Cenicienta – Historia paralela 7: Reflexiones (1)

Traducido por Den

Editado por Sakuya


Cuando volví a casa, Xavier y todos los demás me dieron la bienvenida.

—¿Cómo fue la visita, señora? —preguntó Xavier mientras me servía el té en el salón—. ¿Sucedió alguna cosa interesante?

Este increíble mayordomo quería mucho a Volker, pero no era el único.

Me pregunto si mi jefe final en realidad es él… Ja, ja, es broma.

—Hm, hoy vimos principalmente los combates de práctica. También hicieron un torneo simulado y repartí galletas como premios.

Xavier escuchó mi breve explicación con rostro serio y los ojos cerrados, como si estuviera meditando. Luego, los volvió a abrir.

—Señora, deberá descansar el resto del día. Le diré enseguida al chef que cambie la cena de esta noche. Pero primero tendré que comprobar si tenemos suficientes existencias…

Se marchó del salón a toda prisa mientras murmuraba aquello.

—¿Podrías darle las gracias al personal de la cocina por ayudar con las galletas? —lo llamé antes de que llegara a la puerta—. A todos les han gustado.

—Transmitiré su agradecimiento, señora —respondió con una sonrisa. Y dirigiéndose a Marie, dijo—: Lleva a la señora a descansar.

Una vez se retiró, Marie me cogió de la mano. Me sorprendió su fuerza.

Levanté la mirada y me di cuenta de que se comunicaba con Xavier con la mirada.

Marie, ¿cuándo subiste de nivel?

♦ ♦ ♦

Me vi obligada a estar tumbada en el sofá durante el resto del día.

Volker envió un mensaje diciendo que los hombres estaban muy contentos con los dulces que les había dado. Sin embargo, iba a llegar a casa un poco tarde.

Me había dicho que llegaría temprano. Me pregunto si causé algún inconveniente al ir… Espero que no.

La cena de esta noche consistió en pescado blanco a la plancha con especias y ensalada de patatas con ajo. Aunque estaba reacia a comer tras el extraño comentario de Xavier, me convenció de que no había nada raro. De hecho, la comida estaba tan deliciosa que repetí. Como era de esperar, el chef de la mansión es muy hábil.

Tras la cena, Marie me hizo tomar un baño. Me sumergí en el agua caliente durante largo rato. Luego, salí y Marie me aplicó una loción corporal para darme un masaje.

¡Gracias por cuidar de mi cuerpo, Marie!

—Marie, debes estar cansada de tanto masaje. ¿Por qué no descansas un poco?

—En absoluto, señorita —respondió mientras ejercía presión y la liberaba. De vez  en cuando se le escapaba una risita—. El plato de hoy tenía ingredientes para proporcionarle más energía. Ah, tengo que revisar los complementos nutricionales y los aceites perfumados. —Comenzó a rebuscar en los cajones de la mesilla de noche a toda prisa mientras me ponía una bata suave para evitar que mi cuerpo caliente se enfriara.

¿Aceites perfumados…? Vaya… Espera, ¿esta serie de situaciones estaba relacionada con la conversación que tuvimos esta mañana en el carruaje? Pero ¿cuándo compartieron esta información? Marie no se lo contó a Xavier, ¿cierto?

Sentí que mis mejillas se calentaban.

—Cuando nos contó los sucesos de hoy, sentimos que debíamos estar bien preparados —dijo mientras se dirigió al armario y me enseñaba unos negligés [1]—. ¿Cuál le gustaría esta noche? Personalmente, considero que el que le queda mejor es el verde

Últimamente, Marie va de compras a su tienda de ropa favorita cerca del castillo… y cuando vuelve, por alguna razón, hay más cosas en mi armario. Preferiría comprarlo yo misma y que comprara cosas para ella. Aunque se lo dije, no cambió de opinión, así que desistí y le dije que no se corte con los gastos.

De ahí que haya prendas inusuales en mi armario.

A diferencia de las modistas conocidas que frecuentamos desde hace tiempo, Marie se inclinaba por los conjuntos reveladores, de moda o sorprendentemente… vanguardistas.

