Bebé tirana – Capítulo 14: Te regalaré este país

Traducido por Den

Editado por Yonile


Hoy, hace un año que nací.

Ha llegado el día. 

Estaba tan emocionada que sentía que iba a llorar.

Las lágrimas amenazaban con salir porque todas las penurias que había sufrido me pasaron por la cabeza como una pelicula.

Si naces como bebé, no cuentas con todos los recuerdos de tu vida anterior, pero yo nací con todos ellos. Gracias a esto y aquello, he pasado por cosas vergonzosas.

Cuando recién nací, pensé que moriría de frustración porque ni siquiera podía moverme, ni podía hablar, estaba tan triste…

—Uff.

Aún así, después de un año de duro trabajo, mi situación ha mejorado mucho.

Aquí hay una lista de lo que he logrado hasta ahora: en primer lugar, ¡di mis primeros pasos! Tras dar unos cuantos, me caí porque estaba cansada, pero ahora puedo caminar sin sostenerme de nada.

En segundo lugar, hablo con más fluidez que antes. Todavía era difícil pronunciar las palabras, ya que sólo tengo 4 dientes de leche.

Ahora bien, tal vez porque decía palabras que no me habían enseñado y oraciones con fluidez, el emperador se sorprendió y dio por sentado que era una genio. Como consecuencia, él no dejaba de decirlo y todos me consideraban una.

No obstante, la excusa de ser una prodigio es útil. Aunque aún tengo un largo camino por recorrer para convertirme en una persona hecha y derecha…

En cualquier caso, ¿dónde estamos?

Observé a la gente moverse afanosamente mientras jugaba con mis juguetes.

—Oye, Lalima, ¡no tires eso!

—¿Es un garabato de Su Alteza la princesa?

—Por eso, no puedes tirarlo.

Lo que Lalima iba a tirar eran los garabatos que había hecho en un papel para practicar mi escritura.

¿Por qué no puede tirarlo? Es basura. 

—Su Majestad lo ha ordenado. Por ahora, todos los objetos relacionados con Su Alteza deben guardarse —dijo solemnemente Xavier, que había tomado la caja llena de papeles de la mano de Lalima.

Uh, eh… Hagamos como si no escuchamos eso.

Hoy hace un año desde que nací, por lo que se realizará una fiesta para celebrar mi cumpleaños.

Ya me preocupaba que las delegaciones de Ermano y de otros países vinieran a felicitarme. Se debía a la declaración del emperador ayer: «Te daré un gran regalo, así que espéralo, Mabel.»

¿Qué tan extraordinario debe ser para que este hombre, que obsequia sin vacilar un principado, lo describiera así?

Por favor, que todo vaya bien hoy. Recé fervientemente.

—Su Alteza, ¿nos preparamos?

La niñera apareció de repente y me levantó con facilidad. Luego, me sentó en una silla alta con un cojín.

Alcé la cabeza lentamente y abrí mucho los ojos.

Mi figura se reflejó en el espejo. Sorprendentemente, hoy era la primera vez que me veía a mí misma.

El cabello de color flor de cerezo, que no estaba atado, había crecido mucho, pero todavía era fino. Ambos ojos eran de un azul ligeramente más claro que los del emperador.

Oscar y el emperador tienen pelo plateado, en cambio, yo soy la única con pelo rosa claro. ¿Lo heredé de mi madre?

Cuando incliné la cabeza hacia un lado, por consiguiente, el bebé en el espejo hizo lo mismo.

Envolví mis mejillas blancas y regordetas con ambas manos. Es un poco vergonzoso decir esto yo misma, pero…

¡Qué linda…!

Entendí un poco que todos hicieran un alboroto al verme.

Mientras me contemplaba distraída en el espejo, Xavier y Lalima se acercaron a mí en lugar de trabajar.

—¿No es la primera vez que Su Alteza se mira al espejo?

—Quizás movieron el espejo porque se podía romper. Casi muero trayendo eso hasta aquí.

—Caray, exageras.

