Cenicienta – Historia paralela 10: Incluso cuando estás borracho…

Traducido por Den

Editado por Sakuya


No bebo mucho. La noche de la obra en el bar del teatro, al parecer me emborraché rápido debido a los nervios y la emoción. Por eso no he vuelto a beber mucho desde entonces.

A Volker le gustaba beber casi todas las noches, pero rara vez era más de una copa y nunca lo he visto borracho.

Hasta ahora…

—¿Volker…?

Cuando me dijeron que había regresado del castillo real, fui al vestíbulo a recibirlo. Ahí vi que el general Breslin y Xavier lo sujetaban. Al principio temí que no se sintiera bien, pero cuando me acerqué, pude oler el alcohol.

—Hola, señora, disculpe la intromisión nocturna —me saludó el general Breslin con una sonrisa. Me percaté que tenía un bonito lunar bajo el ojo.

Espera un momento, ¿su leve rubor se debía al alcohol?

—General Breslin… ¡Lo lamento mucho!

Como apenas podía caminar por su cuenta, Xavier y Daniel lo llevaron al dormitorio principal.

—Está bien, ¡no estoy borracho! —gritó, claramente ebrio.

Por supuesto, nos íbamos a burlar de esto los años que están por venir. ¡Buena suerte, Volker!

—¿Por qué bebieron tanto? —pregunté. No era propio de él; por lo general, se controlaba. Me pregunté si estaba enfermo.

—Se peleó con un tipo malo —explicó Breslin nervioso en la puerta mientras veía a Xavier y a Daniel quitarle los zapatos y la chaqueta—. Me interpuse, pero lamento no haber sido de ayuda. No se enfade demasiado con él. —Me guiñó un ojo y se fue como el viento.

Me reí ante su rapidez, hice una reverencia y entré en la habitación.

—Yo lo cuidaré—les dije a Xavier y a Daniel.

Daniel pareció un poco reacio a irse, pero Xavier, a quien al parecer le resultaba muy divertida esta situación, lo sacó.

Suspiré cuando la puerta se cerró tras ellos.

No sé qué hacer.

Me giré hacia Volker, que estaba tumbado en la cama haciendo el tonto. Estaba aliviada de que no pareciera enfermo.

De hecho, el descuidado Volker era algo lindo.

—¿Quieres un vaso de agua, Volker? —le pregunté mientras cogía la jarra que había junto a la cabecera.

—Hmm, agua… —Se sentó tambaleándose después de hacer muchas expresiones divertidas. Extendió la mano. Ese gesto me atravesó el corazón y me dejó sin aliento…

No era un «¿Me lo puedes dar?», sino un «¡Dámelo!». ¿Se entiende la diferencia?

Intenté no reírme mientras servía agua en un vaso y se lo entregaba, ayudándolo a tomarlo para que no se derramara.

Volker resopló y, luego, se lo bebió de un trago.

—Gracias, Fredericka. Hoy bebí demasiado…

Cuando dejé el vaso en la mesita de noche, Volker tiró de mi codo.

—¡Nyowa!

Caí sobre él. A pesar de que todo mi peso le cayó encima, me abrazó con fuerza.

Casi me rio al darme cuenta de que, aunque estaba borracho, se controlaba para no hacerme sentir incómoda.

—Hacía mucho tiempo que no me emborrachaba tanto —dijo—. Me siento mareado y exaltado… Quizás sea por el aguardiente…

El aguardiente era muy, muy fuerte. Una persona normal quedaría inmediatamente inconsciente tras beber un vaso. Mi padre lo bebía de vez en cuando, pero muy poco.

—¿Cuánto has bebido?

—Creo que una botella…

¿Una botella? ¡¿Una botella entera?!

—¿No te sientes mal? —le pregunté preocupada mirando su complexión.

—No me siento mal… Más bien, me siento bastante bien. Aunque también hay algo un poco extraño —sonrió.

¿Eeeeeeh?

—¿Dónde es extraño? ¿Qué pasa? —Me aferré a él, pálida. Intenté revisar su cuerpo, pero tomó mi mano y la llevó hacia abajo.

—¿Qué? ¿Eh? ¡Oye!

Nunca imaginé que Volker diría algo tan subido de tono. Me puse muy roja.

M-Mi mano… ¡M-Mi mano en la cosa de Volker…!

Para ser sincera, nunca había tenido la oportunidad de tocarlo, porque siempre estaba dentro de mí antes de que siquiera pudiera pensar en ello… ¡No, no es eso lo que quiero decir!

Es la primera vez que lo toco… Está caliente y duro… ¡Oh, no! Mis pensamientos de repente están siendo arrastrados a la perversión.

—Volker… eso…

—Fredericka, tócalo…

¡Hiyaa! Volker, ¿estás siendo travieso?

Respiraba con dificultad, estaba despeinado y sus ojos eran vidriosos…

¡Dios, era tan sexy!

—Fredericka… —susurró mientras ponía mi mano en su cinturón para que pudiera desabrocharlo.

¡Oh! ¡Jo, jo, jo, jo! Volker, estás realmente borracho, ¿cierto?

—V-Volker… —titubeé. Lo miré fijamente; me había llamado con una voz un poco más ronca de lo habitual.

—Fredericka… ¿no quieres…?

¿N-No te parece desagradable? ¡Me da mucha vergüenza!

Dudaba en tocar el miembro de Volker que me volvía loca cada noche. ¡Pero realmente quería tocarlo! El pene suave, pero duro de Volker, que llegaba a lugares agradables… Y ahora con su permiso, era una oportunidad demasiado buena para desaprovecharla.

—Perdóname…

Mis manos temblaban mientras trataba de desabrocharle los pantalones. Desabroché un botón, luego otro y otro… ¿Siempre ha sido tan complicado quitarse la ropa, Volker?

Mientras luchaba con el botón, sentí un suspiro caliente por encima de mi cabeza.

—Fredericka, ¿lo haces a propósito? —preguntó.

¿Qué? ¿Qué cosa?

Lo miré desconcertada. Su atractivo sexual aumentaba con la mirada excitada de sus ojos color avellana.

—¿Dónde aprendiste a ser tan impaciente…?

¡¡Aaaaaaaah!! ¿Qué debería hacer? No puedo quitarle los ojos de encima.

La pasión se encendió en mi interior como respuesta a su dulce sonrisa.

Nuestros cuerpos se tocaron íntimamente, ardiendo como si tuviéramos fiebre. Bajo el leve olor a alcohol, podía percibir su olor de… “hombre” en celo.

Eso estimuló mi intimidad extraordinariamente cuando se mezcló con mi aroma favorito a bosque de Volker.

De repente, estaba jadeando.

¿Qué debo hacer cuando lo toque?, pensé sin darme cuenta. ¿Por qué…?

Como si me hubiera leído la mente, me acarició la mejilla con sus largos dedos y deslizó la mano por mi hombro hasta agarrar mi mano. Luego, entrelazó nuestros dedos, como si guiara mi mano confundida hacia su caliente miembro viril. Una descarga de placer me recorrió la espalda.

—Hmm… —gemí. Entonces, su pene palpitó ante mi voz.

—Fredericka… —me llamó con voz ronca.

Pude sentir su súplica lujuriosa en su voz y algo en mi interior se rompió.

—V-Volker, quítatelo… Por favor, rápido…

No suelo decir estas cosas, nunca he podido.

Ah, también debo estar borracha… Sin duda.

Sentía que mi pecho estaba a punto de estallar al imaginar lo que estaba por venir.

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