Me pregunto si a Volker le gustan este tipo de cosas… Las guardaba en el fondo porque me daba vergüenza, pero quizá me lo pruebe la próxima vez…

Acepté el negligé verde como el pasto que me ofrecía. Era largo y algo maduro.

No importa, ¡seamos más atrevidas!

—Gracias. En ese caso, usaré este.

El camisón verde, con un delicado encaje hasta la mitad del muslo, era cómodo y suave al tacto. También parecía ser de alta calidad.

Marie me entregó la ropa interior a juego que parecía estar hecha de varias capas de encaje y finas cintas de seda del mismo color que el camisón. Me la puse, asegurándome de que estuviera bien sujeta.

Desde esa vez, he adquirido la costumbre de asegurarme que las bragas estuvieran bien sujetas. No podía evitarlo. Marie se reía por hacer eso.

♦ ♦ ♦

Volker regresó tarde por la noche. Me había aburrido de estar tumbada en la cama, leyendo mientras lo esperaba. Cuando oí el carruaje, me puse la bata y estuve a punto de saltar de la cama para bajar a recibirlo. Entonces recordé lo que había dicho muy serio: «No muestres a otro hombre, que no sea yo, una apariencia tan indefensa». Así que me volví a sentar en la cama y me arreglé para no lucir poco agraciada.

Comprobé de nuevo las ataduras de la ropa interior; estaban bien sujetas. No parecía que se fuera a romper…

¡Esta vez la llevo puesta!

Han pasado tres días desde la última vez que te vi, así que ¿debería consentirte un poco? Me pregunto si el camisón verde será refrescante.

Justo en ese momento, se abrió la puerta del dormitorio y entró Volker. Salté de la cama y corrí hacia él. Abrió los brazos y me abalancé sin dudarlo.

—Bienvenido a casa, Volker.

Me levantó y me abrazó. Siempre me cargaba como si no pesara y siempre me maravillaba su fuerza.

Nos besamos y le rodeé el cuello con los brazos.

—Siento haber llegado tarde —se disculpó.

—Gracias por tu duro trabajo. ¿Has cenado? ¿Quieres algo?

—Estoy bien. Es más probable que muera porque no he tenido suficiente de ti —dijo, llevándome hacia la cama. Me volvió a besar. Supongo que lo decía porque solo pudo verme durante el día.

Me abrazó con fuerza y, al mismo tiempo, su lengua se deslizó en mi boca. Enviaba sensaciones estremecedoras en el interior de mi boca cada vez que nuestras lenguas se entrelazaban.

—Hmm… Volker… —dije en medio del beso. Apenas pude cerrar la boca y me temblaban los labios. Volker rio.

Me chupó la lengua.

—Eres tan linda, mi Fredericka. —Me retorcí al oír su voz susurrante.

Sus manos grandes recorrían mi cuerpo.

—¿Te divertiste hoy? —preguntó, besándome la mejilla y bajando por el cuello.

Desató la bata y me la quitó, dejando al descubierto el negligé. Me acarició el muslo y la cadera.

—Ah~ Sí, fue muy divertido. Fue… ¡nnya~!

Me había chupado el cuello con fuerza; seguramente dejaría una marca. Mi cuerpo dio un respingo ante la sensación familiar.

Por lo general, Volker tenía cuidado de no dejar chupetones en lugares visibles, pero ahora estaba dejando mordeduras de amor en un lugar tan notorio. Tal vez porque al final me pasaría todo el día de mañana en cama, sin ver a nadie. Aun así, no me molestaba la idea, estaba más bien excitada.

—¿Hoy eres una gata, Fredericka? —rio suavemente contra mi piel.

Volker se desabotonó con destreza la chaqueta con una mano y la tiró a un lado.

—Déjame… —dije, antes de proceder a intentar desabrochar su camisa. No quería perderme en el placer tan pronto. Si no mantenía la cordura, pronto me fundiría con la lujuria. Así que intenté desabotonarle la camisa, pero ¿por qué era tan difícil?

Mientras desabrochaba la camisa, veía sus fuertes pectorales, su sensual clavícula y su robusto cuello. Su atractivo sexual quedaba expuesto cada vez que se quitaba la camisa.

¡No pienses en eso! ¡Es contraproducente!