Así que guardaron el espejo a propósito. Quería seguir viendo mi rostro, mas no tuve oportunidad. También resultó difícil comprobar si me reflejaba en la superficie del agua mientras me bañaba.

—Su Alteza, ¿sabe lo linda, encantadora y tierna que es?

—Lalima, deja de parlotear y ve a arreglar las cosas. No tenemos tiempo. Ven cuando hayas terminado.

Después de detener a la susodicha, que estaba haciendo un escándalo, la niñera se acercó con algo. Era un vestido blanco. Sin embargo, no era un diseño para nada sencillo ya que toda la tela tenía encajes dorados.

El aspecto de la ropa me hizo preguntarme si al menos debería hacer una reverencia antes de ponérmela.

—Es bonito, ¿verdad? Es un vestido preparado especialmente para hoy.

—Wow.

De todos modos, no podré usarlo cuando crezca, así que es un desperdicio de dinero. Debido a que en mi anterior vida era pobre, a menudo pensaba que los gastos del palacio imperial eran excesivos.

No sé el precio, pero estoy segura que no es barato…

—Sea buena, ¿si? Se lo pondré en seguida.

Lamentablemente la obra de arte del artesano que había bordado cada costura cubrió mi humilde cuerpo.

Siento que he cometido un terrible pecado.

El vestido era mucho más cómodo de lo que parecía. Como la portadora tenía un año, al parecer lo habían hecho así a propósito.

Ahora que estaba vestida, lo siguiente era peinarme. La niñera cepilló suavemente mi cabello con destreza.

—Qué bonito color de pelo. Sin duda se parece a Su Majestad la emperatriz —Sonrió con amargura al recordar a mi difunta madre. A menudo sonreía así cuando me veía.

No sé qué decir porque no recuerdo a mi madre, pero no me sentía bien.

—Ahora, pongamos esto y listo.

Finalmente, me puso un gorro de encaje y ató una cinta debajo de mi barbilla. Mi cabello rosa claro asomaba un poco debido a que la prenda era fina.

—¡Ah, Su Alteza…!

Cuando volví a mis sentidos, Xavier y Lalima, que estaban trabajando, estaban reunidos a mi alrededor.

—¡Es tan linda!

En cuanto Lalima abrió los brazos para abrazarme, Xavier se apresuró a bloquearle el camino.

—¡Tienes prohibido acercarte a Su Alteza, Lalima!

—¡¿Eh?! ¡¿Por qué?!

—Porque el vestido se arrugará —Ante las firmes palabras de Xavier, Lalima respiró con pesadez, enfadada, pero no dijo nada.

En ese momento, la niñera se sobresaltó por el repentino golpe en la puerta y miró la hora.

—Oh, cielos. Ya es la hora.

Me cargó con cuidado de no arrugar el vestido y abrió la puerta apresuradamente. Más allá, por supuesto, se encontraba el emperador. Era bastante extraño verlo con un traje de ceremonia que normalmente no usaba. Además, me sentía desconcertada porque era tan joven y guapo que no podía creer que fuera mi padre.

No importa cómo lo mires, no parece que tenga un hijo y una hija.

—Salve a Su Majestad.

La niñera me entregó al emperador, quien hizo un gesto con la mano ante su saludo.

—Feliz cumpleaños, Mabel.

Parpadeé ante su repentino ataque sorpresa.

Hoy es mi cumpleaños, pero era la primera vez que me felicitaban.

En mi anterior vida, si recibía un regalo de cumpleaños, tenía que retribuirlo, por eso no decía cuándo era. Me alegro que fuera durante las vacaciones. Así que rara vez me han dicho feliz cumpleaños.

—Ung…

Así es como se siente que alguien me felicite por mi nacimiento… Era un sentimiento extraño.

Den
Me alegra mucho que Mabel esté experimentando esos pequeños momentos importantes de la vida que en su otra vida no pudo…

♦ ♦ ♦

El emperador se dirigió al salón de banquetes.

—¿Gustav? —llamó al asistente quién lo seguía—. ¿Y Oscar?

—Entró primero con Su Excelencia la duquesa Donovan.

