Contrato con un vampiro – Capítulo 20: La Hora del té

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


— ¿Solo estuviste ausente ayer por que el señor Akashy pidió hablar contigo? —Una sorprendida Azuza preguntó después de oír su explicación. Kyouya, por otro lado, la miró como si no existiera otra razón para su ausencia.

—Sí, le había comentado a Ichy.

— ¿Lo hiciste? No dijo nada ayer… —Azuza recordó su conversación con Ichy del día anterior.

“Buenos días, Azuza. ¡Seré tu guardaespaldas hoy!”

“Acepté hacerte un favor, pero ¿no deberías ser tú quien se los diera mañana?”

Es verdad, probablemente, hubiera enfatizado más el hecho de que sería mi guardaespaldas principal si se hubiera hecho el cambio. Y, dudo que me hubiera dicho descuidadamente que se las entregara personalmente si él me estuviera evitando. Pero, era pedir demasiado que llegara a cualquier otra conclusión con solo esas dos pistas. Quiero decir, Kyouya fue quien me dijo que le iba a pedir a Ichy que volviera a ser mi guardaespaldas principal un día antes. No es mi culpa por malentender. Azuza culpó silenciosamente a Ichy. Pero, contrario a sus amargos sentimientos, una sonrisa natural se formaba en su rostro.

— ¿Sucede algo? —Preguntó Kyouya, observando su rostro, curioso de por qué estaba sonriendo como una idiota.

— ¡N-No es nada! —Balbuceó Azuza. No podía admitir honestamente que estaba feliz de que él siga siendo su guardaespaldas. Limpió su garganta— ¿Entonces? ¿Qué hay en la bolsa?

Cambió el tema y robó un vistazo al interior de la bolsa. Estaba llena de fresas, duraznos enlatados, naranjas, manzanas, y otras cuantas frutas.

—Oh, son las cosas que no compré el otro día.

—Sí. Las compre ayer en otra tienda. Tíralas si no las quieres.

— ¿Tirarlas? ¡Nunca podría hacer algo así! ¿Por qué saliste de tu camino para ir a conseguirlas?

El rostro de Kyouya se nubló instantáneamente, en una expresión que mostraba su confusión sobre cómo debería responder.

—El otro día no pudiste comprarlas por mi culpa ¿cierto? Lamento los inconvenientes.

— ¡¿Qué?! ¡No fue tu culpa! ¡Simplemente, decidí no comprarlas! ¿Cuánto costó? ¡Te lo pagaré!

—No es necesario.

— ¡Sí lo es! ¡Necesitas tomarte el dinero y las deudas seriamente! —Azuza resopló presionándolo por una respuesta.

Azuza se adhería tercamente a la opinión de que debes ser severo contigo mismo y con los otros en los temas concernientes al dinero. Haciendo eso, evitarías peleas sin sentido. El dinero es aterrador y las peleas por temas relacionados con el dinero lo son aún más.

—Entonces, tómalo como un agradecimiento por los dulces que me diste ayer —Murmuró Kyouya.

— ¡No lo haré! ¡Te di esos como una disculpa! ¡Déjame siquiera pagar por la fruta que intente comprar el otro día!

Él no tenía intención de aceptar el dinero. Se miraron el uno al otro por un buen rato, siendo Azuza la primera en perder.

—Ya sé cómo estar a mano.

— ¿Cómo?

♦ ♦ ♦

—Aquí tienes, disfruta —Dijo Azuza, poniendo la tarta de frutas que había hecho, con la abundante fruta que Kyouya le había traído, frente a él.

Hornear una tarta era su forma de pagarle. Le pagó todos los ingredientes a excepción de la fruta, pero claramente ésta era el ingrediente más caro. Pero justificó esa diferencia con el tiempo y esfuerzo que le tomó hornear las tartas.

—Hice dos tartas completas, así que hay suficiente si quieres repetir.

—Ok —Kyouya estaba inconforme de tener lo que había considerado como un regalo de vuelta de esa forma, pero Azuza estaba en la luna después de terminar de hornear.

— ¡Adelante! ¡Come!

Kyouya tomó una porción de la tarta con su tenedor y la llevó a su boca. Azuza cortó una rebanada para ella y tomó un bocado. La dulzura de los jugos de las frutas frescas llenó su lengua. La crujiente corteza se derritió en su boca. La cubierta de mermelada de fresa unía el plato en su totalidad.

— ¿Sabe bien? —Preguntó Azuza, llena de confianza. Kyouya miró atónito por lo buena que estaba.

—Eres una buena cocinera. El pastel y las galletas que hiciste ayer también estaban deliciosos —Kyouya le dio un cumplido incómodamente, que fue suficiente para dar a notar que eran sus verdaderos sentimientos.

Azuza sonrió tímidamente —Me alegra que te gustaran. Te gustan los dulces ¿no es así?

—No realmente…solo que no los odio.

Azuza permaneció en silencio simplemente observándolo.

—Ok, lo siento.

La mirada feroz de Kyouya le dio a entender que molestarlo era algo que debía evitarse.

—Creo que serías una gran pastelera si trabajaras en el lugar de Takeru.

Azuza recordó que Takeru era el joven de pelo rubio que los atendió en la Cafetería Sumida.

—El lugar de Takeru sirve helados ¿Cierto?

—Es todo lo que tienen —Se quejó Kyouya disgustado.

—Entonces, ¿debería hacerte dulces a partir de ahora?

— ¿Qué?

—De hecho, prácticamente los hago a diario, ¡así que tomemos el té juntos! ¡Tengamos la hora del té juntos!

Azuza siempre tomaba el té con Ichy o sola cuando Ichy estaba ocupada con otros asuntos. Su padre, Shingi, vive en la mansión después de su absolución, pero tenía otros asuntos que atender, por lo que, pocas veces se veían. Aunque parecía estar bien de salud, y trataba de saludarla por lo menos una vez al día cuando tenía tiempo. Pero, ese momento, casi nunca coincidía con su hora del té, por lo que, siempre preparaba su porción y la guardaba para dársela más tarde.

Por lo tanto, su hora del té siempre era ella sola o con una persona. Azuza, constantemente, pensaba que sería bueno si Kyouya, quien siempre está a su lado, se les uniera. Aunque fuera solo por las apariencias.

—No estarías solo y tendrías la oportunidad de comer dulces. ¿No sería matar dos pájaros de una pedrada? ¡Un plan espléndido si me lo preguntas! ¡Tendré que preparar mis utensilios mañana!

—Hey, no lo decidas por tu cuenta.

— ¿No quieres?

—No dije eso…

— ¡Entonces, está decidido! ¡Se lo haré saber a Ichy!

El aspecto de Ichy después de oír las noticias era de completo disgusto, pero esa es una historia para otro día.

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