Sin embargo, mi vagina comenzaba a palpitar ante su pecho desnudo.

—Hmm, a veces esto también es agradable —dijo.

Sonreí con timidez mientras me esforzaba contra mi abrumador deseo. Volker se inclinó hacia abajo y me mordió dulcemente la oreja.

—Hmm~ No te muevas~ —reí mientras sus mordidas y sus besos me causaban cosquilleos.

Me lamió dentro.

—Ah~ No me lamas —grité. Estaba atascada en un ojal bastante apretado. Pero, al final, cedió.

—Fredericka, quítamela rápido o tus sensibles orejas estarán en problemas —susurró apasionadamente al oído antes de que su lengua caliente me acariciara la oreja. El sonido lascivo que producía era como si lamiera mi intimidad, por lo que mis rodillas perdieron fuerza.

Debo estar muy mojada.

Cuando mis pensamientos fogosos estaban a punto de desvanecerse…

—Ah~ Hmm~

… Los dedos de Volker se movieron con malicia, acariciando mi trasero por encima de mis bragas.

Ah, ahí no. Es diferente.

—Pero no es malo. Me gusta lo sensible que eres.

Aunque no me sentía segura de mi cuerpo, que Volker me besara y susurrara contra mi piel mientras trazaba las curvas de mi trasero me producía una extraña sensación de… impaciencia y frustración.

Mientras me retorcía del placer, de repente los dedos gruesos de Volker tocaron directamente mi cavidad.

¿Eh?

Me detuve. Volker también se detuvo y me miró confundido.

Podía sentir sus dedos en mi piel desnuda, aunque aún llevaba las bragas puestas. Sus dedos tampoco se habían deslizado por un lado. Entonces, ¿por qué?

Volker debe haberse dado cuenta de lo que pensaba, porque me volvió a acariciar la cavidad.

Por desgracia, de verdad que no quería que siguiera haciéndolo.

—Volker, ¿podrías ver qué pasa? —le pedí mientras me movía de un lado a otro intentando mirarme el culo, pero no podía ver nada estando en su regazo. Aunque podría comprobarlo si me soltaba y me bajaba de su regazo—. ¿Por qué pude sentir tu mano?

—Hay… ¿un agujero…?

—¿Eh?

Los dedos de Volker se alejaron de la cavidad y palparon las bragas.

—Ah, ya veo —exclamó como si hubiera entendido—. Las partes superpuestas del encaje que normalmente estarían cosidas, no lo están… Mira —explicó, mientras sus dedos comenzaron a acariciar y trazar mi raja del culo.

—Oye, ¡Volker! —le agarré la mano para evitar que penetrara en la cavidad. Lo miré con severidad—. Para. ¿Desde cuándo te interesa ese lugar?

Apartó la mano y me abrazó con menos fuerza.

—Solo tenía curiosidad… Quería probar… No pensé que reaccionarías así… Lo siento —se disculpó, todavía besándome en la frente y apartando mi desordenado flequillo. Mi corazón pronto se llenó de amor hacia él con sus besitos.

Espera… ¿Qué acabas de decir?

—¿Querías probar qué?

¿Ha vuelto a hablar con Breslin? ¿Le había dicho algo raro, como que a algunas chicas les gusta ahí?

—Hm… —respondió cuando le pregunté. Parecía un poco reacio a decir nada mientras me besaba en los párpados—. Eres tan sensible en tu vagina que me preguntaba si también te sentirías bien ahí…

Solté una risita ante su forma de hablar, como si estuviera asustado de que lo regañaran. Pero no era lindo que lo dijera mientras acariciaba de nuevo mi trasero.

Por otro lado, ¿qué era este hormigueo?

—Espera un momento. ¿En mi trasero? ¿Piensas metérmela ahí?

¿Se lo había estado preguntando? ¿Tanto?

¿Eso quiere decir que lo estabas mirando todo este tiempo? Eh… ¿Se miraba bien? Me limpio bien cuando me baño, pero nunca le había prestado mucha atención, así que no estaba segura de cómo lucía.

¿Qué?

Estaba tan avergonzada que bajé de las rodillas de Volker para escapar. Sin embargo, me tropecé con la bata y me caí de bruces sobre la alfombra de felpa.