Me preguntaba por qué no podía verlo, pero resulta que ya entró. Quería ver pronto a Oscar, que seguramente se habría engalanado para la fiesta.

Por otro lado, por alguna razón, me ponía nerviosa que el asistente caminara unos pasos detrás de mí.

Era un hombre que estaba en los huesos y tenía mala cara, como si estuviera a punto de morir. ¿Tal vez tiene algún problema familiar o una enfermedad…? Me dolía el corazón al verlo.

Den
Si supieras que está así por culpa de tu padre XD

Lo miré por un segundo y entonces nuestras miradas se encontraron. Él esbozó una torpe sonrisa. Sin embargo, debido a la sombra bajo sus ojos parecía cansado.

—¡Aino! (¡Ánimo!) —le envié un mensaje de apoyo.

—¿Eh?

Ánimo.

Sentí que el emperador me miraba, por lo que aparté la vista del ayudante.

No obstante, entendía que luciera tan cansado cuando pensaba que servía al emperador a mi lado. Es un hombre incontrolable. Hasta el punto de que ni él mismo se conocía.

—No es bueno para tu vista si miras a un hombre así, Mabel.

—¿Ung?

—Bueno, aquí estamos.

No muy lejos, se podía oír a la orquesta tocando.

Estuve bien todo este tiempo, pero mi corazón comenzó a latir como loco súbitamente.

Es una fiesta, así que naturalmente habrá mucha gente, ¿no? Durante casi un año, me he encontrado de forma regular con tan pocas personas que podía contarlas con las manos. Por eso tenía miedo de estar frente a un público tan grande.

Sé que no quieren nada de mí porque soy un bebé y, aún así, no podía ignorar la presión.

—No te ves bien. ¿Mabel?

Agarré el traje del emperador y enterré mi rostro. Entonces acarició suavemente mi espalda. Su toque estaba lleno de preocupación

—No hay nada que temer, Mabel. Todas las personas que ahora vas a conocer son gente que debe quedar bien contigo, no tú con ellos.

—¿Uh…?

¿Oye, eso es lo que le vas a decir a un bebé de un año? Lo que es aún más absurdo es que su expresión al terminar de hablar era sumamente seria.

Aunque, curiosamente, gracias a sus palabras, gran parte del miedo hacia esa multitud de personas desapareció y me relajé.

Acarició mi cabello, despeinándome, y luego intercambió una mirada con el chambelán que esperaba frente a la puerta.

—El Sol del Imperio, Su Majestad el emperador y Mabel Win..

—Espera un momento —interrumpió implacablemente al sirviente que anunciaba su llegada. Luego, ordenó con un rostro sombrío: —Quita Winter.

Pese a que el chambelán estaba desconcertado por el aura feroz del emperador, rápidamente comprendió lo que quería.

—¡S-Sí! —Tras una pausa, finalmente anunció: —¡El Sol del Imperio, Su Majestad el emperador y Su Alteza la princesa Mabel Gardenia Ermano!

El emperador caminó por el oscuro pasillo hacia el luminoso salón de banquetes. La luz del candelabro me deslumbró al instante, haciendo que cerrara los ojos con fuerza.

Reinaba un silencio sepulcral. No sonaba la música de la orquesta que hace poco sonaba.

Cuando abrí los ojos lentamente, me encontré con el espléndido salón de banquetes. Miles de personas inclinaban la cabeza al unísono.

El emperador pasó tranquilamente entre ellos y se dirigió hacia el trono. Había dos sillas en el lado izquierdo, por lo que creí que eran el asiento de Oscar y el mío. Por supuesto, pensé que me sentaría ahí…

—Vamos, sentémonos.

¿Eh? ¿Por qué estoy sentada en el trono?

Miré a mi alrededor de nuevo, pensando que me había equivocado, pero estaba en lo cierto, era el trono.

Observé al emperador a los ojos en busca de una explicación, pero no lo captó y volvió la mirada hacia los presentes.

—Levantad la cabeza.

Me vieron… y abrieron mucho los ojos.

