luego, miró a la niñera.

Ella se acercó y me consoló.

—Su Alteza, está bien. 

—¡Odo! ¡Odo! (¡Lo odio! ¡Lo odio! 

¡Esto es absolutamente ridículo!

El emperador aún es joven. Supongo que ni siquiera tiene 30 años. Además, su sucesor, Oscar, estaba sentado a mi lado.

Sí… ¡¿Qué hay de Oscar?! 

Se ha esforzado tanto en tomar las lecciones de sucesión todos los días, pero si ahora vienes y me entregas el trono, ¿cómo quieres que no sienta pena por él? 

Lloré durante mucho tiempo.

Todos en el salón de banquetes me observaron con los ojos bien abiertos, pero realmente no me importaba.

El país va a acabar en las ruinas, ¡¿cómo pueden soportarlo y no llorar?!

—Uaang… 

Lloré tan fuerte que mi llanto poco a poco se volvió más débil. El emperador me miró perplejo.

—Señora Lupe, tome a Mabel y regrese primero. 

—Sí, Su Majestad. 

—Uh huh… 

Así, me echaron de mi primera fiesta de cumpleaños… 

♦ ♦ ♦

Me desperté exhausta con el canto de los pájaros fuera de la ventana. Ayer lloré tanto que no podía abrir bien los ojos. 

—Entonces ¿cómo deberíamos llamar a Su Alteza la princesa ahora? ¿Su Majestad la emperatriz? 

—Todavía no es la ceremonia de coronación, Lalima, así que hay que dirigirse a ella como siempre: “Su Alteza”. 

La conversación entre Xavier y Lalima me desesperaba. 

Den
Desesperar en el sentido de entristecer, abatir, etc

Estaba bastante deprimida. 

Recuperé la razón y reflexioné sobre la situación de ayer. 

Mi abuelo, el marqués Gardenia, dijo que me consideraba la próxima marquesa cuando nos conocimos. Pero con el irracional anuncio de ayer, no se agitó en absoluto. También habría sido normal que Oscar se sorprendiera, no obstante, estaba tranquilo. La duquesa Donovan también estaba serena a pesar de que le habían usurpado el trono a su hijo.

El significado de la prueba circunstancial estaba claro. 

—¡Uaang! 

¡Grité y golpeé la cama! 

Me excluyeron y lo discutieron entre ellos. ¡Ni siquiera me preguntaron cuál era mi deseo! 

¿Cómo pudieron hacer esto? ¡No quiero ser emperatriz ni nada!

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