Ay, Dios, ¡qué desastre!

—Fredericka, ¿estás bien?

¡Ahí no, Volker! No… Aunque esto es lo que he estado haciendo desde que me convertí en una adulta…

Volker me levantó enseguida y me puso en la cama.

—¿Te duele en alguna parte? ¿Las rodillas? ¿Los codos? —preguntó revisando mi piel en busca de abrasiones.

No me dolió, pero mi cara se puso roja de la vergüenza. ¡Soy… una niña!

—Volker, ¿por qué ahí…?

Habían pasado muchas cosas embarazosas hasta ahora, sin embargo, nunca había pensado que esto ocurriría.

Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos de repente.

¿Por qué lloro?, me cuestioné.

—Ah, Fredericka, lo siento. Me equivoqué. Por favor, no llores, cariño.

En realidad, no lloraba porque quisiera llorar, sino que las lágrimas no se detenían. Intenté contener mis lágrimas y el hipo, pero no cesaban.

Volker me abrazó con fuerza, en pánico y sin saber qué hacer.

—Mi amada Fredericka, lo siento… Amo cada parte de ti. Quiero amarte por completo y tocarte por todas partes, pero no pensé en tus sentimientos. No pretendía hacerte daño, cariño. Te amo.

Me besó el cabello, la frente y las mejillas para calmarme. Parecía preocupado.

Sabía que me amaba y siempre pensaba en mí. Sin embargo, ¡no esperaba que incluso amara mi trasero!

Durante unos minutos, Volker me susurró dulces palabras y me dio besitos por todas partes. Me abrazó hasta que me tranquilicé.

—Siento haberme alterado —dije mientras me secaba las lágrimas que por fin cesaron. Le devolví el abrazo a Volker. Me encantaba su olor, siempre me calmaba… Esta situación en la que podía robarle un abrazo era bastante grata.

—No, fue mi culpa. —Su voz era apagada.

Debe culparse a sí mismo de que haya llorado.

No era tan grave que llorara como un bebé.

Volker no tenía la culpa. Él me quería. ¿Acaso que le gustara mi trasero era algo por lo que preocuparse tanto? No, quizá lloré porque me daba vergüenza. Pero supongo que, si me preparaba mentalmente, podía hacerlo sin dudarlo. Incluso al principio mi vagina sentía avergonzada y ahora… sigue siendo embarazoso. Supongo que solo era vergüenza, no obstante, no quería ser tímida para siempre.

La vergüenza nacía del pudor. Si perdía mi pudor delante de Volker, ¿le seguiría gustando…?

Hmm… No estoy segura de que le guste a Volker como la ropa interior de tirantes.

De todos modos, si había alguna manera de invitarle como una doncella… (Lo siento por no poder cumplir con tus expectativas)

No obstante, quería reconciliarme con él. No quería que hubiera este ambiente incómodo entre nosotros. Además, conocernos mejor era una forma de profundizar nuestros lazos.

También necesitaba algo de tiempo para acostumbrarme a la idea de que mi marido amara mi trasero.

—Volker, seamos positivos —dije, mirándole. Sí, mi cara llorosa era fea, pero no debía apartar la mirada, si no, parecería que estaba mintiendo.

—¿Positivos? —preguntó antes de besarme la punta de la nariz.

—Lloré porque estaba avergonzada. No es que me disgustara que me tocaras ahí. No tenía ni idea de cómo se veía mi… trasero, por lo que me dio vergüenza cuando lo mencionaste.

Volker parecía desconcertado. ¿Debería preguntarle por qué? No, primero tenía que aclarar este malentendido. Dejemos eso para más adelante.

—Sé que Volker me ama por completo, y pensé que estaba preparada. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que necesito estar lista para exponer más de mí misma. Eres probablemente el único que me quiere por completo; hasta mi trasero —expliqué con una sonrisa tímida—. Así que ¿me darías algo de tiempo para prepararme? ¿Te parece bien?


[1] El negligé consiste en una bata transparente, generalmente larga, para mujeres.​ Es una especie de camisón pensada para usar por la noche y en el dormitorio.

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