¿Por qué me sentó en el trono? ¡Este no es mi lugar! 

No es tarde para arreglarlo. Sin embargo, me atraparon cuando trataba de bajar de la silla a hurtadillas.

—Tranquila, Mabel. Sé buena.

Obligada a quedarme, me senté incómoda en el trono.

Está bien. Todo el que tenga cerebro, sabe que no me senté aquí porque quisiera. 

Sentí que todos los ojos en el espacioso salón de banquetes se posaban sobre mí.

Ugh, qué incordio. Ojalá terminara pronto, sin embargo, es imposible porque esta celebración es mi fiesta de cumpleaños.

El emperador, que acarició suavemente mi mejilla, volvió a mirar a la multitud.

—Bienvenidos sean todos los que vinieron para celebrar el primer cumpleaños de mi encantadora hija, Mabel.

Fue bastante incómodo y vergonzoso que me presentara como su “encantadora hija” frente a tanta gente.

—Para su información, Mabel es una genio. Se dio la vuelta a los 3 meses y comenzó a caminar a los 8 meses —prosiguió.

¿Q-Qué estás diciendo? 

Estaba dando a conocer información que nadie había pedido con cara de orgullo.

Aquellos que pensaban lo mismo que yo también estaban estupefactos, pero entre ellos, había quienes asentían fervientemente con la cabeza como si simpatizaran con él.

Había cuatro personas escondidas detrás de una columna: la niñera, la condesa Lupe Alielli; mi medio hermano, el príncipe Oscar; mi abuelo materno, el marqués Gardenia, y, finalmente, Lissandro Donovan.

—Aah… —suspiré profundamente. Quiero morirme de la vergüenza…

Afortunadamente, la insensatez del emperador no duró mucho.

—Me gustaría dar la bienvenida a los delegados que vinieron a celebrar el cumpleaños de la princesa. Espero que disfruten del banquete.

Sus ojos estaban fijos en algún lugar mientras decía eso. Me sorprendí en el momento en que lo vi accidentalmente.

Personas con túnicas blancas como Montego se reunían en un solo espacio. Tenía miedo de que él estuviera ahí, no obstante, por suerte no pude ver su rostro.

—Todo está bien, Mabel. El tipo malo que intentó secuestrarte fue desterrado y nunca más podrá volver a atravesar la frontera de Ermano.

¿Parecía ansiosa?

Sus palabras me tranquilizaron. En ese momento, me encontraba sola, pero ahora no intentaría raptarme en un lugar con tanta gente.

Observé a los sacerdotes mucho más calmada. Sin embargo, hubo algo inusual que me llamó la atención.

Éstos rodeaban a una persona como si lo protegieran. En el centro, había un hombre cuyo rostro no podía ver porque lo cubría la túnica.

Aparte de ser bastante alto, no conocía ni su género ni su edad.

—Prescindamos de los saludos porque es molesto.

Tan pronto como el emperador dio una pequeña orden a su ayudante, el ambiente volvió a ser ruidoso. Luego, me colocó en su regazo y se sentó en el trono.

La orquesta comenzó a tocar de nuevo y la gente empezó a bailar en parejas, cogidos de la mano.

—Mabel, hoy estás muy linda.

Oscar, que había venido antes que yo, me hizo un gesto con la mano y me elogió. Pero él también era increíblemente lindo, no es broma.

Ya había cumplido siete años, por lo que era más alto que antes. Aunque su traje era más sencillo que el del emperador, tenía un aspecto elegante y adorable.

—E’es u indo. (Eres muy lindo)

—¿Lo sabías? Sí, Mabel lo sabía.

Hoy mis balbuceos también fueron malinterpretados.

Al parecer, no estaba interesado en la fiesta, porque se sentó a mi lado y comenzó a jugar con mis manos.

—Oh, cierto. Feliz cumpleaños, Mabel.

—¿Eh?

—Padre tenía que ser el primero en felicitarte. De hecho, por orden suya teníamos prohibido… No, nada.

El semblante de Oscar se volvió más pálido debido a la mirada detrás de mí, así que terminó de hablar pronto.

Detrás de mí estaba el emperador… Podía saber lo que estaba pasando sin mirar.

No puedo creer que para ser el primero en felicitarme utilizara una orden imperial para prohibirle a la gente que me deseara un feliz cumpleaños. Fue realmente infantil.

—En su lugar, seré el primero en darte un regalo de cumpleaños.

—Oscar.

El emperador lo llamó en voz baja, pero él lo ignoró y sacó algo de su bolsillo.

Algo se deslizó por mi manita. Era un collar con una joya verde dispuesta en una cuerda plateada.

—¿Coar? (¿Un collar?)

Oscar abrió mucho los ojos, sorprendido por mi pregunta casual.

—Así es. Es un collar. Ni siquiera te han enseñado la palabra “collar”, pero ¿cómo lo supiste esta vez?

Den
Me pregunto si cuando esté más grande Mabel les contará la verdad

Sonrió y colocó el collar alrededor de mi cuello. Éste se extendió, como si no fuera para bebés.

La joya verde me recordó a sus ojos esmeraldas.

Jugué con el collar y lo examiné en silencio. Todavía no podía acostumbrarme a recibir regalos por muchos que me hubieran obsequiado. Porque nunca me habían dado ninguno…

—¿No te gusta…?

Negué con la cabeza, sorprendida por sus palabras que sonaron de alguna manera tristes.

—No. No creo que te guste… ¿De verdad te gusta?

—Ung. ¡Me gushta coa! (¡Sí! ¡Me gusta el collar!)

Por fin, su expresión se suavizó cuando dije que sí.

—Me alegro de que te guste.

—Ung…

Se ve feliz. Suspiré aliviada.

Es difícil jugar con un niño de 7 años.

Oscar, que había estado hablando sobre esto y aquello a mi lado, señaló a un lugar.

—Mabel, todo eso de ahí son tus regalos. Son muchos, ¿verdad?

—¿Egalos? (¿Regalos?)

Era una montaña de cajas tan alta que resultaba aterradora. Pensé que era una decoración interior porque había un montón de cajas apiladas, pero ¿todo eso son mis regalos?

No supe reaccionar al regalo que él me dio, y será aún más molesto recibir los de personas que ni siquiera conozco.

No tienen una buena intención. Estoy segura que ofrecen esos obsequios porque quieren algo. Además, no sabía si podría retribuirlo.

Mientras miraba los presentes, el emperador puso su mano sobre mi cabeza.

—Debes estar decepcionada por esos pocos regalos, Mabel.

No… No. ¡No!

Negué con la cabeza vehementemente, pero mi gesto fue ignorado por completo.

—No te preocupes, Mabel. Papá tiene un fantástico regalo para ti.

Lo olvidé. Estoy segura de que ayer dijiste que habías preparado un gran regalo. ¿Por fin lo revelará?

El emperador se levantó de su asiento y me sentó nuevamente en el trono. Luego, llamó la atención de la gente.

Todos los presentes en el salón de banquetes se fijaron en nosotros. La tranquila música también se detuvo.

Mientras miraba a mi alrededor, sentí que alguien me observaba fijamente.

Donde se encuentran reunidos los sacerdotes de Abelardo… Entre ellos se hallaba el hombre cubierto con la túnica… Por un momento, hicimos contacto visual.

Sus hermosos ojos rojos me cautivaron por un instante. Pero cuando cerré y abrí los ojos de nuevo, la postimagen desapareció. Mientras tanto, el emperador comenzó a hablar.

—Con motivo del primer cumpleaños de la princesa, tengo algo que comunicarles.

¿Comunicar? ¿Sobre el regalo…?

El emperador me miró y se agachó. Luego, me susurró suavemente al oído:

—Mabel, te daré este país.

¿Qué acabo de oír…? Era absurdo, por lo que negué de inmediato esta realidad.

Es un sueño, es un sueño.

Sin embargo, a pesar de mis deseos, anunció en voz alta:

—Abdico el trono en Mabel Gardenia Ermano.

Ay, Dios mío.

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